lunes, 28 de marzo de 2016

Somos Uno

He vivido en el último mes dos experiencias que me han confirmado al mil por mil que somos una sola energía presente en muchos cuerpos distintos. Una cosa es el concepto y las palabras y otro comprender dentro del corazón que lo que le sucede a otro ser nos sucede a cada uno de nosotros.

Tengo una amiga que sigue viva en todos los sentidos para mí.  Su cuerpo físico no funcionaba más pero su alma está tan vibrante y conectada como siempre.  Hay un muchacho, amigo cercano de mi propio hijo,  quien también surca el cielo con alegría y velocidad en estos momentos,  con menos peso y toda la libertad.  Sus presencias han conmovido mi vida y la de muchos en los últimos días y su misión era clara:  abrirnos a todos los ojos.

El amor en este plano de consciencia es tan difícil de aprehender.  Creemos que amar es aferrarnos al ser amado hasta asfixiarlo,  incluyendo padres, hermanos,  parejas e hijos.  Como si tuviéramos derecho sobre ellos. Cada uno de nosotros es un ser de luz y las construcciones familiares parte también de este condicionamiento.  Mal enfocadas nos aprisionan y aprisionan a aquellos que supuestamente "amamos".  Bien enfocadas son una tribu incondicional.  Somos almas todos en camino que encarnamos cercanos a seres que nos ayudan a evolucionar,  a veces de formas sumamente dolorosas que no comprendemos en el momento,  pero que después tienen todo el sentido.

Las almas cercanas son espejos potentes si escogemos dejar nuestra identificación con lo falso e indagar más profundo.  Son aliados,  nunca enemigos,  a menos que decidamos defender la identidad falsa e insistir en sostenerla.

Ir más profundo que la identidad que todos hemos luchado y trabajado tanto por construir parece una contradicción.  Soltar el condicionamiento es la labor más absurda para el ego y se siente como derrumbar una casa que hemos construido con mucho miedo y deseo de encontrar un lugar seguro en este mundo tan áspero a veces.  Pero esa casa tiene que irse,  tiene que caer y desmoronarse.  Algunos seres vienen a este mundo a ayudarnos con esta difícil labor:  algunos son muy contundentes y sus acciones nos desgarran el alma.  Y eso nos ayuda a despertar a la única realidad posible:  que somos algo inefable,  eterno y parte de algo más grande que nunca muere.

Nunca necesitamos la casa.

Tengo siete hermosos y amorosos hijos y cada uno de ellos es un ángel en mi vida desde que los concebí.  No puedo imaginar mi vida sin sus presencias.  Pero sé también que son seres autónomos con caminos propios,  almas fuertes y destinos desconocidos,  incluso para mí siendo su madre.  Su ausencia sería inconsolable pero tengo una fe profunda e inquebrantable en la energía que los creó, que los formó en las entrañas de mi cuerpo y me los ha prestado por todos estos años.  Esa energía sabe qué hacer con sus vidas.  Sé que todas las madres costarricenses sentimos en este momento una herida en el corazón:  un muchacho como los nuestros,  un ser de luz,  un joven sano y jovial, inteligente y sensible,  amoroso,  ha salido de este plano abruptamente.  Todo estaba escrito y cuesta mucho entender el sinsentido.   Pero su paso en esta tierra nos ha dejado una lección importante a todos,  al igual que mi amiga:  somos afortunados de este pasaje vital,  dure lo que dure.  Es una oportunidad única de compartirnos desde lo más importante, desde quién somos en verdad.  Ir más allá de todo lo que nos dice que somos seres individuales,  separados.

Somos la energía del Amor en muchos cuerpos por un tiempo limitado en esta tierra.  

Al igual que Denise y Alejo:  que nuestro paso por esta vida sea un paso amoroso y amable.  Que dejemos una huella de consciencia y de plenitud,  no importa lo sucedido a nivel físico.  El cuerpo es apenas una capa superficial de todo el poder de un ser humano.  Somos cada uno de nosotros herederos de una responsabilidad con ellos:  no seguir negando nuestra conexión,  nuestra hermandad.

Afianzarla,  transmitirla, compartirla y crearla cada día con valentía y confianza,  a pesar del dolor.

Todos son hijos nuestros,  todos somos hermanos.  Sólo sabemos una cosa con seguridad en esta vida y esa es que vamos a tener que despedirnos muchas veces.  Ojalá que cada despedida sea un chance para recordar lo verdaderamente importante.  No lo urgente.  Hoy es lunes después de semana santa y todos estamos llenos de logísticas atrasadas.   Pero hoy es día de rezar,  de intentar perdonar desde lo más profundo de nuestro corazón la locura,  la oscuridad y la inconsciencia.  Y de enviar mucho amor a todos los seres,  en todos los planos,  que están tan presentes como en vida y ahora libres de comprender su paso por esta tierra.

A todos los que amamos,  vivos o muertos,  con profunda gratitud por enseñarnos tanto.




domingo, 20 de marzo de 2016

Carbunclos

El mar me recibe como siempre:  con sus caricias,  besos y espuma.  La arena fina llena de conchitas y erizos reconoce mis pies.

