lunes, 13 de febrero de 2012

Look for the Good

Varios días sin escribir. Entre una casi neumonía que me dio porque  nos bajaron en medio de una nevada en Frankfurt,  hasta los detalles del día en día con los chichis,  he estado bastante ocupada.  Además,  la vida tira curvas:  graves acusaciones salieron a la luz en contra de mi maestro de Anusara,  John Friend.  Ya hace varios meses empezó del éxodo de sus maestros más importantes,  renunciaron a sus certificaciones.  Muy triste y muy doloroso.  Al igual que  muchos maestros en el mundo y aquí en Costa Rica,  John Friend me dio  mucho en años pasados.  Gracias a él,  comprendí que el cuerpo es un vehículo del espíritu y por tanto, hay que cuidarlo y respetarlo.  Que nuestras prácticas de yoga son una forma de conectarnos con la Gracia.  Su vida personal no fue al final coherente con sus enseñanzas,  pero yo estudié con él hace más de 7 años.  En ese momento,  su sombra todavía no había salido a la luz. 

Todo esto me mueve el piso.  Sé que todos somos humanos y podemos meter la pata en cualquier momento.  Me motiva a ser más cuidadosa,  más consciente,  a sostener en mis manos la integridad al 100%.  La intención está al 100%.  No puedo asegurar que en algún momento no me vaya a suceder lo mismo,  pero me doy cuenta de las consecuencias que algo así tendría no sólo en mi vida,  sino para otras personas.  Que esto haya sucedido no significa que lo que recibí del Anusara no sea verdadero. Al contrario.  Me confirma que el juego del Shiva y Shakti,  la oscuridad y la luz,  son reales en este mundo material.  La sombra es un hecho y todos la llevamos. A veces sale de forma fea y nos domina.  A mí me pasa todos los días:  pierdo la paciencia,  me desespero,  quiero que todo sea diferente.  Pero después de practicar y estar un rato en silencio, estoy lista para ser la mejor versión de mí misma posible en el día de hoy.  De alguna manera, poder contribuir a traer más amor y luz a mi familia,  mi entorno,  mi país.  No sé si lo voy a lograr,  pero lo anhelo de corazón.   Eso es lo que me enseñó el Anusara:  a fluir con la Gracia.  Aunque eso a veces signifique bailar con la más fea y mi sombra es bien fea.  He aprendido a honrarla y a suavizarla, pero siempre está ahí.  Es parte de mi humanidad.

Por eso,  en vez de juzgar,  decido quedarme con lo bueno que John Friend me enseñó. El siempre nos decía:  look for the good.  Aún en medio del caos que esta crisis ha despertado en el mundo del yoga,  recuerdo con cariño sus enseñanzas que sanaron mi cuerpo y me ayudaron a tener más compasión por mí misma y los demás.   Me ayudaron a suavizar mis esquinas,  mi energía era demasiado Yang.  Con tristeza,  al igual que mis maestros Noah,  Darren y Amy,  renuncio a mi licencia de Anusara inspired.  Lo que aprendí lo llevo por dentro.  Pero siento que tengo que cortar con un nombre que ya no representa lo que creo.  En India, reconfirmé que el Yoga es coherencia,  ahora me toca ponerlo en acción.

Me despierto temprano después del temblor de la madrugada.  Esta es una semana llena de bendiciones:  Hernán,  mi hijo mayor,  llega el miércoles.  Tengo más de un año y medio de no verlo.  Mi hermana el jueves,  más de 2 años sin verla.  Gael y Theo cumplen años y tenemos fiesta de niños-con grandes incluídos-.  Es una semana llena de regalos.  Escojo ver lo bueno,  poner en práctica lo que me legó el Anusara.  Me despido de ese estilo de yoga que se hunde bajo los pasos poco claros de su cabeza.  Y envío toda mi energía a Sharath en Mysore para que sostenga el linaje del Ashtanga Yoga con integridad.  Yo aquí en Costa Rica voy a hacer lo mismo.



martes, 7 de febrero de 2012

Lo que decía Krishnamacharya de los estudiantes

Cierro este blog con algunas reflexiones que hice durante el vuelo de 10 horas a Frankfurt.  Creo que la alegría más grande de este viaje fue que Melania y Fabricio estuvieran también allá.  Sé que les tomó un montón de fe atreverse a cruzar el mundo en pos de un sueño.  Ninguno tenía seguridad de que iban a encontrar lo que buscaban.  Pero ayer que tomamos esta foto con Saraswati,  su maestra y sentí todo el cariño que ya se tienen,  me di cuenta de lo valioso que es lanzarse en pos de algo,  aún cuando uno no tenga certeza del desenlace.  Bien lo dice Krishna en el Gita,  tomar las acciones sin pensar en los resultados.

