lunes, 30 de julio de 2012

Relato de un Reencuentro

Afuera,  la tormenta arrecia con sus vientos fuertes,  cielos grises y olas caóticas.
Todo en el puerto está mojado.

Y en la calidez de mi cabinita,  arropada en la cama y escuchando la lluvia en el techo,  me dan ganas de escribir.

Encontrarse con otro ser humano,  encontrarse verdaderamente, es un acontecimiento raro e inesperado.

Esos encuentros de centro suceden- a mucho- quizás un par de veces en toda una vida.  Pasamos de uno a otro a veces con muchos años de intermedio.  Años de soledad y vacío interno.  Uno puede saberse conectado a Dios,  pero hasta que llega el día en que amamos a alguien con todo es que realizamos que el alma del otro es nuestra propia alma.  Que estamos hechos del mismo material,  que sus dolores son nuestros dolores,  sus alegrías las nuestras.  Que el otro también se despierta en la madrugada sintiendo el mismo anhelo.  Nos reconocemos.  Nos ayudamos a recordar.

La beautitud de tales encuentros depende enteramente de la mano de un Poder Superior.

Podemos pasar el tiempo con mucha gente- incluso relativamente bien.  Pero todo es superficial hasta que uno de estos encuentros sucede, iluminando la perspectiva de una vida vivida con mayor profundidad,   gozo y expansión.

La ironía de todo esto es que no sabemos si seremos dignos de semejante regalo en esta vida.  La conexión con Dios toma forma en unos ojos,  unas manos,  una voz...podemos sentir la Presencia,  olerla y tocarla.  Dios baja a la tierra por unos instantes...y a veces,  quién sabe,  por algunos días,  meses o años.  Nos sentimos vivos,  acompañados...un poco menos solos.

Muchos de mis amigos en este camino espiritual hablan de que no es posible tener tales encuentros sin conocer primero la conexión primaria con Dios- como experiencia,  no como concepto.  Estoy totalmente de acuerdo.

Pero creo que ese es el primer paso.

El segundo es tocar el centro del otro y permitirnos ser tocados.  En estos cuerpos, en estas mentes,  con estos sentimientos,  vivimos en un lugar un poco ajeno a nuestra realidad espiritual.  Estos encuentros son una forma de bajar tal conexión a tierra.  No se trata de extasiarnos en la conexión y volvernos ajenos a este cuerpo y este corazón.  Es imprescindible que esos destellos de luz se manifiesten en la piel, el sudor,  la sangre y las lágrimas.

Soy humana.
Soy espíritu.
Soy mujer.

No intento sublimar nada,  abstenerme o evadirme.  Quiero ser todas las posibilidades disponibles en esta vida,  todo lo que una criatura humana comprende y significa,  por dentro y por fuera.

Esta realidad humana externa a veces me cansa.  Es como llevar un fardo a cuestas que en algunos momentos se pone pesado y grotesco.  Mi espíritu desearía en tales momentos volar lejos de aquí...y luego recuerdo lo hermoso que es sentir:

Sentir alegría:
reír.

Sentir ternura:
tocar.

Sentir pasión:
abrazar.

Sentir gozo:
bailar.

El sonido del mar me apacigua,  a pesar de la fuerza de las olas y el viento.  Voy y me meto al agua desordenada sintiendo un hermoso orden interno.  Tal vez es que soy un ser humano raro.  Es viernes en la noche y podría estar viendo televisión,  tomando cerveza o en el cine.  Pero esta ansia interna de algo inmensamente hermoso me desvela.  Siento esta ansia y me invade una sensación de tristeza y dolor en medio de la playa desierta.  Entre mis lágrimas tibias y el barullo de olas y grillos ensordecidos por la tormenta,  comprendo que estas sensaciones son el camino de regreso a ese encuentro-en este cuerpo y sólo aquí es que puedo tenerlo.

Regreso a la cabinita empapada y feliz.  Feliz de tener la posibilidad siquiera de que esto suceda.  Me encuentro soñando esa noche que soy una tortuga que nada bajo el mar de toda la tierra.  Algo busca, no sabe muy bien qué.  Sin embargo, en el momento en que sale a tomar aire mete el hocico en un aro que ha flotado por mucho tiempo en la superficie,  sin rumbo.  Sucede el encuentro. Sucede la magia.  En medio de la soledad,  la vastedad y la humedad de ese océano,  sucede un milagro.


