miércoles, 30 de septiembre de 2015

Todo a su tiempo

El yoga que practico y enseño es un método,  no un estilo.

Ahora en Occidente hay mil y un "estilos" de todo.  Sus bases son dudosas y algunos incluso han sido fabricados por cualquier hijo de vecino.   El mundo del yoga no se ha salvado:  la proliferación de pseudo-métodos también es pan de todos los días.  Es por eso que me siento muy segura y honrada de poder transmitir algo con sustancia,  probado por miles de años y nacido en la fuente del yoga, India. Un método además con un maestro vivo.  Hay muchos que estudian de lejos con maestros retirados, muertos y eso no sirve de nada.  El maestro vivo y activo en nuestra vida es un requisito indispensable,  decía Osho.

Algunos creen que por haber practicado yoga en el pasado y salir en sendas fotos de hace muchos años con sus maestros les da la credibilidad para enseñar hoy.   Pude constatar hace poco que eso no es así.  Gente que tiene credenciales supuestamente serias pero cuyas vidas actuales son un desastre. No es que tenga juicios hacia el licor y las drogas: cada uno escoge su camino.  Pero si uno está en este camino tiene que ponerse serio.  No es posible que un maestro ande fumando a escondidas, tomando cuando le da la gana y su vida sea un caos emocional y mental.  En ese caso necesita la mano fuerte de alguien que lo guíe fuera de la oscuridad. Necesita ante todo la humildad de reconocer que está mal.  Pero una doble vida es simplemente inaceptable,  más cuando hay estudiantes de por medio.

De igual forma,  hay muchos que tienen prácticas de asana espectaculares y que no saben qué diablos están haciendo con sus vidas.  Otros cuyas fotos son de revista pero carecen de toda devoción o respeto por alguien que no sea ellos mismos.  Me pregunto yo quién podría estudiar con gente así. Será que hay seres tan ignorantes?  Y de hecho los hay.

Esto me enoja y entristece muchísimo.  En el mundo del Avidya  (ignorancia) todo es posible.

Hace unos años tuve una estudiante a quien apreciaba muchísimo.  Su práctica de asana era impresionante.  Su disciplina férrea.  Sin embargo,  llegó la hora del examen final sin quererlo. Después de siete años de practicar conmigo decidió finalmente irse a Mysore.

Mi alegría fue obvia.

En esa misma época llegaron dos estudiantes nuevas al estudio.  Gente muy dedicada y en un año me comunicaron que querían ir a India.  Estaban más que listas,  en actitud sobre todo.  Le comuniqué a la primera que iban a compartir apartamento con sus compañeras y que por tanto,  tendrían que turnarse el sofá.  Su reacción fue absolutamente desconcertante para mí.  Me dijo que ella tenía derecho a la cama y que no pensaba dormir en ese sofá.  Que ella había practicado mucho más tiempo que "esas dos nuevas" y merecía un trato especial.

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De inmediato le dije,  con mucho pesar en mi corazón,  que no podía recomendarla con mi maestro. Me dí cuenta que el asana puede tapar orgullo,  vanidad,  sentido de superioridad y mucha arrogancia. Me pregunté cómo no me había dado cuenta antes.  La mujer en cuestión  salió de mi estudio, fue a India a la fuerza con otra estudiante que también se descarriló y usó mi nombre sin mi permiso para presentarse ante Sharath.  Fue muy doloroso para mí estar supuestamente detrás de alguien así.  Así que ahora me cuido mucho más de a quién sugiero el viaje a la Meca.

Todo en la vida tiene un tiempo.  Más que asana,  mi maestro quiere ver actitud.  Humildad, capacidad de escuchar,  paciencia,  devoción,  respeto,  gratitud.  Cuando veo a alguien así de inmediato les planto la semillita de Mysore.  Pero otros quieren adelantarse escudándose en prácticas de asana acrobáticas.  Ya puedo ver más allá de la forma gracias a Dios y no quiero enviarle a mi maestro a cualquiera.  Aquellos que vienen a mí a cumplir con los dos meses son precisamente los que no tienen que ir todavía.  Aquellos que vienen porque aman su práctica,  porque entienden que este es un camino lento y están dispuestos a esperar:   esos son los que eventualmente pondrán un pie en India con todo mi apoyo.

La historia de mi ex estudiante tiene un final triste.  Insistió,  forzó su viaje.  Perdió su maestra, perdió su comunidad.  Probablemente perdió su práctica porque las prácticas basadas en el Asmita (ego)  siempre se caen.  Sé de ella porque aquí mi país es muy pequeño.  No regresará nunca más a Mysore.  Ir a India sin el apoyo de nuestro maestro es una forma muy absurda de irrespetar las bases mismas de este método.   Este camino consiste principalmente en dejar nuestro ego a un lado y escuchar a alguien que nos puede ver más allá de nuestras máscaras.  Eso es lo que mi maestro ha hecho por mí y ahora yo puedo hacer por mis estudiantes.  NO es cómodo- para nada.  Mucho más glamouroso tomarse fotos en India para gente que no entiende lo que se hace ni el procedimiento ni les importa.  Aparentar algo que no es.  Pero algunos sabemos que esa satisfacción es efímera y que siempre terminaremos recibiendo lo que damos.

Hoy es un día importante para mí.  Envío mi aplicación a mi escuela sabiendo que miles de aplicaciones cruzarán el cielo cibernético hoy.  Lo hago con desprendimiento,  con amor a mis maestros y con mucha fe.  Espero que así sean la mayoría de aplicaciones que lleguen hoy a la compu de mi maestro.

Y que cuando estén allá en persona puedan responder a su pregunta "Who is your teacher?" con honestidad,  alegría y sobre todo,  un deseo profundo de transformación.

Yo voy por el mundo hablando de quién es mi maestro porque para mí  no hay nadie igual.  Ha sido duro conmigo, infinitamente duro.  He derramado muchas lágrimas gracias a él.  Y no puedo más que agradecerle el haberse ensañado con esa parte falsa dentro de mí que creía que sabía...

Hoy sé que lo único que sé lo sé gracias a su ayuda:  sé que el yoga es un camino de acción,  no de prédica.

Sé que lo que hago en el día a día es la mejor muestra de mi avance espiritual.  Así que salgo a este mundo hoy último día de setiembre después de mi práctica, lista,  abierta,  agradecida por tantas bendiciones.  Con fe que el camino es estrecho pero que hay gente lo suficientemente honesta y pura en su corazón para querer recorrerlo no matter what...

