martes, 31 de diciembre de 2013

10 mil horas equals PASSION

India lo lleva a uno a un lugar nuevo cada viaje.

La oportunidad de compartir con mi hijo es un regalo invaluable.  Lo escucho,  me interesa todo lo que dice.  Acabamos de ver un video de TED sobre el talento.  Hablaba el experto de cómo se vuelve uno bueno en algo:  diez mil horas de práctica ininterrumpida,  sin distracciones,  con mucha disciplina.   Más o menos diez años. Y lo que sea,  lo que sea,  está a nuestros pies.

Me pregunto si para ponerle 10 mil horas a algo no tendremos que estar genuinamente enamorados de el tema.  Recuerdo mis primeros pasos como mamá:  mi bebé Hernán en manos de una casi adolescente que todavía no entendía cómo alimentarlo,  vestirlo,  cuidarlo.  Conejillo de Indias en manos inexpertas pero amorosas.  Y lo comparo con la facilidad y comodidad con que pude criar a mis tres retoños pequeñitos quince años después, sin miedo a que se quebraran.

Hay sido más de veinte años de ejercer el oficio sagrado de la maternidad.  No sin antes entender que no es para todos.  Decidir traer hijos a este mundo ha sido para mí una fascinación completa.  Me parece un milagro ser canal de tanto amor.  Cada uno de estos seres me ha maravillado desde el instante que supe que estaba embarazada.  Cada uno es un cúmulo de cualidades y sorpresas,  todos distintos,  todos perfectos a mis ojos.  Me han enseñado tanto sobre cómo salir de mi ensimismamiento.  Me han regalado la posibilidad de entender la vida desde una perspectiva más amplia.

Lo mismo ha sucedido en mi camino en el yoga.  No podría decir que soy buena en esto-  sé que hay gente realmente espectacular porque los tengo todos los días frente a mi mat aquí en Mysore.  Pero sé que le he puesto con todo porque me encanta.  Además de encantarme,  me ha dado tantos otros regalos:  sanación,  tranquilidad,  conexión,  maestros, buenos amigos,  sueños,  viajes.  Pero incluso si no existieran estos bonos lo haría de igual manera porque amo lo que hago.

Hoy conversaba con dos amigos de España y hablábamos de cuán subjetiva es la calificación de maestro en el mundo del yoga.  Gente con prácticas de asana increíbles pueden carecer de toda preparación pedagógica.  Personas con prácticas modestas pueden tener un genuino deseo de servir y ayudar a otros.  Creo que cada caso es único y he ahí donde radica la maestría de mi Guru para determinar quién está listo para estar bajo su ala.  Yo misma todavía no me lo creo que me haya acogido ahí y me siento sumamente afortunada.

Siento que esto de India y el yoga viene como una consecuencia de querer conocer,  desde que estaba muy pequeña,  todo lo que tenga que ver con Dios y sus santos en este mundo.  Mis libros preferidos eran  Juana de Arco y Bernadette.  Siempre escuché con alegría las historias de santos como el Padre Pío en Italia,  los tres pastorcitos de Fátima y Marisa la de Costa Rica.  San Francisco de Asís me fascinó y cuando puso los pies en Assisi en Italia sentí que llegaba a una Mecca.  Lo mismo cuando vine a India la primera vez.  Como si todos mis deseos de niña de sentirme cerca del Jefe estuvieran siendo respondidos.

Mi Jefe aquí en Mysore- el Boss-,  desencadena en mí sentimientos encontrados.  Por un lado,  un grandísimo respeto y devoción.  Por otro, un miedo atroz.  Comprendo su responsabilidad al sostener y continuar el legado de maestros de la talla de Krishnamacharya y su abuelo.  Veo su humanidad y no entiendo todavía cómo es que hace para sostener tanto.  Hablar con él me afloja las piernas y me asusta.  Estar en su presencia me conforta y me lleva al límite.

Así que estas primeras 10 mil horas en su presencia me han enseñando mucho y a la vez,  me tienen como una niña pequeña totalmente desubicada a sus pies.  Supongo que mi parte consiste simplemente continuar comprometida con lo que hago.  Ese es el mejor homenaje que puedo darle desde mi amor por el gran servicio a todos nosotros.

Dentro de un rato voy a ir a saludarlo y a presentarle a mi querido hijo.  Conmovida y contenta de poder conectarlos.  Así que creo que las 10 mil horas que he pasado en mi mat tienen el mejor corolario:  ser capaz de compartir lo que amo con quien amo.

Qué más puedo pedir?

lunes, 30 de diciembre de 2013

Cherry on the top

Jet lag espantoso.

ESPANTOSO.

Creo que fue demasiado. Tengo que dormir.  Pero no puedo conciliar el sueño,  el dolor de cabeza es intenso.  Me llegan mareos y náuseas,  como si siguiera montada en el avión- que por cierto,  tuvo muchísima turbulencia sobre el Atlántico.

India me recibe con su olor característico, mezcla de incienso,  sudor humano,  boñiga,  humo de quemas y curry.  Todo se arremolina para hablarme sin palabras,  recordando mil y una experiencias que me ha dado sin nombrarlas,  sólo a través de sensaciones y recuerdos  fugaces.

Me acuesto porque no estoy logrando desempacar.  Entre las carreras de inscripción a la escuela de mi hijo Ariel,  mandados básicos y un tour rápido de Gokulam,  me complace ver a mi cachorro feliz y emocionado. Como si siempre hubiera estado aquí. Enternecido con los niños,  jovial con los otros estudiantes y la gente de acá.  Se lleva el primer chasco cuando olvida settle the price con el rickshaw-wala  antes del ride y le cobra un ojo de la cara.   Lección que no olvidará.

Como muchas que recibirá en este viaje que lo obligarán a cuestionarse una y otra vez si venir aquí fue la decisión correcta. 

El frío de la mañana da paso a un caluroso mediodía, seguido por un atardecer donde titirito.  Mañana practicamos a las 7 am donde Saraswati y está oscuro y nublado a esa hora.  Me emociona acompañarlo y practicar juntos.  Una semana diferente,  una semana más tranquila.

El Main Shala está taqueado y no hay forma que me admitan para entrar antes. Así que dejo todo en manos del de Arriba y me dispongo a hacer cambio de planes.  La única constante por estos lados es esa.

Siento una gratitud absoluta por estar de nuevo acá.  Mientras devoramos un Jeera Lassi y un smoothie de fresas con banano,  una pareja de una rusa y un vienés se sientan a conversar con nosotros.  Nos presentamos y después de un rato la muchacha se me queda viendo muy raro:  "Usted es Mariela Cruz."

 "Sí."- le digo un poco sorprendida.

"Ella es una maestra internacional muy reconocida.  Acaba de escribir un artículo muy importante sobre la autorización."---le dice al resto de gente sentada a la mesa mientras yo deseo que la tierra me trague.  Nunca he sido buena para ser centro.

mirá vos.

No puedo evitar sentirme incómoda.  Ariel me vacila después que salimos del lugar.  La verdad,   uno de los regalos más lindos que me ha dado Mysore hasta ahora es el vivir de incógnito:  como si el mundo pudiera continuar sin mí mientras yo estoy en mi cuevita india.  Pero hoy ha sido distinto:  he topado a muchos amigos,  queridos amigos de aventuras y tragedias por muchos años.  La camaradería es palpable,  el cariño presente.  Esa es la conexión que deseo fortalecer,  el vínculo que me interesa conservar.  También hay mucha gente nueva:  muchos que vienen a Mysore pero no estudian con Sharath y para quienes el Main Shala es una leyenda,  un cuento de hadas,  una quimera imposible.

No desearía jamás cultivar la imagen de una Yoga Diva o Yogi Rock Star como hay tantas y tantos porque creo que esa parafernalia se queda muy corta ante la realidad contundente del Yoga.

Porque creo que hoy  la moda es ponerse las pilas,  el sonido de la respiración,  venir a India a ver a mi maestro (el shala tiene más de cuatrocientas personas entrando en estos días) y la calidad de las buenas amistades.  Más allá de eso....

la brisa de India.
el sol anaranjado y brillante.
los ojos dulces de una niñita recién nacida.

los aretitos de un bebé de tres años.
la trenza marchita de una bella mujer entrando a la edad de oro envuelta en un elegante sari. 

la sonrisa del guarda de mi edificio cuando se lo presento a Ariel como un "good friend"....

todos son el cherry on the top.


Querida Madre:   
Gracias por recordarme, una vez más,  lo importante.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Mamita siempre vuelve

Falta un día para mi viaje.

Entre logística,  administración,  equipaje y un hueco en el estómago, no pierdo de vista lo esencial.  Mi viaje implica,  en mi caso particular,  un desprendimiento que ya he hecho once veces y que todavía sigue doliendo.  Cortar el cordón umbilical de los hijos no es sólo cortar el de ellos:  es también sentir la nostalgia de extrañarlos uno más que a nada desde el otro lado del mundo.

El Yoga es un proceso duro para algunos de nosotros.   Nos pone sal exactamente donde más nos duele.  Nos invita a abrir de par en par heridas viejas que solitos no nos atreveríamos.  Pero siempre con la intención de vernos con honestidad y aceptarnos incondicionalmente.  En mi caso,  estar lejos de mis seres queridos es la parte más difícil del viaje.  Es la que me pone contra la pared en cuanto a fortaleza y me hace pedazos por dentro.

A veces quisiera que fuera distinto:  llegar a una meseta en mi práctica donde fuera fácil y llevadero por un par de años.  NOT.  La cosa se pone más difícil en mi mat cada día:  los obstáculos se suceden sin cesar.  Un día es mi mente que está agotada,  otro mi cuerpo que duele.  El siguiente es la añoranza de mi maestro,  y un día como hoy las ganas de no salir de mi casa pero ni a la esquina y no soltar a mis cachorritos.

