sábado, 31 de enero de 2015

Confía

El taxi ya casi llega para llevarnos a Bangalore.  Tres horas de viaje para tomar nuestro avión.  Siento una mezcla de nostalgia y anticipación por ver a los míos.  Treinta horas de viaje para abrazarlos.  Me voy sin postura nueva en mi serie,  pero con una nueva ubicación en mi vida.  Sé que tengo que dejar atrás lo que me frena,  aunque siga siendo tan difícil de poner en práctica cada día.

El dharma es aquello para lo que nacimos.  Cumplir con nuestro dharma requiere una mega dosis de valor,  muchos ovarios y enfoque.  Hay mil cosas que van a tratar de sacarnos,  de frenarnos,  de impedir que suceda.  Pero está en nosotros hacer caso omiso o engancharnos y perder el tiempo.

Me sucede que siguen apareciendo en mi camino fantasmas de mi pasado.  Me dejan tranquila por unos días y luego arremeten con fuerza.  Sé que escucharlos sólo problemas me va a traer.  A veces sucumbo a su llamado y me doy cuenta que todo está en mi mente.  Ayer hablaba con un amigo de la diferencia entre una mente fuerte y una débil.  La mía sigue fluctuando y sé que mi práctica consiste en encontrar una estabilidad profunda.  Inconmovible. 

Sé que,  a diferencia de otros muchos acá,  tengo mil y una variables en mi vida.  A veces quisiera ir donde mi maestro y explicarle todos los detalles:    cómo compara una madre de siete hijos con gente soltera sin obligaciones.  Mi cuerpo de cuarenta y tantos años con otros de veinte.  Mi situación geográfica tan lejana.

Mi... mi... mi.

Pero sé que tengo la situación perfecta para la evolución de mi alma.  Sé también que mi alma es fuerte y que por eso Dios me manda pruebas más difíciles.  Sé que todo lo que tengo lo estoy recibiendo de mis acciones pasadas y espero que mis acciones presentes creen otro tipo de consciencia a futuro.  Sé que lo que hago afecta a mucho gente a mi alrededor, gente que incluso todavía ni conozco en persona.  Así que cuando me da un down,  rezo mucho y pido ayuda.

Como ahora que tengo que dejar este lugar que amo.

Anticipo del encuentro con mi familia y eso me da alas para cruzar el mundo.  Sé que si no tuviera familia en Costa Rica viviría aquí, cerca de mi maestro,  haciendo lo que amo y rodeada de gente como yo, un poco locos,  locos lindos.   Pero también sé que todo lo que tengo en mi regazo me ha permitido encontrar una profundidad en mi práctica que no hubiera accesado sin mis experiencias de vida,  especialmente aquellas más dolorosas e incomprensibles.

Dejo India esta vez con mucha dificultad.  Vuelo a Costa Rica con el corazón roto.  Sé que allá me esperan retos diarios difíciles de enfrentar y sé que ahí está la verdadera prueba.  La tercera serie es pan comido comparado con el reto de encontrar armonía en mis relaciones,  seguir perdonando a aquellos que insisten en atravesarme el caballo y cultivar el hábito de la paciencia.

Pero les digo:  no me voy a dar por vencida.  Como dijo uno de mis maestros alguna vez,  tal vez esa sea la única cualidad que tengo.

Never give up.




No importa qué suceda sé que volveré a los pies de mi maestro y a mi amada India. 

miércoles, 28 de enero de 2015

Predestinados

Empiezo a empacar.

Mientras alisto qué me llevo y qué dejo (India tiene el poder de mostrarnos lo que es esencial y lo qué no),  pienso en todos los cambios que he experimentado por dentro.  He podido soltar resabios de relaciones,  he perdonado y me he perdonado,  he encontrado un recodo de paz en este momento de mi vida que no depende de nada en el exterior.

He disfrutado de mi vida en Mysore como nunca antes.

Ayer tuve una cita con mi maestro.  Los viejos nervios al hablar con él ya no estaban.  Nos sentamos a hablar eye to eye,  con una franca tranquilidad y estima.  Le hablé de venir a Latinoamérica,  de poner un pie en nuestra amada tierra.  Me dijo que le interesaba.  Le hablé también de otros proyectos para difundir este método, me dio el sí.    Ha escuchado hablar de Costa Rica y sus bellezas naturales y le llama mucho la atención como enamorado que es de la fotografía.  Le conté que Latinoamérica estaba creciendo mucho y que había tenido el placer de tener en mi shala gente de muchos países al norte y al sur.

Veo como todo va encajando,  cada pieza en su lugar a su tiempo.  No tengo más que ser valiente y dar el paso.  Las dudas se disipan mientras cuento las horas para regresar a mi querida patria,  atravesar el  mundo después de muchas horas de aviones y aeropuertos.  Voy entusiasmada porque mucha gente me escribe:  quieren practicar,  sienten el llamado.

Voy con una alegría muy grande de conocerlos y reconocerlos.

Mientras Sakhi,  nuestra querida muchacha de muchos años,  termina de limpiar el apartamento y damos los últimos toques al equipaje,  me pregunta que cuándo regreso.  En enero,  le digo.  Vengo con mis dos hijos grandes,   Ariel y Gabriel.  Me pregunta por Ariel,  todos aquí lo recuerdan con mucho cariño.  Le cuento que son muchachos muy buenos y amorosos.   Seres predestinados desde otras vidas a conocer este legendario país y que por alguna misteriosa razón sienten el llamado a este lugar.

Termino de agendar mis viajes de este año y el próximo.  He recibido varias invitaciones a enseñar fuera de Costa Rica:  Italia,  Argentina, Guatemala,  España,  Alemania,  Estados Unidos y Perú.  Cada comunidad que espero conocer me inspira a continuar mi práctica con muchas ganas.  Son muchos los que han pasado,  otros muchos los que se han ido,  pocos los que se han quedado.  Más pocos los que vendrán acá.  Pero muchos los que vienen,  lo siento dentro de mí.  Ese puñado de seres predestinados tienen escrito en su agenda de vida en letras grandes:  INDIA.  Y sus vidas nunca volverán a ser las mismas.  Otros tienen escrito:  YOGA.  Y sus vidas se transformarán si continuán haciendo sus prácticas.

Cada alma en su camino,  cada ser un misterio de luz y amor a raudales.

Alejandro termina de alistar el equipo,  nos quedan dos sesiones más de fotos esta semana.  Milagrosamente mi cuerpo me ha dejado de doler.  Será el anticipo de que quedan sólo tres días en el shala con mi querido maestro,  colegas,  mis compañeros de alfombra,  la imagen todavía fresca de mi querido Guruji en el shala en su Office...sentadito esperando a que alguien viniera a visitarlo mientras leía su amada filosofía.    Hoy que íbamos a las 4 am hacia el shala nos topamos con Saraswati en motorino con su chófer.  Iba muy abrigada a esa hora tan fría.   La saludamos con cariño.  Y pensar que tiene casi 75 años.  Yo quiero ser como ella y enseñar esta práctica maravillosa hasta el día que me muera.

Y sí,  los yogis nacemos con una estrella.  Y esa estrella ilumina nuestro camino,  a pesar de las dudas, del esfuerzo diario y los sube y bajas de la transformación.  Y yogis somos todos los que anhelamos verdad,  luz y amor.  Los que creemos que el cambio sucede primero dentro de nosotros mismos y no tenemos tiempo ni ganas de andar viendo qué hace el otro,  a menos,  claro,  que el otro esté haciendo algo realmente interesante y maravilloso!

Como mis maestros.

Ojalá aparezcan muchos más predestinados a vivir la vida desde otro lugar, listos para compartir  un poco de la realidad perfecta de nuestros corazones,  día a día.

Listos para darlo todo sin excusas.
Paso a paso.

Fotografía:  Alejandro Rodríguez
Melkote, India.

sábado, 24 de enero de 2015

La alineación que cuenta es la interna

Ayer tuvimos la última Conference con el Boss.

Cada sábado, después de una semana de mucho esfuerzo tanto suyo como nuestro,  nos reúne para explicarnos,  compartirnos y enseñarnos.  La gente le hace preguntas.  A veces nos hace demos.

Compartió en un espíritu jovial y alegre,  a la vez muy profundo y concreto.  Nos reafirmó que el camino de un yogi no tiene agenda,  que se trata de disfrutar cada segundo de la vida con mayor consciencia y presencia.

Nos preguntó de nuevo cuál era nuestro propósito.
Por qué estamos aquí.  No sólo en India,  sino en nuestra práctica de yoga.

Entro en la última semana en este país de contrastes y magia y su comentario es la perfecta reflexión para cerrar.  Ha sido un mes de mucho esfuerzo pero también de muchos regalos.  No he avanzado ni una postura en mi práctica pero siento una inmensa gratitud de estar aquí.  Estoy en un estado donde no doy nada por sentado:  ni a mi maestro, ni mi cuerpo saludable,  ni a mi pareja,  ni a mi familia.  La vida es una serie de instantes preciosos que vemos en perspectiva sólo al final pero quiero estar lo suficientemente presente para no perdérmelos.

Sé que hay enemigos en el camino.  Sharath nos recordó los seis venenos:  la ira,  la envidia,  la falsa percepción, la pereza,  la ambición,  el deseo.  Todos van quedando atrás con el fuego de la práctica.  O crecen si los alimentamos.  Es nuestra decisión diaria,  cada momento.

Así que aunque mi cuerpo me duele mucho y me quedan sólo cinco días para "avanzar",  sé que el avance ya sucedió por dentro porque me siento satisfecha,  confiada,  contenta y agradecida.  No hay ningún acontecimiento "externo" y a la vez,  todo es una celebración.  Desde el jugo de naranja que estoy tomando hasta la caminata de esta mañana a Chamundi Hill; la anticipación y alegría por cuatro amigos que llegan esta próxima semana de distintas partes del mundo: Londres,  Los Angeles,  Viena y Costa Rica.  Muy feliz de verlos de nuevo y sinceramente maravillada ante esta práctica que nos continúa juntando a través de kilómetros de distancia.