Creo que conozco un poquito más a estos dos después de este viaje y sé que se van a chillar por lo que voy a escribir. Pero es con el ánimo de inspirarnos a todos que transcribo esto.  Todos son actos de amor pequeñitos,  pero que dejan la señal de que ahí estuvo presente un yogi o una yogini.

El día que Marco y yo llegamos a Mysore,  apaleados por el viaje de 15 horas en bus desde Goa,  Mela nos había dejado una bolsita con dos botellas de agua- bien muy apreciado en India- chocolates,  palomitas y frutas secas.  Lo agradecimos tantísimo,  porque como siempre, tuvimos que esperar un rato a que llegaran con las llaves del apartamento.  Cuando Fabricio se enfermó-como todos los que visitan India por primera vez- Mela continuamente pasaba a llevarle comida,  a chequear que estuviera bien y no le faltara nada.  Incluso ahora que su mami y hermana están allá,  siempre pasaba a visitarnos con regalitos y anécdotas.

Por su parte,  Fabricio fue un excelente roommate.   A pesar de que a veces se sentía realmente mal y cansado primero por el ataque de diarrea y luego, por el Panchakarma,  siempre lo vi con una actitud serena, dándole la bienvenida a todo lo desconocido-incluído el "horrible ghee"-con la mente abierta.  Compartimos varias veces la comida y fue muy hermoso contarnos historias,  incluidas las de cómo conocimos a nuestras parejas y decidimos casarnos muy rápido ambos.   Igual que con Mysore,  cuando se abre la puerta,  uno entra.  Hay mil dudas,  pero la voz del corazón cuando habla, hay que escucharla.  Salimos a caminar varias veces y yo sabía que andaba mareado por el tratamiento, pero nunca se le fue el buen ánimo.  Con nuestro amigo común,  Murugesh,  el rickshaw driver,  constatamos que hay yogis también entre los indios y agradecimos nuestra buena suerte de no quedarnos tirados como sucede normalmente en esta tierra.  Llegó a nosotros algo así como un chofer de carroza,  consciente,  servicial y honrado...todo un hallazgo!

 Mela terminó de roommate de Sistashree, una hermosa mujer que ha estado viniendo a Mysore por los últimos 20 años sin faltar un sólo año.  Yogini,  músico,  escritora y en suma,  una maestra para todos,  nos enseñó los beneficios del Wheat Grass y los colonics- no muy agradables,  pero beneficiosos como experimenté un par de veces. Compartío con nosotros su música,  un soulful kirtan con aires de jazz y gospel.  Mela atrajo un ser lleno de regalos,  porque la luz sólo atrae más luz.  Gracias a la Sista, Marco y yo fuimos por primera vez al Lago de Mysore, un oasis de paz y belleza que es el pulmón de esta ciudad  y todos conocimos anécdotas de Guruji y su familia "in the old days",  como nos decía a menudo.

Mela terminó viviendo en la planta baja del shala de Saraswati.  Qué maravilla a las 4 am sólo tiene que subir al segundo piso!  Fabricio se pasa esta semana a un lugar más cercano.  Todas las mañanas,  Saraswati abre el chinamo así de temprano, enseña ahí hasta las 9 am y después se va al Main Shala a ayudarle a Sharath hasta mediodía.  Luego, enseña a los indios en la tarde.  Qué mujer más fuerte!  con  más de 70,  se mueve con gracia y solidez y tiene siempre una sonrisa en sus labios. Sus ajustes son gentiles pero precisos.  No se le va una!

Ayer fuimos al shala a despedirnos y les presenté a Sharath.  Le dimos las gracias por todo el trabajo tan increíble que está haciendo por difundir el legado de su abuelo y lo que nos contestó fue: "it´s my duty".  Con una claridad y una humildad,  sentimos el profundo amor por su maestro y su deber del corazón de abrazar con todo su dharma,  su destino.  Pudo haberse invitado muchas excusas,  pero dio el paso valiente,  firme y cada día se fortalece más como guía para todos.  Lo invitamos a venir a Costa Rica,  su esposa Shuti estaba también ahí. Lo que nos contestó fue que tenía que esperar a que sus hijos estuvieran más grandes,  se le nota que le cuesta separarse de  Shradda, que tiene 10 años,  y Shambo,  que tiene 4.