Sobre todo con una sonrisa sincera y muchísima gratitud.








domingo, 27 de septiembre de 2015

Qué es Yoga?

Abro mi lectura en medio de un jardín paradisíaco con las olas de marea alta de fondo:

"Es imposible apreciar el propósito del yoga sin la experiencia personal.

El yoga es un mapa pero todos tenemos un destino distinto,  una ruta personal.  Y tenemos que recorrer el camino solos.  Aunque haya un maestro,  aunque hayan amigos cercanos.  No hay descripción ni teoría que sustituya la experiencia individual.

Las definiciones clásicas del yoga parten de un supuesto falso:  hay algo que necesita unión dentro de nosotros.  Y la pura realidad es que no existe tal separación.  En cada momento estamos unidos con la consciencia cósmica-  de hecho esto es falso:  somos la consciencia cósmica.

El propósito del Yoga no es unirte con nada sino hacernos realizar nuestra identidad con esta fuerza poderosa que llamamos el Ser.  Es nuestro nivel de alerta tan pobre lo que nubla esta realidad.  Esta percepción errada es la que nos hace ver separación de nuestro entorno,  de nuestros semejantes,  de otras criaturas.

Podemos decir entonces que el Yoga no es unión,  sino realización de la unión que ya es. El yoga comprende tanto el camino como el objetivo.  El yoga busca desterrar al ego-  esa parte de nuestra personalidad que se siente separado,  distinto, especial en relación a los demás.   Una vez que el ego se trasciende entonces sabemos quién somos en verdad.

Entonces hay integración y armonía entre nuestros pensamientos,  palabras y acciones:  mente,  corazón y manos.

Dice el Bhagavad Gita:

Yoga es ecuanimidad frente al éxito o el fracaso.
Yoga es destreza y eficiencia en acción.
Yoga es el secreto supremo de la vida.
Yoga es el dador de la felicidad más allá de las  palabras.
Yoga es serenidad.
Yoga destruye el sufrimiento."

Mientras leo siento la brisa refrescante,  escucho el sonido de los pájaros y observo mis dedos tecleando maravillada.  Mi amigo me ofrece un té caliente y una conversación profunda.  Siento que estoy empezando a entender mi camino y como hablamos,  hay tanto que no tenemos ni la menor idea.  Y es un buen lugar para estar:  en tránsito hacia algo que no conocemos pero que resuena con el presente-  estando presentes.  De ahí intuyo lo que es ecuanimidad al observar los cactus impasibles frente al sol incandescente.

Las olas a la distancia.
La Morpho en pleno vuelo.

Y trato, pero no encuentro,  nada por qué sufrir...




viernes, 25 de septiembre de 2015

Encontrar el camino

Mientras manejo mi carro de camino a la farmacia en busca de medicinas para la gripe,  siento una paz profunda.   Dijo una vez uno de mis maestros que encontrar el camino es la mitad del camino. Así lo siento.  Sé que me puedo relajar porque estoy ya montada.  No tengo que preocuparme,  voy un paso a la vez.  Encuentros y desencuentros se suceden y sé que son sólo parte del paisaje.   Decido ir hacia adentro,  a ese lugar intacto desde donde observo todo.  Y nada mejor para eso que un lugar hermoso por fuera también.

La invitación llega de una playa en Costa Rica que amé por muchos años.  Adónde encontré amor, paz,  enseñanzas y muchos amigos.   Un lugar paradisíaco que no he visitado hace mucho tiempo. Pero que ahora me llama con su agua sanadora,  su arena limpia y los brazos de alguien que he amado y nunca dejé de amar.

Los amores son así:  nunca terminan.  Puede llegar la separación física pero si tenemos una conexión con alguien,  una conexión profunda,  esta permanece para siempre.  Llega el momento de reconectar, en el plano material de nuevo:  compartir,  de reír,  de simplemente ser sin ninguna preocupación.  El simple devenir de los días en este mundo que puede moverse muy rápido o decantar suavemente sin prisas-  eso lo elegimos nosotros.  Elijo desconectar esa mente impaciente que anhela un desenlace, una explicación y alberga expectativas.  Me dejo llevar por una avioneta hacia la cálida agua de mi mar Pacífico.  Tres días de silencio en buena compañía.

Tres días para comprender qué fue lo que me sucedió.

Mi cuerpo colapsó.  Llevo una semana sin practicar.  Primera vez que me sucede.  Hay otros impulsos adentro,  entre ellos escribir,  estar quieta,  ver películas con mis niños,  comer despacio.  La casa se siente en paz,  todavía vibrando con el tsunami de hace pocos días.  Pero no hace falta la acción externa si sabemos hacia adónde vamos.  Sólo una profunda compasión por estos cuerpos que también se cansan y enferman,   emociones que se acumulan y mentes que piden un alto urgente.

Decanto de un mes de mucho fuego y pasión.  Decanto en el agua,  mi elemento preferido.  Hace años me hice tatuar el kanji del agua en mi hueso sacro.  Un recordatorio de que anhelo vivir mi vida con la humildad de este elemento que siempre busca el lugar más bajo,  más escondido y que alimenta todo sin juicios ni diferencias.  El agua me llama.  Mi corazón suavizado por tantos momentos infinitos que pude vivir en los últimos días.

Gratitud inmensa por todas las almas que acudieron al llamado.

Llega la hora del silencio.





miércoles, 23 de septiembre de 2015

Nam Myoho Renge Kyo

Tengo una herida sangrante en mi pecho.
Me duele.  Está abierta.

Siento tanto dolor y amor a la vez al despedirme de mis amigos.   Sé que cada uno tiene su camino personal que recorrer- pero ha sido un mes de mucha cercanía,  a niveles que ninguno de nosotros anticipábamos.

La práctica que hago nos va a abriendo a niveles insospechados.   Todas las mañanas nos volvemos disponibles a esa energía amorosa,  benevolente y generosa que los yogis llamamos Prana.  El Prana es una energía inteligente y entra en nuestro sistema con dirección y mucha sanación.  Nos pide abrir lugares cerrados y airearlos.  Nos pide sufrir cirugías mayores de corazón como la que estoy sintiendo en este momento.

Las lágrimas me limpian.  Un corazón roto es la vía más rápida hacia Dios,  dijo una vez una de mis maestras.  El camino está trazado y sé que sólo puedo ir hacia adentro.  Con mi simple humanidad intentar no perder el rumbo:  no quedarme pegada en la historia,  los apegos y los miedos.