Pero mañana me toca cruzar el globo de lado a lado y esta vez voy muy bien acompañada.  Mi hijo Ariel de diecisiete años es mi compañero de viaje.  A tan corta edad sentir el llamado de India no es usual.  Me emociona ser testigo de la expansión de su mundo interno.

Qué gran honor.

Lo que he podido comprender a lo largo de los años de práctica es algo abstracto.  No tengo nada que cambiar,  nada que mejorar.  Soy quien soy en esta vida y mi yoga es un espejo para reevaluarme cada día.  Sin él estaría perdida pues me ayuda a limar pequeñas asperezas que se han distorsionado por experiencias y miedos.  Pero la que soy está bien.  Antes creía que el Yoga me iba a redimir.  No.  En realidad,  me ha ayudado a apreciar más a este ser atrapado en este saco de piel.  Y a conocerlo mejor.

Pero cambiarme... no creo.  
Expandirme:  sí.

He logrado sentir más el Amor...y la tristeza.

Me he equivocado contundentemente...y he aprendido con creces de las metidas de pata.

He llorado y he reído con más ganas.

Sentido mucha rabia ante la injusticia y elevado mi voz para denunciarla.

Todas son características que ya eran mías desde siempre.  Con esta práctica simplemente me he vuelto más honesta.  Antes decía sí en vez de no,  sonreía en vez de sentir rabia,  hablaba con quién no quería hablar.  Hacía mil cosas para no quedar mal y el resultado era un manojo de energías encontradas que no tenían dirección ni meta.

Ahora hablo con quién realmente me interesa,  vivo con quién es cercano a mi corazón.  Digo no cuando es no y sí cuando es sí...y se siente tan bien.  No pretendo quedar bien con nadie.  Los amigos son pocos pero verdaderos.  El camino es solitario pero perfecto.

Y en esta quimera de una vida real que anhelo construir,  me aventuro de nuevo al vórtex que sostiene mi maestro.  Su energía palpita cada vez más fuerte.  Los sueños comienzan a dibujar un shala caliente donde se escucha sólo el sonido de la respiración.  Por las pequeñas ventanas se asoman las palmeras características del sur de la India, afuera se escucha los pitos de los rickshaws y las voces de los estudiantes y vendedores indios.  Un día más en Mysore y siempre tengo la misma sensación:  cuando estoy en Savasana en el baño de las mujeres,  lloro de alegría porque una vez más pude llegar hasta mi medicina.  Mi cuerpo tembloroso,  sudoroso y feliz,  absolutamente feliz.  Una felicidad que ni mi mente puede entender,  pero sí mi espíritu.  Un gozo total de sentirme viva y poder respirar.  Y desde mi alfombra,  siento el amor más grande por todos aquellos que han sido un stepping stone para que me encuentre aquí de nuevo,  en mi lugar sagrado.

Desfilan por mi mente rostros de amigos,  maestros,  parejas,  hijos,  mentores,  estudiantes,  amigos y enemigos.  Todos han puesto su grano de arena.  Todos han contribuido,  lo quieran o no,  a que yo esté aquí de nuevo.

Y sólo puedo sentir gratitud absoluta por cada uno de ellos,  aunque los regalos que pusieran en mi regazo algunos de ellos fueran bien amargos.   Todo se transmuta en este lugar y se convierte de forma mágica en guirnaldas de flores de jazmín perfumados,  marigolds doradas y rosas fragantes.

Comprendo la perfección de nuestro camino en esta vida,  pleno de lágrimas y rebosante de amor.

Estoy lista para tomar esa serie de aviones una vez más sabiendo que voy donde tengo que ir y que todo lo que suceda será lo que el Amor me tiene reservado.

Sin dudas.
Sin temores.

Al igual que tomaré ese vuelo final el día que la Vida me reclame de nuevo en su pecho.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Todo se vale

"En el camino del crecimiento,  todo se vale."

Leo esta frase en un libro que encuentro por ahí.  Me llega directo al corazón.

Observo mi mente como se inmiscuye y empieza a opinar:  "Jamás...cómo se te ocurre? No, no, no...uno tiene que adaptarse.  Si no le gusta algo,  pues seguir adelante,  no darse por vencido....bla, bla, bla..."

Me quedo con el hit al corazón.

Qué tal si para nuestro crecimiento necesitamos explorar lugares nuevos que nos asustan?
Definitivamente,  así tiene que ser.

O vegetamos en el día a día de una vida árida y triste...llena de qué pudo haber sido,  si sólo me hubiera atrevido...

o construimos un arco iris de colores brillantes lleno de escarcha,  donde cada segundo cuente.

Hace un año y pico que llevo una espina en mi alma.  No la he podido sacar.  Es la espina de saber que hay algo más que necesito vivir y no me estoy dando el chance.  El miedo a perder.  El miedo a no encontrar.  El miedo a equivocarme.

El sentimiento es perenne y trato de no darle mucha bola.  Darle bola implicaría cuestionar decisiones pasadas que tal vez ya no tienen vigencia.  Implicaría sacar chunches viejos almacenados llamados sentimientos y dolores.  Significaría darle una vuelta de 180 grados a mi vida y la verdad,  a veces lo que siento es pereza.

Pero hoy al leer esta frase sentí un hit de calor por dentro.   Sentí que alguien,  en algún lugar de este mundo,  me hablaba y me quería.  Sentí un lugar que no sentía hace mucho tiempo:  el lugar que me ha llevado a hacer cambios drásticos en mi vida cuando sentía que ya no podía respirar.  El Universo tiene una forma muy sabia de responder a mi hit: el día me ha respondido con una serie de sincronicidades perfectas.  Acontecimientos rutinarios desde afuera,  omens de buenaventuranza desde adentro.

Definitivamente,  uno es el creador de su vida.

Me responde finalmente mi libro de oráculo y me anticipa un milagro muy grande.  Me dice que me mantenga abierta y confiada,  que no dude. Que ya mi oyeron.  Que la espina es obvia para mis ángeles y mis guardianes.  Que aunque viva pretendiendo que no está ahí,  ellos saben.

Y yo sé.

Me aventuro a explorar la forma más creativa,  inteligente y menos dolorosa de extirparla--ja,  aquí va mi mente de nuevo.

No.
Me preparo para sangrar,  llorar y soportar el dolor.

Y asomarme al otro lado.
Porque sé que ahí es donde tengo que ir.

Porque sé que ahí alguien me espera.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

Cuenta regresiva

Inicio hoy la cuenta regresiva para ese avión que me llevará al otro lado del globo terráqueo.

Inicio con la intención de pasar una Navidad diferente:  de ser más congruente,  más consciente y no evadirme-  como he hecho a menudo-, de la realidad de nuestro mundo y nuestro país.

Mi ofrenda para esta Navidad es intentar no caer en los atracones y excesos que caracterizan esta época.   Para eso,  necesito un plan alterno.

Primero,  estoy limpiando mi casa de toda la energía vieja.  Sacando basureros llenos,  libros viejos,  ropa,  trastos,  música,  de todo!  El deseo de crear espacio es más grande que aquel de recibir regalos materiales.  La sensación que va quedando después de vaciarme es de una paz hermosa.  La misma que uno siente cuando escucha "Noche de paz".

Segundo,  vamos a practicar non-stop en las madrugadas la próxima semana.  El club de los madrugadores ya está afianzado y el regalo de iniciar el día en el mat cuando todavía está oscuro y levantarse del savasana con los primeros trinos de los pajaritos transforma el día por completo.

Tercero, decidí abstenerme por unos días de la comida sólida.  Sí,  la peor época.  Tamales,  postres,  rompope,  queques,  dulces...todo seguirá recto.  No va a ser fácil,  lo sé.  Pero siento un impulso a observar todos estos ritos en que he participado sin pensar un poco desde afuera.  Con el ánimo de encontrar dentro de mí ese lugar donde pueda celebrar lo realmente importante esta época:  y que no tenga que ver con la comida.

Así que mi exploración consiste en descubrir que hay debajo de toda la parafernalia de cosas y comidas.  Mi tarea esta Navidad será de observadora.  En diez días mi vida cambiará por completo.  Me enfrentaré a un país que a uno lo recibe con las sorpresas más inimaginadas.  Regresaré a mi maestro que es un misterio profundo y fascinante para mí.  Con él,  uno nunca sabe qué le espera.  Espero mantener mi motto de bajar mis expectativas y soltar apegos para encontrar en medio de lo nuevo, de lo sucio,  de lo inesperado...libertad.

Libertad que me permita estar en conexión con todo lo que sucede en el mundo,  sin abstraerme en burbujas que dejan por fuera la humanidad de millones de seres humanos.  La consciencia que anhelo donde sólo podemos estar bien si todos estamos bien.  Sabiendo que siempre podemos hacer algo más,  dar un poco más.  

Desde ese lugar voy a vivir esta Navidad.  Y sí,  claro:  con tres niños pequeños que cuentan todos los días cuánto falta para que venga el Niño Dios,  disfrutaré de sus caritas iluminadas por los regalos,  la bendición de compartir con quiénes amo y la presencia de esos que siento cerca.

Ese lugar se irá conmigo hasta el otro lado del mundo y crecerá,  crecerá y crecerá por varias semanas.  No sé ni cómo llamarlo.  Sé reconocerlo cuando llega.  Sé añorarlo cuando lo pierdo.

Y sobre todo,  sé atesorarlo.

Porque en esta vida efímera y corta,  ese es el único lugar donde cada día- sea Navidad o no-,  toma un significado único.
  

domingo, 15 de diciembre de 2013

El otro lado de la vida

Comienzo a preparar con cuidado lo que necesito para mi viaje.

Ropa de yoga: número 1.  La más cómoda,  en la que me siento mejor.  Sé que se quedará en India, no regresará más a Costa Rica.  Después de varias semanas de practicar en el shala,  la ropa literalmente se deshace entre el sudor y la práctica.

