jueves, 18 de septiembre de 2014

Relaciones

Todos tenemos momentos difíciles.  Se ponen todavía más difíciles cuando la situación externa nos alumbra nuestros ángulos ciegos.  A nadie le gusta que le señalen sus errores.  Todos reaccionamos:  nos enojamos,  proyectamos culpa en otros,  nos resentimos, etc etc.

La maestría del yoga es que nos ayuda a encontrar el centro aún después de una debacle. Cuando me siento perdida,  cuando no entiendo bien qué está pasando conmigo misma o con alguien más, acudo a los textos sagrados y en ellos encuentro consuelo,  sabiduría y una respuesta en medio del caos.

Cuando siento separación con otro ser humano entiendo que es mi labor ver dentro de mí qué es lo que esa persona me está haciendo el favor de enseñarme.   Puedo agarrarla en contra del "mensajero" o puedo ir hacia adentro y observar qué no quiero ver dentro de mí.

Hay cuatro hermosas reglas que intentamos seguir en nuestras relaciones en el camino del yoga. Aplican para todos los colores y tamaños y le dan a uno una idea bastante acertada de cómo desenvolvernos aún en medio del conflicto más agudo.  La primera nos invita a ser amorosos con nuestros amigos. Esta es fácil:  a quién no le gusta compartir con gente que piensa como uno,  que tiene los mismos gustos,  que anda en la misma vibración?  Pero siempre es importante recordarlo y apreciar a aquellos que nos hacen la vida más hermosa.  Decirlo.  Actuarlo.  Manifestarlo.

La segunda nos invita a tener compasión por quiénes sufren.  A mí esta me cuesta mucho.  Veo tanta gente que actúa inconscientemente,  que daña a otros con arranques,  palabras y acciones.  A una parte mía lo que le da es cólera.  Me enoja ver un ser que dañe a otro.  Tengo un caso específico de un estudiante que quiero con todo el corazón.  Es un ser bueno, profundamente bueno.  Alguien lo dañó recientemente y mi impulso protector es atacar.  Pero vuelvo al sutra y trato de sentir compasión por esa persona que está sufriendo tanto que el odio y la amargura se le salen por los poros.  El problema es que cree que anda muy bien.  Pero no es mi labor despertar a nadie,  a menos que me lo pidan. Así que simplemente me conformo con pedir compasión por ella.

La tercera regla es sentir alegría por los éxitos ajenos. Celebrar los triunfos de todos a nuestro alrededor,  en vez de sentir envidia.   Nos han educado para competir, para sentirnos menos cuando alguien lo logra.  Nos han distorsionado el panorama.  Así que esta intención es de vital importancia para convivir.  Alegrarnos por la alegría ajena como si fuera nuestra.

Y el último es uno que todavía no he aprendido a aplicar.  El texto habla de indiferencia ante los necios.   Ecuanimidad ante aquellos que nos dañan.  Me declaro inútil:  a mí todavía me saca la gente que no se da cuenta que sus acciones pueden herir profundamente a otros.  Pienso en todas esas veces en que yo misma he sido instrumento de dolor y me da mucha pena,  la verdad.  He pedido disculpas,  he hecho enmiendas. He aprendido, sobre todo,  que un ser cuyas emociones lo dominan puede ser un arma mortal.  Mi práctica espiritual me está ayudando a domar los sentidos.  No que sea fácil,  no.  A veces son como un caballo desbocado que amenaza con destrozar todo a su alrededor.

Así que enfrento esta situación o aquella otra con la guía de estos maestros antiguos en India.  A ellos también los trataron mal,  sufrieron ingratitudes, chismes,  arranques,  hipocresía,  serruchadas de piso,  envidia,  odio, indiferencia,  separación.  Comprendieron que la separación primero sucede dentro de uno y el afuera es sólo un espejo.  Entendieron que no hay nadie allá afuera a quién culpar:  el mundo lo percibo como yo soy.  Si estoy en mi centro,  percibo el centro en los otros.  Si estoy off,  proyecto esa energía en los demás.