Sé que más allá de todo eso estoy bien- sin embargo,  ahora sólo puedo llorar.

Lloro porque este mes tuve en mi casa varios ángeles.  Seres muy puros y generosos.  Lo digo yo pero sobre todo lo dicen mis niños.  Durante este mes los vi florecer,  compartir y jugar felices con supuestos "extraños".  No hay extraños en el camino espiritual:  todos somos hermanos y hermanas que estamos dando una lucha difícil,  cada uno en su vida.  Unidos por una intención común: conocernos mejor y ver adónde estamos pegados, adónde de alguna forma la falsedad nos ha cubierto con máscaras.  Adónde hemos perdido la generosidad.  Cómo hemos traicionado nuestra propia Luz. Y en el camino compartido nos hacemos espejo y aprendemos mutuamente el uno del otro.

Mi casa queda muy vacía y mi corazón muy lleno.  Lleno con los rostros de mis compañeros y compañeras de camino,  gente inspiradora que ha venido desde lejos a apostarle a lo bueno de la vida. Gente valiente que no se pega en las excusas y encuentra una forma de darle espacio a lo importante. Todos estamos enamorados de la Luz y la única forma de manifestarla más es llevándola a nuestra propia oscuridad con mucha paciencia y perdón.   Y para eso hay que tener un deseo extraordinario y una humildad conmovedora.  Todos los que conocí en este viaje tienen esta cualidad:  saben escuchar.  Algunos escucharon tan bien que ya van camino a tomar las decisiones necesarias de cambio en sus vidas. A otros les tomará más tiempo.  Pero todos lo estamos intentando a nuestro ritmo y todos nos apoyamos.  Sin Sangha sería muy distinta la historia.

Somos realmente afortunados. 

Dos volaron hacia el DF,  otros dos van ya en bus para Managua.  Ayer una partió a República Dominicana,  la semana pasada otra a Argentina.  Nos disperdigamos en el mundo pero en Costa Rica queda un corazón nuevo y grande que creamos juntos y que no deja de palpitar.  Los que quedamos aquí estaremos nutriéndolo cada día sin duda alguna.  Una creación magnífica que seguirá creciendo a partir del deseo profundo por la transformación de cada uno de sus integrantes.

Un instante mágico en este mundo y en esta vida que ninguno de nosotros podrá jamás olvidar. 

La Luz se mueve de formas misteriosas y a mí personalmente me tocó en lo más hondo.  Respiro y siento.  Lloro más.  Aquí en Starbucks todos me ven como si estuviera pasando un duelo.  Estoy pasando un duelo,  por supuesto.   El duelo de decirle adiós a gente que quiero y respeto como buscadores y seres humanos.  Seres de corazón grande y miradas dulces.  Seres profundos que se dedican con determinación y ahínco a lo que realmente importa en esta vida.

Seres que anhelamos todos amar mejor y hacer que nuestros días en esta tierra cuenten.

Y regreso a mi vida de detalles:  el supermercado,  la medicina de Theo que está un poco enfermo. Los rides a la escuela y a natación.  En cada paso,  en cada respiración...los llevo a todos conmigo.

                                                  26 almas que me cambiaron la vida.



Nam MyoHo Renge Kyo

Fusionémonos con la Energía del Amor que nos lleva a la acción compasiva.  La acción es la clave de la devoción verdadera.   La Energía del Amor es el principio fundamental del universo y todas sus manifestaciones.  La base de toda Vida y existencia.  Lo que damos y recibimos viene simultáneamente.  Es crucial tomar responsabilidad por el sufrimiento,   obstáculos y felicidad que sucede en nuestra vida. 

domingo, 20 de septiembre de 2015

Alguien

Alguien me dio una vez una caja llena de oscuridad.  Adentro había un muñeco negro.  Me asusté, me impactó.  Pero con el correr de los años me doy cuenta que fue el mejor regalo que pude alguna vez recibir.

Inicialmente me enojé.  Rabié,  blasfemé,  grité.  Lloré de cólera.  Sentí mis entrañas revolverse. Pude conocer el significado de la venganza, algo nuevo para mí.  El regalo se sentía quemante en mis manos y no lo quería para nada.  De hecho,  lo odié desde que lo puso en mis manos.

Eso no era mío.  Yo no merecía eso.  Yo era demasiado "perfecta",  "bondadosa",  "desinteresada". El regalo no iba conmigo para nada.  Esto era un craso error.

Sin embargo,   el regalo estaba hecho de brea y no podía deshacerme de él.  Me seguía a todo lado. Trataba de refugiarme en mi cama y ahí dormía conmigo.  Estaba en mis sueños.  Me desgarraba el alma.  Por qué yo? Por qué alguien tan "evolucionada"  terminó con este karma?  Debía de haber una gran equivocación.

Cargué con el regalito por muchos años.  Entre más trataba de deshacerme de él más se me pegaba. Hasta que entendí que no era resistiendo que podría deshacerlo.  Sólo aceptándolo como mío,  como mi propia sombra.  El regalo no era casual y esa persona que me lo dio tampoco.  Yo andaba por la vida en una negación absoluta de mi pasado y de mi responsabilidad en el asunto- no sólo en esta vida,  sino en todas las anteriores. Pensaba que nadie percibía en mí ese peso,  estaba realmente preocupada por parecer "dulce",  por ser "correcta", por "aconsejar a todos",  por ser "agradable".

Pero todo eran máscaras para esconder al bendito muñeco.  Casi como un voodoo.

Hasta que un día providencial comprendí que mi amigo,  ese que me regaló el muñeco,  tenía un profundo cariño por mí.  Conociéndome bien,  sabía claramente que era lo peor que podía regalarme, sabía de mis constantes preocupaciones con la imagen que de mí pudieran tener los otros,  mis esfuerzos diarios y cansados por pertenecer.  Con el muñeco nadie se me acercaba.  Así que no tuve más remedio que congraciarme con él.  Llegó a ser mi compañero de cuarto, de comida y de meditación.

Nos volvimos inevitablemente amigos.  

Como dije, pasaron los años y un día me dí cuenta que el muñeco no estaba.  Ya me había acostumbrado a su presencia y de hecho,  me hizo muchísima falta.

Qué había pasado?  
Adónde se había ido?