Anoche fuimos a un kirtan y luego a comer pizza.  Mientras caminábamos hacia el rick-shaw stand pasamos por la casa del Boss. En ese momento iba llegando con su hijo.  Se estaban bajando del carro.  Vi a un papá con una bola y a un niño sonriente.  Lo vi simplemente como un ser humano como yo y como todos,  feliz de estar con su bebé,  por un rato alivianado de tanta presión y trabajo.  Nos sonrió amablemente.

Me sentí tan orgullosa de que sea mi maestro.

Y sólo pienso cómo puedo ser yo un instrumento que le ayude de alguna forma en su camino.  Alguien que no le pida atención,  autorización,  certificación,  nueva postura.  Alguien que simplemente esté ahí para él.

Ese es mi propósito,  incluso aunque nunca se lo llegue a decir a él personalmente.

Gracias,  Sharath.


viernes, 23 de enero de 2015

The Joy that wounds

 The minute i heard my first love story,  i started looking for you not knowing how blind that was.


Lovers don´t finally meet somewhere,
they´re in each other all along.


                   When you do things from your soul,  you feel a river moving in you,  a joy...

I want to see you.
Know your voice.
Recognise you when you first come ´round the corner.

Sense your scent when i come into a room you´ve just left.

Know the lift of you heel,
the glide of your foot.

Become familiar with the way you purse your lips
then let them part,
just the slightest bit
when i lean in your space and kiss you.

I want to know the joy of how you whisper "more"...


                                                                      -Rumi

jueves, 22 de enero de 2015

Lo invisible

Termino la tercera semana.

Mucha gente vienen en busca de la siguiente postura, otros de la autorización,  la mente fija en una meta concreta.  Ese no es mi propósito aquí.

Estoy aprendiendo a conocerme.  Sé que mi maestro lee cosas en mí que ni yo misma entiendo todavía.  Sé que tal vez comprende que tengo que accesar una fuerza interna que todavía no conozco a través de este calvario de dos series en una sesión.  Pero también sé que hoy por algunos segundos sentí algo nuevo:  que sí podía,  que era posible.

En medio de la marea de sudor,  del dolor muscular,  del mal de estómago que continúa...algo empezó a asomarse.  Después de Koundiyasana las piernas subieron casi solas.  Un instante,  un segundo apenas.  Me queda una semana acá y si esto es lo que me llevo de este viaje estoy conforme.  En algunos momentos me siento estancada,  derrotada por dentro y estos instantes mínimos de apertura confirman que todo está en movimiento y nada es estático.

La práctica del Ashtanga yoga nos enseña humildad ante todo.  Es una práctica ardua y temible,  especialmente las Series Avanzadas.  Están diseñadas para mostrarnos lo que llevamos por dentro,  luz y oscuridad.  Pero tengo la certeza ya probada en muchas experiencias de mi vida y sé que la Luz siempre prevalece.

Siempre.

Los ataques del ego y sus secuaces se caracterizan porque siempre nos ataca en la oscuridad.  No se identifica.  No da la cara.  Le encanta sabotearnos la jugada y trata de tocarnos los botones.  Aquí es donde la ecuanimidad del yoga entra en acción.  Si hemos cultivado un lugar interno de paz y serenidad durante años,  cuando vengan esas voces insensatas,  desconectadas,  llenas de rabia y furia no bien manejadas,  la sensación que no podemos,  que no somos suficiente:  todo se dispersa ante la fuerza incontenible del Amor y la Luz.

Cada mañana que regreso del shala vengo casi gateando.  Mi cuerpo físico apaleado pero mi espíritu despierto.  Observo cómo a mi ego le gustaría más atención de mi maestro, más posturas,  más títulos.  Y me río porque sé que por ahí no va la jugada.  Aquí en este camino menos es más.  Más es menos.  La paradoja de la vida y su intersección:  eso es el Yoga.  Es permanecer impasibles en lugares incómodos.  No dar el brazo a torcer ante aquellos que insisten en jorobarnos la vida.  Encontrar dentro nuestro un lugar de calma para enfrentar lo que sea que trae el día.   Sin expectativas y mucha gratitud.

Nos preparamos para otro shoot de fotos en un palacio fuera de Mysore.  El día está espectacular,  soleado y con una brisa fresca.  Mi cuerpo está cansado pero mi alma me mueve a ir más allá de mi mente y aprovechar con todo esta semana por acá.  Las limitaciones son siempre auto impuestas y sé que puedo ir más allá de cualquier obstáculo con mi deseo de libertad,  mi intención pura y mi corazón abierto.

Esa es la herramienta más importante de todas.
La invisible.

miércoles, 21 de enero de 2015

Compañero

Hoy me desperté con un tremendo dolor de cabeza.  El despertador sonó a las 3:45 am y me costó mucho levantarme.  Mientras me alistaba,  contaba los días que me quedan en el shala:  ocho.  Ocho oportunidades para darlo todo,  ocho dolores y sudores.

Ocho caminatas más.

Las caminatas a las cuatro de la mañana en Mysore son toda una aventura.  Uno puede encontrarse desde perros hasta flashers.  Las he hecho muchas veces y siempre voy rezando,  pero  nunca cómoda.  Mis amigos alquilan scooters y llegan en moto.  Nunca he alquilado uno porque un accidente sería fatal para mi propósito aquí.

Así que camino.

Sin embargo,  algo cambió esta semana:  ahora camino acompañada.  En todos estos años de venir a Mysore,  es la primera vez que alguien se ofrece levantarse en medio de la noche y acompañarme.  Tengo que confesar que mi primer sensación fue de extrañeza:  por qué un ser humano interrumpiría su sueño sólo por mí?  Después,  me sentí muy bien.  La vida nos colma de regalos y uno es el que decide recibirlos.

Sí,  ahora camino acompañada.  Fue una buena idea porque apareció una moto extraña con dos hombres y luego un perro casi se vuelve loco y se zafa la cadena.  Además,  se me olvidó mi mat así que tuvimos que devolvernos.  La calle alterna tenía una jauría y pasé confiada de la mano de mi compañero.  Así es la vida:  vienen retos y tenemos gente linda que nos acompaña.  Y todo llega cuando el destino lo dicta,  sin esperar nada.

La presencia de otro ser humano con su apoyo y su cariño es algo que muchos añoramos en nuestro camino espiritual.  No que sea sustituto de nada.  El dharma no es una excusa para conocer gente o buscar novio.  No.  La seriedad de un sadhaka implica soltar de antemano cualquier expectativa,  dar lo mejor de sí mismo y apostar a la nada.  Si alguien está destinado a ser compañía,  simplemente aparece.  Sin forzarlo.

De la misma forma,  todos aquellos que no pertenecen a nuestro camino van quedando atrás.  Quisiera pensar que entre más evolucionamos en nuestra propia transformación, igualmente así evolucionarán aquellas compañías que llegan a nosotros.  Un compañero ideal en mi caso es uno que esté dispuesto a cruzar el mundo para venir a verme (!),  que no le moleste levantarse temprano para asegurarse que estoy bien y que además,  se interese en mi camino aunque él tenga uno diferente.

No hay que hacer una práctica avanzada para ser un yogi avanzado.  Lo importante es cuán abierto está el corazón,  cuánto deseo hay de servir.  Cuánta humildad,  cuánto compromiso.  Estoy encontrando todo esto aquí en India inesperadamente,  como un bonus adicional a toda esta experiencia de mi práctica personal.

El camino es arduo,  los obstáculos muchos.  Se vuelve dulce y sereno con un abrazo sincero.  Se torna de colores cuando nos sabemos amados.

Believe

Today in english.

My practice...bla, bla, bla.

Sharath said in our last conference it's not about "me",  about "my",  about "us".
It´s deeper,  it´s a harsh and lonely journey towards oneself.  Sometimes it feels so raw and senseless.  Sometimes i just feel like quitting.

But i know deep inside that there is nothing like this anywhere else in the world.  I´ve searched high and low,  everywhere for something pure,  something serious and above all,  something true.  I know it´s not about out there anymore but about how pure,  serious and truthful i can get with myself.

Sometimes i wonder where would i be without my teacher´s guidance.  Probably crazy.  Probably bitter and so miserable. Holding grudges.  Judging people. It´s not about anyone else,  i know now.  They act from their level of awareness and i can either choose to engage or not.  What a waste of precious time to engage.

I´ve decided to let go.

This muscle is the one i´ve been longing for all my life.  Those that lift me up in Galavasana i could perfectly go without.  But Galavasana has taught me endurance,  surrender and faith.  My teacher holding me back has taught me patience, devotion and trust.  And those qualities have become very useful lately.

When i find myself dwelling in this space of heaviness and doubt,  i´ve found that going beyond the asana takes my focus into a deeper reality.

I used to think i was in control of everything. Now i know God guides me every step of the way.  Puts in front of me those that are going to help me grow and learn if i´m sufficiently aware.  If not,  i will probably miss them.  I´m trying hard to stay open and receptive.

That is the quality of Maitri in the yoga philosophy:  staying open to the friends, to the good life,  the opportunities and the blessings.  We can also choose the opposite:  see the negative,  judge the mistakes and hold on to the pain.  And the choice is only ours.

Every minute,  every day.

Today i got a message from someone back home who insists on being a pain in the ....
Today, i decided this person is not worth my attention anymore.

I´m staying with those who add love,  awareness and lead by example.

Life is preciously short to waste it.  My friend Rolf,  who is now in heaven, must be laughing at all the drama that we create unnecessarily.  I choose to be like him today: open-hearted,  full of good ideas for many people and always a good friend.

I choose love and above all,  I choose peace of mind.

Maitri
Karuna
Mudita

The capacity to be kind and friendly to our friends,  compassionate to those who suffer and happy for the success of others.

I choose life above death.


lunes, 19 de enero de 2015

Cumpleaños feliz

Despierto a un montón de mensajes de todo el mundo.

Familia,  amigos,  estudiantes de muchos lugares.  Mi corazón se siente muy bendecido,  muchísima gratitud.

Afuera todavía está oscuro.  Hoy es luna nueva y día de descanso.  No para nosotros:  vamos a hacer fotos a un templo a dos horas de Mysore.  El chofer todavía duerme cuando le tocamos el vidrio y nos lleva a través de calles oscuras,  gente en bicicleta,  hombres cubiertos y el silencio de la noche.  India al amanecer es apasionante.  Se siente un silencio profundo,  más allá de los ruidos del día a día.  Mi cuerpo está tan adolorido que no pude dormir bien.  Pero qué mejor forma de celebrar que hacer lo que amo.