Qué fácil es soltar aquí el peso de la ciudad,  el estrés del tráfico y las mil y un vueltas que parecen consumir mi vida citadina.  Una vez que estoy aquí siento que nunca me fui. Y es que todo mi ser se ha acostumbrado en los últimos años a este bello Caribe,  pleno de luciérnagas y chicharras al atardecer,  suave en su oleaje y masivo en su exhuberancia y verdor.

Sólo respirar este aire es ya una terapia profunda.  Sumada al gran placer de su océano,  la delicia de su brisa y ese legítimo rice and beans que acabamos de cenar.

Mientras escribo,  Gael duerme a mi lado.  Jugó como nunca con sus hermanos mayores:  es una semana bastante especial para todos nosotros.  La familia está unida,  varios de ellos viajaron desde lejos para esta confluencia.   Los ojitos de los más pequeños no se despegan de sus hermanos mayores,  emblema para ellos de la fuerza,  potencia y solidez de machos más formados.  Los aturden con sus juegos y risas hasta el punto de fatiga muscular y yo sólo me maravillo de pensar que estos seis maravillosos muchachos llegaron a esta tierra a través mío.

Al igual que este frondoso Caribe,  mis hijos son cada uno de ellos un especímen exótico.  No son muchachos normales ni aspiran a serlo,  gracias a Dios.  A pesar de estar educados en el sistema son por naturaleza exiliados de él sin quererlo.  Tienen todos padres y madre bastante sui generis.  No en vano los tres hemos recorrido mucho camino en cuestiones del alma-  sin que por ello pensemos que nuestra labor está terminada ni mucho menos.  Creo que mis dos ex esposos y yo coincidimos en que nuestros retoños son nuestros mejores maestros y que es gracias a ellos que hemos podido entender nuestra búsqueda.

Faltó mi niña al paseo pero  entiendo su deseo de quedarse en el silencio de la finca adentrada en su propia introspección.   Falta pero está muy presente porque es inevitable punto de referencia diario para todos nosotros.  El alfa y el omega no pueden sobrevivir el uno sin el otro y en una familia de seis hombres y una mujer,  la polaridad es necesaria y esencial.

Termino un día intenso a nivel personal acunada por los sonidos de la selva antes de dormir.  Estoy a las puertas de decisiones importante en mi vida y estando todos juntos siento el apoyo energético y deseo de continuar con fuerza y determinación.  Fue una semana difícil y me sentí flaquear algunos días.  Pero estoy en el mar que amo con la gente que amo,   rodeada de la belleza salvaje de mi país que me abraza de mil formas.  Mi cuerpo y alma están sedientos de esta semana de sol, cielo,  nubes, mar, risas escandalosas,  baile,  juegos y comidas juntos.  Mi corazón pleno.  No necesito nada más en esta vida y todo lo que me traiga está de más,  sin prisas ni tensiones.  Hay una calma muy hermosa que llega al corazón de una mujer cuando ve a su progenie encaminada en buenas lides,  con fe y entusiasmo por esta aventura llamada vida y exhudando pasión e intensidad.

Siguiendo sus corazones.

El sistema nos obliga a usar máscaras,  a ponernos encima trajes y roles a veces tan trillados y pesados.  Así fue también la primera tarde de mi vida.  Pero hoy soy tan feliz en la profundidad de la selva costarricense,  rodeada de lucecitas en las copas de los árboles que llamamos carbunclos, cantos de pájaros y monos y abajo otro montón de luces,  mientras la guitarra de uno de ellos ameniza la noche.  Los pequeños ya duermen y la casa está en paz.

La vida dulcemente me acuna, aquí en este Caribe costarricense.

El lugar más bello del mundo.


jueves, 17 de marzo de 2016

Salí de tu escondite

Me parece sumamente interesante conocer más sobre quiénes leen mi blog y por qué.

Me escriben de muchas partes del mundo y siento que mis palabras de alguna forma conectan con sentimientos afines.  Creo que todos los seres humanos tenemos días buenos y días malos.  Creo que la vida es una mezcla muy sutil entre negros y blancos,  grises que a veces no logramos acomodar bien.  Estos mensajes de apoyo y de solidaridad me impulsan a seguir vaciando mi corazón en esta pantalla.

Y personalmente me ayuda muchísimo a aclararme.

Sin embargo,  también me doy cuenta sin querer que hay gente que lee mi blog para curiosear sobre mi vida.  A veces me pregunto que tendré yo de interesante para que lo hagan.  Yo no leo el blog ni consulto el perfil o cuenta de nadie a menos que me parezcan gente realmente admirables.  Mi vida es muy rica  y abundante para andarme fijando en lo que hacen los demás.  Hay gente realmente crack de la cual aprendo y me nutren a muchos niveles. A ellos dedico mis pocos minutos libres y siento que me hacen crecer y evolucionar.

Del resto prescindo.  Enfoque le llamamos en Ashtanga:  drishti.