Libros: número 2.  Buenas novelas.  Empaqué Cien Años de Soledad y estoy a la búsqueda de una Rayuela para releerla.  Dos horas al día en el shala lo entonan a uno para comprender mucho más allá de las palabras la sabiduría eterna de los clásicos.

Fotos:  número 3.  El paso de América a Asia amerita un testimonio en papel que acorte la distancia de medio mundo con mis seres queridos.  La nostalgia.  El primer rito que cumplo cuando entro al apartamento es hacer un altar.  Las fotos de mis queridos ya listas para adornarlo..

Ya sé que Mysore está hasta el copete.  No hay lugares donde quedarse.  Saturado.  Predecible.  Pero mis amigos me advierten que la escena no es tan terrible como al pintan.  No han habido más ataques a mujeres.  Esto me tranquiliza. 

Sin embargo,  más allá de las noticias,  de la muchedumbre y de la expectativa de todo viaje al país más energéticamente vibrante del planeta, aunado al vórtex de mi maestro y de mi escuela,   sé que me aguardan experiencias intensas  que me llevarán más allá de la zona de confort.  Mientras escribo esto en mi casa,  todo ordenado y cómodo,  todo limpio y en su lugar-  bueno,  aunque haya tres niños pequeños en la casa este caos no es nada comparado con una calle en India- sé que me esperan olores,  sabores,  encuentros y paisajes nuevos que expandirán una vez más mi consciencia hasta el límite.   Una mirada a la otra cara de la vida.  Una mirada a la otra cara de mi propio yo.

Cortázar hablaba que todo su interés en escribir radicaba precisamente en esa intención por descubrir la vida desde otro punto de vista.   Su famosa "contranovela" Rayuela aspira a que el lector no sea más un receptor pasivo del punto de vista de alguien,  sino que contribuya críticamente al desarrollo de la novela.  Incluso si el lector odiase el libro y lo lanzara por la ventana,  para Cortázar eso ya es un triunfo: un controversia,  un crecimiento,   un compartir para aprender más allá de los juicios.

Es mi deseo sincero descubrirme en otras perspectivas,  lejos de cualquiera en que yo misma me haya impuesto y otros me hayan encasillado.  Creo que circunscribir a un ser humano a una palabra, un concepto o una idea es tan inhumano como asesinarlo.  Somos seres mutantes que cambiamos de color como el camaleón:  merecemos el espacio para mostrar nuestros colores sin limitaciones propias o ajenas.  Ser quién somos.  Y este mostrar la otra cara,  el otro lado,  a veces implica lanzar por la ventana el "libro"- en todo el sentido de la palabra.  Bien hecho y bien merecido si viene de un deseo genuino por la verdad.  Al carajo el escritor mediocre!

Mi India me lleva a ese lugar interno donde puedo decantar todo lo pasado en el año en Costa Rica y arremeter con nuevos bríos el año que inicia.  Me da la perspectiva para soltar lo que ya no es predominante,  lo innecesario en mi mente y en mi corazón.  Me limpia, arraiga y alivia.  A mi regreso, nunca soy la misma.  Ni yo misma me reconozco.

Casi al borde de este nuevo período de asimilación e integración,  contemplo la gran dicha de poder tener ese tiempo,  lejos del bullicio mental y diario de lo cotidiano.  Agradezco inmensamente a todos los seres que con su amor me impulsan a seguir adelante y con ese amor me apoyan para dar el siguiente paso.  Inmersa en el día a día  pierdo perspectiva.  En la ausencia atesoro lo amado, extraño desde el alma lo querido y alimento lo prioritario.  Todo se despeja y me preguntaré,  como lo he hecho ya muchas veces,  cómo me dejé atrapar por nimiedades sin importancia.

El viaje se avecina y el alma está lista.  El cuerpo deberá cruzar el mundo en respuesta al llamado de un espíritu aventurero que no se conforma con ser una fama-  en el lenguaje de Cortázar, esos seres que se regodean en la rutina como si fuera un trofeo.  No.  Los cronopios tenemos otro destino y esa luz verde que ilumina nuestro espíritu tiene un camino trazado.

Esta cronopia continúa haciendo su equipaje.
El viaje es largo....
e imprescindible.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Resumen 2013


"Why fear?" - Sri K. Pattabhi Jois

El poder del maestro

Todos los días practico un par de horas.  Sin embargo,  no todos los días visito lugares nuevos que me asustan.

Cuando uno es pionero en algo el camino es solitario.  No sé por qué designios de la vida terminé haciendo lo que hago.  Sólo sé que es lo que tengo que hacer.  Pero al mismo tiempo,  mi camino ha significado una soledad constante,  imprescindible,  inherente a mi contrato sagrado.  A veces desearía que hubiera sido distinto: contar con alguien que me guíe,  me apoye y cuide diariamente,  como hacen muchos en el mundo que tienen maestros en casa.  No es mi destino.

No es mi Karma.

Así que cuando aparece un maestro en mi horizonte,  la sensación de acompañamiento sacia por unos días mi sed y mi soledad.  La energía de alguien que respeto,  admiro y que me inspira me ayuda a visitar en mi mente todos esos compartimentos que normalmente están cerrados por simple imposibilidad material y mental. Abrirlos es ir al miedo.  Sentirlos temblar como un conejo.

He tenido el regalo de cinco días con un amigo-maestro-colega en casa.  Estos cinco días han sido el mejor regalo de Navidad que pude haber recibido.  Después de un año movido donde tuve que soltar mucho,  sentía como que mi aura estaba llena de huecos.  La bendición de un maestro nos rellena energéticamente,  nos sana y completa.  Lo que sea que haya estado inestable se solidifica.  Los pensamientos innecesarios cesan.  Su energía es como un vórtex que me conecta a todo lo que él lleva atrás.  Y me devuelve la fe y la seguridad de que todo es perfecto.

Cuando siento que ya no puedo más sola,  sé que el camino es buscar un guía.  Estas personas llevan muchos años en el camino y ya han enfrentado todo y más de lo que yo estoy enfrentando.  Han visto como muchos inician y claudican.  Se han sostenido.  Han creído.  Han continuado.

El camino que el maestro nos abre no tiene precio.  Su compromiso es el que permite que más de nosotros nos atrevamos a abrir la gran caja de Pandora de nuestro dharma espiritual.  Sin su ejemplo,  somos plumas al viento.  Cualquier ventolero termina con las mejores intenciones.  Lo he visto a través de los años.  Este año especialmente me tocó presenciarlo muy de cerca en gente que creí genuinamente comprometida y que de pronto,  se rindieron.

Buscaron y encontraron excusas.

...

No sé si algún día estaré yo misma en ese lugar de tirar la toalla.  Espero que no.  Pero sé que no depende de mí.  Depende de una vida que ya estaba escrita incluso antes de que mi alma entrara en este cuerpo físico.  Ya estaba escrito quién sería mi maestro,  mi guía, mi pareja,  mi familia.  Ya estaba escrito si me tocaba o no transitar este momento vital.  Yo sólo puedo hacer mi parte y  creer:  Dios se encarga de mostrarme el siguiente paso,  el próximo viaje,  la próxima indicación,  el siguiente reto.  Mi papel consiste en estar abierta y escuchar. Y también en recibir y agradecer.  El resto viene solito.

Tener a uno de mis maestros cerca ha sido mi mayor regalo.  Regresar pronto al núcleo de yogis y yoginis en India también.  La vida de un buscador espiritual es a veces solitaria:  somos una especie de outsiders en este mundo.  Pero poder estar cada día y una temporada entre gente como uno nos alimenta el alma. Y así es que podemos continuar.

El camino es estrecho y muchos quedan atrás.  Algunos continuamos más que por voluntad propia por un llamado imperativo del Espíritu.  Es un destino que no todas las almas tienen pero que eventualmente todos seguiremos.  Está en nuestra naturaleza,  es el designio divino de todo ser humano.

Y mientras llegue ese día,  pido porque más lucecitas se acerquen.  Más gente con el corazón abierto dándolo todo en sus propias vidas:  creyendo,  viajando,  soñando,  transformándose.  Esos son los seres humanos que valen la pena.

Los seres humanos que nos dan el ejemplo.

sábado, 30 de noviembre de 2013

No hay profeta en su tierra

Perseverancia.
Paciencia. 
Soltar los frutos de las acciones.

He aprendido de una manera brutal el significado de estos tres términos en los últimos años.

Cuando mis maestros me hablaban de ellos,  los sentía todavía externos.  Una cosa es inspirarnos en otro ser que está cumpliendo con su misión en esta vida- walking the talk- y desear para nosotros esa misma inspiración. Y otra muy diferente caminar el camino y hacer estas cualidades propias.

Para aquellos que ya tenemos claro qué anhelamos de la vida,  se trata de encontrar la paciencia para poner un pie detrás del otro.  No importa lo que enfrentemos.  Vienen tormentas que a toda costa nos sacan del track, nos quitan el entusiasmo, nos invitan a devolvernos.  No.  Ni un paso atrás.  Tomamos un descanso,  recuperamos la fuerza.  Más adelante, vemos la silueta de nuestros maestros en su propio predicamento rompiendo obstáculos y limpiándonos el camino.  Y a mí esa silueta me hala,  me impulsa a no abandonar.

Decía un querido poeta costarricense que "nunca se pone más oscuro que cuando va a amanecer."  Mi padre siempre me recuerda el "onceavo mandamiento:  no aflojar."  Y aquí estoy,  entendiendo por primera vez en mi vida estas palabras cuyo significado ha curtido mi alma con el filo más doloroso.

Cuando pienso en tirar la toalla,  me siento feliz de no tener ninguna otra opción real que considerar.  Podría intentar volver a mi vida superficial y materialista de mis 20´s?  No. Calle sin salida.  Absurdo.  Vacío.