Llegamos al sitio y el día está frío y oscuro.  La luz todavía no llega.  Sin embargo, intentamos un rato.  Mi cuerpo tirita,  el viento helado.  No soy muy buena con las temperaturas bajas.  Las imágenes de India son tan hermosas que hago otro intento.  Duele,  pero está bien.  Trato de ir más allá de las sensaciones físicas,  de la incomodidad.  Todo es mental y al mismo tiempo,  no lo es.  Empiezo a estornudar y me doy cuenta que no es tan mental.  Pero sonrío por dentro porque sé que vale la pena.

Es igual con nuestra práctica.  Cuando estoy sudando y mi cuerpo entra y sale de las posturas bajo la mirada atenta de mi maestro,  siento que ya voy a tirar la toalla.  Me sucedió igual el año pasado en mi vida fuera del mat.   No me gustaba para nada la postura en que me puso el karma:  se sentía asfixiante,  deprimente y me dejó unos meses sin rumbo.   Hoy la vida se siente muy diferente.  No sé exactamente cómo llegué de allá a aquí,  no sólo a este hermoso país,  a mi maestro,  a una vida apacible y serena.

Sólo sé que no he dejado de practicar,  tormenta tras tormenta. 

Recibí también la noticia que querido amigo dejó su cuerpo en Costa Rica.  Ser lleno de luz y de amor,  lo vi unos días antes de venirme y  me abrazó con el mismo cariño de siempre.  Nunca sospeché de su grave enfermedad:  nunca dejó de sonreír.  Cuando uno muere,  sólo se lleva el rastro que deja en su vida:  él me dejó un fragante bouquet de sonrisas,  una camaradería extraordinaria y el ejemplo de una espiritualidad  humilde y sincera.

Así que entre una mezcla de sentimientos de melancolía por mis seres amados,  dulce impermanencia por la muerte de mi amigo y celebración por poder festejar un año más de esta vida mía,  hoy me llevan a cenar a uno de los hoteles más tradicionales de Mysore,  el Metropole.  Ahora una siesta para recuperarme de la levantada tan temprano,  un poco de comida ( no mucha que mañana en la madrugada me arrepienta en el shala).  Lavar la ropa en esta extraña lavadora india,  destaquear el fregadero.  Extrañando las voces de mis hijos y mi amado hogar mientras hago todo esto.   Sé que en pocos días estaré de vuelta y añoro el reencuentro también con aquellos  que se toman esto en serio, que puedan y quieran recibir esta energía fresca de Mysore que les llevo.  Sé que todos los encuentros en esta vida ya estaban planeados y sé también que los desencuentros son a veces el mejor regalo que Dios nos puede dar.

Libre,  serena,  inspirada,  enamorada.
Me encuentra este cumpleaños en mi Tierra Prometida,  en muy buena compañía y con el corazón lleno.

Antes del Zen, las montañas eran montañas
y los árboles eran árboles.

Durante el Zen,  las montañas eran tronos de los espíritus y los árboles eran las voces de la sabiduría. 

Después del Zen,  las montañas fueron montañas y los árboles fueron árboles.




sábado, 17 de enero de 2015

Libertad

Hoy empiezo mi día muy temprano.  La alarma suena a las 2:30 am.  Es la mitad de la noche y afuera se oyen los perros nada más.  Me levanto con mucho costo,  pero sé que vale la pena.

Son las 3:15 am Shala time y ya hay bastante gente esperando.  Shala time son 20 minutos antes de la hora oficial.  O sea,  son las 2:55 am.  Ay Dios...ya el cerebro no me funciona muy bien.  Esperamos alrededor de una hora y poco a poco van llegando, uno a uno, el resto de la camada del primer shift.  Todos esperamos en silencio,  algunos meditan,  otros leemos.

Pasan los minutos y veo el cielo estrellado.  Mysore duerme pero ya somos unos cien estudiantes que esperamos a nuestro maestro con ansias.  Siempre la misma emoción, no importan cuántos años han pasado.  Siempre sus cuentas maestras que nos llevan al límite de la mente.

Prakash,  la mano derecha de Sharath,  se despierta y empieza a encender las luces del shala.  No sé qué hora es.  Finalmente abre el portón y todos nos ponemos de pie como un resorte.  Estoy medio dormida...se me cayó mi botella de agua.  Tengo que dejarla,  el grupo empieza a empujar.  No tengo que hacer nada,  me lleva sola.  La puerta del shala es muy estrecha y pasamos con costos uno a uno. Tiro mi mat en el primer spot que encuentro y me aventuro al baño de mujeres.  Largas filas para el toilet y la premura de no llegar tarde.

"Samastihi".

La postura estable. La respiración ecuánime.  El rostro relajado.  El cuerpo abierto.

Todos cerramos los ojos,  todavía hay gente acomodándose.  A mi lado está Bill,  un hermoso inglés de unos 70 años.   Este está aquí desde los tiempos de Guruji.  A mi otro lado está Eric,  californiano que conocí en Costa Rica en mi shala hace un par de años.  Me siento bien acompañada,  a pesar de lo estrecho del espacio.

"Ekam Inhale!".

Todo el cuarto respira como una sola criatura noctámbula en medio de la noche.  Las cuentas van moviendo nuestros cuerpos y sé que le está hablando al Prana.  Es la fuerza de vida que nos hizo levantarnos hoy,  acostarnos anoche a las 7 am.  Llegar hasta India.  Crear esta experiencia.  Prana más yatna equivalen a ananda.

Fuerza de vida enfocada materializa nuestros sueños.

Respiramos juntos por una hora y cacho y luego viene el shift 2 y 3.  Sharath nos observa,  nos corrige y camina entre nosotros y termina con su clásico Uth Pluthi de diez cuentas que son como 25.  Sudamos juntos,  damos todo y afuera ni siquiera ha salido el sol.

Esta tribu ha cumplido por la semana.  Mañana es nuestro día de descanso.  Hoy en Mysore hay cenas,  reuniones de amigos,  dates y mucho más.  Mañana no madrugamos.  La semana termina y aunque me siento adolorida,  hay una sensación general de bienestar que sólo parece crecer.  Sé que esto va en aumento y no puedo estar más emocionada.

Faltan dos días para mi cumpleaños y no puedo imaginar una mejor forma de celebrar.  Añoro la presencia de mi familia,  pero sé que aquí también tengo una familia.  Una familia que he escogido a través de los daños y que parece crecer cada día.  Una familia que,  como yo,  anhela la libertad.

Amada Libertad.


jueves, 15 de enero de 2015

Hambre del alma

Mi entrada de hoy va hacia nosotras las mujeres.  Y a todos aquellos hombres sensibles que están dispuestos a escuchar.  Y lo que escribo lo que escribo principalmente para mí misma, en un afán sincero de ver mi pasado para no recrearlo nunca más.

Romper moldes no es labor fácil.  No sé bien por qué me está tocando hacerlo,  nunca me lo propuse.  Será que tal vez cuando uno se sostiene por mucho tiempo en un camino algún impacto tiene a nivel del inconsciente colectivo.  No es fácil romper moldes,  especialmente en mi país:   un país católico con gente muy conservadora y una idea generalizada de lo correcto y lo "incorrecto".

Mi propia vida es testimonio de la situación en que se encuentran muchas mujeres hoy en día.  Ahora que pasé esa etapa difícil, puedo ver para atrás e intentar comprender.  Nosotras las  mujeres tenemos en este momento una responsabilidad muy grande con nosotras mismas,  con las nuevas generaciones y con el planeta:  tenemos en nuestras manos el poder de decisión para hacer de nuestras vidas muestras significativas de nuestras almas,  recuperar nuestra alegría esencial y nuestro valor.   O podemos también acoplarnos al status quo y continuar hambrientas en un sistema que nos utiliza,  siendo las víctimas diarias de algo allá afuera que no toma en consideración nuestras almas y anhelos.

Hice ayer una prueba y puse una foto un poco provocativa en mi perfil de Fb.  Me doy cuenta de que hay una percepción general de lo que yo tengo que ser y qué no.  Me interesa explorar eso.  Una como mujer puede ser lo que le dé la regalada gana en el momento que quiera.  El camino del yoga me ha etiquetado involuntariamente con un montón de atributos que no tienen nada que ver con quién soy.  Cómo tengo que verme,  vestirme,  comportarme,  con quién tengo que estar,  cómo tengo que hablar, caminar,  expresarme.  Me niego a ser parte del inconsciente colectivo ajeno.  Eso es una violación flagrante a la privacidad de cualquier ser humano,  una violencia inaceptable.

Si una mujer se adhiere a las convenciones se muere de hambre día a día.   Cuando una está muerta de hambre,  acepta cualquier cosa, incluyendo aquellos placebos inútiles que le chupan energía y no le sirven para absolutamente nada.  Sé que por muchos años perdí lastimosamente el tiempo,  enterré mis cualidades.  Extravié mi camino y rendí mi apasionada vitalidad.

Esta propia traición me llevó al fondo de los fondos.  Y desde ese fondo más oscuro es que pude sembrar de nuevo.  Aunque sea extremadamente doloroso,  encontré  el mejor terreno para cultivar.  Una no olvida nunca ese infierno y se promete que pase lo que pase,  suceda lo que suceda,  nunca más volverá ahí.

Estar en ese lugar de privación emocional y psíquica nos da una sabiduría valiosa.  Cuenta una de mis maestras la historia del saguaro,  un espléndido cactus que vive en el desierto.    Se los puede balear,  cortar,  aplastar y siguen vivos,  almacenando agua,  creciendo y poco a poco,  se curan solos. 

Sé por experiencia que lo que la gente llaman "fracasos" en el mundo material son enseñanzas que nos llevan a otro nivel de consciencia.  En ese sentido,  para un buscador espiritual son lo mejor que nos puede pasar porque nos obligan a despertar,  a poner atención.  Y eso es lo que es el Yoga.  Aprender y seguir adelante.  Uno aprende a ver entonces las trampas en el camino,  las jaulas y los cebos antes de caer en ellos y ser atrapada de nuevo.