Mis anécdotas van más allá de las cuestiones personales:  soy sólo un dedo apuntando a la luna.  Aquí la luna son las enseñanzas del yoga y cómo a través de ellas uno puede superar cualquier cosa en esta vida.  Incluso lo que uno creía imposible de verdad.

Me sorprende cómo mi blog puede incluso convertirse en tema de conversatorios indirectos sobre mi vida personal.  Me gustaría mucho quiénes así comparten que tal vez me escriban personalmente y o me llamen por teléfono  en vez de fiarse de una fría pantalla que sobre todo está creada para mostrar la vida de un ser humano ordinario que a través de su práctica ha logrado crecer un poquito.  O al menos esa ha sido la intención.  Los hechos narrados son mitad reales y mitad ficticios, por cierto,  y los nombres muchas veces no corresponden a sus protagonistas- como toda creación intelectual que aspira no seguir ninguna regla más que palpitar con la energía de su humilde artífice.

Otros leen el blog y luego emiten juicios.  Esto definitivamente que sí va en contra del propósito de estas entradas.  Los juicios son opiniones subjetivas que distorsionan lo compartido y por tanto,  se convierten en obstáculos a la comprensión.  Mis palabras se emiten en un tono y se comprenden desde la perspectiva y experiencias personales del lector:  están concebidas para ser material de reflexión pero un juicio hace que esta comunicación quede aniquilada.  Invito a tales lectores a crear su propio blog y a dejar de seguir la vida de alguien más-  a menos que sea para inspirarse.  Perder tiempo en juzgar a otro es realmente patético en el camino espiritual.

Finalmente,  están los lectores fieles que se ven identificados con las narraciones.  A todos ustedes: muchas gracias.  Si existiera una sola persona que me escribe para mí sería suficiente para seguir publicando mis memorias.  Porque esto es lo que es esta página.  La inicié hace cuatro años en una crisis muy fuerte de pareja,  la he cultivado semanalmente,  a veces diariamente.  Los invito a hacer lo mismo y conocerse mejor.   La escritura trae el enorme regalo de aliviar nuestra alma y a veces sangrar en el teclado es mejor que herir a otro en momentos de caos e intensidad emotiva.

Y quién no haya tenido momentos de intensidad que tire la primera piedra.  Creo que la cualidad de ser honestos con nosotros mismos es una de las virtudes que trae la práctica de yoga.  Y transpirar verdad a muchos incomoda,  pero ya eso está más allá de mi control y mi interés.

Así que si realmente estás interesado,  uníte a este blog y mostrá tu apoyo públicamente.  Así podemos tener una relación.

Si estás curioseando,  llamáme por teléfono y nos tomamos un café.   Podés preguntarme lo que querás directamente.  Te lo agradezco en vez de ser tema de tus conversaciones  con alguien más que probablemente ni siquiera me conoce o me conoció en el pasado y yo,  la Mariela de hoy,  no tengo nada que ver con esa que conociste.

Seamos reales,  esa es la consigna del yoga.
Nuestro buen karma.

Y si estás leyendo para inspirarte,  creo que caíste en el lugar adecuado.  Aquí se comparte de todo: desde alegrías hasta penas,  desde traiciones hasta momentos sublimes,  desde belleza hasta tristeza profunda.  No es una novela,  es una narración de una vida común y corriente que ha tenido la enorme bendición de tropezar con el yoga.

Una especie de Big Brother literario sin otro afán que compartir.

Ps. Por cierto, todos mis datos personales los encontrás en el listado de mi escuela en India,  www.kpjayi.org

Namasté.





martes, 15 de marzo de 2016

Samsara Hala Hala

Hoy no tengo nada hermoso ni inspirador que escribir.

De hecho fue un día verdaderamente espantoso.  Me puse a hacer una lista de todo lo que salió "mal" y se pasó de la quincena.  Es predecible y ya conocido para mí que cuando entra mucha luz en mi corazón la oscuridad está asechando a la vuelta de la esquina.

Desea con todas sus fuerzas arrebatarme la experiencia.

Antes de abrir mi listado,  aparece en mi camino un calendario.  Es un calendario del 2010 con las palabras de una maestra que podría decir es mi ángel guardián.   Aunque no la conozco personalmente,  sus palabras  han sido bálsamo en mi alma por muchos años.  A ellas me aferro en este momento de dolor.

Siento que el corazón se me partió a la mitad.

Hace dos días recibí un correo de India con un rechazo difícil de digerir.  Eso comenzó la semana con el pie izquierdo.  La semana anterior había sido ya bastante dura con la muerte y ausencia de alguien a quien respetaba y quería muchísimo.

Pero además dicen que si uno quiere saber cómo anda de sólido en su camino espiritual lo único que tiene que hacer es ir y pasar un tiempo con su familia.   Ahí sale todo:  todos los dolores viejos,  todas las expectativas frustradas,   los sinsabores,  las etiquetas.   Ver cómo el samsara toma a nuestros seres queridos,  verlos hablar con palabras de desdén e inconsciencia,  es para mí todavía el dolor más grande que puedo sentir en esta vida.  Ver a extraños comportándose de manera incoherente molesta, pero no tanto como a nuestra propia sangre.