Podría intentar regresar a mi búsqueda intensa de los 30´s y girar el mundo?  No.  La búsqueda es interna y el maestro llega cuando tiene que llegar, ni antes ni después.

Qué opciones me quedan?  Externamente,  muchas.  Interna:  una sola.  La mano de mi maestro está disponible para mí y este es una privilegio que pocos tenemos la suerte de encontrar en esta vida.  Está vivo,  está cumpliendo su destino.  Su llamado es intenso,  implica mil sacrificios,  mil dolores y mil posibilidades de fracasar.  Pero su voz es la única que escucho en la soledad profunda de mi espíritu.  Un lugar que he aprendido a amar y que ya no me da tanto miedo.

Desde ese lugar mi único deseo auténtico es servirle y amarlo.  Representarlo no ha sido nada fácil para mí.  La incomprensión de un pionero en su propia tierra es predecible.  Romper el status quo y transformar mentes y corazones sin duda topa con resistencia.  Es lógico que muchos reaccionen,   se asusten y huyan.  Estoy aprendiendo a no tener expectativas sobre nada ni nadie.  A hacer mi parte y a ofrecer lo que transmito a quien sinceramente se interese.  Estoy aprendiendo a soltar lo que yo quisiera que suceda para la gente.   Intentando no perder la capacidad de maravillarme ante lo hermoso,  que por cierto es abundante.

"Cómo hubiera deseado que encontrara una pareja linda que la amara tal y como es y que su cara triste y amargada de años se iluminara."

"Cómo hubiera querido que se diera cuenta de toda la tristeza que implica vivir con alguien totalmente ensimismado y egoísta que la usa como muñequita de adorno e ícono de su mundo."

"Cómo hubiera deseado que dejara de resguardarse detrás de su profesión y sus conceptos y pudiera ser más genuinamente quién es."

Cómo...
Como...
como...

Mi profesión me ha permitido ver a través de las almas de muchos.  Me han confiado sus secretos y sus deseos.  Han llorado,  han soñado... muchos huído.  Mi maestro  con el mismo trabajo, multiplicado por muchos ceros,  con su frágil humanidad dando todo lo que tiene por cumplir con un deber de amor y enfrentando lo mismo es mi eje.

Aquí estoy,   en este pequeñito país- no sólo en dimensiones físicas-,  intentando hacer lo mismo.  Buscando formas de que este arte que represento no se pierda en dramas inútiles de almas revueltas.

Continuaré pacientemente poniendo un pie delante del otro...cada día más sola.

O será más bien...   
cada día mejor acompañada?



lunes, 25 de noviembre de 2013

Desapego, dulce gozo y Yoga


El Yoga que practico y enseño me ha enseñado mucho sobre desapego últimamente.  
En las escrituras antiguas de la India,  se habla de un estado natural en el ser humano llamado samadhi.  Este estado se ha  perdido casi totalmente en nuestros tiempos modernos a causa de la degeneración en la dieta y los hábitos de vida.  Hemos avanzado mucho en tecnologías sofisticadas,  pero ya no sabemos cómo ser felices.  Dejamos hace rato de buscar en el lugar adecuado.

El Yoga es una filosofía y práctica radicales que se está  perdiendo en su esencia e incluso pervirtiendo para acomodarse a intereses puramente comerciales.  Enseñar yoga se ha vuelto un negocio y cualquiera enseña o escribe un libro al respecto.   Muy poca de esta gente que dice saber ha estudiado seriamente con maestros por años.  Tal vez los han conocido o pasado unos cuantos fines de semana con ellos.

El yoga moderno se está convirtiendo,  en mi humilde opinión,  en una especie de avena sin sabor,  opaca y descolorida.  Una de las principales razones para esto es que el Yoga de verdad da miedo porque nos pide que le demos vuelta a nuestra forma de pensar.  Nos dice que nuestro propósito más importante en esta vida no es aquel de buscar el placer de los sentidos- que esto es un callejón sin salida que sólo  nos lleva a un ciclo de sufrimiento incesante.

Estamos todos tan apegados a nuestros placeres que preferimos pretender que no escuchamos esta parte.  Intentamos de todas formas cuadrar el yoga con lo que sentimos cómodo y evitamos confrontar nuestra obsesión con el mundo material-  que es exactamente lo que nos causa dolor.  

No hay vuelta de hoja:  con los apegos viene el sufrimiento.  Si buscamos el placer,  tenemos que aceptar el dolor.  Es un ciclo eterno de apegarnos a algo o alguien,  perder ese algo o alguien y luego buscar un sustituto-  ciclo que se repite hasta el infinito-  hasta que decidimos pararlo.

Esta sociedad en que vivimos nos enseña a desear constantemente.  A ser excelentes,  el mejor,  el más rico o la más bella.  El esfuerzo y estrés que nos causamos para alcanzar estas metas es enorme.  Esta competitividad es un condicionamiento profundo, pero para contrarrestar el estrés tenemos siempre nuestros "placeres". 

Vengo saliendo de un fin de semana que me situó en un lugar nuevo.   Después de dos tardes donde pude limpiar,  con ayuda de mis maestros y amigos,  el espejo de mi percepción,  me encuentro en un lugar sereno donde el placer o el dolor no son tan importantes.  A nivel físico no me siento muy bien: la gripe continúa haciendo estragos.  A nivel emocional,  sí hubo un cambio sustancial al poder liberar sentimientos y emociones anquilosados y respirar un nuevo aire.  Espiritualmente,  me siento lista para lo que venga, no importa cuán difícil,  no importan cuán arduo.  Y siento una paz profunda y ni siquiera estoy muy segura de dónde viene. 

Siento un gran desapego a los resultados de mis acciones.  A todos nos da miedo equivocarnos,  perder lo que amamos y valoramos,  pero la realidad es que,  cuando hacemos esta práctica,  sólo perdemos aquello que nos envenena.   Muchos adioses me ha dado este año y tengo que decir que me siento liviana de corazón y con mi mirada enfocada en lo importante.

Desapego no significa que no sintamos y nos duela,  sino exactamente lo contrario.  Lo que he aprendido a soltar es la necesidad de que mis deseos y expectativas sucedan.   He aprendido a dejar ir muchas preocupaciones y planes innecesarios,  incluyendo gente que consideraba cercana.   He aprendido a incrementar así mi experiencia de dulce gozo ante lo simple.  

He aprendido a crear yo misma mi propia paz.

En el pasado,  albergaba muchos sueños para otras personas en un deseo sincero de que descubrieran su verdadero potencial.  Ahora,  no tengo expectativas sobre nadie y todo lo que recibo me sorprende gratamente.  Tengo un estudiante que no cesa de alegrarme los días:  su devoción y humildad son realmente conmovedoras.  Recibe las enseñanzas como agua en el desierto y me hace recordar cuando yo misma me encontraba en ese lugar de apertura y receptividad totales ante tanta sabiduría de los maestros de esta práctica milenaria.  Sin saberlo, me enseña y me recuerda lo esencial.

Así que estoy aprendiendo a abrazar la paradoja que significa el yoga y la vida: 

el placer llega cuando suelto la expectativa del placer.
de la perfección del samtosha (el dulce gozo) se deriva la felicidad más dulce.

Y ahí voy aprendiendo a  cercenar poquito a poco esa rueda del samsara, ese condicionamiento que viene del deseo por el placer y la huída del dolor...hasta que otro placer nos alivia el dolor y ahí seguimos.

Estoy aprendiendo a no usar mi yoga como "algo" que se acomode a mis necesidades.  Sé que hacerlo impide cualquier beneficio que podría derivar de esta práctica.  Mi yoga ya no es algo calientito,  cómodo  y "fashionable" que calza en mi mente materialista occidental,  producto de mi cultura.  Se ha vuelto un lugar real,  pleno de obstáculos y retos por vencer. 

 Como mi vida,  con su mismo sudor, lágrimas y miedos. 


~ Así que de nuevo siento que estoy nuevamente empezando.


jueves, 21 de noviembre de 2013

Mi vieja soledad

Y mi vieja soledad
Esa que yo llamaba una eterna madre
se desbordó en bandadas de pájaros alegres.

...

Hace veintidós años estaba con una panza de nueve meses que ya no sabía dónde acomodar.  Era mi segundo bebé y lo esperaba emocionada.  En aquellos tiempos no era costumbre averiguar el género del bebé antes de que naciera.  No.  Uno esperaba.  Recibía la sorpresa.  Soñaba.  Especulaba.

Todos me decían que iba a tener otro varón.  Que mi panza estaba muy arriba...o muy adelante.  O no sé qué más cosas.  A mis veinticuatro años,  la verdad es que yo estaba feliz con lo que fuera.  Pero jamás me imaginé la conmoción interna que esta criatura me traería.

Ese 22 de noviembre nos levantamos tranquilos,  desayunamos y fuimos a dejar a nuestro primogénito donde los abuelos.  Llegué a la clínica tranquila:  ya sabía lo que venía.  Todo sucedió rápidamente,  en mucha armonía.  Recuerdo los gritos del papá:  "Una chiquita!! La pegamos!!"  Recuerdo una rosita recién nacida,  el rostro más dulce y angelical que he visto en mi vida.

Y recuerdo mi shock.

Mi karma en esta vida me ha dado mucho pero también me ha quitado mucho.  Uno de esos baches existenciales ha sido la relación con mi madre biológica.  La llamo así porque mi verdadera madre fue mi abuela materna,  la conexión de almas,  mi protectora.  Incluso hasta hoy.  Pero mi madre biológica es un alma con mucho karma que no pudo manejar sin dañar a sus hijos.

Tener a esa bebé entre mis brazos me conectó de inmediato a la posibilidad de repetir esa triste historia: cómo no dañarla?  cómo cuidarla y protegerla?  cómo ser su escudo?  cómo no preocuparme por ella de día y de noche?

Recuerdo que veía su hermosura y me preguntaba si yo era realmente su mamá.