Rodeada de estos increíbles seres,  incluyendo por supuesto a mi querido Marco,  que regresó para sostener a la familia en Costa Rica,   dejo India con un sabor nuevo en la boca.  Ya no es sólo mi experiencia personal la que llevo conmigo,  ahora es una experiencia compartida.  Son ya tres ticos más en Mysore que con su presencia,  luz y actos amorosos le dan a nuestro shala una muy buena imagen en el mundo del Ashtanga.  A mí que me ha tocado estar en este ambiente algunos años y he desarrollado esa capacidad de saber cuándo un estudiante ejemplifica con su vida las enseñanzas del Yoga y cuándo no.   Hay tanta pose y es muy triste.  Los estudiantes son el testimonio del trabajo del maestro. Por eso,  me decía la Sista,  "you see a teacher through his or her students."

Será por eso que Krishnamacharya era muy "picky" a la hora de aceptar un nuevo estudiante.  El decía que un buen estudiante le da buena fama a su maestro.  Igual,  que uno mediocre o malo,  lo que hace es difamar las enseñanzas,  las cuales probablemente nunca siquiera siguió ni entendió.

Regreso con el corazón lleno por Mela y Fabricio.  Agradeciendo tener el buen karma de haberlos conocido e impulsado a mandarse.  Con la seguridad que el material humano que tenemos en Namasté no se ve todos los días en el mundo moderno del Yoga.  Cada estudiante de nuestro shala tiene tanto potencial y deseo genuino de crecer espiritualmente.  Ya la experiencia no es sólo mía como había sido por tantos años.  Yo regresaba y  a veces sentía que hablaba como si regresara de la luna.  Ahora somos varios que podemos contarles...y por supuesto, invitarlos a creer que sí se puede y a cultivar y abonar todos sus sueños. 

Que la parte dentro que nos dice que no lo merecemos se muera como una hierba mala.  Que el ejemplo de Mela y Fabricio nos inspire a ir más allá de los espacios comunes y a volar en un cielo nuevo,  con la limpieza y brisa fresca de los atardeceres en Mysore.

un abrazo,  queridos amigos!  Los esperamos,  aquí estaremos respirando y haciendo,  por muchos años más...yo al menos hasta el último día.  Espero que muchos más me acompañen en este viaje que nunca se termina y cada vez se pone más chiva.

All is coming.









sábado, 4 de febrero de 2012

El regreso

Empiezo a empacar.  India tiene el poder de despojarnos de todo aquello que no es esencial.  Contemplo toda la ropa que traje-siempre más de la que necesitaba- y feliz le regalo a la mitad a Sunanda,  nuestra querida masajista.  Ella y su esposo, Anna, tienen 3 niños y son tan trabajadores y serviciales.  Sigo revisando mis cosas:  lo más importante lo llevo por dentro.  El regreso siempre es duro.  Una parte mía anhela seguir aquí...para siempre.  La calma que alcanzo en este pequeño espacio que es mi cuarto,  en el shala,  en la calle...se vuelve tan natural y espontánea.  Brota sin esfuerzo.  Regreso dejando de nuevo un pedazo de mi corazón,  extrañando desde ya el "One More!" de Sharath,  los ajustes imposibles de entender para mi mente,  la energía del shala que a todos nos pone a sudar como nunca antes.  Igual les sucede a Fabricio y a Mela en el shala de Saraswati.  Y eso que esta vez ha sido un poco diferente.  Tantos japoneses,  coreanos,  chinos y taiwaneses en Mysore!  hablaba con una muchacha el otro día y me dice que es impresionante la cantidad de Ashtanga que hay en China...y va a seguir creciendo. Se nota en las clases,  están abarrotadas.  Demasiado para mi gusto...pero el yoga es ir más allá de cualquier preferencia, no?