Empecé a sentirme,  por primera vez en mi vida,  más liviana.   El muñeco había desaparecido  y me preguntaba qué  habia pasado.  Será que ya lo había aceptado por completo.  Tal vez y solo tal vez,  ya había dejado de luchar y de esconderlo.  Pude relajarme sabiendo que me había enseñado una de las lecciones más importantes de mi vida:  me enseñó que sea quien sea yo en esta vida- alma,  espíritu,  humanidad e imperfección-,  siempre tengo la posibilidad de estar inconforme o de aceptar lo que la vida me trae.   Mi inconformidad venía de querer esconder quién era en todas sus dimensiones o querer aparentar algo que no soy.   Mi paz de poder ser una sola pieza en este juego constante del Lila,  el juego cósmico en que estamos sumergidos mientras habitamos este planeta y comprender que lo que resisto sólo persiste.

Sé de muchos que en este momento están con el muñeco a cuestas.  No tienen sosiego.  Se les nota adónde quiera que van.  Sé que la lucha perpetúa el sufrimiento y que la inconformidad lo solidifica. Se va desvaneciendo con nuestro enfoque,  deseo por la verdad y compromiso.  Se nutre de la ambición y el apego.  Se muere de hambre con la devoción y la gratitud.

Termino ya casi el viaje con el grupo de turno y comprendo que todos hemos sobrevivido a una fuerte sacudida interna.  Seres valientes porque no es nada fácil verse.  Nada fácil aceptarse con todo y muñequito.  Alguien nos dio un regalo similar a todos hace muchos años y algunos hemos cargado con él con mucha fatiga.   Hasta nos hemos acostumbrado.  El desenlace está cerca y el destino apremia.  Me pregunto quiénes están realmente dispuestos a ver a su muñeco a los ojos.  No hay tiempo de seguir quejándose ni justificándose.  De querer achacarle el muñeco a quién nos los dio. Quiénes así hagan quedarán empotrados a su muñeco como una sola carne.  Y quiénes abramos los ojos con fe lograremos liberarnos.

Alguien una vez me regaló una caja llena de oscuridad en forma de muñeco. Y sólo tengo gratitud para este ser.




miércoles, 16 de septiembre de 2015

Quimeras

Decanta un viaje que me ha movido por todo lado.  Experiencia profunda que profundiza un poco más cada día que pasa.

En el viaje conocí a un poeta.  Me enseñó que la vida es más bella con la música de las palabras. También compartí con una princesa del mar,  un marinero,  dos ninfas y un hada.  No faltaron por supuesto los duendes y el caballero,  amenizados por un payaso y tres bufones.  Todos han hecho de este viaje un deleite, incluso aquellos que no lograron integrarse del todo a la algarabía.

Esos pocos insistieron en que el viaje era muy serio.  Se trabaron al entender que es sólo una excusa para estar juntos y conocernos mejor.  Quisieron hilar muy delgado en términos de técnica y know how y perdieron el norte de la tripulación.  El viaje es liviano,  es alegre,  está lleno de sorpresas y cambios de planes.  No está diseñado para espíritus rígidos y el movimiento del barco no es para espíritus débiles.

Pero una vez que uno le encuentra el sabor luego es difícil cuando termina.

Todos nos llevamos algo adentro que no teníamos cuando iniciamos.  Incluso los que hicieron motín,  creo que esos más que todos.  Yo personalmente me siento muy cansada porque la remada ha sido intensa,  especialmente cuando amenaza tormenta.  Entonces es imperativo cambiar el curso porque sino va uno de frente hacia las olas más grandes.  Pero he contado con un equipo inmejorable de ayudantes y el grupo mismo ha cedido con alegría incluso expectativas añoradas por todos.  Hemos cumplido.  Nos hemos adaptado.  No que haya sido fácil pero en el proceso nos hemos encariñado mucho.  Incluso al punto de no querer que termine.

Y la verdad es que nunca termina.  Nunca termina la búsqueda de ese lugar utópico en que los tripulantes un poco locos de este viaje creemos.  A otros les parece quimera y absurdo pero creo que somos unánimes en sentir que habrán muchos otros viajes con muchos otros personajes nuevos que conoceremos en el camino y que nos harán crecer de mil formas.  No soy la misma que era hace tres semanas:  mi percepción de la vida ha cambiado. Soy mejor de lo que era porque ahora conozco estas almas.  Cada una me ha afectado y permeado mi vida y son huellas indelebles hasta el último día.

Igual que en los viajes anteriores.  Igual que con los que vendrán.

Hace un par de años en el barco iba una querida amiga hada.  Su destino la trajo y se la llevó rápido a recorrer un trayecto especialmente peligroso.  Pensé en ella muchas veces,  en su destino tan difícil y su valentía al enfrentarlo.  Ayer la volví a ver después de todo ese tiempo y me impactó verla tan cambiada.  El camino ha sido duro,  lo pude ver en sus ojos.  Pero también vi en ellos su espíritu indomable,  ese que no se doblega con nada.  Es más,  su espíritu está más brillante que nunca.  Su mirada serena y confiada.

He conocido seres verdaderamente maravillosos en mis viajes.  En este en particular me ha impactado uno de mirada diáfana y cara angelical.  Su trabajo consiste en desmoronar todas las partes del barco que tienen comején.   El barco es bastante sólido pero siempre hay alguna que otra viga que ya cumplió.  Este identificador de zonas frágiles ha tenido que empezar por él mismo y no ha sido nada fácil.  Me conmueve su entrega y su valor.

Del barco partieron tres estrellas que siguen alumbrándonos,  aún de lejos. Su presencia vital para el inicio de la travesía.  Una de ellas decidió echarse al agua sin avisarnos,  su camino era otro y es perfecto.  No todos están destinados a este barco y en eso consiste precisamente el viaje: en reconocerlo.  Todos anhelamos que encuentre su isla y se afane en convertirla en un oasis deslumbrante.

Descanso porque mañana tenemos una remada compleja.  Sopla viento del este y eso es anticipo de tormenta.  Hoy algunos de nosotros nos retiramos a una meditación,  a determinar estrategias y comparar rumbos.  El viaje casi termina:  es importante arremangar.

Y entre brújulas y timones reitero mi compromiso innegable con esta tribu.  Pintoresca,  surrealista,  tan honesta y bien intencionada. Y me siento entre los míos,  compañeros y compañeras de viaje,  hermanos,  familia...

compartiendo esta quimera.


domingo, 13 de septiembre de 2015

Timing

Realizar nuestro destino en esta vida implica renunciar a muchas cosas.  No podemos tenerlo todo y es algo que he aprendido a duras penas en mi camino personal.