Pasaron muchos años antes de que pudiera salir de ese entumecimiento existencial.  Tenía demasiado miedo a fallarle como me fallaron a mí.  A no ser lo que ella necesitaba para mostrar su fuerza al mundo.  Tenía miedo de transmitirle el miedo a ser mujer con que yo crecí.  No podía repetirse la historia.

Lejos estaba de anticipar- en esos tiempos de juventud-,  que mi propio camino espiritual abriría de par en par las heridas que me separaban en ese entonces de mi bebé.  Que necesitaba todavía pasar por el infierno y el fuego de la transformación para poder ser su madre de corazón.  Que en ese entonces el panorama estaba todavía demasiado oscuro para mí para poder comprender lo que significaba ser madre de una niña que yo creía frágil e indefensa- como lo había sido yo.

Y me enviaron precisamente a la hija que rompe todos los moldes.  Desde pequeña,  sus dotes artísticos se mostraron impecables:  guardé por muchos años sus pinturas de la escuela,  retratos vívidos de todos los miembros de la familia y en las zapatillas de ballet que iban creciendo año tras año aprendí a reconocer un alma que no se rendía,  que traía una fuerza apabullante.  Genuina fuerza que yo deseaba tener y que todavía luchaba por encontrar dentro de mí.

Mi hija,  mi oscura compañera de lides internas, mi espejo.   Mientras crecíamos juntas-  ella hacia arriba y yo hacia adentro-,  fue mi punto de referencia para intentar no repetir patrones viejos.  No lo logré.  Los repetí,  los reafirmé con dolor y separación hasta que comprendí que sólo estaba huyendo de mí misma refugiándome en lo dolorosamente conocido.  Y su presencia,  igual que la de sus hermanos,  fue la única razón por la cuál decidí levar anclas y aventurarme al mar desconocido de mi propia selva interna.

Sin estos faros guías,  estrellas brillantes,  almas sabias,  yo misma no hubiera nunca tenido la fuerza de sostenerme.  Sin ellos,  hace tiempo habría desistido.  Pero no tenía opción.  Sabía que mi hundimiento sería también el suyo.  Mi cobardía su excusa inconsciente para no darlo todo.

No sé si he logrado algo.  Sólo sé que esto de despertar es un paso diario que muchas veces se siente como tres en reversa.  Sí sé algo y puedo compartirlo desde mi corazón:  lo que yo siento por mi hija mi madre nunca lo sintió por mí.  Un amor inmenso, una admiración perenne y una complicidad de almas que se apoyan para lanzarse al vacío.  Con mucho miedo pero con la seguridad que da el espíritu de que la otra opción es morir.  Sangrar no importa,  tampoco caer.  Porque intentar volar es el nombre de esta quimera.

Mientras escribo,  pienso en este ser que pinta en algún lugar de Canadá a doce grados bajo cero.  Ser auténticamente uno mismo es proeza de unos pocos.  La médula interna del alma conmueve los cimientos hasta casi destrozarlos... para finalmente destrozarlos:  y ahí es donde sucede el milagro.  Si logramos sostenernos y no huir.

Si encontramos suficiente amor para no abandonar.

El amor sigue creciendo,  a pesar de las distancias y los obstáculos.  De madre e hija se transfunde a seis varones,  gigantes en crecimiento,  protectores de esta sangre.  Y se multiplicará en mil bandadas de pájaros alegres.

Porque mi vieja soledad,  esa vieja soledad que me tuvo tanto tiempo congelada,   esa soledad que por tanto tiempo consideré mi única madre,  se ha desbordado.

Y así será, ahora lo sé,  por muchas más generaciones por venir.




lunes, 18 de noviembre de 2013

Carta Abierta a mi abuela

Los recuerdos se arremolinan:  el olor a bizcocho recién hecho,  las risas a carcajadas por un chiste.  El olor a incienso de la iglesia.  El arroz más sencillo pero más rico del mundo porque estaba hecho con amor.

Recuerdo el día que me escondí y pensaste que me habían robado.  A mis seis años,  me pareció una gracia increíble hacerte pasar un susto.  Nunca te he vi tan enojada,  al punto que me pegaste- esa única vez-,  una buena nalgada.  Bien merecida.  "Guila tequiosa".

Mujer inconforme igual que vos.

La herencia familiar miope te impidió ir a Italia a estudiar canto como querías.  Tu voz angelical se apagó entre la cocina y la costura.  Casada con uno de esos legendarios hombres machistas, tragaste y tragaste infidelidades,  mentiras e hipocresía.  Pero en esa época,  " las mujeres aguantaban".  Sin embargo,  no perdías instante para quejarte en voz alta de tu suerte y hacerme recordar que a mí nadie me debería tratar nunca así.

Hoy cumplirías 98 años,  de los cuales los últimos 20 fuiste una sombra de lo que fuiste.  Condenada a una silla de ruedas después de una fractura de cadera mal cuidada, languideciste en tu casita de Barva, manteniendo casi hasta el final tu buen humor.  

"La querés?", le preguntabas con insistencia a mi marido cada vez que te visitábamos.

 "Pedíte la chiquita!!",  me decías entre risas y liviandad de corazón cada vez que me veías.

Te recuerdo por tus abrazos,  tu sonrisa franca y lealtad con vos misma.  Aunque el status quo te condenara a no florecer como merecías.  Porque sí habían medios para enviar a estudiar a los hermanos, pero no a vos ni a ninguna de tus hermanas.  No.  Las mujeres se quedan en la casa,  cuidan de todos y se olvidan de sí mismas.  Aunque lo hiciste,  siempre me hiciste saber que yo tenía que salirme de ese molde prisión.  Que el camino recorrido por vos y por tus hijas podía ser diferente.

Visionaria.  Rebelde.  Incomprendida.

El lenguaje de las almas está más allá de cualquier separación física o temporal.  Tu presencia brilla en mi vida y sé que debés estar sonriéndome donde quiera que estés.  Cumplí con tus palabras:  no me dejé.  He cumplido mis sueños a pesar de la oposición férrea de muchos allá afuera.   No ha sido suficiente para disuadirme.  Porque además de ser mi causa es también la tuya.  Y la de todas las mujeres que en el pasado les pusieron una pata encima.

Desde nuestra Presidenta tan criticada,  pero Presidenta,  hasta mil y una líderes que llevan en este país la vanguardia y  batuta en el despertar de las mujeres.  Hubieras estado feliz de engrosar sus filas,  pero la resistencia era dura y tu inseguridad mucha.  Demasiadas voces masculinas pisotearon tu auto-estima,  empezando por tu propio padre y marido.  Y no tenías mujeres a quien admirar.  Hombres ignorantes herederos del miedo a la fuerza femenina.  Hombres asustados por el despertar incipiente del origen de la creación.

Quiero que sepás que tu paso por este mundo no fue en vano.  Que tu espíritu supo brillar aún entre la cocina y la máquina de coser.  Que un alma rebelde no puede ser opacada por nadie y quien ose intentarlo sólo termina hundido aún más en su propia miseria.  Quiero que sepás que tu voz y tu fuerza resuenan en mí y mi propia sangre hecha hija y estamos viviendo la vida que vos no pudiste.  Que estás en nuestras venas y nadie te puede sacar de aquí.

Abuela,  madre,  amiga, confidente,  compinche,  alma gemela:  tu amor resuena en mí cada día de mi vida y lo hará hasta que nos encontremos de nuevo en la siguiente ronda.  Y todas las  mujeres que nazcan de esta cadena genealógica sabrán de vos:  sobrevivirás al machismo,  a la opresión y a la injusticia.  Porque tu fuerza no pudo ser opacada y tu legado va  más allá de tus propias conquistas.

Tu legado es el amor.

Mujer hermosa:  tu nieta te honra cada día de su vida y tu bisnieta sigue los pasos de su corazón.  En tu cumpleaños,  brillás en este mundo y en nosotras perdurarás.

Mientras la  rebeldía sea amorosa e incomprendida.
Mientras respiremos mujeres que no estamos dispuestas a dejar que nadie nos corte las alas.


domingo, 17 de noviembre de 2013

Las cosas más importantes de la vida....no son cosas.

Kali Yuga...

La era del oscurantismo,  de la confusión,  del caos.  La era que estamos viviendo según el almanaque indio y que amenaza con ahogarnos en todo lo que no somos.

Se acerca Navidad y siento desde ya una extrema aversión por toda esta época de consumismo,  carreras y presas citadinas.   La paradoja es que el clima comienza a mutar en mi querida Costa Rica y el verano trae sus días soleados y con viento fresco que me enamoran como si fuera la primera vez.

Curiosamente en esta época del año es cuando vemos en el Estudio en quiénes ha calado realmente la práctica anual.   Empieza el éxodo:  mil y un demandas que buscarán alejarlos de su mat.  Comilonas,  despedidas, alcohol y azúcar al por mayor:  una fiesta para los sentidos que cae muy mal en la alfombra.

Cuántos han pasado por Namasté!  Si pudiera sacar la cuenta serían miles.  Sólo unos pocos han permanecido.  Sólo unos pocos ya decidieron dar el sí completo.  Muchos se han enamorado:  es fácil.  El primer año todo es nuevo.  La vida cambia, se ilumina,  es como un renacer.  Pero después del primer año algunos creen que ya saben. Y ahí es donde la oscuridad se mete.  Crean ideas falsas de yogis profundos,  de un estilo de vida "de moda" sin base firme.  Sucumbe la presencia ante los hábitos viejos que todavía no han sido arrancados de raíz,  sólo adormecidos.  Y a veces quedan adormecidos por más tiempo,  hasta que un día inesperadamente regresan.