Cuando una mujer ha estado sometida por mucho tiempo a la violencia (sea energética,  física,  psicológica,  la que sea),  su instinto de huída se adormece.  Me sucedió exactamente así.  Han hecho pruebas con un perro:  lo ponen en una jaula con electricidad en el suelo.  Primero,  encienden la parte izquierda de la jaula y él se refugia en la derecha.  Luego, encienden todo y ya no tiene adónde refugiarse.  Entonces simplemente se echa,  desconcertado y deprimido.  Y lo peor es que luego abren la jaula y el perro no sale.  Aunque puede salir no sale.  Se queda moribundo, sin fuerzas ni ímpetu para escapar.

Yo fui esa perra por muchos años...

Estuve en relaciones donde quería cantar viajera varios años antes de que la relación se disolviera formalmente.  Ya tenía mi decisión tomada.  Y soporté muchos años más  de continuas descargas que me fueron adormeciendo todavía más.  Una misma se cuenta muchas historias para negar el dolor,  el engaño,  la manipulación y toda sarta de cadenas a las que accedemos estar pegadas.    Una misma hace un montón de sacrificios en nombre de algo perdido:  sexo sin alma,  emociones superficiales,  presencia en una vida que realmente carece de significado porque una no está ahí completa.  Relaciones donde no se nos escucha y el yo creativo languidece.  La alegría decae. 

Se hacen intentos creativos y son topados con palabras llenas de juicios.  O sentimos una emoción muy grande al estar embarazadas y el otro responde con un llamado a un aborto.  Creemos en un sueño y la respuesta es no hay plata.  Y la alegría,  que es la sangre de la vida,  el alimento del espíritu y la razón del alma desaparecen.

Es en estos estados de hambruna en que tenemos que actuar.  Aunque parezca inmensamente difícil,  hacer algo.  Buscar ayuda,  llamar a otras mujeres.  Tomar una clase.  Salir a la montaña.  Escribir.  Pintar.  Y poco a poco,  esos instantes de luz a través de las rendijas... qué emoción tan grande.  Esforzarse,  soñar,  crear un algo,  un arte,  un alguien,  este momento.  Redescubrir el instinto creativo,  la esencia escondida.

Eso es lo que yo llamo Yoga.  El esfuerzo por salir adelante.  El Yatna.  El Yoga al mismo tiempo acelera todo este proceso y sin él,  es prácticamente imposible salir de la jaula electrocutada.  Yo no lo hubiera logrado sola.  El yoga es un río que ha fluido por miles de años antes que nosotras,  está lleno de la energía de muchos maestros que ahora confluyen con nosotras,  población femenina que somos mayoría.  Las trampas continuarán apareciendo,  pero nuestras facultades mentales,  emocionales y instintivas estarán más preparadas.  Ya no nos venderemos al primer postor en una desesperación sedienta ni apostaremos a una relación donde no se nos vea y se nos respete.  Ya no daremos oídos a incongruencias.  Recuperaremos el poder innato que somos: nada más y nada menos que las creadoras de vida en esta tierra.  Y podremos materializar lo que sea,  sin preocuparnos nunca más del qué dirán.

La conexión con el alma,  nuestros propios puentes internos estarán listos para unirnos por dentro cuando necesitemos.  Y una colectividad de mujeres parecidas que nos ofrecerán el apoyo máximo al desarrollo de una vida más auténtica.

Nuestra vida.  
Una vida sin hambre.


miércoles, 14 de enero de 2015

Ahora.

Día 4 de la masacre.

Me duele todo.  Mi hombro derecho,  el frágil de la camada,  ya está reclamando.  Ya van tres días seguidos de la hecatombe.  Ayer me regañaron.  Me sentí remal:  me salté un vinyasa en Durvasasana por estar pensando en tonterías.  Y los ojos de águila de mi maestro me trajeron de regreso duramente a la realidad.  

Hoy también:  el dolor de brazos era tan intenso en la Serie 3 que sentía que me los estaban arrancando.  Fui un momento al baño a echarme agua en la cara.  Cuando regresé me dijo
" No hiding. You do,  no stop."

Ouch....eso me dolió más que los ocho balances seguidos. 

Así que a mi ego no le ha ido muy bien estos dos días.   Sin embargo,  observo como todo eso está en la superficie y mientras me siento a escribir me doy cuenta de que estoy totalmente plena por dentro.  Serena y en paz,  observando con interés esas reacciones de mi personalidad.  En otro momento de mi vida la hubiera agarrado contra él en vez de asumir mi error.  Hubiera encontrado muchas justificaciones para no tomar responsabilidad por mi despiste. Pero sé que lo único que tengo que hacer es escucharlo.  Es así de grande la confianza en mi maestro.  Sé que mañana ya tengo dos cosas más que integrar a mi faena:  no salirme al baño en medio de los arm balances y estar presente en los vinyasas.

Hablaba el otro día con un amigo que está en las mismas que yo.  Me decía:  " mi error fue demostrarle que era fuerte y que podía...".   Mmmm...ojalá yo me sintiera fuerte como él!

Sé que mi práctica es un espejo y a veces refleja cosas que no le gustan a mi ser pequeño.  Pero he aprendido a no darle mucha bola.  Aquí hay algo tan valioso a nivel de sanación de todo mi ser que no voy a dejarlo ir por nimiedades.  Sé cómo me ha transformado la cabeza.  Sé que esto no lo sustituye ni un masaje,  ni una relación,  ni las amistades ni nada más.  Es mi instante de soledad profunda con una intención clara de conocerme mejor.   Intento no tener ninguna expectativa y sólo estar agradecida por estar aquí en India y poder ser parte de este shala maravilloso.  Y ya noto cuando me salgo,  ese es el primer paso. 

Mi mente se fragmenta a menudo, como todas las mentes.  Una parte jala para un lado, otra para el otro.  Pero la he entrenado por años para que la parte vencedora sea esa que siempre me trae de vuelta a mi alfombra,  a mi práctica sin apegos.  Al inicio,  tenía muchos apegos.  Quería ser la mejor.  Quería terminar las Series,  quería...quería.  Hoy sé que nada de eso importa si me pierdo el momento presente.  Si no agradezco los pajaritos allá afuera,  la voz de mi amiga Stefania y las canciones de su hija Lila en el primer piso,  los llamados en kannada (la lengua de Mysore)  de los vendedores de verduras en la calle y mi cuerpo cansado pero feliz.   De alguna forma,  me ayuda a salirme de la percepción pequeña y limitada de mi personalidad y me expande por dentro.  Es duro,  es difícil,  duele el cuerpo,  la mente reacciona.  Pero es todo lo que mi alma anhela. 

Por eso es que la práctica es el esfuerzo constante de cultivar la estabilidad.  Esfuerzo por largo tiempo,  sin interrupción,  hecho con presencia y con un espíritu de devoción-  hecha con amor.  Porque el yoga es todo lo que hacemos.  Todo.  Como dice un querido amigo por acá,  de qué vale ser el mejor contorsionista si no somos más amables con los demás,  si no estamos dispuestos a tender una mano a quién la necesite o a escuchar a nuestros amigos.  Sé que mi maestro está muy cansado:  ya lleva casi cuatro meses de dormir mal,  esta es la época más dura en el año,  más llena aquí en mi escuela.   Su humanidad resiente tanto esfuerzo.  El es para mí el mayor ejemplo:  nos enseña que el yoga es algo que va por dentro,  crece si lo cultivamos y es un camino de auto-transformación.   El nos da el ejemplo de alguien muy esforzado,  presente,  amable y también humano.  

La técnica nos ayuda a estar más despiertos y a enfocarnos en todo lo que hacemos.  Hay menos inclinación a que los vientos y dramas del día nos arrasen.  Así que la técnica es sólo una herramienta y la técnica misma nos ayuda a cultivar algo muy hermoso que en sánscrito llamamos Vairagya.  Vairagya es difícil de explicar pero es algo así como dejar de estar persiguiendo experiencias de los sentidos para sentirnos plenos.  En el estado de yoga sabemos que somos algo mucho más profundo y permanente.  El yoga nos llena por completo y naturalmente,  perdemos interés en lo mundano.  No que no podamos disfrutar una buena copa de vino o una buena película,    pero no las necesitamos para sentirnos bien.  Ya nos sentimos bien de todas formas.

Un maestro querido que acabo de conocer ponía el ejemplo de dos naúfragos.  Terminan cada uno en un extremo de la misma isla.  En la parte norte,  hay abundancia de comida.  El náufrago se repone rápidamente y aprende a comer los alimentos exóticos con gratitud y discernimiento.  En la parte sur,  la comida es escasa.  La pesca muy mala y el náufrago pasa muchas hambres y limitaciones.  Invitan a toda la isla a una boda y hay un buffet para todos.  Quién crees que va a hacer las mejores decisiones a la hora de comer? 

 El del norte o el del sur?

El del sur tiene hambre y probablemente comerá de más y con desesperación.  El del norte escogerá sus platillos y los saboreará con calma, disfrutándolos.  Cuando estamos llenos por dentro,  realmente presentes,  sentimos una des-inclinación a correr tras los objetos sensoriales.  Estamos llenos en el aquí y el ahora.  Lo que venga los disfrutamos,  lo que se va lo despedimos.  Es una libertad natural del deseo, una satisfacción profunda que viene de nuestra propia integración.

Ese es el estado del yoga.  Disfrutamos de todo en la vida porque sabemos que en todo está Dios.  Podemos escoger con sabiduría cómo llenar nuestros días y nos dejamos de identificar con la carencia y la escasez.  Somos la abundancia misma del universo en estos cuerpos y mentes.  Somos vehículos conscientes siempre conectados a la Presencia Infinita.  Somos más que las experiencias y a la vez, somos cada experiencia,  cada mirada,  cada caricia, cada encuentro. 

Y es en este estado de presencia que dejamos de recrear el pasado.  El pasado ya no nos encadena ni nos pesa.  Somos libres de estar y ser y experimentar la plenitud de cada segundo en esta tierra.  