Admiro el ejemplo de seres que se atreven a ir más allá de los cánones sociales impuestos por gentes anónimas que tanto nos pesan en el subconsciente.  Quisiera que todos despertáramos a la realidad de que somos seres independientes del status quo y que estos convencionalismos nos apagan,  nos reprimen y encarcelan.  Por supuesto que esto no es la anarquía ni mucho menos: el camino espiritual tiene una regla simple que es no hacerle a los otros lo que no nos gustaría que nos hicieran.  

Ser amables.

Siento que ser amable es mi aporte a un mundo que se degrada diariamente a través de violencia, guerras,  homicidios y dolor.  Siento que es tan grande la maquinaria del maya que es imposible detenerla.  Vivimos en el reino del sufrimiento y aquellos de nosotros que intentemos cambiar eso vamos a estar muy frustrados.  Dicen mis maestros que lo único que en realidad podemos hacer es buscar más consciencia nosotros mismos y que esto va a contribuir a elevar la vibración de todo el planeta.  Por dicha,  cada día somos más.   Mis clases están llenas de gente linda,  otros países que visito también y esto para mí es una muestra del deseo tan grande que hay en tantas personas de no escuchar más la voz del consumismo que nos incita a buscar la felicidad en los lugares equivocados.

La felicidad verdadera,  esa que no depende de nada ni nadie allá afuera,  es un punto de referencia importante para vivir una vida auténtica.  Es una pregunta constante para mí,  diaria.  Siento que aún me engancho en expectativas ajenas y hoy presencié el ejemplo de alguien que me conmovió hasta la médula.  Esta mujer me enseñó el valor de la no comodidad al encontrar nuestro destino.  Alguna parte mía todavía esperaba que todo se volviera más fácil:  al contrario.  Sin embargo saber cómo servir en esta vida es la bendición más grande que puede existir y implica necesariamente sacrificios de toda índole.

La mujer en cuestión tiene que decidir entre su familia y su destino como fotógrafa de guerra.  Tiene un marido que la ama,  dos hijas que la necesitan... y horrores por cubrir en Africa y Medio oriente.   Su don consiste en captar imágenes en lugares donde nadie más se atreve a entrar por el peligro a su propia vida y por la crudeza de esa realidad.  Sin embargo,  esa gente merece una voz y un lugar en la consciencia del mundo y no puede dormir en paz hasta saber que su trabajo es difundido y dado el espacio al submundo que es la guerra.

Voy a dormir con la convicción de que algunos de nosotros nacimos para vivir vidas no tradicionales. En paz con la dirección que toma mi vida y en reconciliación con ideas pasadas de deber-ser y obligación.  El camino lo vamos trazando cuando seguimos nuestro corazón y nuestro corazón gravita hacia aquello que es importante para nosotros.   Tengo tanto importante en mi plato en este momento y por eso anhelo dar mi máxima expresión como ser humano.

Aún en medio del peligro de perder aquello que amo...

Los tiempos apremian:  es hora de despertar.  Y a algunos de nosotros nos toca ser campana.  Con alegría,  con devoción.  Con la paz interna que da saberte en el lugar indicado con la compañía indicada en el momento adecuado.




viernes, 11 de septiembre de 2015

Para estar

Todo empezó con unos escalofríos.

Estaba almorzando feliz con un amigo querido y empecé a sentirme extraña.  Los yogis tenemos una conexión constante con nuestro cuerpo y cualquier cosa que esté off se siente de inmediato.  La fiebre empezó a subir y entendí que mi cuerpo me estaba diciendo STOP.

El STOP implicó ir hacia adentro,  encontrar por algún lado el freno para detenerme y sentirme simplemente vulnerable y débil.   Algo que no experimento a menudo.   Mi práctica me da diariamente el sentimiento de fuerza,  vitalidad y entusiasmo.  Pero sé que también es importante abrazar el otro lado.  Abrazar lo que sucede.

He ahí donde mi yoga sucede.

Así que me dejé caer.  En vez de resistirme.  En vez de quejarme.  Supe instantáneamente que esto era perfecto dentro de la dinámica actual de mi vida:  un compás de espera que me está permitiendo recapacitar.

Un día suspendido en el tiempo para simplemente ser.

Aqui, en la calidez y seguridad de mi habitación,  escucho los ruidos de la calle,  el avión que pasa,   los saltos de los estudiantes en el shala.  Me siento testigo silencioso de esta vida que a veces se me va muy rápido.  Hoy tengo la oportunidad de detenerme,  de observarme,  de sentirme.  El cuerpo bastante golpeado todavía por la crisis:  lo descanso,  lo cuido.  STOP.  Mi mente se resiste al inicio,  acostumbrada al constante ajetreo,  a la organización,  al funcionar.  Pero hoy no es día de funcionar:  es día de SER.

Simple y llanamente SER.

Todo confluye para preguntarme con honestidad y de la forma más cruda posible  mi decisión entre manos.  Siempre hay algo que nos pide reflexión.  En la vida de un ser humano cada escogencia implica un montón de efectos y de cambios y me doy cuenta del poder inmenso que tengo cada vez que decido.  Hoy es mi día para contemplar si mis decisiones entre manos han sido las más armoniosas,  las más inteligentes.  Y también para planear como enfrentar las que vienen.

Así que el día transcurre perfecto,  aún a pesar de la fiebre y las medicinas.  De hecho,  la fragilidad de este cuerpo me ayuda a trascender sensaciones conocidas y a entrar en universos paralelos con nueva información.  Unicornios y estrellas aparecen sobre mi cama de madera y comprendo que deben ser tomados en cuenta inevitablemente a la hora de escoger.

Siento,  descanso,  me mareo,  dormito...
en este día suspendido en el tiempo y el espacio.

El lugar designado por la Vida para estar hoy y por tanto,  el lugar perfecto para estar.



miércoles, 9 de septiembre de 2015

Kleshas a Lakshmis

La conexión entre intención y acción es uno de mis retos principales en mi práctica espiritual.  He leído muchos libros,  he escuchado muchos maestros y maestras.  Pero de nada me sirve si yo misma no pongo en práctica las enseñanzas.  Hay enseñanzas muy grandes y muy fuertes:  por ejemplo,  la del desapego,  la de la compasión,  la de la confianza ciega en tu maestro.  A veces siento que son gigantes y mi ego chiquitito se queda congelado.  Ni para adelante ni para atrás.  Y generalmente ahí es donde me ataca el miedo y la ilusión.

