domingo, 29 de abril de 2012

Día 5: Regreso

Ya en el aeropuerto de regreso.

Empiezo el día con una excelente canción sobre no rendirse ante los embates del amor.  Me siento como un barquito pequeño en medio de un océano vasto que a veces levanta olas inesperadas.  Me siento en este momento a merced de la corriente y no sé para donde voy.

Sin embargo,  hay un lugar nuevo dentro de mí que ha renacido gracias a estos encuentros aparatosos con el Amor.  Tal vez si hubiera pasado de largo,  tal vez si me hubiera protegido,  tal vez si hubiera pensado más...ese lugar estaría todavía tapado,  sepultado.  Es tan fácil cerrar el corazón cuando duele y prometernos no abrirnos más.  Ahí es donde mi testarudez,  tal vez mi fe en que estamos aquí para realizar qué es el Amor,   me hace seguir adelante.  Estas son las cualidades  que me impulsan a no rendirme,  a no desechar la posibilidad- aunque sea ínfima- de establecer una conexión genuina con otras almas.

Hay muchas formas de hacer esto:

Está la forma cliché y romántica de la pareja.  Sin embargo,  me estoy refiriendo más bien a una conexión que posibilite la expansión de dos espíritus en forma vertical,  antes que horizontal.

Está la incondicionalidad de la amistad sin interés. Es aquí en los rough times que sabemos con quién contamos y con quién no.  Es un proceso de discernimiento fascinante que pone todas las almas sobre la mesa.

Y por último, están las relaciones con seres que compartimos un camino espiritual.  Estas son las que más me interesan y apasionan.


Mi amigo Peter me trajo al aeropuerto de San Diego.  En el camino,  me comparte que se siente feliz y tranquilo de estar solo. Acaba de terminar una relación de cinco años con una mujer muy bella por fuera,  pero bastante perdida por dentro. Compartieron su vida y procrearon una bebita.  Pero su intención es ir hacia adentro,   ella es una modelo y su mundo es LA y la ropa.  El discurso es totalmente diferente.  Peter me dice que a él lo que realmente le gusta es estar solo. Tener tiempo para meditar  y practicar y no tener que estar pendiente de nadie.  Que se siente cómodo y feliz así,  que las relaciones son muy complicadas y esto de mujer-hombre es como de otro planeta.

Lo escucho y escucho una parte dentro de mí que está de acuerdo.  Qué fácil sería!  dedicación total a uno mismo.  Ritmos propios,  libertad.  Sin embargo,  en mi caso,  no podría cristalizar mi ego de forma tan clara.  Probablemente,  reforzaría mi resistencia y cerraría mi corazón.  Las relaciones son bisturíes que nos rebanan el intento del ego por no mostrarse.  Al principio,  mostramos nuestra mejor versión. Al cabo de unos años,  empiezan a salir los monstruos.

No creo en una relación que consista en una batalla campal  y constante entre estos monstruos.   En este momento de mi vida, creo y promuevo en mí la consciencia de todo,  incluso lo que más repele y asusta de mí misma.  El otro podría cortejarme el ego por un tiempo,  pero si no caemos en ese espacio de abrazarnos completos,  para mí no hay nada.   Que el otro quiera hacerlo son otros cien pesos.  Casi todos proyectamos nuestra sombra en vez de asumirla responsablemente.  Es muy difícil y  humillante decirnos las verdades.  Todos tratamos de eludirlas y justificarlas.  Pero seguimos dando vueltas en círculo acompañados y no llegamos a ningún lado.

En algún momento,  si Dios tiene piedad de nosotros,  tal vez logramos vislumbrar el juego.  Y en el momento que lo vemos,  se disipa.  Qué momento más lleno de tristeza y verguenza cuando vemos nuestro ego,   sus acciones y las consecuencias.   Pero si tenemos una sadhana-práctica espiritual- tal vez hayamos ya encontrado una islita en  medio del océano donde anclar por un rato.  Y darnos el tiempo de recobrar el aire y descansar en la arena.  Tal vez nos aventuremos de nuevo,  tal vez no.  No importa.  El mar se ha calmado.  Las turbulencias son creadas por aquella parte dentro de nosotros que no quiere ver:  si queremos ver,  inmediatamente las olas se aplacan.