Y todo esto viene de nuestra práctica,  del esfuerzo cotidiano por cultivar el centro.  Este arte y ciencia divino que nos pide reclamar responsabilidad de nuestra experiencia: 

AHORA.




lunes, 12 de enero de 2015

Ser consecuente

Si me estás leyendo es porque alguna parte dentro de vos está genuinamente interesada en esto de la ciencia y arte del Yoga.  A partir de esta entrada,  este Blog es privado y está dirigido a aquellos que estamos dispuestos a escucharnos mutuamente, a aprender el uno del otro y sobre todo,  a ser honestos y consecuentes en nuestros pensamientos y acciones.  Me incluyo en esto porque yo misma soy un ser humano en proceso,  en transformación diaria,  segundo a segundo,  batallando ante el inmenso reto de ser más consecuente.

Me escribe mucha gente hablando de su deseo de practicar,  de sus ganas inmensas de hacer cambios en sus vidas.  La respuesta a este blog privado me ha sorprendido de veras.  Sabía que había gente leyéndome,  pero no me imaginé que tanta.  Percibo una sed espiritual y me pregunto:  y por qué simplemente no lo hacen?  

Sé que nuestras mentes humanas sin entrenamiento están llenas de excusas,  de rollos y dramas inexistentes y que eso nos quita energía de lo importante.  Sé también que el Yoga no es una lectura ni teoría solamente y si estás leyéndome,  desearía pensar que este Blog va a ser un acompañamiento de tu práctica personal y solitaria.

Nunca un sustituto.

Qué sucede cuando nos damos cuenta que nuestras mentes nos están ganando la partida?  Ahí es donde entra la medicina del yoga.  Nuestra práctica se va a volver un espejo muy sincero y cada día nos va a mostrar algo nuevo.  Adónde nos ponemos excusas,  adónde somos hipócritas con nosotros mismos,  adónde tenemos dobles caras.  Nos va a pedir una integridad sobrehumana...pero nos va a dar también una fuerza y un deseo meta- humano de liberarnos de todo lo que no somos.

El yoga es una práctica,  una experiencia de la realidad.  Tengo una ex estudiante que siempre está llena de excusas:  que no tiene plata- esa es la favorita de muchos,  que no tiene tiempo.  Mi ejemplo no es para juzgar a nadie,  todos pueden hacer con sus vidas lo que plazcan.  Mi dolor es porque sé que su alma necesita su práctica y guía.  Que está de nuevo intentando escapar de algo real e importante que encontró en su vida,  tal vez lo mejor que esta vida le ha dado.  Venía de una vida muy convulsionada (como todos los que terminamos en esto y ya nos hemos convencido que el mundo allá afuera ofrece sólo alivios temporales) y la vi realmente interesada por un año.  Ese es más o menos el plazo que dura el affair inicial con el Ashtanga.  Después,  comienza la práctica a ponernos en la nariz cosas que no nos gustan,  nuestras propias limitaciones físicas y mentales y ahí es donde la mayoría canta viajera.  Pocos se quedan.  Inventan muchas excusas (una de las preferidas, culpar al maestro) y tristemente se quedan en el camino.

Tengo otra en un país cercano que continuamente me escribe llamándome su maestra.  Desea seguir este camino,  sin embargo,  no pasa de las palabras.  Sus acciones no manifiestan su deseo: no termina de decidirse.  No sólo en cuanto a practicar (que puede estarlo haciendo sola pero sin guía,  lo que sé por experiencia personal a veces lo hunde a uno más en el samsara),  sino en cuanto a decisiones de trabajo,  de vida,  de relaciones.  Su discurso es uno y sus acciones van por otro lado.  Si yo fuera ella y estuviera realmente seria,  no dudaría en tomar un avión cada tres meses para ir a aprender y recibir guía.   De hecho,  yo fui como ella en algún momento y cuando me di cuenta de que no tenía maestros en Costa Rica fue que empecé a viajar en su búsqueda.  No me quedé congelada:  encontré una solución.

Esto del yoga no funciona sin maestr@.

Finalmente,  tengo un amigo cercano que insiste en escapar de su realidad -llámese este mundo material.  Sé que muchos usan el camino espiritual como un escape,  al igual que pueden usarse las drogas, el alcohol, la playa,  las relaciones,  todo.  Pero inevitablemente terminamos con nosotros mismos.  Y todos compartimos ese anhelo profundo del nuestra alma por la verdad.  La verdad y la realidad en este mundo es que estamos en cuerpos que necesitan techo, alimentos y cierta libertad de locomoción para poder ver las maravillas de este mundo, ojalá.  Conocer otras culturas,  nutrirnos de ese mundo allá afuera y nuestros hermanos y hermanas.  Y para eso,  hay que trabajar (idealmente en lo que uno ama),  esforzarse,  ganar dinero,  cuidar a nuestra familia,  cuidar de nuestra salud y esto también es parte crucial del camino espiritual.

Dentro de estos ejemplos me veo reflejada en todos en algún momento de mi vida.  Yo también quise escaparme a través de la ropa,  los zapatos y los peinados.  Amistades superficiales,  fiestas aburridas.    Yo también tuve mis dudas al ir a buscar mis maestros:  era lo que buscaba? valían la pena tantos sacrificios y esfuerzo? tantas broncas con mis relaciones primarias que no entendían mi camino?  Yo también me rehusé por mucho tiempo a hacerle frente a mis obligaciones materiales hasta que no tuve más opción y crecí.  Me cansé de depender de otros para mis necesidades y me dí cuenta que la libertad tiene un precio que se llama trabajo y responsabilidad.

Será que mi práctica de tantos años me ha ayudado a encontrar,  dentro de todas estas variables,  un lugar de quietud y libertad mientras tengo mis experiencias mundanas.  No ha sido fácil.  He sentido muchas dudas,  confusión y resistencia,  internas y externas por montones.   Pero decidí hace mucho que quería conocerme en todo mi potencial,  más allá de las percepciones ajenas o de mis propias ideas limitadas acerca de mí misma.  Traía tantas voces que no eran mías y mi práctica me ha ayudado a identificar cada día un poco más cual es mi verdadera voz y cuales son sólo ruidos ininteligibles.  Bla bla la

Cómo puedo aprovechar esta invaluable vida humana que me dieron y sacarle el mayor provecho?

Cómo puedo hacer un mejor uso de la consciencia que me anima y alinear mis pensamientos, acciones y sentimientos con mi parte más elevada en vez de sabotearme una y otra vez?

El yoga es una ciencia práctica que nos invita a hacer inventario del aquí y el ahora.  La práctica inicia de hecho con un momento de total honestidad con nosotros mismos,  un instante de verdad de adónde estamos y qué queremos de esta vida.  Donde quiera que estemos,  el yoga nos acepta como somos.  Cada experiencia en esta tierra nos lleva a la matriz de conexión que es esta práctica bendita.  Como seres humanos,  sólo estaremos satisfechas si nuestra sed de totalidad es reconocida y demos aunque sean pasitos pequeños para saciarla mientras tengamos vida.  De lo contrario, el momento de la muerte será simplemente aterrorizador,  perdidos en el mundo de los sueños falsos y quimeras del ego.

Si estás leyendo esto es porque  ESTAS LISTO PARA EL YOGA,  aquí y ahora.  Has explorado mucho allá afuera,  al igual que yo,  los ires y venires de la vida humana.  Has experimentado el gozo de las conexiones con otros seres,  efímeras por naturaleza y el dolor de la separación.  Sabes que tiene que haber algo más.  Sabes que existe una técnica para llegarle al origen de todo,  sabes que hay una manera de vivir esta vida con mayor destreza y eficiencia.

Cuando estamos balanceados,  podemos estar más despiertos a todos los regalos de este mundo y a nuestra propia realidad interior.  El yoga nos permite estar más relajados y presentes para percibir con mayor sabiduría lo que nos conviene y lo que no.  Cada día tomamos tantas decisiones,  algunas que nunca debimos tomar,  otras que no tomamos y se nos va la oportunidad y después es demasiado tarde.    El yogi está tan conectado al fluir de la consciencia divina que percibe con menos interferencias y realiza que Dios está en todo.  Es un crack a la hora de tomar decisiones y cada uno de sus actos es una manifestación del amor divino en esta tierra.  Decisiones en armonía con su ser más profundo y su dharma.

La maestría en cómo usar nuestra consciencia,  eso es Yoga.  El dejar de identificarnos con pequeñeces,  miedos e inseguridades.  Tratar de tapar heridas sangrantes con vestidos de luces o fotos en Facebook.  Esperar que un príncipe azul vengan a salvarnos la tanda. Perder el tiempo pensando en lo que pudo haber sido mientras los años pasan inexorablemente.  Escudarnos en mil excusas y jugar de víctima para no enfrentar nuestro destino. Detrás de toda experiencia humana hay un poder subyacente y eso es lo que hace esta vida tan interesante y maravillosa.  Si no estamos conectados a "eso"-  o no nos damos cuenta, que es lo mismo, estamos perdiendo miserablemente el tiempo en esta encarnación.

El yoga te ofrece la integración,  un paso lejos de la fragmentación y limitación de tu consciencia.
Tu práctica es el camino:  estás list@?

Ahora.



domingo, 11 de enero de 2015

Caballos de Fuego

Me siento a escribir temblando...literalmente.

La Serie Intermedia guiada por mi maestro es el pico de la semana.   Todos los maestros nos reunimos a sufrir...ja ja

Digo sufrir porque sus cuentas no se parecen ni remotamente a las mías.  Cuando uno practica en casa hay una parte que se pone floja,  que cuenta más lento,  se distrae,  se pierde en la mente.  Cuando estamos con él hay que estar con la atención tan alerta,  tan aguda,  que uno no tiene más opción que estar totalmente en el ahora,  en el presente.  Es casi mágico:  es como caminar por el filo de un abismo y saber que nos podemos desbarrancar en cualquier instante si perdemos el hilo.

Al mismo tiempo es una vivencia mágica.  Sentir la potencia del Prana que viene de su voz y penetra todas las capas de mis ser es una llamada a despertar.  La voz de todos los maestros detrás suyo que siguen estando presentes.  Sentir la fuerza de la vida correr por mis venas y el sudor en mis músculos es para mí un éxtasis.  Será por eso que los hatha yoguis amamos la práctica de asana:  porque nos pone en contacto directo con esa energía en nuestros cuerpos.