La teoría de mis amigos extranjeros es que lo latinos tenemos un "samskara" específico,  o sea, un hábito de nuestra mente que es incompatible con esto del Ashtanga Yoga.  Yo soy la primera, por supuesto,  que refuta esto.  Dicen que los escandinavos,  nórdicos,  europeos y asiáticos están hechos de otro material:  son poblaciones "desarrolladas".    Para mí sí ha sido muy interesante observar que se sostienen en sus prácticas con más facilidad y menos "rollo".  Porque los latinos siempre creemos tener la última palabra y osamos incluso cuestionar a nuestros maestros con nuestras opiniones.  Y así lastimosamente no funciona este Yoga que practico.

Mi práctica es una transmisión de energía directa de maestro a discípulo que ha venido sucediendo por miles de años para atrás en India y que ahora pasó a Occidente por la gran visión de un maestro a principios del siglo pasado:  Krishnamacharya.  El tuvo la visión de exportar el Yoga a Occidente porque sabía que lo necesitábamos.  Esta medicina para la mente no tiene precio.  Podríamos tener todas las riquezas del mundo,  si estamos enfermos,  tristes y perdidos de qué nos sirven?  Imposible encontrar la felicidad verdadera,  esa que viene del Ser que brilla en un cuerpo sano,  fuerte y flexible.  Sin nuestro vehículo en buen estado no estamos en condiciones de meditar.

Pero se acerca Navidad y siempre hay algo nuevo que comprar.  El nuevo "gadget",  la nueva moda en vestido,  maquillaje o el nuevo equipo de lo que sea.  El desenfreno adquisitivo nos separa de esa parte nuestra que no necesita más que un techo, una cama caliente,  un poquito de arroz y lentejas y su práctica espiritual para vivir.  De hecho,  la opaca y destiñe.  Al otro lado de diciembre quiénes escogen esta senda terminan con varios kilos de más,  una desilusión existencial y muchos hasta con deudas de por medio.

Le pedí a mis familiares y amigos que por favor, este año no me regalen ningún "chunche" ni "tiliche".  No necesito nada material.   Me gustaría tomarme un café con ellos,  compartir un rato y hablar sobre la Vida.  Sobre nuestros planes,  sueños y locuras.   Sobre epifanías,  revelaciones y quimeras.  Ir a ver una buena cinta juntos.  Admirar un atardecer.  Disfrutar un estanque con patos y patitos en un domingo soleado.  Nadar juntos en las aguas maravillosas de nuestros mares y playas tibios.

Esta Navidad voy a quebrar  el patrón.  Voy a pasar tiempo con amigos y seres queridos sin regalar "cosas".  Las cosas más importantes no son cosas,  dice uno de mis bumper-stickers favoritos.  Preparemos una cena juntos e invitemos a los más allegados.  Envolvamos galletas hechas por nosotros mismos y dibujos pintados por nuestros niños.  Pasemos más rato fuera del carro y menos en el Mall.  No regalemos plástico ni artefactos chinos.  No seamos víctimas del mercantilismo que amenaza con ahogar nuestras almas.

Sepamos regalar y regalarnos el regalo más preciado de todos:  nuestra presencia.  Sabiendo que el día de mañana,  seguramente,  la añoraremos más que a nada en el momento que tengamos que partir de este mundo o veamos partir a quienes amamos.   Disfrutemos de la compañía de nuestra familia y amigos y de los espacios sagrados que hemos sabido crear este año:  llegó el momento de la cosecha y es hora de recoger el fruto de lo sembrado.

Y este fruto definitivamente no se ve como carreras desenfrenadas,  shopping frenético y mucho menos,  comilonas inconscientes.

No.

Se ve como un brillo en los ojos,  abrazos y besos, sonrisas y mucha alegría.   Con la dicha de saber que somos mucho más ricos que todos aquellos que se gastan su aguinaldo en baratijas.


Feliz Navidad a todos los yogis y yoginis de este mundo.  Que seamos Luz en el Kali Yuga y que esta época de oscurantismo dé pronto paso de nuevo a la Verdad.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Authorization matters...to me


Copio un artículo que escribí hoy sobre los credenciales en mi escuela en India.  Debido a la gran cantidad de gente que está yendo a Mysore,  el tema de las autorizaciones se ha puesto de "moda".  Este es mi humilde punto de vista,  veremos si lo publican.  Escrito con el mayor amor por mis maestros.

www.kpjayi.org



Authorization in Ashtanga Yoga has become a hot topic lately.
Just read an article with many opinions, most of them anonymous.  I don't know if writing this article will get me in trouble,  but i feel i need to speak for myself and maybe for many of my friends who feel similar to me.

There is a love in Ashtanga Yoga.  Is a love that is hard to explain and that goes beyond any paper,  authorization or certification.  Only some of those of us who have been to Mysore several times and studied with Guruji and Sharath know what i am talking about.  Now the world is flocking to Mysore:  our school has become the "Harvard" of yoga,  according to some.  To me,  it remains the little shala guarded by this strong and reliable teacher,  my Guru,  Sri K. Pattabhi Jois.  It has grown in physical space and numbers,  but the essence of what i found in Mysore is a deep secret chamber inside my heart.

My story is very unusual and i share it because some say going to Mysore is expensive and family responsibilities impair them to do it.  I feel is a calling from the heart.  I met my Guru when i was a single mother with four small children on my back and a deep depression in my being.  Life felt useless.  Life felt dull.

I could never repay my Gurus for turning the lights on again.  When i went to India for the first time,  it was such a sacrifice in all senses that i swore it would be my one and only trip.  Then more have followed and i can only say Grace came into my life and made things happen.

Things worked out miraculously and life started shining again.  In my hometown Costa Rica i had no teacher and yet, every encounter- once or twice a year- with Guruji and Sharath was enough to fill my soul with bliss and enthusiasm.  I remarried and had three more baby boys and they have never felt like a nuissance or obstacle to pursue my spiritual path.  On the contrary,  they are my inspiration to keep my focus and intention to go back.

Always go back.

Mysore marks you.  The Shala stays with you all year long.  Beyond the social scene,  my time is Mysore is my sacred time.  Time to reflect, go inside and feel where am i in my life.  My daughter has been once with me and my third son is coming next january to practice for the first time there.  My intention is to bring the whole troop:  seven souls who chose me as their mom because somehow they knew i was serious enough.

I would give up eating if necessary if that meant i could touch my Guru´s feet again.  Things always work out and the Love keeps spreading.  The practice gives me the mental clarity and the energy to make things happen, tie up loose ends and pack my bags and go.  And everything is fine when i come back to San Jose:  God is always taking care of all of us.  My beloved,  my babies, the students and the shala.

Deeper trust keeps expanding.  I am not in charge,  i am just following the Love.  I will keep going to Mysore,  beyond any authorization or certification.  It´s not about the paper for many of us,  is about the Love for our teachers and a deep gratitude for the transformation they have ignited in us.  Of course,  we need to do our part and do our practice.  Wake up early, sweat, get injured,  have patience. Keep going.  And we feel part of something greater that ourselves.  Something very sacred and beloved,  beyond any words.  Hard to explain it from the outside.  Easy to understand if you are part of the gang.

As more technicalities get in the way since more people are coming,  i wonder how many of them will truly get in tune with this Love.  I wonder it they will practice and teach from that space.  If they will honor and defend our teachers with their lives  if necessary. Like close family,  even closer than that.  The Guru is inside of each one of us and lives in our hearts beyond these bodies.  Their presence reconfirms our practice everyday.

Without them we would be nothing.

So authorization matters to me...yes.  Having my Guru´s blessing means i am protected and safe.  Many energies along the path that will try to knock us off.  But beyond the fear,  i remember Guruji´s words:

"Why fear? Pray God."

Vande Gurunam Charanaravinde...sweet words that resonate in my being every day.

And they always bring back the Presence and the love.
That is what really matters to me.-

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Cuerpo o mente?

Día seis y siete de ayuno:

Ayer empecé a sentirme un poco incoherente.  Me venía una idea de algo que tenía que hacer y de pronto,  cuando estaba lista para hacerlo,  se me olvidaba.  Dí varias vueltas en U durante la mañana y después de mediodía empecé a sentirme bastante mal.

Mi cuerpo estaba listo para salir.  Traté de no escucharlo y de hacerme la valiente.  "Diez días es la meta"- decía mi mente acostumbrada a ir más allá de la comodidad.  Pero en la noche ya empecé a sentirme muy débil y por supuesto,  de muy mal humor.

Con la gentileza de un bebé que uno arropa por primera vez,  mi cuerpo pedía ser escuchado.  El dilema mente-cuerpo es uno ya conocido para mí.  Me he acostumbrado en los últimos trece años a ir más allá de lo que mi mente pueda pensar.  Me he castigado. He hecho mi práctica con dolores,  enferma,  trasnochada...you name it.  Hasta una vez rompí la regla de oro de no practicar en luna llena:  mi cuerpo me lo recordó por los próximos dos años con una lesión en la escápula derecha que aún hoy día siento.

Así que opté por actuar diferente:  opté por escuchar al sabio cuerpo que,  a través de sensaciones  me estaba gritando que necesitaba glucosa para el cerebro,  que la acidez en la sangre era ya insoportable y que la limonada era simplemente inaceptable.  Sensaciones que tomaron una voz,  una expresión,  un mensaje importante.  Sensaciones que me recordaban que era tiempo de cambiar de rumbo.

El agua de pipa llegó como néctar en el desierto.  Después de muchos días de limón  el paladar se desensibiliza.  El sabor aterciopelado de esta agua dulce me llenó de paz.   Y me dormí con la certeza de que estaba dando el paso correcto en la dirección correcta.


Esta mañana en la práctica de madrugada,  mi cuerpo me dio las gracias.  El dolor en el hombro y la debilidad cedieron.  Volví a sentirme equilibrada y fuerte.  Pero fuerte desde un lugar distinto:  desde mi propia fragilidad.  Acepté que en cada etapa tenemos demandas distintas y que cada momento es una oportunidad para tomar decisiones más acertadas.  Definitivamente,  continuar con el ayuno hasta el sábado hubiera sido violento.  Y probablemente no hubiera podido lidiar con los quehaceres de tres bebés pequeñitos,  dos adolescentes,  un marido y muchos estudiantes.