Pido claridad para ver cuándo estoy creando olas sin sentido.

Qué maravilloso sería poder compartir en las relaciones-  en cualquier modalidad que sea-  ese oasis de brisa suave.  Cómo cuesta encontrar gente que esté dispuesta a ir profundo...que quiera ver con honestidad dónde están pegados y quieren salirse del cuadrito.  Estos seres son raros,  como una piedra de jaspe llena de grietas.  No esconden sus heridas,  las muestran sin pudor.  Son seres humildes que saben que esta experiencia de la vida es corta-  aunque dure 100 años- y que no hay tiempo que perder.  Son seres que apostamos al Amor y todas sus consecuencias.

Si hay seres así allá afuera,  sé que voy a conocerlos pronto.  Las almas rebeldes tenemos una danza de energías que nos mueve en las direcciones que más nos hagan crecer.  Me voy de regreso a casa con el cuerpo adolorido hasta el último músculo, el hombro izquierdo deshecho y el corazón lleno de esperanza.  Me voy sabiendo que lo que necesito ya viene en camino y no tengo más que meditar,  ayunar y esperar mientras llega.  

sábado, 28 de abril de 2012

Día 4: Ama

El hombro izquierdo cede ante tanta demanda y se rebela en las siete paradas de cabeza.

El dolor intenso.  La mente tranquila.

Todavía no entiendo muy bien esta paradoja, pero cuando estoy cerca de mi maestro la transmisión de energía hace que vaya más allá de cualquier limitación humana.  Continúo,  termino la Serie.  Los backbends son hirientes,  el lado del corazón está resquebrajado.

Empaco con la intención de llevarme aunque sea un granito de esta presencia conmigo.

No veo luz hacia adelante.  Cada paso parece deshacerse en un instante.  Cualquier insight me ilumina con la rapidez de un cometa y se apaga casi de inmediato.

Comprendo que anticiparme sólo interfiere con el proceso.  Decido quedarme quieta.  Recibir cada instante con la actitud abierta de una niña de cuatro años.  Si no supiera mi edad cronológica,  me calcularía unos 22 o 23.  Pero quiero ir más atrás y recordar la inocencia de un ser recién llegado a este mundo que todavía no ha sido tocado por la espada del dolor.

Si pudiera simplemente amar,  adónde estaría?


Si mi mente siguiera los designios de mi corazón,  qué cambiaría?


Si somos seres espirituales encarnados para tener una experiencia terrenal,  qué sucede con la experiencia si paso de largo y me escondo?


Desaparece o reaparece de mil formas parecidas hasta que pueda verla?


Decido asumirla o rechazarla?
Entregarme o cerrarme para no sufrir?

todas las preguntas continúan y una voz dentro de mí sólo repite:  Ama,  ama,  ama...

aunque duela,  aunque te traicionen.

aunque no sea lo que imaginaste,  aunque te decepcionen.

aunque no haya un payback, aunque todo se hunda...


Ama porque sin amor esto se vuelve una pesadilla.  Porque tanta gente vive cada día más muerta.

Porque tal vez yo tenga la posibilidad de vivir diferente.

y el valor consiste en tomar esos primeros pasos en la oscuridad,  con confianza.


Sólo el amor basta.

viernes, 27 de abril de 2012

Tercer Día: Puja y Bendiciones

Vengo llegando de una Puja en el Shala.

Una puja es una ceremonia para bendecir a todos los participantes.  La dirigieron un sacerdote hindú y dos de los maestros de acá, Andrew y David.  Es una ceremonia muy colorida,  llena de flores,  frutas y símbolos.  Como dijo el priest,  Dios es uno y tiene muchas caras.

Rezaron en sánscrito durante una hora y media.  Muchos movimientos ceremoniales,  recitaban los Vedas- las escrituras antiguas- y había ghee-mantequilla clarificada-, agua,  perfumes e incienso.  Todos vestían los trapos tradicionales y tenían pintada la cara.  Las ofrendas que llevamos fueron todas bendecidas y luego, nos pidieron que pidiéramos algo.  Que Dios nos iba a bendecir con lo que pidiéramos.