Tengo que confesar que más o menos a la mitad de la práctica mi mente tiró la toalla.  Pero tuve la providencia de tener a un colega que admiro y aprecio a mi derecha que me jaló hasta el final.  Es una práctica también de camaradería y apoyo y todos nos sostenemos mutuamente en esta intensidad que me recuerda a una manada de caballos corriendo a máxima velocidad y a la vez,  serenos y pausados en sus movimientos,  casi como en cámara lenta.

Mientras esperaba hoy en las gradas para entrar leía sobre la importancia de tener una finalidad en la vida.  Había un maestro chino que curaba milagrosamente a la gente,  pero antes de que le contaran sus síntomas les preguntaba:  "Cuál es la finalidad de tu vida?"  Si la persona no sabía,  no podía ayudarle.  Sólo con esa respuesta podía realmente curarse.

Mientras practicaba hoy con Sharath me hacía yo misma esa pregunta.  Hace muchos años me hice la siguiente interrogante en un taller de bionergética en medio de un bosque en Costa Rica:

"Adónde está el amor?"

Recuerdo que en esa época de mi vida tenía un escepticismo gigante a encontrar algo de valor en esta vida de sufrimiento.  Estaba bastante cerrada.  A través de mi práctica de yoga la finalidad de mi vida ha mutado y me dí cuenta hoy,  mientras recorríamos con mi maestro los retos de cada postura en la Serie Dos,  que esta frase ha evolucionado. Para sanar,  es necesario saber qué deseamos verdaderamente.

A qué aspiras en lo más profundo de ti mismo@?

Aquí una breve historia sufí,  citada por Jodorowsky,  corrobora todo esto:

Un turista que visita una cantera donde trabajan arduamente dos obreros dando cortes cada uno a un pedazo de roca,  pregunta al primero de ellos:

"Qué hace usted?"

Recibe una respuesta airada:  "Acaso no lo ve?  Me han ordenado tallar esta maldita roca para convertirla en un ridículo cubo!"

Pregunta lo mismo al segundo obrero y éste,  con una sonrisa plácida,  le responde: 

" Me han contratado para que talle la primera piedra de una hermosa mezquita."

La piedra es el símbolo de nuestra vida.
Si no concebimos su finalidad,  enfermamos.

Mi práctica me recuerda que soy un canal de una energía más grande.  Si mi cuerpo está limpio y mi mente tranquila puedo ser un conductor de Amor más eficiente.  Para eso es la práctica,  más allá de la forma externa.

Me rehago esta pregunta aquí en Mysore,  hoy 12 de enero,  a ocho días de mi cumpleaños.





Y tendría que decir que la finalidad de mi vida en este momento es ser un canal del Amor en todos los sentidos y poder compartirlo con todos.  Sé que el Amor es lo único que realmente vale la pena compartir en esta vida.

Y todo lo que no sea Amor en el sentido más profundo de la palabra,  lo despido en el camino con una sonrisa y mucha gratitud.

Pero paso.

Semillas que nacen

Hoy,  día de descanso.

Aunque tengo que confesar que hice mi práctica aquí en mi apartamento.  Tengo mucho miedo de mañana.  Son años de hacer la Segunda Guiada con mi maestro y este miedo,  sin embargo,  no cede.  El efecto que su presencia tiene sobre mí me da mariposas en el estómago,  mareos y por supuesto,  me quedo congelada y no puedo hablarle aunque quiera.

Y eso que es más bajito en estatura que yo!

El aura de un yogi no tiene nada que ver con su tamaño ni su forma.  Es un campo de energía que sostiene,  que me hace sentir segura a pesar de la gran intensidad que significa para mí estar cerca suyo.  Creo que es las clases guiadas con él son la experiencia más fuerte que he tenido en mi vida,  después de mis partos.  La sensación de la mente es que o se acopla o se destruye.  Y maravillosamente compruebo,  después de tantos años,  que inicialmente mi mente se rebela y se resiste pero luego,  cuando la experiencia está sucediendo,  sabe que mejor no interfiere.

Y se funde con la respiración.

Quisiera que mi mente hiciera eso en todos los momentos de mi vida,  incluso en aquellos en que mis emociones suben y quisiera mandar a algunos a la porra.  Por suerte,  he aprendido que cuando me siento así dejo pasar veinticuatro horas.  Me separo de la persona,  le pido tiempo.  Y a las veinticuatro horas lo que siempre sucede es que la emoción no está y puedo tener una conversación serena y tranquila,  cara a cara,  que tenga algún resultado positivo.  En vez de vociferar gritos o hacerme mil rollos y dramas que no llevan a ninguna parte.

Hoy pasé un día muy relajado en una piscina aquí en Mysore.  Es la nueva piscina,  un lugar que no conocía hasta hoy.   La piscina que frecuentaba en los primeros años estaba en medio de la ciudad,  en un hotel muy céntrico.   En cambio esta está en las afueras de Mysore y llegar en rickshaw es todo un viaje.

El día estaba espectacular y cuando llegué no había nadie.  Aproveché para leer de mi libro de Metagenealogía de Jodorowsky,  uno de mis maestros,  y de forma muy precisa caí en el siguiente párrafo:

" Cada individuo es el resultado de dos fuerzas: la imitadora (que está dirigida por el grupo familiar) y la creadora ( que proviene de la Consciencia Universal)."

Mmmm....

Fuerzas de imitación y fuerzas de creación. 

Continúa:

" El proyecto de la consciencia consiste en realizarse creativamente,  de manera inédita y a pesar de los obstáculos puestos por nuestra educación repetitiva.  El trabajo individual consiste en deshacernos de esos límites y presiones de la sociedad y la cultura,  aquellos que no se corresponden con nuestra verdadera personalidad,  para así poder desarrollar un proyecto inédito, original, nuevo."

Genio Jodorowsky,  no lo pudiste explicar más claramente.

Tengo una amiga aquí en Mysore que es india de nacimiento.  Aquí las mujeres tienen una presión tremenda a cumplir con la tradición,  muy parecida a la que sufrimos las mujeres latinoamericanas con el machismo.  No ha sido fácil para ella sobreponerse a todos los patrones de su cultura, romper con ellos y enseñar yoga.  Salirse de lo esperado y predecible para una mujer como ella (un matrimonio arreglado,  un buen esposo indio y muchos hijos varones)  y cultivar su camino espiritual.    Sé que como ella somos muchas las mujeres y los hombres que nos negamos a repetir lo que no resuena con nuestra verdad personal y somos como esos barcos en los polos que rompen el hielo con su quilla.

Irremediablemente,  causaremos olas a nuestro alrededor.  Ser pionero en algo no es fácil ni el destino de muchos,  pero algunos de nosotros estamos llamados a ser agentes de cambio.

Dice mi amiga:

"Ser india en los tiempos actuales y enseñar Ashtanga son realidades ambas complejas,  con muchas capas y multidimensionales y no calzan en el estereotipo de lo que se espera.  Vivir de esta forma es un viaje de exploración lejos del camino cómodo-   un camino intenso de rebeldía del espíritu.  Un camino que requiere una cierta dosis de valor para vivir mi vida en la forma más auténtica y ser honesta conmigo misma."

Me alegra saber que existen muy cerca almas parecidas a la mía.  Seres que nos tenemos que salir del camino trazado y explorar inevitablemente,  a disgusto de muchos,  otras tangentes.  Me gustaría pensar que cada uno de nosotros está tan ocupado y fascinado con nuestra vida- como me sucede a mí-,  que no tenemos tiempo para andarnos fijando en lo que otros hacen.  Existe un respeto mutuo entre las almas rebeldes y una complicidad inevitable entre los que rompemos el status quo.

A todos ustedes que me leen por alguna razón,  que sinceramente espero sea esa complicidad de almas generadoras de cambio,  les dejo aquí está anécdota que hoy me sacó las lágrimas en esa piscina de Mysore,  un lugar remoto en algún lugar de la India:  una anécdota sobre la importancia de los obstáculos. Al inicio  tales obstáculos nos van a parecer insuperables.  Como sucede en las leyendas y los mitos,  deberemos enfrentarnos a ellos para así transformarlos en etapas de nuestra liberación:


"Un campesino recibe la visita de Dios.  Se arrodilla ante él y le agradece el haberle otorgado el don de la vida.  

-Todo te lo debo,  pero sin embargo necesito presentarte mis quejas:  trabajo para abonar mis terrenos y lograr que el trigo crezca lozano,  pero tú me envías huracanes,  seguías,  pájaros hambrientos,  ratones,  lluvias torrenciales y plagas.  Puedes,  por una vez,  evitarme estos males?

Dios satisface los ruegos del campesino.  Cuando planta la semilla,  ningún viento huracanado estremece al tierra, el clima es benigno durante todo el año.  Llueve justo lo necesario,  no se asoma ningún pájaro, ningún insecto dañino...

Y por falta de obstáculos que vencer,  debilitadas las semillas se pudren en su buena tierra y no llegan a germinar."





sábado, 10 de enero de 2015

El Guru confirma

Hoy tuve mi primer conference con el "Boss".

Algunos de nosotros hemos estado aquí algunos años y cariñosamente le decimos así a nuestro maestro.  Aunque sintamos por él un fuerte respeto y cariño,  no le decimos Guruji como a su abuelo. No recuerdo muy bien cuando empezó esto,  creo que cuando Pattabhi Jois murió en el 2009.  Pero es un término que denota una cierta complicidad y mucho amor.




El shala estaba repleto,  a reventar.  Sucedía que en los conferences conocía al ochenta por ciento de la gente;  hoy fue al revés: al ochenta por ciento nunca los había visto.  Muchos asiáticos,  polacos, rusos.  Maravilloso que se estén acercando por acá.

Fue casi providencial porque estos últimos días he venido escribiendo sobre la figura del Guru y Sharath se referió exactamente a eso.  Habló de que todos tenemos días malos y nos sentimos confundidos y desalentados.  Nuestra mente es presa fácil del Samsara hala hala,  el veneno del "afuera".  No controlamos nada de lo que sucede en la vida, pero podemos practicar y calmar nuestras mentes.