Cuando uno tiene experiencias en la vida que son inefables,  creo lo mejor es dejárselas adentro y sentir a la gente alrededor,  en vez de echárselas encima.   El regreso es difícil porque cómo puede uno compartir el mar con alguien que no lo conoce?  o el sabor del azúcar si no lo han probado?  pero qué lindo poder regresar a un lugar que está lleno de gente sensible y abierta como es Namasté.  Un pedazo de India vive en Costa Rica.  Y no es tanto la decoración,  las esculturas o los arcos.  Es la gente.  Todos con un corazón hermoso, amigos queridos.  Eso me da impulso para tomar los tres vuelos con una duración de casi dos días para cruzar el mundo. Eso y la esperanza de volver a abrazar a mi familia.

Mañana tengo la última práctica guiada de Segunda Serie de este viaje.  La ansío con todo mi ser...y recuerdo  el miedo tan grande que tenía el primer domingo.  El Ashtanga es mental.  Veo y siento en mí sus efectos.  El cuerpo está en silencio,  no me duele nada. Pasé de tener un dolor terrible de espalda a sentir todo mi cuerpo físico en armonía.  La mente sí está un poco inquieta.  Integrar la experiencia del regreso y sentirse arrancado de un lugar que amamos tanto nos cuesta un poco a todos.  Se siente como si uno saliera de un barco en una botella y se tomara unos días para navegar  el mar verdadero en un velero en libertad.  Y es una pausa que nos reconstituye a muchos niveles,  el más importante creo yo,  nos ayuda a tomar perspectiva. A veces,  en la comodidad del hogar se pierde de vista el horizonte.  Pero aspiro a llevar todo lo que he recibido a la intimidad de mi vida personal y a las clases en el Estudio e invitar a muchos más a que se den una asomadita por estas latitudes.

Somos almas teniendo una experiencia espiritual.  Los que practicamos Yoga- no el show off,  no la acrobacia o la gimnasia olímpica que lastimosamente se está viendo mucho aquí en este momento,  practicantes de asana solamente-sabemos que cada respiración y cada paso nos acerca un poquito más a quién verdaderamente somos.  Despojándonos de expectativas,  agradeciendo todo lo que es...siendo un poco menos rígidos con nosotros mismos y dejándonos fluir más con nuestros sentimientos y nuestras emociones.  Pero siempre regresando al ancla de nuestra práctica.

Si mi vida terminara mientras cruzo el océano, tengan la seguridad que me fui con una sonrisa en los labios.  Puedo decir que conocí el Amor,  encontré mi sueño,  compartí con seres hermosísimos en la cercanía de mi hogar y el Estudio,  recibí Shakti en cantidades inconmensurables de mis maestros,  jugué,  me equivoqué,  reí,  viví!  Puedo decir que en los últimos diez años de mi vida realmente viví.  Antes de eso,  sobrevivía.  Pero gracias al Yoga,  desperté de mi amnesia y recordé por qué y para qué vine a esta vida.  No para terminar la Cuarta Serie!  No Hurrying,  dice Sharath continuamente..pero para sentirlo todo hasta la médula de los huesos.

Gracias, gracias, gracias al Quienquiera que creó esta alma que puede  sentir tanto,  a Quien sabía que mi venida a esta vida no iba a ser en vano.  Gracias a esa parte mía que se atrevió a desafiarlo todo y a jugar de loca un poco...

Gracias a aquel Procurador que me dijo que si había perdido la chaveta,  que qué desperdicio de talento legal dedicarme al Yoga!  Gracias porque me mostró que estaba en el buen camino.  Porque sino tal vez hubiera terminado en una oficina triste revisando papeles aburridos.

Creo que el éxito o fracaso en esta existencia se mide por el número de veces que hemos sonreído y amado desde el último resquicio de nuestra alma.  Y también, cuando hemos llorado extrañando a alguien o porque se nos partió el corazón.  Todas muestras de que palpitamos y somos,  más allá de este cuerpo,  seres cuya esencia es el Amor.  A todos los que me han mostrado el color de su alma,  gracias!  son un recordatorio que mi alma tiene esos mismos colores y que cada día crean una danza más sublime.  A todos los que con sus comentarios me han calentado un poquito por dentro para no sentirme tan sola ni tan lejos..gracias desde Mysore.

Gracias a mi compañero de vida que sostiene el barco mientras regresa esta marinera.  Gracias por comprender que esto es importante.  


viernes, 3 de febrero de 2012

El Yoga del Householder: palabras de Narasimhan, hermano de Jayashree

El Yoga es traer coherencia a todos los aspectos de la vida.  La intención es que el roce con el mundo exterior y con los demás seres no sea abrasivo,  sino suave y armonioso.   Así es como experimentamos la felicidad.  Es en la coherencia que somos felices.