El Shala estaba lleno.  Todos en el cuarto entramos en la vibración, a pesar de no entender nada de lo que se dijo.  Creo que Dios es una vibración y puede sentirse más allá de cualquier barrera del lenguaje,  color de la piel o forma de adorarlo. Algunos rezamos con nuestros cuerpo,  otros con su voz,  su trabajo,  su quehacer.  Todos compartimos el deseo de conectarnos con la Vida y recordar que no somos el incesante devenir de la mente y sus dramas.

Pido por la alegría de todas las almas que entren en contacto conmigo. Que yo pueda ser fuente de amor para otra gente.  Pido por luz y compasión por los que sufren,  por los que siente carentes y solos. Con el Yoga,  uno nunca se siente solo,  no importa cuán caótico se ponga todo alrededor.  Hay siempre una serenidad interna,  cultivada a través del Tapas- práctica constante,  ininterrumpida,  por un largo período de tiempo.  En momentos difíciles,  aquí es cuando uno siente la presencia constante de ese espacio que ya es parte de uno en todo momento.  Se dice que el Yoga nos ayuda a despertar de la amnesia espiritual.

Todos tenemos conceptos de sobre cómo debe ser nuestra vida,  con quién tenemos que compartirla,  cómo tiene que verse. Pido claridad para recordar cada día que tal vez las cosas no van a ser como yo quiero y está bien.  Saber cuándo necesito soltar y cuando continuar.  Para no ir a contrapelo de la voluntad divina,  sino seguir sirviendo a pesar de mis preferencias y gustos.

En la búsqueda de ese camino al centro de mi ser,  estoy segura que muchas veces voy a equivocarme.  Sin embargo,  el valor consiste en dar esos primeros pasos en la oscuridad sin ninguna garantía de adónde voy a terminar.  De alguna forma,  terminé aquí y estoy tan feliz.  Terminé con mis dos queridos maestros,  Sharath y Saraswati y la presencia en mi corazón de Guruji y su amor por la gente.  Estos tres maestros genuinos me han transmitido una práctica que amo,  tengo una familia hermosa- filial y espiritual-  y mayor claridad por dentro.  Cuando empecé esto,  me sentía perdida y un poco loca.  Ahora me alegra haber seguido mi corazón.

El panorama es oscuro en este momento.  El otro día manejaba mi scooter de regreso a la casa donde me estoy quedando.  Me agarró tarde y la carretera costanera bordea el mar.  Empezó a llover.  Las gotas se volvieron agujas en mi rostro.  El viento frío casi me congela. Tenía que subir un cuestón para llegar y la motito patinaba.  Me sentí tan sola y desamparada.  Asustada por la inclemencia del tiempo y las olas que se agitaban con furia, pensé en la comodidad de mi cuarto,  de mi casa en Costa Rica,  de mis bebés y mis hijos grandes.  Recordé la ternura de sus abrazos y el espacio sagrado que son.  Pensé también en la calidez del shala en San José y su gente.  Y ese calorcito me tranquilizó.  Estoy aquí por una buena razón:  ahí todavía no sabía cuál era pero hoy se me despejó.

Hoy Saraswati me dijo que venía a Costa Rica en enero.  Hice mi dolorosa práctica de Segunda Serie con una sonrisa perenne,  ningún asana me costó.  Me sentí liviana y  fuerte,  lleno el corazón de gratitud porque sé que los pasos que he dado van a beneficiar a mucha más personas en mi querido país.  Los pasos en la oscuridad han sido muchos pero hoy vi que no estoy perdida.  Esto es good stuff.  Esto cambia la vida.

Si he sido un humilde elemento para que mis maestros lleguen a más personas,  he cumplido mi parte.  A pesar de las dudas y de los errores,  los efectos van más allá de mí.  Creo que a eso es que aspiramos todos los que llevamos un tiempo en esto:  a que más personas despierten a la bendición de una vida plena.  Si sólo nos beneficia a nosotros,  no hemos logrado nada.  Si toca otras almas que sufren y los aviva,  sigo con la fe que todo es perfecto.