Agradezco a todos aquellos que me han ayudado y ayudan a  verme los ángulos ciegos.  Sin su ayuda mi camino sería muy plano.  He aprendido enormemente de mis errores gracias a maestros y amigos verdaderos.  Sin ustedes no podría escribir esto hoy. También agradezco a todos aquellos que con sus acciones me hirieron y hicieron sentir muy mal.  Gracias a ustedes desarrollé una cualidad interna que no tenía ni conocía: la cualidad de la humildad.  Sus acciones me ayudaron a verme como soy,  sin disfraces ni pretensiones.  Y hoy puedo ver como cada relación en mi vida me trajo a un lugar de serenidad y aceptación incondicionales de lo que es cada ser,  sin expectativas.

Desde ahí puedo decir que soy mucho más feliz hoy que antes.  Ya no es tan grave cuando alguien incumple su palabra,  traiciona o hiere.  Puedo verme en esos seres que sufren y anhelan, como todos,  una luz en el camino.  Mi deseo es que más seres despierten a las posibilidades reales de salirse de todos esos rollos- issues.  Y que podamos compartir cada día más con amor y compasión mutua y hacia el mundo,  hacia los amigos,  los enemigos,  los que sufren y también hacia los que nos aman.

Así sea.



lunes, 15 de septiembre de 2014

Limón Blues

Anoche tuve una práctica espiritual un tanto diferente,  pero no por eso menos interesante.

Soy de la filosofía de que uno tiene que probar todo en la vida...con mesura,  curiosidad e inteligencia. Durante muchos años quise hacer algo y no sucedió.  Siempre ponía excusas,  me inventaba historias.  Había una parte mía que quería hacerlo, pero tal vez simplemente no había encontrado la compañía adecuada.

Puerto Viejo es la playa en Costa Rica que más amo.  Es una mezcla de India con Jamaica con Africa con Indonesia.  Encuentra uno ahí una vibración mágica,  así de mágica para mí como India.  Cuando estoy ahí la vida se siente diferente. Hay otro ritmo. Mis amigos locales se comunican con más fluidez y transparencia.  La gente es preciosa,  realmente hermosa.  Hay una abundancia y exhuberancia en el aire que añoro diariamente.  La comida se siente llena de amor.  Y anoche tuve la experiencia de ser introducida al por primera vez en mi vida y en vivo al Roots.

Siempre tuve cierta reticencia por lo tarde que empieza la fiesta en Puerto.  Medianoche apenas comenzando. Con mi horario tan disciplinado a esa hora normalmente estoy en la cama, lista para levantarme muy temprano. Así que sólo pensar en esperar ya que dio sueño.  Pero sabía que tenía que lograrlo,  sabía que mi práctica de hoy iba a ser cambiar el patrón.  Todos podemos refugiarnos cómodamente en el yoga u otras prácticas y he visto mucha gente hacerlo para no enfrentarse ellos mismos.  Se vuelven autómatas del mat.  Fundamentalistas llenos de juicios y según ellos sabiduría.  Pero entre más avanzo en este camino, más sé que no sé nada.  Más me dejo llevar por mi intuición y más me atrevo a vivir fuera del cuadrado.

Mis amigos desistieron de la iniciativa,  cansados igual que estaba yo.  Todos...menos uno.  Sin él no lo hubiera logrado.  Conocedor del tema y más negro que blanco,  conoce el lugar como la palma de la mano.   Me alegra mucho porque cuando llegamos a Salsa Brava el lugar estaba repleto.  No creo que me hubiera atrevido a entrar sola.  Pero experimenté un momento de verdadera alegría en este lugar.  La música intensa y la multitud moviéndose al ritmo de las olas y el roots me transportó a otra dimensión.  El lugar estaba bastante oscuro y se veían sobre todo siluetas.  Se respiraba un aire dulce y cálido.  La gente bailaba pero se movían como si esta energía los estuviera llevando.  Entré en una especie de trance acompañada por mi amigo,  fui a un lugar que no conocía y me sentí muy bien. Tan bien.  Fui viendo mis prejuicios josefinos caer uno a uno y me di cuenta de que estaba en el lugar perfecto con la compañía perfecta,  en el momento preciso y sin ninguna preocupación.

