miércoles, 21 de enero de 2015

Compañero

Hoy me desperté con un tremendo dolor de cabeza.  El despertador sonó a las 3:45 am y me costó mucho levantarme.  Mientras me alistaba,  contaba los días que me quedan en el shala:  ocho.  Ocho oportunidades para darlo todo,  ocho dolores y sudores.

Ocho caminatas más.

Las caminatas a las cuatro de la mañana en Mysore son toda una aventura.  Uno puede encontrarse desde perros hasta flashers.  Las he hecho muchas veces y siempre voy rezando,  pero  nunca cómoda.  Mis amigos alquilan scooters y llegan en moto.  Nunca he alquilado uno porque un accidente sería fatal para mi propósito aquí.

Así que camino.

Sin embargo,  algo cambió esta semana:  ahora camino acompañada.  En todos estos años de venir a Mysore,  es la primera vez que alguien se ofrece levantarse en medio de la noche y acompañarme.  Tengo que confesar que mi primer sensación fue de extrañeza:  por qué un ser humano interrumpiría su sueño sólo por mí?  Después,  me sentí muy bien.  La vida nos colma de regalos y uno es el que decide recibirlos.

Sí,  ahora camino acompañada.  Fue una buena idea porque apareció una moto extraña con dos hombres y luego un perro casi se vuelve loco y se zafa la cadena.  Además,  se me olvidó mi mat así que tuvimos que devolvernos.  La calle alterna tenía una jauría y pasé confiada de la mano de mi compañero.  Así es la vida:  vienen retos y tenemos gente linda que nos acompaña.  Y todo llega cuando el destino lo dicta,  sin esperar nada.

La presencia de otro ser humano con su apoyo y su cariño es algo que muchos añoramos en nuestro camino espiritual.  No que sea sustituto de nada.  El dharma no es una excusa para conocer gente o buscar novio.  No.  La seriedad de un sadhaka implica soltar de antemano cualquier expectativa,  dar lo mejor de sí mismo y apostar a la nada.  Si alguien está destinado a ser compañía,  simplemente aparece.  Sin forzarlo.

De la misma forma,  todos aquellos que no pertenecen a nuestro camino van quedando atrás.  Quisiera pensar que entre más evolucionamos en nuestra propia transformación, igualmente así evolucionarán aquellas compañías que llegan a nosotros.  Un compañero ideal en mi caso es uno que esté dispuesto a cruzar el mundo para venir a verme (!),  que no le moleste levantarse temprano para asegurarse que estoy bien y que además,  se interese en mi camino aunque él tenga uno diferente.

No hay que hacer una práctica avanzada para ser un yogi avanzado.  Lo importante es cuán abierto está el corazón,  cuánto deseo hay de servir.  Cuánta humildad,  cuánto compromiso.  Estoy encontrando todo esto aquí en India inesperadamente,  como un bonus adicional a toda esta experiencia de mi práctica personal.

El camino es arduo,  los obstáculos muchos.  Se vuelve dulce y sereno con un abrazo sincero.  Se torna de colores cuando nos sabemos amados.

2 comentarios:

  1. ¡Mucha luz para estos últimos días! La esperamos con mucho cariño.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.