Mientras escribo, me viene a la mente una de mis estudiantes.  Es una mujer que llegó al Yoga en medio de una profunda crisis.  Cada día cuando llega,  la siento tan abierta y receptiva.  Su dolor es tan grande que se nota en su cara.  Es tan hermosa y sin embargo,  se siente fea.  Todavía no se ha dado cuenta de lo bellísima que es.  Quiero estar ahí cuando se despierte del sueño.  Cuando venga un día a mí con los ojos brillantes sabiendo quién es en verdad.   Quiero estar ahí de nuevo porque no hay nada más hermoso que presenciar el despertar de otras almas.  Y si he puesto un granito de arena para que eso suceda,  seguiré manejando esa motito en medio de la tormenta.

jueves, 26 de abril de 2012

Día 2: Ram y el longing

Hoy la práctica es lenta y cansada.

Me siento pesada, sin energías.  Sharath cuenta despacio,  nos deja en las posturas a veces más de 10 cuentas.  Por dentro repito:  Ram, Ram, Ram y vuelvo a enfocarme.  Sudo tanto que en las siete paradas de cabeza finales de la Serie Intermedia no puedo ver nada.  Me pican los ojos, el pelo en la cara.  Esto es incómodo y difícil.  Me duelen los músculos y el corazón.

Por dentro, un sentimiento es de una vasta tristeza.  Lo acepto con el anhelo que me lleve de vuelta al hogar. El longing,  el deseo por un instante de alegría independiente de todo este carnaval mundano.   Lo siento en toda su magnitud,  siento que afuera no tengo nada de qué agarrarme.  Es muy cansado tratar de resolver todo desde la mente.  La mente calcula, manipula,  hace y deshace opciones,  se miente a sí misma,  imagina y fantasea.

Un lugar fuera de la mente.
Fuera de patrones inconscientes y ese deseo fatuo en que va a llegar la solución "perfecta".

La perfección radica en la aceptación de la imperfección de todo paso que doy en esta vida.  Todo siempre va a tener su pro y su contra.  Cualquier decisión, especialmente en las relaciones con otros seres,   va a hacer que  necesariamente comprometa mi libertad de alguna forma.  Vale la pena solamente si la relación me hace crecer.  Si promueve el despertar.

Siento el longing abrirse dentro de mí.  No sé si es la práctica tan fuerte-después,  me siento como un trapo- o tal vez,  este lugar cargado de energía por la presencia de un Santo,  querido Yogananda.   Tal vez sea la confluencia de tantos yogis y yoginis sinceros de corazón,  llenos de devoción y dispuestos a hacer cualquier esfuerzo en pos de la verdad.   Tal vez sea simplemente el instante vital en que me encuentro.

El espacio se abre y lo reconozco.  Hace mucho tiempo que no estaba aquí.  Se me perdió entre tanta logística y planeamiento.  Poca presencia.  Poca consciencia.  Mi propia responsabilidad y este es el tiempo de un cambio de dirección.  

Muy agradecida de estar aquí y tener unos días de reflexión de la mano de mis maestros.  Sharath habló hoy del Sthira Sukhan Asanam,  cómo estar bien en la postura, por intensa y difícil que sea.  Las posturas de esta vida me constriñen en posiciones desconocidas hasta el momento para mí.  Me presionan,  me arrinconan...quiero escapar,  quiero desconectarme.  Pero decido quedarme esta vez.  Tantas opciones para posponer este momento:  pero no voy a tomarlas.  En este momento de tristeza profunda y nostalgia por algo real, tal vez llegue un rayito de luz en las tinieblas.  Voy a estar presente para recibirlo.



miércoles, 25 de abril de 2012

Día 1: Soltar

Me despierto a las 4 de la mañana,  5 de Costa Rica.  Estoy con mariposas en la panza.  Sharath y la Segunda Serie tienen ese efecto sobre mí.  Las mariposas degeneran en diarrea...tengo miedo.  Son cuatro días de esta práctica guiada a su ritmo,  no al mío.  Es cómo metérsele a un tren de carga:  estoy lista para la inmolación,  para la pira,  para el cadalzo.