Pocas veces he experimentado esta sensación en mi vida.  Siempre estoy analizando todo,  observando qué está mal,  anticipando un peligro o preocupándome por el futuro.  Sé que mi mente a veces está muy acelerada y otras más tranquila.  Pero los encuentros medulares me pasan cuando puedo sentirme en paz y relajada.   La música, la noche,  la novedad y la compañía confabularon para que esto me pasara anoche.  Me sentí liviana,  feliz y totalmente en paz, aún en medio de tanta novedad.   Supe que mi músculo interno de adaptación ha crecido y que mi consciencia puede contener experiencias nuevas sin tantos juicios como antes.

Me gusta la gente que no juzga y por eso digo,  con Chavela Vargas,  que ser libre implica muchas veces la sensación de una soledad profunda y perenne que se rompe raramente por un encuentro sublime.  Esto porque un ser libre elige con quién se junta.  No se conforma con máscaras e indecisos.  Fluye en libertad en el río de la vida conectándose a seres de la misma frecuencia.  Intenta vibrar al cien por ciento.  No se estanca.  Decide tomar la vida por los cuernos y jugársela.  Se arriesga. 

Anoche sentí ese ser libre dentro de mí moverse al ritmo de una música nueva. Música que me conecta a una energía poderosa de amor,  dolor y posibilidades.    Sentí el poder de mi conexión desde un lugar fuera de mis conceptos y experiencias vividas.  Dí un paso que pudo ser en falso y no lo fue. Y la alegría es inmensa.  El encuentro conmigo misma en circunstancias nuevas le dio un color nuevo a mi mundo.  Porque voy a seguir explorando hasta que me muera y me voy a reír de los juicios internos que me piden continuar repitiéndome.

Un ser vivo y libre no puede nunca repetirse.  Necesita romper estructuras todos los días.  Necesita respirar aires nuevos y vivir contrastes.  De lo contrario, nos anquilosamos tristemente en ideas que nos limitan e impiden respirar esta existencia efímera,  irrepetible y absolutamente hermosa.  Perdemos la magia.  Nos auto cerramos las puertas.

Puerto Viejo de mi corazón:  te recibo desde un lugar nuevo.  Anoche abrí una puerta mágica y hoy,  muerta de sueño mientras escribo esto casi sin poder ver las letras me digo:

No woman.
No CRY.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Lo que tus ojos juran se ha perdido


Juré sentirme un día enamorado
Y desperté después solo y vacío
Buscando tu mirada en el espacio
Buscando lo que fue, lo que había sido

Y luego me abracé para olvidarte
Y en ese abrazo di por fin conmigo
No tengo nada más para contarte
No encuentro ni el regreso, ni el camino

Pensé que solo estaba desangrado
Y que tu corazón no estaba herido
Pero no echó a volar más el encanto
Y me quedé en el borde del olvido

Deja que todo sea como esta escrito
No alteres ni una letra en este libro
Rescata de esta historia sólo lo bueno
Lo que tus ojos juran que se ha perdido

Para volver atrás no encuentro el sueño
Para seguir me pierde un laberinto
En tu pequeña mano cabe el tiempo
El mismo que rompió mi desatino

Y si después de todo encuentras algo
Amárralo a la luz de esta ventana
Por donde llego cada día a tu cuarto
Anunciándote un rayo de esperanza

Alejandro Filio
Lo que tus ojos juran

lunes, 8 de septiembre de 2014

De ángeles y demonios

Lo observo detenidamente.  Me lo permite.  Está en su centro.  Su energía está aquí conmigo-  no se ha disparado.  Cuántas veces me he disparado yo en un afán ingenuo para no sentir,  para no estar aquí,  para que no duela.  Pero inevitablemente se dispara.  Y lo pierdo.  Y me pierdo.  Y ya no somos nada,  sólo dos víctimas de la cotidaneidad y sus recovecos.