Los cuatro drives o impulsos que rigen  a los seres humanos y los animales son la comida,  el sueño,  el miedo y el sexo.  A través del Yoga, podemos aprender a decir que sí o que no a estos impulsos a voluntad, en vez de ser regidos por ellos como los animales.

El Ashtanga Yoga es para aquellos que estamos en el mundo y anhelamos al mismo tiempo una vida espiritual.  No hay necesidad de retirarse a un ashram o a una montaña,  podemos quedarnos en el mundo y cambiar el efecto que el mundo tiene sobre nuestra consciencia.  Una vez que logramos remover nuestra miseria,  entonces debemos empezar a ayudar a otros a crecer compartiendo lo que hemos aprendido.

Una forma de servicio desinteresado o Karma Yoga es ser padres y madres.  Guruji decía que esta es la Séptima Serie! En India,  el camino espiritual de tener una familia es altamente apreciado.  El padre o madre de familia maneja muchas variables.  Apoya el crecimiento de una nueva generación-  a veces,  cuida a la generación anterior,  cría,  alimenta,  trabaja,  ...tiene poco tiempo para una práctica de yoga formal.   Sin embargo,  cuando tiene la ventaja de ser además un yogi o una yogini,  no se dejará ahogar por las preocupaciones ni los placeres.  Sabe cuándo decir que sí,  cuando que no.  Disfruta la compañía tanto como los momentos de soledad-que generalmente son pocos.  Sea lo que sea,  toma todo como es y practica los Yamas y Niyamas,  abandonando los frutos de sus acciones y ofreciéndolas continuamente.  El estado de supraconsciencia en un padre o madre de familia hace que tome las mejores decisiones,  que haga los cambios que necesite de acuerdo a un nivel de consciencia más alto.  Promueve el crecimiento de todos a su alrededor y practica el control de la mente,  el cuerpo y las emociones.

Es un hecho que nuestros pensamientos afectan nuestro cuerpo a nivel neurofisiológico.  La alegría produce ciertos neuroquímicos que hacen que un hombre y una mujer de vibración parecida se sientan atraídos.  Luego,  los niños que nacen son ya yogis y yoginis.  El Yoga purifica 100 generaciones hacia atrás y 100 generaciones hacia adelante.  

El yoga es coherencia.  Cuando somos coherentes,  estamos felices.
"In coherence,  we are contented."



jueves, 2 de febrero de 2012

Y por cierto, el arbol del miedo se secó...

Efectivamente.  El árbol que me acompañó desde mi ventana,  en esa época lleno de hojas que se movían con el viento,  se secó y hoy no tiene ni una sola.  Lo recuerdo aquí escribiendo después de la Primera Serie guiada hoy muy temprano. Recuerdo ver por la ventana de mi cuarto mientras empacaba para esta aventura y sorprenderme,  aunque no entendí bien qué significaba.  Qué linda señal de que tal vez mis miedos ya no quieren alimentarse más...la tierra quedó fértil para sembrar nuevas semillitas:  hoy quiero sembrar alegría,  tolerancia,  paciencia,  amabilidad,  responsabilidad sin estrés,  ternura,  solidaridad,  intimidad...que cada una de estas semillitas florezca para poder ofrecer estos regalos a aquellos que encuentre en mi camino,  a todos aquellos que amo.

Hoy el tema es el miedo

"Lo que nos detiene en la vida es esa maraña inexplicable llamada miedo.  Nos mantiene en nuestras zonas de confort...que aunque parezca mentira,  son los lugares más arriesgados para nuestra alma.  Cuando hacemos lo que tememos,  le quitamos al miedo el poder que algún día nos robó, porque al otro lado del miedo,  está nuestra fuerza. Cada vez que avanzamos en la incomodidad del crecimiento,  nos volvemos más libres.  Y entre más miedos atravesamos,  más poder reclamamos."

Leo estas palabras de un libro que me encontré en una cafetería aquí en Mysore,  Las cartas secretas del Monge que vendió su Ferrari.  Me encontré el libro y lo empecé con cierto escepticismo.  Sin embargo,  me ha sorprendido con varios párrafos,  incluido el anterior.

Lo más triste de crecer y vivir siempre con miedo es que siempre sentí que cada paso que daba era en el aire.  Como si de pronto,  todo lo que construía y amaba pudiese derrumbarse como un castillo de arena.  Sé que la realidad de la vida implica reconocer su fragilidad.  Sin embargo,  todos los días recibo señales de que hay una solidez nueva en todas las experiencias,  incluso las más grotescas y dolorosas.