Pido que cada gota de ego falso y manipulador dentro de mí se deshaga.  Pido crear espacio para algo nuevo en cada una de mis células.  Creo que nunca en mi vida me he sentido tan vulnerable.  Por un lado es bellísimo.  Puedo escuchar los pajaritos con claridad.  Ayer,  manejé un scooter por primera vez y el miedo cedió ante la belleza de las flores sandieguenses...casi me estrello.

Le decía a Peter,  mi amigo que me está hospedando,  ashtangi de años y quien también está en un proceso de renovación en su vida,  que la Segunda Serie es como exprimir el alma y sacarle el jugo. Anoche,  mientras cenábamos con sus hijas Sophie y Grace,   hablamos de la diferencia de hacer uno su práctica a su ritmo o hacerla con Sharath.  A nuestro ritmo, uno ahí va,  se acomoda y descansa,  toma breaks mentales y tal vez un niño de vez en cuando.  Con Sharath,  eso es simplemente imposible.  El enfoque tiene que ser total para poder sobrevivir.  Al mismo tiempo,  cuando uno encuentra esa cualidad del surrender,  todo fluye fácil.  Entregarse es mejor que luchar.

El resto de los maestros practican Primera Serie a las 6:30 am.  Aquí está bien frío.  Admiro sus intenciones de conocer a mis maestros e ir más profundo,  sin importar si aguantan la Primera Serie o no.  Lo importante es que vinieron.  Lo importante es que creyeron que esto vale la pena.  Marichyasana D o Supta Kurmasana son lo de menos.  La intención de buscar verdad en el Yoga es lo que vale.

Veo mi vida para atrás y los momentos en que me he acomodado para no tener que tomar decisiones difíciles.  Me he puesto todas las excusas posibles para no moverme.  Y ahora,  estoy tan feliz porque me dieron un patada en el trasero y me gritaron a todo pulmón:  MUEVASE!!  probablemente,  yo a mi ritmo hubiera seguido pegada en mis miedos muchos años más.  El desenlace hubiera sido el mismo,  pero con el desgaste de muchos años a mi espalda.

Hacer Ashtanga Yoga es una camino a toda velocidad.  Desde mi cuarto,  escucho los carros en la 5,  la autopista que atraviesa California de norte a sur.   Para entrar en esa pista se necesitan huevos.  Los carros van tan rápido.  El Ashtanga es el carril del carpool.  Es donde vamos los locos volando a mil por hora,   generalmente solos.  No muchos se atreven,  es casi un suicidio.

Si mi alma es quién soy en verdad,  si esta experiencia de vida es sólo un playground para realizar mis cualidades internas como ser espiritual,  yo quiero ir en el carril rápido.  Que a la hora de mi muerte,  pueda decir que vi muchos tipos de paisaje,  conocí tanta gente y viví intensamente.  Que no me vendan ideas ajenas de cuál es la right thing to do.  Que mi vida sea profundamente mía,  a pesar de todos los errores y dolores.

Me alisto,  tengo mi salveque con mi mat y mi alfombra de algodón que dice orgullosamente ashtangayogacostarica.  Doy gracias infinitas a mi madre que está en estos momentos dándole desayuno a Gael,  Theo y Matías para que yo esté aquí,  a las muchachas que me ayudan a cuidarlos cada día con tanto amor.

Esta mamá tiene algo importante que ir a hacer hoy.  Tal vez no sea un trabajo de oficina,  tampoco va vestida elegante.  Van con unas chancletas,  ropa de yoga y mucho miedo.  Pero está dispuesta a soltar y eso es una estado interno que no puede verse.  Los efectos serán los que Dios quiera para mi vida. Voy confiada en que no controlo nada y aliviada a la vez.