" Your boyfriend tells you they don´t love you anymore.  How do you feel then?" (todos reímos ante un ejemplo tan común y humano).

Dijo de una forma tan bella que la vida es dura y nos empuja a buscar,  a buscar algo más que el sufrimiento y la desazón.  Nos lleva a la búsqueda espiritual.  Todos tenemos problemas.  Aquí dijo que muchos querían ser como él,  tener muchos estudiantes, viajar por el mundo.  Pero de una forma tan humana nos confesó que él también tenía sus broncas.  Y que la única forma es mantenerse uno estable por dentro.

El conocimiento verdadero llega cuando la mente no nos distrae y nada nos perturba.  Y aquí recuerdo las palabras de Santa Teresa de Avila, una de las pocas enseñanzas del catolicismo que me llegó al alma y que nunca olvido:


Nada te turbe.
Nada te espante.
Todo se pasa, 
Dios no se muda.
La paciencia todo lo alcanza.
A quién Dios tiene nada le falta.

Sólo Dios basta.

Es sólo a través de la guía y bendiciones el Guru que encontramos la verdad en medio de la jungla del samsara. De lo contrario es simplemente imposible hacerlo solos.  Aquí nos reiteró la importancia de seguir sólo a un maestro,  un sistema o mejor no hacer nada. Ahora hay demasiadas opciones,  mucho maestros y por lo tanto, más posibilidades de confundirnos.

Le preguntaron:  cómo reconoce uno a su Guru?  Se rió y dijo que eso dependía sólo de uno,  que había que usar la inteligencia.  Que Guru sólo hay uno.   Que el Guru es aquel que nos despierta,  no el que nos lisonjea y no nos enseña a tomar responsabilidad.

Dijo también que cualquier esfuerzo que hacemos en este camino no se pierde y que el sadhana continúa con nuestras almas a pesar de la muerte.

Cerró con una bella historia sobre un guerrero muy famoso aquí en India: Vishwamitra.

"Vishwamitra era un Rishi,  que es algo así como un santo con familia.  Vivía en un bosque con ellos y era también un gran guerrero.  Después de una larga batalla conoció a Vashista,  otro rishi que ya estaba retirado.  Fue a pedirle ayuda para alimentar a su ejército que estaba hambriento y cansado,  alrededor de unos mil hombres.  Vashista le dijo que claro, que en media hora estaría lista la comida.

Media hora?  Mil guerreros?

Vishwamitra estaba impactado y quiso saber cómo Vashista había manifestado este milagro.  Resulta que Vashista tenía una Vaca Mágica y le podía pedir cualquier deseo y ella se lo daba.  Así surgió comida para tantos soldados.  Así que cuando Vishwamitra supo, quiso la vaca.  Y amenazó a Vashista incluso con una guerra si no se la daba.

Vashista se preparó para pelear.  Tomó una hoja de hierba,  la llenó con su energía y la colocó frente a él.  Contra él se abalanzaron los mil guerreros con sus piedras, lanzas y flechas y a todos se los tragó la hojita.  El yogi permaneció impasible ante los ataques,  Vishwamitra estaba impactado.

Y así fue como supo que la fuerza del Yogi es la fuerza más grande que existe.  Y dejó su camino como guerrero,  se fue a los Himalayas y se dedicó a buscar el conocimiento verdadero a través de su práctica de yoga y su sadhana."

El Guru nunca muere:  sus enseñanzas permanecen con nosotros para siempre.  Nuestra misión es hacerlas crecer  y nunca dejar que mueran.






jueves, 8 de enero de 2015

Sat-Cit-Ananda

Estoy en mis días de luna.  Ayer fui a practicar e inexplicablemente,  cuando estaba tomándome la pipa de rigor a la salida del shala,  perdí el equilibrio y me fue contra la pila de cocos de mi amigo el pipa-wallah:  decenas de cocos cayeron a la calle en medio de un escándalo y me dije por dentro: "mmmm.....ya viene."

El día anterior me sentí también un poco "fuera".  Los días de luna son un umbral entre este mundo de dualidad y nuestra sabiduría como Devis.  Sentía que estaba presente pero mi consciencia ya había despegado a otro lugar.  Caminaba como en el aire y en una se me olvidó que aquí el tráfico es por la izquierda y casi me levanta una moto.

Así que mejor me vine a encuevar.

Anoche cerré el día con tres amigas queridas (una de ellas tiene tres añitos), una deliciosa sopa de verduras con arroz que me recordó a mi querida abuela y una película de caricaturas de Ganesha.  En este umbral siento que puedo apreciar la bendición y pureza de lo simple,  de lo pequeño y milagroso.  Las risas de la bebé llenaban el cuarto mientras compartíamos y sentí un anhelo profundo de trasladarme a mi hogar por unos instantes y abrazar a mis seres amados,  sin dejar de disfrutar el inmenso regalo de esta reunión de mujeres.




 En estos días de luna, el corazón femenino se siente un poco más abierto y sensible y por eso se advierte a los compañeros de vida la necesidad de andar con más cuidado si nos tienen cerca.  Soñé toda la noche con mis relaciones con retos:  aquellas que de alguna forma me han ayudado a ir profundo en la enseñanza humana del perdón.  Realizaciones importantes mientras dormía,  una de ellas estar en silencio.  El silencio tiene todas las respuestas,  ese lugar no contaminado por la mente y sus expectativas.

Los días de luna nos limpian y nos ayudan a soltar todos los sentimientos y emociones acumulados durante el mes.  Estos cuerpos de mujeres son sabios y sólo hay que dejarlos ser y funcionar.  Hice una práctica restaurativa,  lenta y pausada con mi música favorita.  Encontré esa unión de la inhalación y la exhalación que no es más que una metáfora de todas mis relaciones:  para estar realmente presente necesito suspender por unos instantes mi identificación conmigo misma y lograr una disolución en el otro,  en sus perspectivas,  sentimientos y anhelos.  Tengo que estar en mi centro para poder experimentarte.  Y es a través de esa conexión que me defino yo misma y aprendo más sobre quién soy más allá de mis propias contemplaciones.

Por más asanas que domine,  sé que soy una principiante en el arte de la relación.  Lo sé porque cada ser que topo me obliga maravillosamente a suspender mi propia mente y ego,  eso con que me identifico y me he identificado por años y debo inevitablemente regresar al inicio.  Soltar todas mis teorías, juicios y conceptos para poder realmente conectar en el momento presente.

Radica ahí para mí en este momento la esencia pura del yoga:  si estoy dominada por mis puntos de vista experimento la separación,  el miedo y el sufrimiento.  Pero comprendo que hay una interpenetración de cada aspecto del otro en mí y viceversa.  Por eso Guruji decía:  "Ver el atman en todos".  Estoy separada y al mismo tiempo íntimamente conectada a todo y esto sucede simultáneamente.

Entiendo ahora por qué esto del yoga es una transmisión de maestro a estudiante.  Sucede cuando dos esencias se encuentran y en ese encuentro kármico se revela la esencia de todas las relaciones.  Y para que suceda esa epifanía ninguno de los participantes tiene que ser perfecto:  sólo tienen que saber crear y disolver espacios sagrados.

Una relación auténtica implica por definición la unión de los opuestos.   Consiste en un proceso continuo de soltar nuestra alharaca mental y escuchar al otro.  En la medida en que estoy relajada y receptiva y no sienta que tengo que imponer mis puntos de vista a nadie más,  en esa medida es que puedo recibirte.  Esta posibilidad de observar cuando nuestras propios errores los transferimos al otro es también para mí una clara indicación de que estamos construyendo algo nuevo.   Sino,  una relación se vuelve un intercambio de monólogos que nunca se topan.  Un delirio acompañado que no crea nada nuevo.

Al igual que en algunos momentos en nuestro camino del yoga,  hay relaciones que nos dejan secos,  lavados por dentro.  Sentimos que hemos perdido el norte y que existe un abismo infranqueable entre nosotros y eso que todos buscamos,  el Amor.  Sentimos que no queremos intentarlo de nuevo,  que no hay nada que pueda construir ese puente entre nosotros y la verdad.  Es en este punto mágico que se nos ofrece la oportunidad de intentarlo todo de nuevo,  desde cero, y recordar de dónde venía nuestro deseo de conexión y por qué.

Estos momentos de transición son una invitación abierta a morar en el instante presente,  ese que nuestra práctica de yoga nos ha enseñado a habitar.  Una invitación a sentir cada célula de nuestro cuerpo,  observar el patrón de pensamiento,  que es el patrón mismo de nuestros egos y entrar, una vez más,  en el tejido mítico de Indra,  cada hilo adornado con una joya inefable que refleja todas las demás.

Pongo atención a este instante,  a este día,  a mi cuerpo que se limpia,  a los sonidos en el ambiente,  el movimiento de mis dedos en el teclado y mi respiración.  Realizo que todo lo que he sido,  soy y seré está presente aquí ahora,  igual que todas las almas que he reconocido y reconoceré en esta vida.  Siento mi experiencia presente descansar en los hilos inconmesurables del ahora,  en esta vasta red que llamo mi vida.

Y se me revela el contexto de todo seguido de un sentimiento de relajación y pertenencia totales.  Sé que todo lo que amo está siendo cuidado.  Ya nada depende de este mi ego voluble ni nunca ha dependido.  Todo está amparado por un profundo sustrato de amor y a este momento me han traído mis prácticas,  sin anticiparlo.




El Guru no es perfecto

India y mi práctica me enseñan a no tomarme nada literal y a contemplar el poder de abrazar supuestos contrarios,  dualidad que existe sólo en mi mente.

Este país es experto en abrigar contradicciones.  Modernidad convive con tradición,  lujo con pobreza.  Hay una pluralidad inmensa de lenguas,  castas,  dioses y ritos,  costumbres e ideas.  Pero ante todo,  conviven en esta tierra el hinduísmo y el islam,  el politeísmo más rico y matizado frente al monoteísmo más puro.

El yoga no es una religión y muchas veces se le atribuyen características religiosas que no tiene.  Pero por haber nacido en esta tierra sucede que todo se mezcla.  Más que una paradoja histórica,  el enfrentamiento entre hindúes y musulmanes es una herida profunda en el corazón de la Madre Bharat.  Parecida a la que traemos todos en la dicotomía que significa vivir esta encarnación.