Permanecer en el centro es el arduo trabajo del buscador espiritual.  Perder ese centro es precisamente la enseñanza.  Cuando lo perdemos,  nuestros recónditos demonios hacen un banquete.  Estamos demasiado hipnotizados por nuestros samskaras para poder evitarlo.  Hacen fiesta.  Nos usan como títere y nuestra fuerza se disipa frente a los miedos:  al futuro,  a la pérdida,  a lo desconocido,  a la felicidad.

Puedo afirmar que me cuesta creer que haya en este mundo un rincón tranquilo donde pueda refugiarme.  Sé por experiencia que el único lugar donde estoy realmente bien es cuando estoy conmigo misma y me siento balanceada y optimista.  El cuerpo necesariamente tiene un papel importantísimo en este estado de ecuanimidad.  Si el estrés y el cortisol vencen,  no hay forma de sacar la cabeza. He aprendido a reconocer cuando no estoy en un espacio para compartirme.  Necesito tiempo sola para verme y escudriñarme y cualquier intento de relación es vano en ese momento. Momentos íntimos e imprescindibles de reflexión necesariamente me llevan a nuevas preguntas e inquietudes.

Y reflexiono sobre el poder que tiene la realización de que todos estamos solos en esta vida.  Sobre la inmensa posibilidad que está latente cuando uno abandona cualquier intento de refugiarse en el otro para no enfrentarse uno mismo.  El otro- y me refiero a un hombro,   un otro que pueda llamar par-,  me sirve como brújula para saber cómo estoy por dentro.  Si el otro se aferra,  es porque yo me estoy aferrando.  Si el otro es indiferente,  es porque me estoy protegiendo.  Si el otro es frío e inaccesible, es porque le estoy mostrando mi lado de cemento.  Puedo verme reflejada en mil espejos pero ninguno conseguirá evadirme de esa responsabilidad vital conmigo misma y con la Vida:  la quimera posible de conocer y anticipar mis ángeles y demonios.

Cómodamente puedo vegetar en el día a día y justificar cuando salen a asolearse,  cuando discuten entre sí o arman bronca.  O puedo estar alerta a su presencia y volverme un testigo implacable de sus insinuaciones.  Normalmente caigo presa de mis demonios cuando gravito hacia seres desequilibrados,  antagonistas y faltos de fe.  No sé qué es primero:  si el huevo o la gallina.  Me detonan todos los botones equivocados.  Pero también me veo en aquellos que se ufanan por dejar una huella de intrépida consciencia en este mundo.  Cada día pienso en el Dalai Lama,  en la Madre Teresa,  en mis maestros,  en sus maestros.  Pienso en todos esos seres extraordinarios que se sobrepusieron a las voces del escepticismo,  la desvalorización y el miedo.  Que a pesar de tenerlas a su alrededor por todo lado,  lograron atravesarlas con el poder que Dios da a un líder de corazón.  Martin Luther King,  Nelson Mandela,  Mahatma Gandhi.  Todos militantes de la minoría, defensores del underdog,  creadores de ideologías nuevas y rebeldes.

Y me duermo preguntándome si esta vida no será más bien una oportunidad de experimentarlo todo, incluso aquello que tememos.  Incluso aquello que odiamos. Para encontrar así nuestra redondez,   menos esquinas de juicios y condenas.  Seres permeables a todo lo que esta existencia provee,  incluso lo más absurdo y descabellado.  Y con esta convicción doy gracias porque en medio de la imperfección diaria que es esta vida mundana, aún en esa imperfección llena de cambios,  imprevistos y decepciones,  aún así,  hoy siento que pude ser feliz.

viernes, 5 de septiembre de 2014

City of Angels

I finished my week with my Teacher.  My body aching but my heart exploding with joy.

