sábado, 24 de enero de 2015

La alineación que cuenta es la interna

Ayer tuvimos la última Conference con el Boss.

Cada sábado, después de una semana de mucho esfuerzo tanto suyo como nuestro,  nos reúne para explicarnos,  compartirnos y enseñarnos.  La gente le hace preguntas.  A veces nos hace demos.

Compartió en un espíritu jovial y alegre,  a la vez muy profundo y concreto.  Nos reafirmó que el camino de un yogi no tiene agenda,  que se trata de disfrutar cada segundo de la vida con mayor consciencia y presencia.

Nos preguntó de nuevo cuál era nuestro propósito.
Por qué estamos aquí.  No sólo en India,  sino en nuestra práctica de yoga.

Entro en la última semana en este país de contrastes y magia y su comentario es la perfecta reflexión para cerrar.  Ha sido un mes de mucho esfuerzo pero también de muchos regalos.  No he avanzado ni una postura en mi práctica pero siento una inmensa gratitud de estar aquí.  Estoy en un estado donde no doy nada por sentado:  ni a mi maestro, ni mi cuerpo saludable,  ni a mi pareja,  ni a mi familia.  La vida es una serie de instantes preciosos que vemos en perspectiva sólo al final pero quiero estar lo suficientemente presente para no perdérmelos.

Sé que hay enemigos en el camino.  Sharath nos recordó los seis venenos:  la ira,  la envidia,  la falsa percepción, la pereza,  la ambición,  el deseo.  Todos van quedando atrás con el fuego de la práctica.  O crecen si los alimentamos.  Es nuestra decisión diaria,  cada momento.

Así que aunque mi cuerpo me duele mucho y me quedan sólo cinco días para "avanzar",  sé que el avance ya sucedió por dentro porque me siento satisfecha,  confiada,  contenta y agradecida.  No hay ningún acontecimiento "externo" y a la vez,  todo es una celebración.  Desde el jugo de naranja que estoy tomando hasta la caminata de esta mañana a Chamundi Hill; la anticipación y alegría por cuatro amigos que llegan esta próxima semana de distintas partes del mundo: Londres,  Los Angeles,  Viena y Costa Rica.  Muy feliz de verlos de nuevo y sinceramente maravillada ante esta práctica que nos continúa juntando a través de kilómetros de distancia.

Anoche fuimos a un kirtan y luego a comer pizza.  Mientras caminábamos hacia el rick-shaw stand pasamos por la casa del Boss. En ese momento iba llegando con su hijo.  Se estaban bajando del carro.  Vi a un papá con una bola y a un niño sonriente.  Lo vi simplemente como un ser humano como yo y como todos,  feliz de estar con su bebé,  por un rato alivianado de tanta presión y trabajo.  Nos sonrió amablemente.

Me sentí tan orgullosa de que sea mi maestro.

Y sólo pienso cómo puedo ser yo un instrumento que le ayude de alguna forma en su camino.  Alguien que no le pida atención,  autorización,  certificación,  nueva postura.  Alguien que simplemente esté ahí para él.

Ese es mi propósito,  incluso aunque nunca se lo llegue a decir a él personalmente.

Gracias,  Sharath.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.