Es interesante notar que durante todos estos siglos de convivencia,  las dos comunidades han preservado su identidad.  No hubo fusión.  Y al mismo tiempo,  muchas cosas unen a los indios musulmanes con los hindúes:  costumbres,  lenguas,  amor a esta tierra,  la cocina, la música, el arte popular y la historia.  Esta convivencia ha sido una larga rivalidad y han terminado más de una vez en encuentros sangrientos.

Hubo un emperador mogol,  hombre de inteligencia superior,  voluntad infranqueable y severidad moral, no exenta de crueldad.  Llegó al trono y siendo un fanático sunnita se propuso un imposible:  gobernar a los infieles e idólatras conforme a los principios del ascetismo musulmán.  Su padre,   Shah Jahan,  había sido un emperador más conciliador,  famoso por la construcción del Taj Mahal.  A su hijo, el Taj le parecía un monumento a la impiedad y con su reinado comenzó la decadencia del imperio.

Será que el enfrentamiento no es ni será nunca la solución?



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Decía en alguna entrada anterior que el maestro es importante cuando practicamos yoga.

Llegamos a nuestro mat a veces cargados de penas y corazones rotos. Nuestros cuerpos han sufrido el embate de tales experiencias y se han vuelto una carga en vez del vehículo de nuestro espíritu en esta tierra.  Se sienten pesados, aletargados y rígidos:  todos esos lugares en nuestro ser necesitan tolerancia y aceptación en vez de fanatismo.  Necesitan tiempo y mucho amor.  Necesitan sobre todo guía y mucha aceptación.

Podemos dividirnos y negarnos a escuchar nuestras emociones,  limitarnos a vivir la mente desde la mente y descartarlas de la ecuación.  En algún momento inevitablemente recibiremos una señal de alarma. Algo empezará a doler,  algo se enfermará.  Si vamos lento y escuchamos,  podremos percibir  la respuesta escondida en la honestidad de nuestro cuerpo.   Y nuestra práctica hará precisamente eso:  hará que todo el conjunto de quién somos se sienta escuchado y reconocido.  Que todo nuestro reino finalmente se integre y habiten por igual  opuestos bajo un mismo techo.

Aspirar a convertir a los infieles a la fuerza es batalla perdida.  Tengo un par de estudiantes que vienen de disciplinas físicas muy fuertes y enfocadas:  ciclismo y fútbol.  Ambos han usado sus músculos por años de la misma manera.  Y no sólo los músculos:  han dirigido sus músculos con los comandos de la competencia,  la lucha y la presión.  Sus cuerpos son rígidos,  duros y muy fuertes.  Sus almas anhelan la suavidad,  la flexibilidad y la relajación, sino no estarían buscando esto. Como seres humanos necesitamos el balance,  el equilibrio y la justa medida entre los opuestos.  A estos seres fuertes y potentes les toca rendirse al poder sutil de la respiración, a lo más suave e invisible.

Conquistar el cuerpo es una hazaña descomunal ya que todos tendemos a la inercia y a lo conocido.  Mentalmente también queremos hacer las cosas donde nos sentimos ágiles y a todos nos cuesta enfrentar cara a cara  nuestros patrones viejos.  Hay partes rebeldes en el cuerpo que se niegan a cooperar pero sobre todo,  la mente es la que lucha para no avanzar en terreno desconocido.  He aprendido que la ayuda de un maestro en estos primeros pasos puede hacer toda la diferencia.  Un maestro que entienda  que la identificación con la forma es sólo una de las muchas facetas del yoga y que pueda comprender al estudiante aunque éste se siente torpe e incómodo y motivarlo a seguir adelante.

A través de la práctica realizamos que el cuerpo humano posee una extraordinaria belleza, independientemente de la forma externa.  Una vez que conectamos con la respiración y el prana entra libre y conscientemente en nuestro ser, nos damos cuenta que el maestro externo nos ha estado empujando hacia nuestro propio maestro interno.  Así que un buen maestro utilizará una serie de técnicas para liberarnos en aquello que nos mantiene encerrados en un sistema de creencias y en la necesidad que todos tenemos de saberlo todo.

Un buen maestro nos guía hacia la verdad para que ya no podamos escondernos de ella en los subterfugios del ego.  Y el ego tiene muchas técnicas también,  entre ellas la pereza,  el despiste,  la confusión y las falsas alegrías del mundo del samsara,  todas temporales por naturaleza y sumamente efímeras.   Al ego también le encanta juzgar y El Guru con sus acciones y trucos nos apuntará exactamente a aquello que nos obligue a desenterrar nuestra propia oscuridad.

Qué pasa si no tenemos un "buen maestro"?  Cómo sabemos si nuestro maestro@ es clase A o si es un maestro "mediocre"?  En mis propias búsquedas,  he comprendido que los buenos maestros no están desconectados del "mundo" ni se sienten por encima de nadie.  Son personas normales,  padres y madres de familia que se despiertan temprano a atender niños,  hacen tareas con ellos y van al supermercado.  No usan una bata blanca y una multitud de malas en su cuello ni buscan séquito.    Son aterrizados y llenos de compasión y funcionan en el mundo.  Son seres responsables con su propio camino de transformación.

Estos maestros tienen una honestidad que se nota no sólo mientras guían a sus estudiantes sino en  sus propias prácticas. Tienen su propio maestro. Son seres despiertos, hay una cualidad de alerta en sus ojos.  Encontrar un Guru puede ser lo más difícil que enfrentemos en nuestra vida,  especialmente en estos tiempos en que el gran deseo de las personas por aprender yoga puede confundir su discernimiento.  Esto es muy triste y lo he visto  en casos muy cercanos: los estudiantes están en una posición vulnerable en sus propias vidas y maestros inescrupulosos se aprovechan de ello.  Otros les impiden el acceso a textos importantes e incluso a escuelas serias y los disuaden de avanzar en el camino por miedo a perderlos como discípulos.

Hay una diferencia entre conocer tanto a un estudiante para saber que tiene todavía mucho por recorrer hacia su interior y que todavía no está listo a impedirle a uno que está listo moverse en el camino.  Me han sucedido los dos casos:  gente cuyos egos los ciegan y cuya ambición está por encima de cualquier cosa (a esos hay que disuadirlos y frenarlos,  como hace mi maestro Sharath aquí en Mysore a menudo)  y otros que están listos a pesar de tener pocos meses en su mat ( a esos hay que alentarlos a ir más allá de sus límites).

El yoga es algo que es real y todos los estilos de yoga siguen ciertos principios claves.  Pero lo importante es saber que hay esperanza:

Sea que tenes un maestro y lo querés y respetas;
sea que no lo tenés;
sea que tenés un buen maestro pero no te has dado cuenta;
sea que amás a tu maestro aunque no sea muy bueno o si no lo amás precisamente porque es muy bueno:

no importa el caso,  el principio mismo de la relación - dos puntos de vista que confluyen,  eso es lo importante.

El principio de relación con el maestro es lo más importante en yoga,  tan importante como la relación con cualquier otra persona:  sea tu novio o tu novia,  tu esposo o tu esposa,  tus padres,  tus mascota, tus hijos.  

A todos nos gusta poner a nuestro Guru en un pedestal,  al igual que hacemos con nuestros amantes en el inicio de cualquier relación.  Queremos que sean el símbolo de todo lo que anhelamos:  sabiduría,  libertad,  belleza y energía vital.  Los idealizamos y por tanto,  los reducimos a nuestras teorías sobre ellos.  Queremos que sean exactamente como nosotros queremos y esto nos impide accesar ese lugar de profundidad en nuestro corazón,  ese lugar que todavía no conocemos y que aspira a abrirse.  Cuando ponemos al maestro en un pedestal,  nos ponemos nosotros mismos en un hueco.  Y así se nos disipan nuestros propios dones,  nuestra visión y nuestro propio anhelo.

Como cualquier relación de crecimiento,  un buen maestro nos devuelve a nuestra propia inteligencia, a nuestro propio corazón,  nos estimula a tener un encuentro profundo con quién realmente somos.  Y esto lo hacen siendo primero y ante nada ellos mismos,  siendo honestos y transparentes en su propia humanidad.

El proceso del yoga nos pide que admitamos nuestra propia ignorancia cuando nos damos cuenta de que hemos estado proyectando en el maestro.  En vez de sacar conclusiones apresuradas una vez más,  tal vez valga la pena observar cómo nuestra propia mente puede separarnos de nuestra inteligencia superior.  Existe una tendencia en todos a ver al Guru como infalible y el proceso del yoga es precisamente la practica de traer consciencia a esta función reductiva de la mente.

Soltar expectativas.  Dejar de identificarnos con estados mentales.  Deshacernos de nuestra codependencia de conceptos y dejar de perder el tiempo hablando de otros a sus espaldas,  opinando sobre lo que nosotros "creemos"  que es lo correcto en vez de ocuparnos de nuestro propio camino: y tal vez entonces podamos ver las cosas como son.  El Guru inicialmente aparece como el "otro" y tendemos a idealizarlo,   pero no hace falta que el Guru sea "perfecto"- o que se adecue a nuestros estándares mentales.

Mejor que sea un maestro con un corazón abierto y que haya comprendido que el fondo del asunto es la unión de los opuestos;  que sea capaz de reiniciar su propia práctica cuantas veces sea necesario y empezar de cero;  que nos permita observar nuestra propia mente y sus errores,  super-imposiciones y transferencias.  Que siga a su propio maestro con devoción.

Porque la verdad última,  que a menudo se explica con la profundidad del silencio,  es que la naturaleza verdadera de quién somos está más allá de cualquier pensamiento y lenguaje.  Está más allá de la forma y a la vez,  es la forma misma.  Está más allá del lenguaje,  pero nutre el lenguaje.  No podemos hablar de ella,  pero es sobre lo único que vale realmente la pena conversar.

Y tal vez algún día,  en este continuo observar de lo que es,  podremos realizar esa verdad.   Y para eso es que ha estado nuestro maestr@ ahi todo este tiempo:  para guiarnos, resguardarnos y protegernos en la vulnerable y peligrosa aventura del despertar.