It's hard to explain how Intermediate Series melts you down.  In the beginning,  it brings out all the stuff you've been trying to hide from yourself.  Old emotions,  unworthiness, insecurities.  Everything comes to the surface.  You become this strange creature with nightmares every night,  wondering if everyone else is going through the same crazy stuff.

We all are,  in a different way.  The beauty and magic of this method is that it works individually with everyone even though it seems to be the same physical practice.  Someone told me today that if you think of yoga in this lifetime it is already a blessing even though you don't move a finger.  But if you get to do a sun salutation- then you found your treasure.  Not easy to peel through the layers of the shell to find the pearl, my teacher said this morning.

But you know you have no choice.

Life can be endured or truly lived.  In my case,  i used to struggle a lot mentally.  Instead of accepting what was coming to me,  i was always wishing it to be different that it was.  This created a leak of energy in my system and i was usually worried and stressed out about the future.  Yoga has helped me accept each moment as it comes.  It has supported me through ups and downs,  given me the equanimity to know everything shall pass.

Right now i am going through a big family transition.  Things are moving in unexpected ways and i am not really sure how i am going to bring this boat into safe port.  Sometimes i wish i wasn't the captain of my ship.  But i know i am.  I am in charge of my life and i am where i need to be,  where i can learn something new.  As i watched the roof of our gym this morning in class,  i felt so blessed to know somehow my previous decisions brought me there- to my teacher,  to my friends and students,  to my dharma.    Something i did very well because Yoga found me in this lifetime.

In this City of Angels it's so easy to focus on my practice.  I know i am going back to my family,  the shala,  my work and life in Costa Rica.  I know i have a handful down there:  holding the children,  buying the groceries, paying the bills,  teaching the students,  doing my practice.  Sometimes it all really flows.  Sometimes it gets hard as hell.  And still, overall i feel so grateful just to be writing this.  To feel open and relaxed after my practice,  to know out there there are many more faithful yogis with honest hearts longing for the truth.

We are all in this together and all separation is a myth.  Some may understand this,  others not yet.  But i am happy to know my happiness is your happiness and your grief my grief.  If we can support each other in the path then life takes a new meaning.

So maybe that is why i felt so light and calm during Intermediate today.  Anticipating the old pattern in my mind saying " I can´t do this".

I know i can,  will i choose to do it? 
Will i choose to stay open and connected to the Light instead of the doubts and fears? 
Will i find the strength inside to remember i am always in touch with the Supreme Energy? 


Or will i fall prey to old voices and resentments that weigh me down? 
I don´t think so.

The body is a manifestation of our soul. Today i could feel my soul leading the way.

I go back from this City of Angels knowing i can choose every second to be in the darkness or i can enjoy  the unfathomable,  mysterious and replenishing taste of the Light.



jueves, 4 de septiembre de 2014

Más allá de la Ciudad de la Furia

Llego a la práctica con mi Maestro llena de entusiasmo y gratitud.

Hoy el gimnasio estaba un poquito más caliente que en días pasados.  O será que mi mente está menos resistente?

Tímidamente coloco mi alfombra en la primera fila.  A un extremo eso sí.  Hoy me siento valiente.  He luchado mucho para llegar aquí- no a la primera fila,  sino a este momento vital.  Estoy en un momento de puro potencial:  todo es posible para mí.  Me asusta y emociona este caleidoscopio de opciones que se me abren,  esa multitud de decisiones que quiero tomar en conjunción con la voz más profunda y sonora de mi ser.

Sé que aunque esa sea mi intención algunas decisiones las tomaré con la mente seca.  Otras con el corazón mojado.  Otras con el hígado punzante.