Entro en mi cuevita y me acurruco.
Afuera,  la tormenta se calma.

Puerto Viejo,  27 de julio 2012.

domingo, 22 de julio de 2012

Dharma: destino o propósito

Encontrar el dharma en la vida es encontrar la mitad del camino.

Todos,  en algún momento,  nos preguntaremos para qué nacimos,  para qué estamos aquí,  cuál es nuestro propósito aquí y ahora.

Hacerse esta pregunta toma valentía y coraje.  No todos estamos listos para hacerla,  pero cuándo llega es porque de alguna y otra forma la respuesta ya está cerca.

El dharma implica soltar un montón de conceptos con que hemos nacido y crecido.  Implica afirmarnos en un mundo en el que hay poco espacio para la creatividad e innovación.  Significa a veces lanzarnos al vacío en nombre de una pasión,  un sueño o una quimera.  Pero si tenemos la suficiente disciplina,  intención y deseo de manifestarla,  no hay nada que nos detenga.

El primer requisito para poder cumplir el dharma es recordar que somos Energía Pura.  Cuando estamos conectados a ese flujo de la fuerza de vida en nuestro interior, todo se vuelve más fácil.  Es saber que todos somos canales de amor y luz y que para potenciar esto existen muchas herramientas,  entre ellas el yoga,  la meditación,  las amistades conscientes,  la Naturaleza y aquello que amamos.

Sea lo que sea que amemos,  he ahí la semilla de nuestro dharma.  Cada uno tiene un talento único que ofrecer al mundo.  Aunque tengamos trabajos que proveen nuestras necesidades materiales,  todos amamos algo por encima de todo.  Familias,  quehaceres,  caminos espirituales...jardinería,  cocina,  deporte...aquello que nos llame poderosamente la atención,  por ahí va la operación.

El dharma también implica que lo que hacemos desde el corazón beneficie y sirva a otros seres humanos.  Nuestra obra es para ofrecerla a otros y compartirla,  por eso es dharma.  Si de alguna forma inspiramos a otro ser humano,  desde el simple hecho de escucharlo totalmente,  apoyarlo en un momento difícil,  brindar nuestro tiempo,  jugar,  reír...ahí estamos manifestando el poder y gracia del Prana en el mundo.

Conozco tantos seres humanos llenos de regalos para el mundo.  Todos son únicos,  irrepetibles,  en sus vidas manifiestan que el Amor tiene muchos colores y sabores.  Démonos todos el permiso de seguir y expresar la voz del corazón.  Más allá de cualquier apego o miedo al desenlace.  Una característica importante del dharma es que requiere un deseo ardiente.  Cuando Jesús hablaba de los "tibios",  se refería a aquellos que no llegan a vivirlo ni manifestarlo.  Qué desperdicio de vida!  qué lástima..

El dharma implica finalmente soltar los frutos de nuestras acciones.  NO tener una agenda privada. Dar lo mejor de nosotros mismos cada día y no esperar nada a cambio.  Y ahí es que todo llega:  lo esperado y lo inesperado.

Rodeémonos de gente linda que esté manifestando su dharma para contagiarnos de su entusiasmo.  Evitemos a los saboteadores y víctimas que sólo giran en círculos lamentándose de todo. En la vida hay dos opciones:  aceptar lo que es con todo o cambiar.  Sólo existen esas dos opciones.  Cualquier otra cosa es locura.

Les escribo en una montaña alajuelense,  rodeada del sonido de los pájaros,  de gente linda y abierta,  de personas cercanas que amo.  Les escribo mientras realizo que al escribir estas líneas estoy manifestando mi dharma. Será por eso que me siento tan plena y realizada.  Será por eso que no concibo vivir de otra manera.


lunes, 16 de julio de 2012

Sosteniendo todo

La capacidad de sostener en el corazón tanto el dolor como la dicha,  el sufrimiento del mundo y el éxtasis,  la oscuridad y la luz...eso he aprendido en los últimos cuatro días.