Y dice mi maestra:  " en lo grueso del diario vivir descubrimos el amor que no nunca morirá..."

Sintiéndome desde ayer bastante vulnerable y abierta, me aventuré  a la calle.  Los niños y yo hablamos de emociones en términos de esferas de colores:  el rojo es la furia,  el amarillo la alegría, el verde el desagrado,  el azul la tristeza.  Hoy lancé varios globos rojos acompañados de palabras nada dulces:  al menos tres inconscientes al volante casi me chocan.  Pocas veces la pierdo pero hoy fue un día de esos.

Theo me lo recordó:  Mami sacó sus globos rojos hoy.

" El truco consiste en seguir explorando y no darse por vencido,  incluso cuando pensamos que algo no es lo que creíamos."

Ya iba en el carro bastante caliente.  Y en eso recibí un mensaje que literalmente me quebró el corazón:  había hecho un plan con alguien y esa persona me plantó.

Second hit.
UFFFF.

"Learning how to respect ourselves is important."

Pude ver instantáneamente que tenía dos opciones:  hacerme la que no me había dolido (como es el dictado tácito en mi familia),  todo normal como si no hubiera pasado nada.   Así la persona que actuó inconscientemente no está on the spot y todo continúa- aunque claro, yo sintiéndome re-mal. Así que decidí por primera vez hacer exactamente lo contrario a lo esperado por toda la tribu:  decidí ser honesta con mis sentimientos.

Suspendí varias actividades que me involucraban y recibí un montón de llamadas para culpabilizarme (!!!),  el colmo de los colmos.  Pero sí,   así ha sido siempre en mi familia:  uno le pone el cascabel al gato o amenaza con sentir y todos le caen encima.

_Pero estás exagerando!
_Pero si no es nada!
_Vas a arruinarnos la fiesta (?)
bla bla bla

Después de recibir todos los balazos,  me pongo mi pijama y tomo la computadora.  Esta pantalla hace milagros por mi alma.  Ver las palabras escritas me aliviana por dentro.  Respetarme me está ayudando  en vez de ir a pelar el diente a un evento donde no quiero estar.

Ser real obliga a todos a ser reales.

"Cuando la inspiración parece escondida,  cuando estamos a punto de darnos por vencidos,  ese es el momento en que la sanación llega a través de la ternura del dolor mismo."

Así que aquí en mi cama me abro a sentir.  Además de estos bombazos,  el día estuvo plagado de incomodidades humanas normales:  hambre,  mucha sed,  exceso de calor,  mensajes de un ex que todavía me sigue molestando y los berrinches normales de los niños.   Se me perdió una llave importante;  tuve que pagar un montón de plata en multas de mi carro;  alguien trató mal a mis niños; un maestro que consideraba amigo y leal al método que enseño salió en unas fotos absurdas en Fb de posturas avanzadas sin práctica de por medio; alguien "olvidó"  unos papeles importantes que me obligaron ir al centro de la ciudad.  Creo que la chofer del Uber fue uno de los puntos altos del día: sumamente simpática y amable.

"El ego es aquello que cubre nuestra experiencia de estar aquí."

Sí,  así es.

Estar aquí con todos su bemoles,  grises y paradojas cuesta mucho en ciertos días.  Además extraño mucho al grupo con quién compartí por el último mes.  La casa se siente muy vacía.  Pero releo las palabras de mi maestra:  la práctica no es tratar de vivir la vida según ciertos ideales sino exactamente lo opuesto.  Sólo estar aquí con mi experiencia,  sea la que sea.

Alguien que amo mucho desapareció desde anoche y no sé nada de él.  Está al otro lado del mundo y escribe con frecuencia.  Sólo espero que no le haya pasado nada. Tal vez sólo se olvidó...

"Este momento es el maestro perfecto."

No lo siento ni perfecto ni agradable.  De hecho,  estoy feliz que ya va a terminar.  Fue un día realmente incómodo,  insípido y molesto.  Pero dice mi maestra que la ternura por la vida se despierta cuando ya no nos defendemos de la vulnerabilidad de nuestra condición.

Vulnerable,  frágil y muy triste.  Esa es mi condición actual.

Y así intento soltar cualquier idea de qué hacer con estos sentimientos y sólo soltarme a ellos.   Porque sé que el despertar está tanto en el placer como en el dolor en este plano,  en la confusión tanto como en la sabiduría,  disponible en cada instante de esta existencia extraña,  impredecible y ordinaria.

Y así me voy a la cama.

 Sé que no se trata de evitar el dolor,  hace rato que solté cualquier idea de estar confortable. Y sé que intentar huir una vez más  no tiene sentido.

Así que me alisto a llorar un rato abrazando el momento presente y a intentar ir más allá de esta barrera que me dice simplemente que fue un día perdido.

"Nada está perdido si tenemos en valor de aceptar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo."
Julio Cortázar











domingo, 13 de marzo de 2016

Misión cumplida

Termino hoy un viaje de casi 40 días en la mejor compañía.