Ahora sí,   mi vida puede empezar.


martes, 24 de abril de 2012

Dopamina y decisiones

Escribo desde el avión que casi me deja de Dallas a San Diego.  Nunca he corrido tanto!  la fila de Migración gigante,   la de Customs peor.  El tren dio ochenta vueltas y llegué al counter sólo 10 minutos antes de la salida.  Ya iba resignada.  Sudando y jadeando,  me dejaron entrar y todavía no lo puedo creer.

Disfruto de este vuelo en todos los sentidos. No sólo porque casi lo pierdo, sino porque es un vuelo normal y corriente.   La semana pasada sentía que iba volando en un avión al que se le había incendiado un motor.  Estaba a muchos kilómetros del suelo y todo el sistema empezó a encenderse con luces y alarmas.  Traté varias veces de aplacar el pánico,  pero el avión comenzó a perder el rumbo.  Imposible maniobrarlo.  Me iba a estrellar.

Se iba de lado,  los controles no funcionaban.  De pronto,  se empezó a detener y eso en medio del aire sólo significa una caída en picada.  Si no encontraba una forma de aumentar la velocidad,  irremediablemente la gravedad tomaría el control y me hundiría como una piedra.  Cómo estabilizarme?

Sólo con un motor,  la perspectiva de agarrar velocidad parecía imposible.  Fue un momento de indecisión espantosa,  sudé y temblé de miedo como nunca antes en mi vida.  Trataba de pensar,  pero no había tiempo.  Si no aceleraba,  mi avión iba a caer.

Ahí que decidí soltar el avión y dejar que cayera.  Inmediatamente,  recobré la velocidad.  Sin embargo,  fue esta decisión de soltar la que me permitió recobrar el rumbo perdido.

Los humanos somos seres racionales:  correcto?  NO.  Así no funcionamos,  al menos, así no funciono yo.  Cuando tomo una decisión, mi mente está bañada por  sentimientos,  regida por la pasión.  Estos impulsos emocionales influyen  en forma secreta.  La decisión de soltar no fue analizada y sopesada:  yo sólo sabía que era lo que tenía que hacer.

Cuándo tengo que analizar las cosas racionalmente y sopesarlas y cuándo me dejo llevar por el corazón?  Depende.  Creo que los sentimientos me ayudan a pensar.  La ficción de que soy sólo un ser racional,   tipo Descartes,  es una mentira.   Pero cómo no sucumbir a la presión de los sentimientos y tomar decisiones inteligentes?


Cuando uno tiene una pasión en la vida como la tengo yo y su práctica ha sido constante y diaria,  llega un momento en que todo fluye sin pensar mucho.  Cada vez que llego a mi mat,  siento.  No pienso en las alineaciones y la técnica-  eso fue un trabajo que hice hace muchos años.  Lo aprendí y lo integré.  Siento mi cuerpo, pienso balance,  suavidad,  disfrutar, respirar.     Mis emociones hacen que mi cuerpo se mueva en armonía y con una elegancia natural.   No estoy anticipando nada ni tratando de que nada suceda.   Sólo siento y soy en ese momento.

Este sentimiento de smooth quisiera que me acompañara en mi vida.  Sé que soy un animal emocional.  Creo que todos lo somos.  Sin embargo,  los químicos cerebrales pueden jugarnos una mala pasada.  Un exceso de dopamina,  ese neurotransmisor poderoso,  puede llevarnos a estados de éxtasis ficticio donde los cables se nos cruzan.  La dopamina nos ayuda a regular nuestras emociones,  desde los inicios del amor hasta las formas más viscerales de repulsión.   Aunque Platón descartó las emociones como fuente confiable- los caballos salvajes del alma-  de hecho influyen en nuestras escogencias y causan estragos si están sobrealimentados.

La semana pasada,  siento que un tumor cerebral nubló mis sentidos y arrasó con mi racionalidad.  Y necesitaba sentirlo para realizar el desbalance.  Por mucho que he practicado,  de alguna forma fallé y me equivoqué.  Siempre pido a Dios discernimiento para distinguir lo falso de lo verdadero.  Como decimos los ticos vulgarmente,  me fui en la tira.  Confundí el espejismo de mi mente-corazón con la realidad.    Me equivoqué rotundamente.   Casi no dormí,  sufrí y lloré.  Aprendí.