A lo largo de los años he comprendido que no se trata de soltar todo de un solo.  Tampoco de perdonar de un solo.  Se trata simplemente de estar en disposición de hacerlo.  Veo a mis niños pintando y me fascina observar el proceso de cuando son bebés y sus garabatos son torpes e ininteligibles.  Con la práctica y los años sus dibujos se van definiendo,  refinando y finalmente, pueden decidir qué quieren dibujar con maestría y mucha creatividad.  Es igual con mi práctica como yogini.  El yoga nos pide mucho más que contorsionarnos en nuestra alfombra y sudar.  Nos pide entrega.  Nos pide confianza.  Nos pide valor y mucha paciencia.

Estas cualidades creo que son las que realmente me han cambiado la vida.  La práctica nos rompe por dentro,  nos rompe todo aquello que es falso.  Aquello que nos asfixia,  que nos detiene.   En la vida formamos nuestro destino a través de decisiones y si estamos un poco más libres nuestras decisiones serán más inteligentes y sensibles.  Si estamos llenos de miedo, inseguridades,  culpa y resistencia, las decisiones van a ser muy pobres. Es más,  si estamos con nuestro músculo interno de decidir atrofiado hace falta un evento externo- a veces radical-,  para obligarnos a movernos,  a cambiar,  a decidir.

Conozco un ser muy lleno de amor y consciencia.  Su vida marcada por la muerte de uno hijo pequeño.  Su reacción ante la muerte pudo haber sido deprimirse,  esconderse,  maldecir a Dios, suicidarse.  Hay muchas formas muy dolorosas de enfrentar la realidad.  Sin embargo,  conozco a este ser desde hace muchos años y lo he visto durante este tiempo reconstituirse a pesar del dolor inmenso que existirá para siempre en su corazón por la pérdida de un ser amado a tan tierna edad.  Me ha enseñado de cerca sobre el poder del santosha:  el don que tienen los yogis de estar bien en cualquier situación externa,  por difícil que sea.  No que haya sido fácil para él,  pero observo como siempre que está presente todos a su alrededor estamos contentos.  Es un ser muy risueño y amoroso.  A esto le llamo yo convertir los obstáculos en Gracia.

Podemos echarnos a morir cuando nos damos cuenta que nuestra decisiones anteriores nos han llevado a un lugar de sufrimiento.  O podemos decidir de nuevo y hacer los cambios necesarios para que nuestra vida sea tan plena y emocionante que cada mañana al abrir los ojos anticipemos con emoción los desenlaces del día.  Es posible.  Sólo tenemos que limpiar nuestra percepción.  Hay formas de formas:  lo esencial es encontrar la que nos cae como anillo al dedo y comprender que si nuestro parabrisas está limpio podemos ver el mundo allá afuera con claridad.  Si está sucio, podemos estrellarnos.  Podemos volcarnos,  podemos aniquilarnos a nosotros mismos y hacer mucho daños a los demás.

La historia de auto-aniquilación es conocida para todos los buscadores espirituales.  Todos hemos mordido el polvo. Hace falta estar en el sueño con el corazón roto para pedir ayuda,  para ir hacia el único lugar donde podemos encontrar alguna respuesta real:  hacia adentro.  Algunos de nosotros estamos tan convencidos que esta es la única salida que hacemos votos para nunca abandonar esa búsqueda.  A esto se le llaman Sannyas:  un sannyasin básicamente ha renunciado a encontrar la felicidad verdadera en el mundo del samsara.  Sabe que puede encontrar placeres temporales en el reino de la ilusión pero que eventualmente todo va a mutar.  Sabe que las respuestas importantes no vienen de la impermanencia,  aunque realizarla sea una de las claves para  dejar de buscar allá afuera.  
Al que pide se le dará,  decía Jesús a sus discípulos.  

Aquí en mi cama,  despues de una semana de trabajo interno profundo con muchos Kalyanamitras, reitero mis sannyas,  mis votos que tomé hace más de doce años de no rendirme no matter what.  Y el camino continúa abriéndose con milagros cotidianos que no anticipaba.  Mi testigo silencioso me invita a ver cada obstáculo como una oportunidad de transformar una fluctuación mental de baja frecuencia en otra llena de amor y de gracia.

Y el camino es fascinante,  simplemente extraordinario.
Aún en la simpleza de un día cotidiano sé que al Gracia nunca se olvida de mí.




lunes, 7 de septiembre de 2015

Límites

Su dolor se le salía por los poros.
Dolor acumulado de muchos años y vidas:  apenas tocado por una práctica de asana superficial.

El asana puede ser un buen escondite.

Llegó a mí motivada por no sé qué intenciones.  Pero la magia de este yoga es que en el cuarto se ve todo:  los miedos,  las resistencias,  los celos,  la inseguridad.  Y más que eso:  en las acciones es que se ve si una persona practica yoga de la boca para afuera o si realmente está intentando ser consciente.

Por supuesto que todos la "volamos" de vez en cuando.  La vida es una paradoja que nos obliga continuamente a soltar planes,  rehacer caminos y soltar.  Siempre soltar.  Aferrarnos a conceptos espirituales es uno de los pierdes más comunes para el buscador espiritual:  conceptos que no tienen arraigo en el cuerpo ni en la mente.  Mentes que continúan en la bipolaridad de la dualidad y simplemente no pueden escuchar.

Ensimismadas en un monólogo llamado sufrimiento.

Hay veces que en el camino como maestros la vida nos trae un acertijo.  Desdibujado tras un rostro adolorido puedo sentir un corazón que con costos palpita pidiendo ayuda a gritos.  Quisiera poder ayudar pero he aprendido que mi forma de ayudar no consiste en conmiserarme de nadie y su drama en el samsara.  Por el contrario,  consiste precisamente en intentar despertar almas que anhelan verdad pero que están enredadas en una telaaraña de absurdo existencial.  Cómo lo puedo ver e identificar?  Porque yo también estuve en sus zapatos y sé lo difícil que es salirse.  Sé lo doloroso que es ver gente alegre a nuestro alrededor y ser nosotros la nube negra que arruina la fiesta.  Sé que ahora,  ante todo, no me tomo nada personal.