Un viaje que empezó desde el año pasado...  que tuve conmigo cada día en mi corazón mientras practicaba en enero con mi maestro.  Que me demandó a mí y a mis seres cercanos toda una mutación interna que hoy agradezco infinitamente.

Caí en un barco con una tripulación de primera clase.  Primera clase en el sentido que todos decidieron remar juntos.  Hubo algunos casos de rebeldía e inmadurez como en todo en la vida:  sin embargo,  la fuerza del grupo como tal aplacó cualquier amenaza de insurgencia.  Imposible detener un tsunami compuesto por anhelos sinceros y mucha generosidad de corazón.

Esa parte que a veces nos sigue sosteniendo en lugares de queja, de miedo al futuro y de incomodidad con la incertidumbre vital desapareció de mi corazón.  Mi grupo me ayudó enormemente a cruzar olas gigantes que en algún instante creí que no lograba atravesar.  La magia de saberme con seres de tanta estatura espiritual me conmueve.  Y lo más lindo es que cada uno de ellos anhela hacer el bien sin que nadie se dé cuenta.

Ese anonimato es importante.  Vivimos en una era donde los medios ensalzan y crean historias sobre seres mínimos que aparentan ser muy grandes y profundos.  Vivimos en una lucha indiscriminada entre imágenes y fotografías,  muchas de ellas sin contenido porque tristemente conozco personalmente a sus protagonistas.  No hay relación entre lo que muestra la imagen y su persona.

Así que el panorama actual, sobre todo en el mundo del yoga,   apela diariamente a esa sabiduría interna que todos tenemos de saber qué es real y qué no en cada momento.  Mi grupo me ayudó a realizar más realidad dentro de mí.  La realidad en lo que hago significa ser uno mismo en todo momento, por encima de imágenes creadas artificialmente y propuestas de marketing cibernético. Lastimosamente,  videos y canales están sustituyendo la presencia humana para aquellos ignorantes que todavía no han probado la miel y creen que la presencia del Shakti puede sustituirse con proezas y maromas vacías.

La presencia humana es insustituible,  importante. Radicalmente esencial para avanzar.  Esencial para un buscador diría yo y tiene que ser la mejor presencia,  la más inspiradora.  No aquella que nos trae nuestros miedos e inseguridades a la superficie:  gente que le encanta enfocarse en lo peor que puede pasar,  en la carencia,  en lo que está "mal".  Nada está mal per se:  y si algo no nos gusta es tan simple como tener la fuerza de hacer los cambios necesarios en lugar de seguir perpetuando la posición de víctima,   tan cómoda para muchos.

Mi grupo remó.  Remó con todas sus fuerzas.  Algunos se durmieron,  pero otros no durmieron del todo.  Dejaron de comer,  totalmente absortos y enfocados en la importancia de la faena.  Otros se dedicaron a comer,  a hacer tiempo,  a distraerse.  Pero la mayoría no claudicó.  Dicen que los estudiantes son la biografía de su maestro:  hoy puedo decir con mucha alegría que me reconozco nueva ante el gran honor de haber compartido con seres tan inteligentes,  de tanta profundidad y sabiduría interna.  Amables,  generosos,  amistosos,  alegres y con mucho sentido del humor sin perder su enfoque.

Creativos hasta decir basta. Agradecidos con la vida.

El viaje nos obligó a todos a ir a lugares nuevos.  Cada grupo de estudiantes que tengo el gran honor de conocer me enseñan algo:  este grupo me enseñó que pasión no es perder los estribos sino sostenerse en el amor,  como decía la Madre Teresa.  Aunque ya uno siente que no dan las fuerzas, que el cuerpo no responde,  que no puede dormir.  Amar no es una proeza sino simplemente la capacidad de seguir amando en el día a día cuando todo nos dice:  no lo hagás más.  Y lo que hay al otro lado de este esfuerzo titánico para cualquier ser humano es más de todo lo que todos buscamos y anhelamos: la conexión poderosa con nuestro espíritu,  ese que nunca se cansa y nunca termina de reconocerse en esta vida.

Vendrán muchos viajes más.   Tengo uno próximo en abril a un lugar agreste,  un desierto sin agua dividido, absurdamente guiado por líderes ciegos.  No es una tarea fácil pero me llevo un corazón grande y fuerte gracias a mi grupo y a la inspiración de mis maestros.  Uno de mis estudiantes parte en una misión a Damasco después de este intensivo: yo me siento parecido.  Voy a una zona de guerra,  impredecible y peligrosa. Pero este grupo que apasionadamente dejó todo lo conocido en pos de una quimera estará siempre en mi corazón.  La enseñanza del poder ser más auténticos y reales en un mundo que se vuelve cada día más una foto en Instagram,  un post estético en FB y una línea copiada de alguien más.

Seres auténticos,  reales, genuinos y vivos:  eso es lo que produce este yoga en manos conscientes. En manos inconscientes produce egos grandes,  desconectados en su narcisismo y con muchas ansias de fama y poder.  Pero he estado casi cuarenta días en la mejor compañia y siento una incontenible alegría,  un deseo muy grande de tender la mano al otro,  una compasión gigante porque todos estamos dando una lucha a muerte.  No hay casualidades y sé que a todos en mi barco los conocí antes:  el imán hacia el maestro viene de otras vidas y cuando sucede no podemos más que estar en suprema gratitud.