Mi cuerpo se siente feliz.  Hoy recibí la visita de una querida amiga de afuera y desayunar con ella fue un verdadero banquete.  Mi batido verde me supo a gloria.  Observaba su omelette y su mocchaccino desde otro lugar:  sin apegos ni deseo.  Creo que esta experiencia me ayudó a soltar el apego que todos tenemos a la comida como una forma de compensar cuando nos sentimos tristes o solos.  La comida se vuelve la salsa de la vida.  Por supuesto,  la vida sin comida es un poco monótona.  Pude apreciar la diversidad,  creatividad y belleza que comer implica.

Pero también, pude encontrar un lugar profundo-  y todavía lo tengo aquí metido entre pecho y espalda-donde estoy bien incluso sin comer.  El ayuno me regaló una conexión más real y vívida con el Prana o fuerza de vida.

Y esa siempre está ahí,  hasta el último día.


lunes, 11 de noviembre de 2013

Intuición sabia

Día cinco de ayuno.

Me siento arraigada,  serena y con hambre.

Me he dedicado a disfrutar de los olores de las comidas:  siento que es un gusto que estoy adquiriendo y que cuando vuelva a comer,  voy a tomarme unos segundos para deleitarme antes del primer mordisco. Parte del slow down que un ayuno nos regala.

Medito hoy sobre los acontecimientos de la semana pasada y me doy cuenta de que nuestra intuición es la herramienta más poderosa que tenemos.  Dicen que uno scanea a otra persona con el sétimo chakra en un segundo y que esa información nos da todo lo que necesitamos saber sobre ese ser en ese momento.

Quisiera haber escuchado más a mi intuición.

Muchas veces mi "antena"  me dijo que fulanita de tal y zutanita eran "bad news".  Una pasaba halagándome,  diciéndome que yo era la mejor maestra del mundo y qué suerte tan grande tenía ella de ser mi estudiante.  Nunca respondí a sus halagos,  de hecho me molestaban.  Pero siempre sospecho de alguien que emita esta clase de atributos inflados y exagerados.

La otra me escribía constantemente quejándose por su vida,  por sus problemas en relaciones,  su trabajo y su soledad.  Me escribía que como desearía ser yo que viajaba tanto y tenía una casa propia.  Cuando compré mi nuevo carro,  fue la única que me dijo:  "Y ese chuzo?".  Asombrada y definitivamente no muy feliz por mí.

Mis antenas me hacían crash y aún así,  nunca pensé en alejarlas .   Creía sinceramente que sus muchos años de práctica constante en algún momento harían "click".  El año pasado una incluso decidió salirse.  La apoyé y le expliqué que yo creía que yo no era su maestra.  Que tenía que buscar a alguien más. A los dos meses volvió, rogando que la admitiera de nuevo.  Le volví a preguntar si no creía que esto no iba a funcionar.  Me respondió con algo que tuve que haber detectado:  "Pero es que sino es aquí,  adónde voy a practicar Ashtanga?" Más o menos como cuando a uno el noviecillo le decía:  "Sí,  yo quiero ser su novio.  Mientras encuentro a otra chica más linda."

Ante todas estas señales mi intuición hizo "Peligro! Peligro!".  Y ahí fue donde fallé:  deseé más su bienestar que el mío propio.  Tomé el ejemplo de mi propia vida y me pregunté qué hubiera hecho yo si mis maestros me hubieran apartado.  Tragué y tragué su presencia incómoda.  Ya al final casi ni las tocaba en las clases. No podía.  Su campo energético me repelía.  Y con mucha razón,  dados los acontecimientos que esta última semana de Mercurio retrógrado ha confirmado.

Empecé con dolores muy fuertes en mi hombro derecho desde enero.  Sabía que la cuestión era más profunda que física.  Necesitaba encontrar el hormiguero y destruirlo.  Necesitaba sanar.

Donde estudio en India hay una especie de código tácito:  los estudiantes llegamos gracias al apoyo de algún maestro o maestra que nos enseñó y creyó en nosotros.  La costumbre es honrar esa relación.  La costumbre no escrita es presentarse con los saludos de este maestro o maestra que nos ayudó a iniciarnos en esta práctica intensa y demoledora.  Llegamos con nuestra gratitud enviados por ellos.  Llegamos en humildad y con muchísima devoción.

No soy yo quién pueda juzgar actos distintos a esto.  Mis colegas están con el pelo parado ante la arrogancia de un estudiante que pueda infringir este código de décadas.  Maestros autorizados y certificados me han escrito en solidaridad,  hablando del mal karma que una actuación así tiene.  Indignados,  tristes y al igual que yo,  un poco desmotivados.

Como maestros de una arte de mucho renombre en este momento,  todos estamos lidiando con energías negativas y desconectadas.  El camino en mi escuela es estrecho y muchos quieren brincarse los años de esfuerzo y múltiples viajes con garrocha.  La energía se está revolviendo en todo el mundo y escucho todos los días las historias de gente dedicada a esta enseñanza que tienen que lidiar con piratas y detractores.

Un ejemplo es una mujer que fue a India una vez y regresó diciendo que podía certificar gente.

Otro ejemplo es un maestro que estuvo una vez allá y se tomó una foto con mi maestro viejito, pero luego habló pestes de él.  La foto aparece en su website y en sus credenciales que estudió seis meses con él (?!)

Pero el ejemplo más doloroso son los más cercanos:  gente que formé por años en la sala de mi casa,  gente que formó parte de mi familia nuclear y espiritual y que ahora se dedican a ensuciar el nombre de mis maestros y su legado con sus actuaciones.  Estudiantes que en su momento consideré  amigos cuyos egos gigantes ganaron la partida en su transformación espiritual.

Todos encontraremos en nuestro camino vampiros de energía que nos succionarán sin piedad.  Es nuestra responsabilidad seguir nuestra intuición y no permitirlo.  Es nuestro derecho humano decir:  "Ya no más".  No podemos permitir que gente perdida nos enferme y amargue la vida.  La responsabilidad de poner límites es nuestra,  es mía y es una lección que estoy aprendiendo con lágrimas y mucha dolor.

Muchos carecen de una dirección vital y se pegan a los que ya la tenemos.   Se vuelven satélites y en su delirio,  en algún momento creen estar listos para volar sin la bendición de quiénes les enseñaron y ayudaron.  La catástrofe puede anticiparse:  en esto del Yoga,  el éxito no se mide por la parada de manos o por una serie impecable, sino por lo principios morales de verdad y transparencia.

Yo misma aspiro poder manifestar estos principios para con mis maestros hasta el último día de mi vida.  Y agradecerles cada año que me han acogido a pesar de mis deficiencias y errores.  Nunca osaría hablar mal de ellos,  aún cuando nuestros caminos se separasen en un futuro.  No lo creo posible,  siento que de mi maestro sólo la muerte puede separarme.  Pero si así fuera,  lo único que tendría para con ellos es agradecimiento y palabras de bondad.  Son tantos los regalos que me han traído,  son tantos los cambios que me han permitido hacer bajo su protección.

A lo largo de mis casi trece años de carrera, he recibido gente triste,  deprimida,  sin dirección ni motivación en la vida.  La práctica misma los ha fortalecido y transformado.  Algunos brillan con la luz de la sabiduría y serenidad.  Otros han inflado sus egos y su ser falso ha ganado la partida.  Igual,  yo seguiré compartiendo lo que amo.  Igual intento soltar los frutos de mis acciones.  Igual,  lloro ante la traición- no tanto externa como interna.

Por qué no escuché mi voz interna y fui consecuente?

Por qué pensé  en ellos primero antes que en mí?

Estas preguntas tendrán su respuesta a su tiempo.

Y como siempre dijo mi abuela,  los molinos de Dios son lentos...pero inamovibles.  Los tiranos nos enseñan la lección que nosotros solitos no hubiéramos podido aprender.

La lección es fuerte, difícil y dolorosa:  la respuesta llegará en el momento adecuado.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Dejar ir

Preparamos la leña,  el temascale y los instrumentos con todo cuidado.

La jungla se iba oscureciendo y en el cielo apareció una nube en forma de flecha, justo sobre nosotros.  La flecha dio paso a una luna rosada que nos iluminaba mientras íbamos entrando al ombligo de la tierra.

Las abuelitas nos llevaron a un viaje intergaláctico.  En la oscuridad más absoluta,  sentí el dolor en mi corazón que se materializó en mil hormigas que subieron mi cuerpo.  Hormigas literales,  diminutas y potentes en su fuego.  Esto adicionado al calor penetrante de las piedras sagradas y el vapor de agua que llenaba  el espacio,  empezó a destrozar mis defensas.  Los cantos llenaban la noche,  mis acompañantes sostenían con amor el lugar sagrado de la transformación.

El efecto fue devastador:   en mi tercera noche de ayuno,  mi cuerpo estaba listo para soltar.  Lloré y lloré un llanto contenido por años.  Sentí como energías viejas dejaban mi ser.  Sentí el abrazo de la tierra y la luz de las estrellas.  Y después,  todo se detuvo.  Mi cuerpo inerte sobre la tierra húmeda entró en un savasana espontáneo donde literalmente me quedé pegada al suelo. No podía moverme.  Sentía la tierra que me jalaba y extraía dolor por toneladas:  dolor de traición,  dolor de abandono,  dolor de incomprensión.