El próximo sábado 4 de febrero cumple Theo dos añitos.  Hace dos años,  estábamos los dos en un cuarto de la Clínica Católica,  él todavía dentro de mí.   En el cuarto,  había una piscina,  estaba mi doctor,  partera,  marido,  hija y cuñada.  La labor inició a las 2 am.  Yo estaba tranquila, anticipando un parto rápido y hermoso.  Cuán equivocada estaba!  el parto de Theo fue la experiencia más espantosa de mi vida,  lo recuerdo y puedo sentir la muerte acariciándonos,  implacable,  fría...  Después de muchas horas de contracciones fuertísimas en el agua,  mis energías desgastadas y ya muy cansada,  me dí cuenta que algo no estaba bien.  El bebé estaba casi afuera,  podía sentir su cabecita.  Sin embargo,  con 10 centímetros de dilatación,  pujaba con increíble dolor y ya sin fuerza sin ningún resultado.  Me preocupé porque vi que mi doc cambió la cara.  Siempre es tan jovial y despreocupado,  lo llena a uno de confianza y alegría.  Pero ví una sombra en su rostro que me anunció que habían problemas.

Me habló y me dijo que tenía que salirme del agua.  Yo estaba entumecida por las largas horas acuclillada y además,  en esa especie de trance en que las madres entramos cuando traemos al mundo a nuestros hijos sin intervención ni anestesia.  A muy duras penas,  con aquella panza que pesaba un mundo fuera del agua,  me salí y senté en un banco a esperar a un anestesista que estaba pegado en la presa de La Uruca a las 8 de la mañana.  La presa de la Uruca es así como la peor de todas!  sólo recuerdo estar sentada,  desnuda completamente, en ese banquito frío mientras iba pasando una a una las contracciones.  Estaba rodeada por mi partera y mi querida hija, que al igual que Marco y mi cuñada,  ya tenían cara de susto porque nada parecía moverse.  Al punto que la pediatra se tuvo que ir porque tenía una cesárea programada!  fue como que quedamos el bebé y yo suspendidos en el tiempo...nada se movía,  algo terminaba...de pronto,  sentí movimiento en el cuarto y entraron un montón de enfermeras y se abrió paso el anestesista..finalmente.  Me empezó a hablar y yo no entendía nada de lo que me decía.  Me puso la epidural y luego me pasaron a la cama.

Lo que sigue es vago en mi memoria.  Marco estaba a mi derecha y Uva a mi izquierda.  El doctor metió la mano hasta el codo para tratar del voltear a Theo.  Yo estaba ya más del otro lado que ahí.  De pronto,  vi algo que brillaba entre sus manos y conocí los fórceps.  Ya no tenía fuerza para resistir,  el miedo de pronto se disipó y sólo sentía las manipulaciones del doc entre mis piernas y de Marco y Uva empujando mi estómago con todas sus fuerzas.  Dicen que cuando ya uno está cerca del otro lado, viene una sensación de relajación y let go.  Puedo decir que la sentí.  Marco dice que vio la cabecita del bebé y estaba azul.  El doctor hacía su mayor esfuerzo para sacarlo y no salía.  Al tercer intento,  según me contaron después, finalmente salió envuelto en meconio.  Nada recuerdo de ahí,  sólo cuando Marco lo trajo para que lo viera y los dos nos soltamos a llorar,  con un sollozo que nunca he sentido antes....de tan adentro,  verdaderamente desde el espíritu,  agradeciendo la vida de este pequeñito que había decidido al último minuto quedarse con nosotros. Agradeciendo mi propia vida que ya se disipaba esa mañana en la Clínica Católica.

En fotos Theo recién nacido parece un pequeño indio chinito y rojo. Yo no me acuerdo de su carita.  Pero sí que  cuarto se iluminó con la luz de la mañana y unas cortinas naranja que iluminaron todo.  Debido a que me dieron cuatro dosis de anestesia más de lo normal,  empecé a sentir que se me dormía todo el cuerpo,  incluso el reflejo de tragar y ahí fue cuando sentí el miedo más terrible:  no podía respirar.  Muy mareada,  traté de relajarme,  sin embargo, no quedaba más que esperar a que el efecto de la anestesia pasara.  Fueron minutos de tensión,  inquietud y tremendo susto.