Pasión y ganas: me quedo inundada.







martes, 8 de marzo de 2016

Mujer

Ser mujer es lo mejor que me ha pasado en mi vida.

Según varios astrólogos,  esta es mi primera encarnación femenina.  Fui guerrero muchas veces antes. Será por eso que me siento tan profundamente agradecida en este momento  por este cuerpo de mujer.

No fue así por mucho tiempo.

Crecí en un hogar donde esperaban un Diego,  no una Mariela.  Donde la primogénita tuvo que asumir el rol de ese hijo anhelado y donde ser mujer era básicamente un estigma.  Soy heredera de mujeres sufridas,  frustradas,  enfermas física,  mental y emocionalmente.  Soy un eslabón perdido en una guirnalda de sufrimientos heredados que se rebeló ante el destino de nacer fémina.

Ser fémina equivalía en mi familia a estar en silencio y aguantar...no matter what.

Cuando uno viene de tal estirpe existe una expectativa familiar de que todo se calle,  los secretos se mantengan como tales y una misma pase desapercibida.  Existe una negación total de la realidad del asunto y una complicidad patológica a perpetuar la locura.  Que una niña decida denunciar todo esto en voz alta es muy mal visto en las familias y más en una sociedad tan conservadora como la costarricense,  más cuando esa niña crece y no se conforma.

Así que mi camino ha sido,  desde que cumplí 7 años,  un camino muy difícil.  Las mujeres de mi familia se pusieron del lado del status quo en vez de darme la mano.  Me sentí muy sola por muchísimos años-  33 de hecho hasta que encontré el yoga y a mis maestros.   Antes de eso viví en un mundo raro que daba privilegios incontables al varón y a la mujer el doble del esfuerzo y la mitad del mérito.  Mi sociedad machista y enajenada en manos de madres y abuelas que perpetuaban la aberración y yo una testigo inconforme de tanto espanto tras espanto.

Hasta que decidí no callarme más.

Las consecuencias de ese romper silencio han sido copiosas.  Hay un exilio que sucede irremediablemente cuando uno se niega a seguir jugando el juego de la inconsciencia,  de la costumbre,  de lo cómodo.

Cómodo para quién-  me pregunté durante tantos años?  Si el sistema oprime es porque hay alguien que se deja oprimir.

Hoy conmemora el mundo a la mujer.  A las mujeres valientes y determinadas digo yo.  También hay muchas otras que todavía no escuchan la canción de la libertad y es nuestro deber como hermanas inspirarlas de alguna forma a salir de su ostracismo, de ese exilio sangrante de su propia humanidad. He aprendido que las palabras se quedan cortas ante el poder del ejemplo.  De qué me sirve leer muchas letras estéticamente correctas si su protagonista todavía no ha roto con el miedo? Si todavía se deja controlar por seres que no le llegan ni a los tobillos pero a quiénes ha entregado su poder personal?

De qué sirve hablarle de libertad a un sordo que cree que su felicidad depende de otro?

Son muchos los pasos que restan pero también muchos los que mujeres de armas tomar han dado por nosotras en el pasado.  A ellas,  a su fuerza,  a su poder-:  gratitud infinita.  Pero mientras quede alguna de nosotras que todavía duerme en los laureles-  hasta que la última realice que ser mujer es la responsabilidad más sagrada de un ser humano por ser nosotras las perpetuadoras de vida en este planeta;  hasta que eso suceda el planeta mismo no se va a recuperar.  Gaia es una magnífica expansión de la energía femenina y el dolor de cada una está teniendo repercusiones seriesísimas sobre este planeta.  Hasta que la última mujer sane su psiquis,  su alma,  su cuerpo:  hasta que podamos de nuevo parir los hijos como está escrito en nuestros espíritus,  hasta que dejemos de dejarnos ser intervenidas como si fuerámos dependientes de algo allá afuera,  cesemos  todas las formas de violentarnos...

Hasta que podamos vernos a los ojos como hermanas y ayudarnos a despertar.

Reconocer nuestra sangre a través de nuestras hijas con ojos abiertos,  suyos y nuestros, sin ponerles etiquetas ni limitaciones de ninguna clase.

Abrir nuestras alas al cien por ciento,  sin que nos importe qué dice el macho de turno.

Hasta que recuperemos el poder de dar la vida sin tapujos,  sin represiones,  sin cáncer de por medio de tanto dolor acumulado,  sin verguenza,  sin timidez...con dolor lacerante y bendito y mucha presencia.

Hasta que seamos realmente merecedoras de estos cuerpos sabios,  intrínsecamente bellos independientemente de lo que los medios nos digan qué es bello y que no.