El acertijo para mí como maestra consiste en saber cuándo decir hasta aquí.   Una vez tuve una estudiante que tenía problemas psiquiátricos: es fácil identificar este tipo de personas por sus miradas perdidas,  su discurso desarticulado y sus cambios súbitos de humor. De inmediato la remití a un psiquiatra.  El yoga no es panacea de una enfermedad mental.  El yoga es para seres humanos sanos que desean transformar su mente con consciencia y cuidado por los demás.  Una persona enferma, igual que un alcohólico o un drogadicto, necesita la ayuda de profesionales especializados.

Mi acertijo encuentra día a día respuesta desde el momento en que topé con esta alma.  Cada día me ha dado muestras contradictorias de deseo por la Luz y enseñamiento con la oscuridad.  Mi papel como facilitadora consiste en cuidar de mi rebaño.  Por eso tuve que rechazar varios candidatos a este Intensivo.  Su energía personal estaba out,  incluso a través de correos se siente.  He aprendido que este yoga no es para todos:  es una cuestión de karma.  Y algunas almas se acercan más curiosas que genuinamente interesadas.

Mi papel consiste en discernir cuáles están listos para dar el paso.  Mi perfil de estudiante ideal es el siguiente ( y tengo que decir que mientras escribo esto pienso en todos los que tengo el honor de conocer en este momento de mi vida):

1.  Tienen un deseo profundo por la verdad.
2.  Están dispuestos a escuchar.
3.  Confían en lo que les digo ( sino,  para qué estudiarían conmigo?)
4.  Son personas exitosas en sus campos.
5.  Tienen mucha fe.
6.  Tienen el don del servicio.
7.  Son humildes de corazón.
8.  Son dulces y amorosos.
9.  Dispuestos a ir más allá de su mente.
10.  Sienten un amor por su práctica.
11.  Tienen un respeto profundo por mis maestros y por el espacio.
12.  Son personas sin temas de intoxicación fuertes.
13.  Son personas muy inteligentes,  no sólo mentalmente sino emocionalmente.

Mientras escribo esto sus rostros se iluminan en mi memoria.  Pienso también en todos aquellos que tal vez ya no están físicamente aquí pero que dejaron a su espalda un rastro de cariño,  de buenas acciones,  de presencia amorosa.  Siguen aquí.  Y todos los que en su momento insinuaron y acturon huellas samsáricas,  gracias a Dios ya no están.  Tener uno de estos especímenes en un grupo afecta a todos los demás y he aprendido que me toca,  como guardiana de este espacio que es mi estudio, poner límites claros y dejar ir sin culpas.

Así que me dispongo a empuñar la espada del discernimiento.  Con calma,  con mi respiración.  NO es fácil, sé que la reacción será intensa.  Pero qué hace uno como maestro sino trata a todos sus estudiantes por igual?  Es igual que con los hijos.  No hay preferencias hacia nadie.  Hay un propósito común que es más importante que todos los desvaríos de los egos.

Estamos  aquí en nuestro sadhana dispuestos a ver dentro de nosotros en qué forma nos hemos desalineado.  Y en la seriedad de nuestro camino desarrollar compasión y límites claros por aquellos que amenacen de una u otra forma nuestra intención.

Como diría mi maestro,  a limpiar la casa y enfocarnos.  Somos los que somos y estamos los que estamos.



jueves, 3 de septiembre de 2015

Maestros de verdad

Encuentro esta entrada de hace cuatro años en este blog y la reposteo porque siento que aplica para todo lo que estoy viviendo en este momento:

"Yoga es relación

Las posturas son lo más fácil.  Lo difícil es mantenerme imparcial antes las imperfecciones y errores ajenos,  alegrarme por el éxito de los demás y sentir compasión genuina por los más necesitados.  Si mis relaciones no fluyen, de qué me sirve tener toda una serie de revelaciones en mi mat?  de qué me sirven si no las pongo en práctica en el día a día,  en medio de la rutina y la repetición?  pido más Luz para que el año que viene me traiga relaciones más amorosas... todo empieza por mí misma.  Si puedo celebrar lo bueno en los demás,  será porque de seguro puedo reconocer lo mejor dentro de mí.  Mis relaciones me sirven de espejo:  cuando me vuelvo muy crítica,  es porque ando un poco desconectada conmigo misma.  Cuando respiro y descanso en savasana,  me doy cuenta de lo absurdo de los juicios y del gozo de la aceptación.  Es esto lo que anhelo realmente sentir en mi vida:  el gozo de la aceptación de quién soy y la serenidad de establecer relaciones genuinas desde esa autenticidad."

Empecé a escribir en este blog hace cuatro años.  Mis primeras entradas eran cortas y tímidas como esta. Poco a poco,  a medida que mi práctica fue profundizando mi pluma también comenzó a expandirse. Una vez una estudiante me dijo que no entendía cómo podía yo exponer mi vida ante los demás tan explicitamente:  el camino espiritual consiste precisamente en eso.  No todos tienen que hacerlo igual,  esta es sólo mi manera.  Pero he comprendido que me ayuda a ser transparente en todos los sentidos.  Parece que también le ayuda a otra gente por los escritos que recibo.   Y sentirse uno bien en cualquier lugar y con cualquier persona es la marca de un yogi.  No hay que amoldarse a la situación:  basta con ser uno mismo y automáticamente se atrae o repele ciertas personas.  

Y el camino se va limpiando solo.

Los maestros en el camino aconsejan ignorar a todos aquellos que de una y otra forma nos ponen obstáculos en el camino.  Pero hay que discernir entre quiénes más bien nos ayudan a ver partes ciegas de nuestra personalidad de aquellos que realmente son un dolor de h.... y sólo quieren disuadirnos de continuar.  Mucha gente no se alegra por los éxitos ajenos,  más bien se enfurecen. Los envidian,  los sabotean.  Pero esta gente sólo hay que ignorarla, dice mi querido maestro y continuar uno con más fuerza.

Otros sí nos tocan los botones y estos más bien nos están haciendo un favor.  Si nos tocan los botones pero hay amor de por medio es más fácil.  A pesar de ver nuestras propias faltas nos sentimos amados incondicionalmente y eso da pie para que queramos mejorar.  Eso sucede con un buen maestro:  amorosamente nos muestra adónde estamos pegados,  adónde tenemos miedo y resistencia pero igual nos acepta,  nos enseña,  nos corrige.  No hay rechazo,  al contrario, hay un profundo deseo de que superemos nuestras limitaciones y podamos ser cada día más quién somos.