Recordando esos momentos de zozobra,  no me extraña que después del parto entrara en depresión.  Debido a la manipulación de mi cuerpo en la emergencia,  una de mis caderas se desgarró por dentro y ya en la casa con el bebé recién nacido,  sufría dolores todo el día y toda la noche.  Entré en un estado que no conocía:  la oscuridad de la tristeza más profunda.  El bebé estaba ahí,  pero yo no sentía ninguna conexión,  los efectos del miedo lo tapaban todo.  La ternura,  la suavidad y  la belleza de este pequeñito estaban empañadas en mi consciencia por el impacto de su venida en semejantes circunstancias.  Lo alimentaba,  lo ponía en su cuna, y veía por la ventana un árbol que se mecía con el viento.  Recuerdo ese árbol como mi único compañero en esos días de oscuridad.

Imposible practicar.  El dolor en la cadera con costos me dejaba caminar.  Finalmente,  con mucha resistencia,  fui a un ortopedista quien me anunció que podía despedirme del yoga para siempre.  Que necesitaba operar unas calcificaciones que probablemente estaban creando el dolor y que me preparara para la cirugía.

En ese momento,  quería morirme.  Tales noticias se toman con tristeza en un estado normal,  pero yo deprimida y me sale con eso,  diciéndome que tenía que abandonar mi pasión....fue demasiado.  Decidí sin embargo no intervenir mi cuerpo y esperar a ver si había algún cambio.

A los cinco meses de Theo,  para rematar el asunto, recibimos la noticia de que estaba nuevamente embarazada.  Simplemente,  i lost it!  mi cadera seguía mal y un nuevo embarazo sólo significaba más peso sobre los ligamentos ya dañados.  Y ahí fue donde encontré el momento de surrender más fuerte que he vivido en mi vida:  una parte mía inmediatamente empezó a planear el aborto.  Teníamos un viaje a Estados Unidos planeado para hacer mi examen de certificación en YogaWorks y todo pareció alinearse para deshacernos del "problema". Nos fuimos con Theo,  según yo totalmente convencida de mi decisión y sin un ápice de duda.

Y una vez en California,  me dí cuenta de que tomar una decisión así,  en mi caso particular,  sería la decisión que oscurecería mi vida para siempre.   Que cada día lamentaría esa muerte y que mi corazón viviría en eterna depresión. En muchos momentos flaquee,  flaqueza compartida con Marco porque este baby no estaba en nuestros planes de vida, ni de pareja,  ni de familia.  Flaquee pero algo adentro mío ni titubeó.  La respuesta de mi humanidad dijo NO.  Rotundo,  certero,  total NO.  A esto,  agrego el apoyo incondicional de nuestra amiga Uva.  En una sesión con ella,  nos hizo ver claramente la fuerza de esta alma de venir a nosotros en circunstancias tan severas, sin esperar nada. Recuerdo que ese día, Matías se volvió mi héroe. Cuánto aspiro a ser capaz de traer amor incondicional a todos a mi alrededor, sin esperar nada para mí. Y este ser que palpitaba dentro mío me lo estaba enseñando, mandándose con unas cartas tan malas y aún así, apostándole al Amor.

Echamos para adelante y ahora me encuentro aquí en India, escribiendo sin el más mínimo dolor en mi cadera.  Dos años de paciencia,  práctica constante y  sin cero expectativas.  Nunca esperé regresar a Mysore.  Nunca esperé poder ponerme la pierna detrás de la cabeza...ni en sueños.  Hoy reconfirmo que quedarnos con este precioso bebé fue la mejor decisión que pudimos haber tomado. Matías es la luz de nuestra casa.  Theo, por su parte,  pasó de ser un bebé abandonado por su mamá en tiempos de desesperación,  a convertirse en el ser más lleno de ternura y gracia que he conocido.  Siempre fue así,  pero yo hasta hace poco lo pude apreciar. Mis tres bebés me han probado a muchos niveles.   La decisión de tener a Gael fue un gran paso para mí. Yo ya había terminado mi etapa de maternidad,  Gabriel tenía ya 10 años y estaba ahora lista para viajar por el mundo y dedicarme a mi amada Yoga.  Había regalado todos los chunches de bebé y en la casa sólo había gente grande.