Después de varias horas de sudar,  llorar,  maldecir y cantar;  después de sentir el agua fresca en mi piel limpiar el barro y los restos de hormigas diminutas,  caí en un estado de éxtasis que continuó toda la noche hasta hoy.  Amanecer en esta tierra poblada de sonidos de sapitos,  gallos,  perros y pájaros nutre mi alma.  Me siento suave y delicada por dentro.  No hay más pensamientos negativos y rencores.  Sólo el dulce aroma de la selva y la presencia de la jungla en mi corazón.  Mi corazón se volvió verde,  café y azul,  los colores de los árboles,  la tierra y el mar.  En mi mente comprendo la necesidad de un cambio generoso,  un cambio que sea congruente con este nuevo color.

Tierra es mi cuerpo
Agua mi sangre
Viento mi aliento y
Fuego mi Espíritu.

Gracias a estos hombres y mujeres que me han ayudado a recordar que nuestro papel en este mundo es estar más conectados y amables los unos con los otros y con el regalo inmenso de este planeta.  Ya ni siquiera tengo hambre,  sólo hambre de espíritu y necesidad de respirar aire puro y nadar en ese mar turquesa que me espera a la vuelta de la esquina.

Hacia ahí me dirijo.

sábado, 9 de noviembre de 2013

La mitad del camino....

El camino espiritual es un reto a todos los niveles.

No creamos que por estar en nuestra búsqueda los retos van a disminuir.  Al contrario.

Entro en mi tercer día de ayuno con un tremendo dolor de cabeza.  Ayer fue un día donde salieron muchos sentimientos y dolor.  Parte de ir hacia adentro es enfrentar lo que hemos encapsulado en nuestro día a día,  en nuestro corre corre interminable en la ciudad.  Por suerte,  me despierto al sonido de los congos y los pájaros desde muy temprano.

Ayer que regresábamos del mar vimos un perezoso colgado de un cable de luz.  Iba moviéndose tan despacio y con tanta gracia.  Vimos también un pavo real con todo su esplendor en medio de un montón de gallinas.  Caminaba con su elegancia y distinción sin percatarse de su belleza.  Ambos los considero señales de que todo está bien,  aunque parezca que por fuera todo está mal.

Los dioses nos envían a menudo nieblas y tormentas para probarnos. La idea ilusa de que entrar en la búsqueda va a volver nuestras vidas más fáciles es una falacia.  Vamos a estar oscilando al borde del precipicio una y mil veces y ahí es donde se prueba nuestra fe.  Nuestros Gurúes nos resguardan de todo mal,  incluso a la distancia.  Y esta confianza la siento hoy profunda y total,  como un escudo que devuelve cualquier ataque y mala vibra.

Sostenerse en el camino requiere valor y fortaleza.  Muchas veces estaremos tentados a mandar todo al canasto y resguardarnos en nuestras vidas de ilusión.  No hay nada que demostrar sino sostenernos en la conexión.  Y constataremos que sostenernos requiere de todas nuestras fuerzas,  de toda nuestra pasión y compromiso.  No importan las tormentas,  no cederemos ni un milímetro.  No importa la incomprensión,  el camino es hacia adentro.

Estos días me he percatado de que mi intención de difundir lo que amo en Costa Rica no es nada fácil.  Después de diez viajes a ver a mis maestros en India y otros muchos más alrededor del mundo,  he tenido la gran bendición de comprender su bendición y intentar transmitirla con toda fidelidad.  Sin embargo,  esta visión comprende podar egos y no alimentar pretensiones.  Yo misma he recorrido ese camino de sentirme inadecuada,  débil y perdida en su presencia.  Es un trago amargo que uno debe intentar sobrepasar con la fe.  Y después de muchos años, puedo decir que sus palabras e instrucciones fueron las más acertadas,  aunque no las comprendiera en el momento y me causaran enojo e impaciencia.

He topado con estudiantes llenos de orgullo y altanería que sienten que ya están "listos" porque saben hacer la práctica física.  Carecen de la humildad,  presencia y amor por la práctica que son los requisitos indispensables para sostenerse en este camino.  Pero igualmente,  he topado con gente linda y abierta,  dispuesta a servir,  a dar.  En el camino del yoga,  construir una práctica para que a uno lo vean,  para parecer espiritual o para sentirse muy carga es una pérdida de tiempo.  Por el contrario,  gente con prácticas modestas a nivel físico que están atravesando muchos obstáculos con sus cuerpos y mentes,  sí tienen esa luz interna que sólo confirma que ya tuvieron contacto con esto antes.   Esos estudiantes me inspiran,  aunque sean sólo un puñado,  a continuar difundiendo lo que amo.  Aún en medio de la incomprensión y los ataques.

Trato de ver estos ataques como intentos de almas más bajas de alcanzar algo que no está designado para ellas.  Trato de sentir compasión en mi corazón y saber que encontrar el camino es un privilegio de pocos.  Muchos impostores encontraré y me esforzaré por comprender.  Y en eso estoy en este momento.  NO puedo decir que lo he logrado:  sentimientos de enojo ante la ingratitud y de mucha tristeza me embargan.  Mi humanidad reacciona ante estas energías desconectadas.

Pero también recuerdo todas esas miradas llenas de luz ante la transformación que he tenido el privilegio de admirar en mi camino como canal.  Gente que ha llegado tapada por la vida y sus curvas y ha renacido en todo sentido.  Esa gente linda,  serena,  sin pretensiones,  sin egos ardientes.

Ellos y ellas me inspiran a seguir adelante.

Y a soñar con el día en que me ría a carcajadas de los perros en el camino...

jueves, 7 de noviembre de 2013

Amor por los amigos

Hace días que vengo planeando un ayuno con el "gang" de los incurables en el Estudio.

Hemos leído,  compartido enlaces,  uno de nosotros ya se mandó e inspiró al resto. ...teníamos los ingredientes y habíamos decidido empezar el Lunes 11 todos juntos- cuando ya Mercurio finalmente se normaliza.  Sin embargo,  ayer el llamado fue tan intenso que no tuve más remedio que dejar intacta mi ensalada de espinacas y queso de cabra con uvas y cambiarla por una deliciosa limonada con sirope de maple.

Esta bebida me acompañará por los próximos diez días.  Mi intención es verdad y claridad y sé que esto implica abrocharme el cinturón porque todo va a empezar a moverse.  Es una falacia creer que el camino espiritual nos va a dar una vida más tranquila y serena...por una parte sí,  porque no importa cuán violentas las tormentas siempre tenemos un ancla en nuestros maestros y nuestra fe.   Pero por otro lado,  pedir verdad equivale a detonar una infinidad de minas que llevamos por dentro.  Entre ellas la incapacidad o falta de fuerza de decir nuestras verdades.

Mucho tiempo creí que ser una yogini significaba callar,  ver hacia el otro lado y hacerme la loca.  Hoy estoy convencida de que esa no es mi naturaleza.  Tal vez sea la de otros muchos,  pero mi esencia me pide hablar con la verdad.  Por dolorosa e incómoda que sea.  Y significa,  ante todo,  dejar de contarme cuentos y buscar justificarme y justificar a otros.  Cuando uno mete la pata...qué más queda sino aprender de la lección y seguir adelante?  Pero cuando otros que amamos lo hacen,  tenemos la opción maravillosa de decidir qué hacer con esa relación.

Al igual que esta mañana oprimir el botón de "Eliminar de mis amigos" hizo milagros con mi corazón- la verdad es que uno no tiene que ser amigo de nadie que no le cuadre-,  quisiera tener un botón en mi corazón que con la misma facilidad pudiera perdonar las deslealtades,  los egoísmos y las serruchadas de piso que con tanta abundancia la vida me ha deparado este año.  Quisiera tener un botón interno para regresar todo a "antes del happening" y quedarme con la imagen intacta de esa gente que en algún momento aprecié mucho.  Pero la vida sucede y uno tiene que soltar,  moverse y escoger con sabiduría. Y esto implica decir adiós, muchas veces dolorosamente.

La magia de la vida consiste en tomar decisiones.  Nuestra alma sabe cuándo otra alma ha venido a enseñarnos:  sentimos cierta afinidad por cierta gente que no es más que el llamado profundo de dos almas que se reconocen.  Más allá de las palabras.   También nuestra alma sabe cuando otra alma ha venido a enseñarnos la lección del perdón. Y para eso,  realizan toda clase de incongruencias y acciones absurdas.  Y lo más probable  es que mucha gente esté en terapia por nuestra culpa y que nosotros mismos hayamos sido artífices de un dolor o de varios.

El camino es largo y no es cómodo para quién decide despertar. Pero lo hermoso es que siempre podemos escoger nuestros amigos:  esas almas afines que ven la vida parecido a nosotros,  sienten un poquito como nosotros y anhelan verdad también.  Es un derecho humano primordial rodearnos de gente tuanis.  Y aplicarles el botón de "Eliminar"  a quiénes andan en otras.  No veo por qué razón tuve mucha gente colgando en mis Amigos sin considerarlos tales.   Pero una voz interna me pedía no herir,  no molestar.  Hasta que mi voz genuina me dijo:  " Pero qué te pasa?"  El camino requiere fuerza y en mi caso,  la fuerza de decir "No",  "Esto no es así". Y así fue como esta mañana tomé una de las decisiones más temidas y que me ha hecho sentir mejor en los últimos tiempos.

Mi primer día de ayuno me ha dejado muchas enseñanzas:  primera,  una sensación de que no estoy sola en el mundo. La alegría de contar con gente muy hermosa cerca.  Me ha enseñando que la capacidad de estar en el presente me trae realizaciones importantes y me hace tomar decisiones coherentes.  Me está enseñando que no tengo que pelarle el diente a quién me ha hecho daño.  Que puedo escoger con quién compartir mi visión.

Aunque sean pocos mis amigos y contados con los dedos,  estoy tan feliz de saber que están vivos!  Y contar con su apoyo para lo que venga.  No tengo idea de qué será eso que viene,   pero sé que estaré bien porque estoy rodeada de estas  almas afines.



Porque de muchas maneras,  la vida se suaviza con la buena compañía.