La expansión es inmediata.

Comprendo las dimensiones de la realidad que no se contradicen entre sí, se complementan.  Así es en este lugar.  No tengo que seguir sustituyendo,  pueden cohabitar.  Todo se abraza adentro mío, se une y convive.

El cuerpo llora dolores presentes y pasados.  Y luego...no es que se hayan ido,  es que ya tienen espacio para ser.  No tengo que esconder nada.  Son la profundidad.  No tengo que evadirlos más,  son parte de quién soy en esta vida.  Y son perfectos.

El perdón libera todavía más espacio.  Perdón a mí misma,  perdón a otros seres que me hirieron en mi amor.  Y ese espacio se llena de inmediato de Luz,  sin forzar nada:  esa oscuridad da paso a una iluminación.  Espero una de muchas más por venir...

Hoy empieza mi vida.  Comprendo de qué se trata todo esto.-
San josé,  Sábado 14 de julio 2012

martes, 3 de julio de 2012

Amar

Hoy ha sido el día más intensamente doloroso de mi vida.

Alguien a quién amo muchísimo tocó fondo.

Todos tocamos fondo alguna vez.  Ese fondo nos llega inesperadamente,  sorpresivamente.  De pronto, nos encontramos en un instante vital donde nos damos cuenta que estamos tocando el punto más bajo.

Cómo describir ese lugar?  yo diría que las palabras podrían ser imposible,  inaceptable,  impotencia.  Pero hay algo también que se termina cuando uno toca fondo.  Se terminan las fantasías y hay un despertar a la realidad.

Hoy sentí eso mientras me despedía de este ser que adoro.  El dolor de la separación es muy difícil de describir:  creo que es algo así como un vacío que no termina,  como un puñal que no se sale.  El día ha estado teñido de lágrimas y tristeza,  sin embargo,  cuando uno realiza lo que tiene que hacer,  tiene que hacerlo.

No hay vuelta atrás.

No hay opción.

La vida se compone de muchas puertas que se cierran y se abren.  A veces,  una puerta que parecía luminosa termina llevándonos al mero infierno.  Otras,  una puerta modesta se abre a praderas azules y nubes rosadas.  La vida es fanáticamente impredecible.    El desenlace de esta mañana no estaba en mis planes- al menos con semejante crudeza y desamparo.

Pero entiendo la perfección aún en medio del caos y comprendo que esta vida humana es siempre una paradoja.  No voy a entenderla ni amarrarla nunca.  Siempre tendré algún cabo suelto.  Decido aceptar y algo adentro se suaviza.  Confiar en que estoy siendo movida y que aquellos que amo también...necesariamente.  Las almas encarnan en grupos.  Somos compañeros de camino y en estos grupos,  el amor es el elemento de cohesión.

Cualquier sombra que nos haya separado en el pasado,  no puede más que disiparse ante la fuerza del amor.  Es la única certeza, así como lo es que un día dejaremos estos cuerpos.  Pero si hemos amado sufrimos menos que si no lo hemos hecho.

Amo.
Amo con pasión,  con locura,  con apego,  con humanidad.

Quisiera amar de largo,  inteligentemente,  recíprocamente.

Pero esta incoherencia sólo me confirma que mi amor es real.
I´m on the right track.


Tal vez no se siente como lo imaginé...
pero es perfecto.

Zarpar

Todo se está moviendo muy rápido.

Muchos de mis amigos más cercanos están experimentando lo que podríamos llamar  una "crisis" en todos los sentidos,  al igual que yo.

Por todo lado escucho de tristeza,  des-motivación,  depresión,  duda y confusión.

Es una señal de que vamos por buen camino.

Si,  algunos se preguntarán si estoy loca o qué.  No.
Algunos de nosotros estamos experimentando esto porque lo hemos pedido desde nuestras almas.  Otros,  simplemente porque les toca.

El 2012 siempre fue un año temido en los medios espirituales.  El cambio de vibración a una frecuencia más alta necesariamente hace que nuestras estructuras se quiebren.  Todo lo que hemos pensando sobre nosotros mismos:  cómo nos percibimos en el mundo,  cómo interactuámos con los demás,  cómo nos desenvolvemos en nuestras vidas, va a ser retado de las formas más inesperadas.