Pero la vida tenía otros planes.  El llamado del amor es muy fuerte para pasar de largo.  Y les cuento esta historia porque aún en medio de la oscuridad y el miedo más allá de la vida o la muerte,  hoy puedo ver para atrás que alguna parte de mí estaba cuerda y conectada.  Eso me da una fe inamovible que lo aprendido ha dejado huella,  de que aunque mi ego refunfuñe y se contorsione,  algo ha crecido en mí que no estaba ahí antes.  Una fuerza que no puedo llamar mía.  Un amor que va más allá de la capacidad que yo creía poder contener.

Los dos años de Theo simbolizan para mí no sólo dos años de tener un maestrito en nuestra casa,  sino dos años que me han hecho crecer más que ningunos otros dos años de mi vida.  A este sobreviviente de la muerte y el terror,  mi amado Theo y a ese héroe que llegó en tiempos difíciles pero decidió quedarse,  Matías...gracias por enseñarme el valor en el más puro sentido de la palabra.

Happy Birthday, mi amor!
te amo
Mami



















miércoles, 1 de febrero de 2012

Practice and all is coming

Mysore no es lo que muchos anticipan.  Si quieren venir a India a pasear,  a turistear,  pensando en un destino exótico..pues esta es una ciudad india,  caótica,  dentro de todas diría yo  más hermosa porque está llena de palacios y porque está mi escuela-el palacio más lindo de todos.   Eso es lo que la distingue de todas las otras ciudades del mundo.  Mi escuela podría estar en cualquier otro lugar,  pero resulta que está aquí.  Queda lejos,  sí.  Pero sólo los que amamos el Ashtanga Yoga sabemos lo que es la energía de este shala.  Aquí suceden cosas que no suceden en ninguna otra parte.  Y me refiero tanto a aperturas físicas como emocionales,  espirituales.  Muchos vienen y no les gusta.  Practicamos muy temprano y el resto del día está libre.  Muchos se aburren,  se inquietan,  buscan otros maestros para ir a hacer más clase durante el día.  Se llenan de actividades sociales.  Esto no es el tipo retreat perfecto de yoga en la playa.   No hay cuartos lujosos,  ni comida preparada.  No hay nadie que nos sirva ni nos chinee.   No hay modas de ropa...bueno,  algunas poquitas pero por dicha no abundan.  No es el destino de la onda Let´s do Yoga!  Let´s have fun!  no, no, no...esto es serio.  Es amar tanto una práctica como para hacerla toda la vida,  dejar nuestro hogar y viajar lejos,  no sólo en distancia, sino hundirnos en las profundidades de nuestra interioridad.   Pasamos el día en silencio,  serenamente en paz.  Después de practicar,  todos los centros de energía abiertos,  estamos suaves y vulnerables.  Es un espacio terso como terciopelo.  No hay rutina de vida ni ajetreo,  caminamos,  respiramos.  Hoy que regresaba del shala,  el aire fresco me bañaba por dentro.  Puedo sentirlo...cuántas veces en mi vida en Costa Rica paso un día entero sin darme cuenta de una sola respiración!  esos son los pequeños regalos de Mysore:  salir del shala y tomarse una pipa.  Pasar por una escuela y que unos chiquillos le griten:  Hi, beauty!  el simple hecho de lavar la ropa en una palangana, sin prisa.  De anhelar que los cuatro días que me quedan se extiendan en el tiempo y pueda llevarme este calma a mi casa.  Y siempre,  planeando la próxima venida.  Los que ya nos enamoramos,  es para toda la vida.  Este es un amor que no defrauda,  que siempre crece.  El amor por mis maestros y la devoción que siento por su ejemplo y su fuerza me conmueve.  Practica y todo viene, decía Guruji.  Antes creía que uno practicaba y la vida se volvía fácil,  hermosa,  liviana.  No necesariamente.  A veces,  todo lo contrario.  Y no importa.  El yoga nos enseña que lo que es ES.  Qué alivio poder finalmente soltar el deseo infantil de que todo sea perfecto y tomar la vida como venga.  Sin expectativas.  Sin aferrarme.  Qué inmenso alivio siento!  y cada paso que doy, sé que lo doy en la dirección correcta.  Aunque duela,  aunque implique crear,  experimentar y cambiar.  Pero voy para donde tengo que ir,  de la mano de lo que creo y que me demuestra cada día que sostenerse en lo que uno ama no es fácil.  Pero mil veces mejor que venderse por una existencia mediocre.