Hasta ese día podremos caminar de nuevo en un planeta vivo,  fértil y abundante.  Hasta ese día cesarán los terremotos,  los tsunamis,  los calentamientos globales,  la infertilidad generalizada,  la violencia doméstica,  la infidelidad,  la mentira a nosotras mismas y todas las calamidades que vienen del hecho de negarnos nuestros derechos humanos básicos en nombre de un modelo obsoleto.

Así sea para todas y cada una de nosotras que tenemos la gran oportunidad de estar vivas en estos momentos de tanta apertura y cambio.  Las generaciones presentes, pasadas y futuras nos lo demandan.


domingo, 6 de marzo de 2016

Milagro


Me despierto a un domingo sereno en mi bella Costa Rica.  El sol radiante de nuestro verano anuncia un día caluroso.  Me despierto al recuerdo de alguien que amo muchísimo y que se encuentra muy lejos de mí en este momento.  Aunque su presencia física no está,  todo me lo recuerda.

Cada paso,  cada palabra que leo,  el cielo,  las nubes,  el sol,  mis manos y mis pies...

Siento ese impulso del apego,  esa necesidad de estar cerca,  de verlo todos los días,  de sentir su compañía y cariño de nuevo.   Necesidades humanas predecibles que forman parte del caleidoscopio de emociones naturales en este plano.

Y así,  poco a poco,  mis fantasías van sustituyendo sutilmente la realidad y comienzo a delirar en un sin fin de imágenes e ilusiones,  pasadas y futuras.

En ese momento  topo con estas palabras tan crudas de uno de mis maestros:


" La relación es inevitablemente dolorosa.  

Si no hay tensión en la relación,  deja de ser tal y se vuelve un estado adormilado,  un opiáceo:  lo que la mayoría de la gente anhela y prefiere.  

El conflicto está entre este deseo por el confort y los hechos,  entre la ilusión y la realidad."


Intento observar la ilusión,  mi propia ilusión:  es tan linda.  Tiene un rostro hermoso,  una inteligencia privilegiada.  Está empacado en un cuerpo muy atractivo,  tiene el tono de voz correcto y la personalidad más llamativa que he conocido en mucho tiempo,  precisamente por ser alguien introvertido y bastante tímido.  Su energía me envuelve y me marea,  todo potenciado por el hecho de que no está cerca:  llámese nostalgia, melancolía o añoranza.


Sin embargo,  el maestro habla de que la inseguridad es la esencia misma de la relación y que buscar seguridad en ella es lo que precisamente tergiversa su función y trae un serie de infortunios.

Ajá...

Me cuesta escucharlo a través de toda esta serie de imágenes mentales muy placenteras que se continúan sucediendo y parece que van in crescendo.   Algunas son recuerdos, otras  imaginación pura.  Brincan entre pasado y futuro y les cuesta detenerse.

Las relaciones están ahí para revelarnos algo dentro nuestro que solos no podríamos ver.  Están ahí como  una epifanía muy valiosa que nos ayuda a conocernos mejor.    Pero el auto-conocimiento a través de ellas es muy doloroso:  demanda un ajuste constante,  una flexibilidad de pensamiento y de emociones y un deseo profundo a no sucumbir a todas las ilusiones del inconsciente colectivo.

La relación es una tensión dolorosa con períodos de paz e iluminación sublimes-,  continúa diciendo el maestro.

Por qué será que la única parte que veo y anhelo en este momento es la de "iluminación sublime"?

Sé que trato de evitar la tensión y observo como hasta preferiría el confort de la dependencia,  ese estado conocido de seguridad sin retos,  esa ancla "segura".  Y así es como al igual que muchos,  en mi vida he buscado refugio en ese no pensar,   en la rutina segura que tapa la inseguridad perenne en toda relación humana.  Y cuando la inseguridad comienza a aflorar- como irremediablemente lo hará,  entonces uno siente el impulso de salir corriendo y buscar otra que nos dé la seguridad supuestamente perdida...

Y repetimos todo de nuevo.

Terminamos en una relación de dependencia basada en los miedos e inseguridades mutuas.  Y la relación se vuelve una cadena más al árbol de la ignorancia en vez de cumplir con su función de ser un agente de cambio y realización personal.

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Me acuesto con la tentación de seguir soñando con este ser que me tiene profundamente conmovida y diría yo,  bastante obnubilada.  Siento que la respuesta está dentro mío aguardando ser escuchada: en algún lugar entre sentir completamente  sin intentar apegarme a ningún desenlace.  Difícil considerando las variables en juego,  especialmente los patrones mentales dominantes en mi cabeza y que siguen haciendo eco al perpetuar la relación como un supuesto oasis,  salvación o cielo.

No es fácil el proceso de despertar al Amor Verdadero.  Ese que vibra siempre y cuyo origen es nuestro propio ser.   Ese que se comparte,  que libera,  que nos hace crecer.  El que no quiere nada para sí y se da por completo sin esperar nada a cambio.  Porque ya lo tiene todo y  sabe que sólo puede expandirse.