Qué ángel me ayudará a tomar la que sea genuinamente mía?

La que no trate de agradar a nadie.  Aquella con la que pueda vivir el resto de mi vida sin arrepentirme.

Qué milagrosa voz me guiará hacia ese lugar que anhelo?  Ese espacio interno donde mis dudas se disipen, no hayan presencias incómodas y pueda ser auténticamente quién Soy?

Mi práctica me ha ayudado,  a través de los años,  a preparar un terreno fértil.  Tuve por mucho tiempo que quitar malas hierbas,  eliminar plagas y limpiar la tierra.  Agua, abono y dedicación diarias.  Y cuando escribo esto me refiero a mis propias malas hierbas:  mis ideas sobre el mundo, sobre mí misma y sobre los demás. Ha llegado el momento de sembrar y me encuentro con un puñado de semillas en mis manos,  todas buenas.  Todas bellas.  Algunas más maduras que las otras.  Todas con un potencial ilimitado de dar frutos,  todos distintos pero hermosos.

Hoy tuve la oportunidad de engancharme exactamente en lo que no quiero. Tuve el llamado a entrar de nuevo en el drama de alguien más.  Pude ver mi impulso a justificar,  aclarar, explicar...y decidí no hacer nada al respecto.  Decidí no perder energía en dramas ajenos y dedicarlo a mi propio camino.  Ya mi Maestro me lo dijo en el pasado:  cuando haya turbulencia a tu alrededor,  IGNORALOS.  El mismo me da su ejemplo poderoso cada día con su ecuanimidad y solidez interna. Con su sonrisa,  su andar pausado y su vitalidad.   Y hoy fue en día en que,  antes de engancharme,  recordé sus palabras y simplemente pasé de largo.

En vez de desperdiciar mi energía en absurdos,  escogí tener una tarde linda con mis amigas,  disfruté de una piscina de agua fresca y un jacuzzi tibio,  ambos bálsamos para mis músculos cansados.    Cena temprano con la comida que nos gusta a los yogis:  ensalada de kale con un jugo de pepinos,  algas y frutas.  Me despedí de este mi último día en Los Angeles con un atardecer desde las montañas de Hollywood,  llena de nostalgia,  ya extrañando a mi Maestro.  Lista para el siguiente paso.  Lista para seguir enfocada.

Es mi decisión.

Ya empiezan a aterrizar mis nuevos estudiantes en Costa Rica.  Inician dos meses de mucho movimiento interno para todos.  Anticipo un tiempo de mucha interiorización y compartir al mismo tiempo.  Todos sostenidos por la energía benevolente y amorosa del linaje de mis maestros.  Presencias que no son una historia,  sino energía viva y real.  Hombres y mujeres valientes que no perdieron el tiempo en observar y criticar a otros,  sino que tomaron su destino en sus manos.

Me voy inspirada a encontrar mucho más gente así en mi camino.

Ya de hecho,  la
estoy encontrando.









miércoles, 3 de septiembre de 2014

Al filo de la cornisa

Me levanto muy temprano.  Los Angeles todavía está oscuro y frío cuando mi amiga Karla pasa por mí.

Recorremos esta ciudad que apenas despierta,  las dos un poco asustadas de la tarea que vamos a enfrentar.  Ella va a hacer Segunda con Sharath por primera vez así que anticipa algo que no conoce.  Yo ya es la enésima vez que me toca...y tal vez por eso estoy todavía más nerviosa.  No se me pasa este vacío en el estómago,  esta sensación de que voy a bailar al filo de la cornisa.

Pasamos por un latte:  no coffee,  no Ashtanga Yoga!