Rumbo a Encinitas a ver a mis maestros,  agradezco ese estado de locura temporal que volvió mi mundo al revés y me recordó mi humanidad.  Ese avión a pesar de todo no se estrelló.  Estoy aquí,  reviviendo todo como si hubiera sido un sueño.   La oscuridad fue tal que llegó un momento en que me perdí completamente.  Pero el túnel terminó.  Me siento serena y confiada,  no importa cuál sea el desenlace de mis decisiones tomadas en estado de emoción violenta.

Agradezco el maldito error.

Es a través de los errores que aprendo.

Aprendí que confiar en mis emociones requiere vigilancia constante.  Una práctica de intuición inteligente es el resultado de muchos errores.  Tal vez eventualmente un día pueda tomar una decisión desde mi intuición que sea la mejor de todas.  Que no cause daño a mí misma y a otros.

Los errores no tengo que juzgarlos.   Leí hoy que un experto es aquel que ha cometido todos los errores posibles en su campo.  Mi campo es la vida.   Creo que me he jalado tantas tortas!  y aún así,  creo que esto es bello.  Tengo esperanza.   Tengo fe.

Aprendí desde pequeña que el camino era no equivocarse y buscar la perfección.  No exponerse ni arriesgarse.  Comprobé ya grande que tengo que equivocarme para así crecer como ser humano.  No hay atajos para este proceso tan doloroso.  Voy con el corazón hecho un puño,  pero con una hermosa sensación de renovación.   El error pulió las aristas de un corazón que estaba congelado.  De alguna forma,  no fue un error sino una epifanía,  una revelación.


Anticipo el encuentro con mis maestros y recuerdo que uno de ellos me dijo una vez que está práctica de yoga ERA abrir el corazón.  En ese momento no lo entendí.  Mañana,  cuando lo abrace,  yo sé que va a sentir este corazón transformado.   Va a ser un abrazo real, un abrazo genuino.  Querido Tim, voy a sentir que te abrazo por primera vez.

martes, 17 de abril de 2012

Los milagros existen



  • Estos días después del regreso de Osa han traído a mi vida un frescor de primavera,  a pesar de que abril en Costa Rica se caracterice más bien por los primeros aguaceros. Durante muchos años sentí que mi vida estaba en manos de un Creador bipolar víctima de una niñez infeliz.  Buscando salir de semejante predicamento,  cree intenciones,  hice promesas,  medité y visualicé...y ahora me encuentro con que,  en una pincelada de colores abruptos,  todo mi paisaje interno ha cambiado.  Ya no me reconozco.  Lo que ayer me gustaba,  hoy me produce indiferencia.  Lo que ayer apenas percibía,  hoy lo llevo en el alma.  Todo está cambiando como un caleidoscopio en movimiento y a veces me siento mareada de tanta vuelta. Veo como he creado mi vida y cada ser a mi alrededor refleja aspectos de mí misma sobre lo que creía y creo del mundo.  Esa "realidad" que me rodea no es más que mi propia alma y sus reflejos.  Y al ser consciente de este poder de creación consciente,  me doy cuenta de algo tan simple como es que puedo crear con seguridad y precisión todo lo que desee. Esta semana me ha sorprendido con un círculo de luz:  me siento rodeada por seres celestiales que me impulsan a moverme en nuevas direcciones.   La sensación es como de ser arrojada a un guindo sin nada de qué agarrarse y,  sin embargo,  sentirme totalmente identificada con la causa de renacer en el vacío.
Todo aquello que he creado en mi vida refleja lo que necesitaba comprender mejor. Lo que me aprisiona es mi decisión personal.  Quiero ser libre de escoger libertad.   Y es ahí cuando sé que tomar responsabilidad sin culpa por mi vida abre las puertas a un futuro nuevo y lleno de luz.


Por todos los milagros y bendiciones que me han traído hasta el día de hoy, uno de los más intensos y gloriosos de mi vida.