Extraño un rostro,  unos ojos y una sonrisa y me recuerdo que ese rostro es un reflejo de una parte de mí misma que me invita a ir más profundo en mi alma y reconocer sus cualidades en mi propio corazón.  Este espejo-regalo que hoy me envían con cariño para recordarme que la vida es una serie de coincidencias que no son tales,  todo perfectamente diseñado por una Inteligencia Superior para ayudarnos a comprender.

Siento el Amor por este ser infalible a mis ojos,  perfecto en sus cualidades,  atractivo hasta decir basta como una invitación cariñosa a descubrirme,  con la anticipación certera de que sólo tengo que estar dispuesta a intentarlo.   Con la alegría de saberme reconocida por Alguien allá en este Universo infinito que me consideró lo suficientemente importante para mandarme un regalo tan valioso, sagrado y que me está cambiando la vida a la velocidad de la luz.

Regalo inaprehensible y efímero,  por supuesto- como todo en esta vida.  Y ahí radica, precisamente, su milagro.




miércoles, 2 de marzo de 2016

Valiente

Estoy descubriendo en este momento de mi vida el significado de la valentía.

Por muchos años creí que ser valiente era ganar y luchar hasta el desmayo sin tregua.  Me rompí los sesos y el corazón intentando controlar mi vida-  sin éxito.  Es hasta este momento que siento un respiro,  que me siento más relajada y abierta.  Y de esa misma energía la vida me está trayendo un montón de regalos.

A todos nos educan para ganar,  ser los más exitosos.  Tener las mejores notas.  Como si las notas fueran un garantía a futuro de nuestra felicidad.  No.  La ecuación es incorrecta.  Nada puede protegernos de la vida y de nuestro karma.  Ese paradigma equivocado en que nos ahogamos los occidentales de éxitos externos y fama es iluso.

Indagar en los rincones de nuestro corazón es para mí,  hoy,  la verdadera valentía.

En otros momentos creí que ser valiente era aprender a sufrir con resignación.  Como si el sufrimiento fuera una parte imprescindible y hasta deseable de esta vida-  alimentando dramas aprendidos e historias desgastantes.

Cuántas veces actué por reacción,  por revancha y por venganza.  Cuántos clavos me saqué olvidándome que si alguien más está mal,  si alguien sufre yo no puedo estar bien.  Cuántas veces creí que cerrar mi corazón al supuesto enemigo me iba a salvar de su energía,  sin darme cuenta de que más bien lo aprisionaba conmigo en las trincheras del veneno propio.

El veneno se fue.  No sé adónde pero no lo siento.  La gente misma desapareció,  no sólo de mi vida sino de mi ciudad,  de mi país.  Se los tragó la tierra.  Es uno mismo y sólo uno mismo quien alimenta energías de obstrucción y hasta crea los personajes de la historia.   Y sólo nosotros mismos podemos liberarnos.

La libertad no es quedar bien con los demás.  Es tomar responsabilidad de nuestra propia vida y de nuestra felicidad.  Sí,  probablemente muchos estarán incómodos de vernos en nuestra faena, perdidos quizás en dependencias y banalidades.  Pero el único servicio que podemos dar realmente a nuestros seres amados y al mundo en general es ser felices:  ser auténtica y genuinamente quién somos,  más allá de las máscaras corroídas que cubren el rostro puro y diáfano de nuestra esencia.

Estoy encontrando mi valentía abriéndome a todas las posibilidades que esta vida infinitamente sabia me ofrece.  Estoy sintiéndome muy amada y sostenida  por Dios en todos los sentidos que un ser humano lo necesita.  No existen carencias,  no hay reclamos ni quejas.  Sólo un sentimiento de puro éxtasis y mucho gozo.

Recuerdo a una de mis primeras estudiantes siempre con mucho cariño.  Pasó pruebas muy difíciles, pérdidas muy cercanas a su corazón antes de encontrar el yoga.   Me inspiró mucho su fuerza y determinación por muchos años.  Y recuerdo un día que se me acercó y me dijo con mucha alegría que ese día se había sentido tan feliz por nada,  simplemente sintió una expansión inmensa en su corazón.

Me alegró tantísimo escuchar esto.  En ese espacio abierto pude ver a su hermosa hija danzando,  a sus nietos, a su esposo.  La vi a ella en toda su belleza,  una mujer nueva,  llena de entusiasmo por la vida y al mismo tiempo,  la muestra misma de la valentía para mí en esta tierra.  Su ejemplo me acompañará siempre como un testimonio poderoso de las bendiciones de una práctica seria y comprometida por muchos años.

Y sí,  yo también me siento valiente.  Pero sobre todo conmovida de realizar los efectos del Amor en mi vida y en muchas otras cercanas que se están moviendo a velocidad Luz.  Dicen que las almas encarnamos en grupos y si es así,  me ha tocado una tribu poderosa: mi familia,  mis hermosos cachorros,  colegas,  amigos y estudiantes.  Cada uno de ustedes me toca en un lugar profundo y me completan de manera insustituible.  Somos todos una solo energía en distintos cuerpos danzando con alegría y sin dudas mientras dure esta aventura.

Miembros de un clan sagrado cuya consigna es vivir la vida al máximo,  con pasión y fuerza.
Eso somos.