A veces siento como si mi sistema nervioso fuera a estallar en cualquier momento. Es ahí donde veo que de alguna manera,  i´m holding on.  Por un lado,  comprendo que para atravesar cualquier crisis-como se atraviesa un mar tormentoso-  necesito mantener la calma interna,  a pesar de no saber hacia donde va mi barquito.  En medio del viento y la tormenta,  maldigo el día en que decidí alejarme de la orilla para decir que  navegaba.  Pero sabía que todo ese tiempo antes me había estado engañando a mí misma.

Levar anclas y aventurarme al mar abierto no ha sido fácil,  principalmente porque no fue una decisión consciente.  De alguna forma,  la vida se confabuló para sacarme de mi vida segura y cómoda.  Inesperadamente,  giró mi buque en 180 grados y enfiló hacia lo desconocido. Ya van  75 días en que la tormenta no amaina,  si no es una es otra.  No tengo tiempo ni de recomponerme y ya viene otra ola a zarandear mi pequeña embarcación.  No veo el cielo,  no veo tierra.  Todo es confuso.   Estoy sola y asustada.  El agua y las provisiones ya hace rato que se terminaron.

En medio de todo esto,  escucho la voz de uno de mis maestros que me recuerda que los barcos no estamos diseñados para estar en el puerto.  Estamos hechos para navegar.  Yo creía que navegaba, pero me mantenía cerquita de la costa.  A veces me alejaba un poquito,  casi se me perdía de vista.  Pero nunca la solté realmente.

Para poder accesar ese lugar en mi corazón que no se aventuraba,  básicamente recibí un empujón y remezón interno que me tiene todavía perpleja.  Son innumerables las situaciones que se han movido en mi vida-incluso para bien.  He recuperado el contacto con seres de mi pasado a quien me unió un profundo amor en su momento- y ahora regresan energéticamente a apoyarme.  He podido dedicar mi energía a resolver efectivamente situaciones de vida que necesitaban atención urgente y he logrado crear espacios para conectarme con aquellos que amo y me aman.

Crecer espiritualmente es como una muerte,  no cabe la menor duda.  Pero a través de todo el vendaval y la lluvia,  desde mi diminuta embarcación que craquea y ya no puede más,  vislumbro una gaviota que anuncia que la otra orilla está cerca.  Una experiencia de verdad me recuerda que ante cualquier  decisión la pregunta importante es :  esto me va a acercar más a Dios?  de ahí, todo va cayendo en su lugar casi sin esfuerzo, por su propio peso.   Me maravillo ante ese Poder Superior que sabe exactamente adónde estoy,  qué siento,  qué anhelo y lo pone en mi regazo.  Me conmueve.  Me conforta.

Mi maestro viene a mi casa.  Me abraza cálidamente.   Me mira.  Su mirada es suave y dulce,  la mirada de alguien que ha recorrido mucho camino desde muy joven,  probablemente desde hace muchas vidas.  Su voz y su serenidad me confirman que  estoy exactamente donde tengo que estar aquí- hoy.  Sin lugar a dudas,  necesitaba estar en su presencia.  Necesitaba reconectar con gente linda, apreciar la belleza de un atardecer,  sentir la brisa de la tarde y admirar la luna llena.   Anhelaba algo que se me había perdido y poco a poco va reapareciendo.  Las nubes y la lluvia se disipan.  Escucho.  Me escucho.

No sé todavía cómo se ve la otra orilla,  pero sé que está ahí.  Y mi maestro me recuerda que esa experiencia es todo.  Que con un atisbo de verdad uno puede sobrevivir una vida entera.  Que nada está perdido.  Que estoy donde mi alma escogió estar hace mucho tiempo...antes de mi vida construida desde los miedos y desilusiones.  Antes que yo misma decidiera que mi barco era un barco casero.

Soy un barco de velas,  el viento es mi amigo y mi compinche.  Me lleva a lugares nunca antes visitados y me calma con su silencio. Sólo escucho el sonido del agua cuando roza su casco.  Me relajo.  Estoy en buenas manos.