El ojo certero de un maestro o maestra amorosos no tiene precio.  Una de mis maestras me ha dado tanto a través de su tacto sensible,  sus palabras claras y sobre todo,  su vibración.  Es madre como yo.  No quería tener hijos: su práctica era su vida y los embarazos siempre se traen el asana al suelo.  Sin embargo,  Guruji mismo le buscó un novio,  los casó y ahora ella vive a sus 51 años plena en su maternidad y en su quehacer.  El ojo del maestro es certero si está lleno de amor.  Pero mucha gente se siente amenazada por el cambio y se resiste a más no poder.  Esos son los que se quedan en el camino,  los que huyen y se esconden no sé adónde.  Muchos dicen que practican en su casa pero en mi yoga el maestro es imprescindible.  Si no hay maestro y no tenemos más opción que abrir la alfombra solos, pues hay que hacerlo.  Pero maestro siempre hay y si no hay cerca, uno va al maestro.  Deja vida,  familia y trabajo porque es importante.  No se rinde,  no se cuenta excusas tontas,  deja de engañarse.

Tengo en este momento un puñado de estudiantes de este tipo:  de esos que ya se hartaron de excusas y decidieron dar el paso.  Son personas todos muy distintas pero comparten algo conmigo: una sed profunda por la verdad.  Hay muchos caminos a la verdad y yo he explorado varios.  Pero cuando uno encuentra agua,  ahí se queda.  No da más vueltas.  Al inicio nos mojamos apenas los pies.  Pero hay que lanzarse al agua de picada en algún momento.  Sino nos estamos engañando de nuevo,  aunque parezca que practicamos.  Cuanta gente que parece que practica,  que parece que enseña.  Y lo peor:  gente que la sigue y cree que son maestros extraordinarios.  Mi camino me ha llevado a viajar mucho y he podido cultivar ese gusto,  como por el buen vino,  por los maestros de verdad.  Soy muy privilegiada porque puedo contar varios en mi vida:  gente valiosa y comprometida que no hace mucho ruido pero que son material de primera clase.

Dicen que atraemos al maestro que nos corresponde,  igual que atraemos a la pareja perfecta o a los hijos.  Yo puedo "rajar",  como decimos en mi país,  sentirme muy orgullosa de contar con seres que me han enseñando lo verdaderamente valioso en esta práctica:  la sutileza de lo invisible,  la importancia de la auto-observación y la devoción.  Sin esos elementos el yoga es una linda gimnasia,  una calistenia llamativa que no lleva a más que ensalzar las virtudes de aquello que precisamente estamos tratando de olvidar.  El yoga puede más bien ser un veneno en manos inexpertas.  Eso no lo digo yo sino mi querido Guruji que aunque no esté físicamente aquí está con nosotros cada día en este shala,  en mi escuela en India y en todos los corazones de aquellos que lo respetamos y amamos.

Relaciones genuinas desde nuestra autenticidad:  esa es la marca de un yogi.  Esto lo aprendemos a través de la relación con nuestro maestro.  Somos la biografía de nuestro maestro. Y todo poco a poco se va acomodando,  en el día a día de nuestra práctica en la alfombra y en la vida.  Con paciencia, devoción y mucho amor Dios nos va curtiendo,  nos va rompiendo,  hasta que realizamos que somos mucho más que esa estructura vieja que construimos por miedo.

Y el día que derribamos la última pared de esa construcción vieja,  la vida comienza.  A veces toma muchos años realizar la estructura y otro montón tomar el mazo. 

Pero un día estamos listos para derribar la última pared. 
Y es entonces que la vida esta,  esta ronda,  realmente comienza.

martes, 1 de septiembre de 2015

Laberinto

Su discurso era coherente y articulado.  Había en su mirada,  sin embargo,  un sentimiento de pesadumbre que nunca lo abandonó.  Las sonrisas pequeñas y raras  parecían camuflarlo pero siempre afloraba de nuevo.  Era como una melancolía.

Un dolor sin fondo.

Aprendí de este ser cronopio a apreciar la bondad de cada instante vital,  si tan sólo me enfoco en lo bueno.  Me ayudó a ver mis patrones expuestos y a observar en otros sus reacciones y dramas.  Me volví testigo de mis propios pensamientos y emociones,  era un estudio diario de mi personalidad y ego.  Cada día había quiz.  Cada semana examen.

Nunca pude relajarme.

La daga de Damocles colgaba encima de mi cabeza.  De día y de noche.  Hoy era un rumor,  al día siguiente un silencio.  Luego un drama,  después un acercamiento.  No supe encontrarle forma a este rompecabezas perenne y aunque hice mi esfuerzo supremo,  finalmente me ganó el desgano.

Pero aprendí mucho con este ser de luz camuflado en una personalidad fuera de lugar y de tiempo. Sus palabras certeras carecían a menudo, sin embargo,  de conexión con la vida.  Su discurso elevado para nosotros los mortales.  Aunque insistía en que cualquiera podía comprender lo positivo del Amor en toda circunstancia.

Probablemente tenía razón.

Sin embargo,  todavía muchos de nosotros patinamos diariamente en un sinfin de dimes y diretes, shoulds y shouldnt´s y entre tanto ruido es muy raro encontrarnos un ser que pueda discernir con claridad.  Utopía o quimera.    Puedo decir que la conocí:  aunque el caos estuviera encima intenté con todas mis fuerzas no soltar la visión.   Me queda la duda si ser aloof ( por encima de todo) implica ser coherente con los hechos vitales o solamente una estrategia para escapar de los pormenores de esta vida material a través de una mente brillante.

Me queda la enseñanza de que en este mundo de dualidad el dolor y el amor coexisten simultáneamente.  También de la realidad de que no basta con decidir abrirte.  Hay mundos internos que no se sacuden tan fácilmente,  aunque uno dé todo.   El nudo crece en la garganta hasta que se decide cantar viajera.  Pero es imprescindible abrirse de nuevo y darle la vuelta a este laberinto que llamamos corazón.  Al siquiera anticiparlo siento que me disuelvo irreconocible en un charco de lágrimas y que por más que intento el laberinto me traga de nuevo- aún sin haberlo intentado.

Pero veo una luz  que me invita a hacerme amiga de lo oscuro y a aceptar con resignación el ser insuficiente.  Insuficiente en consciencia,  insuficiente en compasión.  La tarea está dada:  el maestro puede partir.