Después de muchos años, sigue viva en mí la llama que encendió Guruji.  El fuego intenso de la transformación,  el tapas le llamamos los yogis.  Trato de recordar cuándo fue la primera vez que Sharath me invitó a la clase avanzada:  no llega el recuerdo.  Pero sí llega la vez que estaba en India y me dí cuenta que estaba embarazada de mi retoño.  Terminé en el Vikram Hospital haciéndome un ultrasonido para comprobar que efectivamente estaba con bebé...y ese domingo me fui a hacer la Segunda Guiada,  la última práctica del primer entrenamiento de maestros que hizo Sharath en Mysore. No tenía opción:  o la hacía o la hacía.  Theo,  en ese momento un frijolito,  se agarró como un mono y gracias a Dios todo salió bien.

Así que me dijo a mí misma:  "Si pudiste hacerlo embarazada,  no tenés de qué preocuparte..."

No me funciona la psicología.

Sharath está frente a todos, nos observa interesado.  El gimnasio es grande y muy frío.  Todos estamos abrigados.  Extraño la humedad de India y de Costa Rica.  Ayer no sudé ni una gota.  Encuentro mi intención:  hoy le dedico mi práctica a mis hijos.  Mis bellos maestros.   Mis amores,  ángeles de amor y de luz en mi vida.

"Samastitih": comenzamos.

Después de los saludos,  no me he quitado el suéter.  Mala señal.  Por suerte,  junto a mí una querida amiga mexicana me inspira con su práctica grácil y su energía serena.  Se mueve en el mat como flotando.  La sigo energéticamente y me doy cuenta que ya no está el miedo,  sólo la respiración.  Las cuentas en sánscrito consiguen sacar de mi mente cualquier pensamiento que no sea AHORA.  Los pasos de mi maestro por el salón nos tienen a todos en estado alterado,  muy alertas, muy presentes.

A la altura de las piernas detrás de la cabeza,  comienza a sacar gente de la clase.  Aquellos que todavía no están energéticamente listos pasan atrás.  Humildad, paciencia y confianza:  cualidades que he aprendido a lo largo de los años con esta práctica,  lo más valioso que he recibido.  Recuerdo una vez hace un par de años un evento bastante triste:  invité a un amigo querido, ashtangi de años,  a conocer a mi maestro.  Lo convencí y vino a regañadientes.  Cuando le dijo que parara,  le dijo que no.  Que por qué.  Nunca he visto a mi maestro más enojado.  "You go back!"- le dijo contundente.  Mi amigo no cedía.  Le respondía que lo estaba haciendo bien.

Comprendí ese día que mi maestro tiene rayos X para los egos.  Muchos practicantes tienen prácticas físicas impresionantes.  Pero eso no lo impresiona para nada.  A Mysore van muchos asiáticos que vienen de gimnasia olímpica y danza.  "No show-off"- les dice a menudo.  No.  Eso no es lo importante para él.  Puede ver en la gente, en todos nosotros,  si ya hemos entendido que esta práctica consiste en escuchar al maestro y seguir sus pasos.  No estamos inventando nada,  él tampoco.  Sólo estamos honrando algo muy valioso que nos tocó recibir.  Es como cuando uno recibe un hijo o hija y lo cuida mientras crece:  sabemos que no es nuestro,  sabemos que vienen a nosotros como una bendición.  Es igual con este grupo de maestros que estamos ahora aquí con él.   Todos eslabones de algo mucho más grande que las personalidades o las prácticas impresionantes.  Todos sirviendo un propósito más grande que cada uno de nosotros.

Veo como una maestra certificada acepta la ayuda amorosa de mi maestro en una postura difícil.  Veo como todos los seguimos como una orquesta a su director,  energéticamente unidos,  nadie mejor que nadie.   Todos enfocados en ser canales,  en limpiarnos de todo lo que pueda interferir con la energía pura y limpia del amor.  Y él es una manifestación simple y pura de esa energía.  Con su humanidad y simpleza me ayuda a comprender que es tan humano como yo.

Ayer en el almuerzo nos contó que su comida preferida eran los chapatis. Habló de su hijo con orgullo.  Ama la fotografía.  Le encanta viajar.

Aunque me duelen todos los músculos de mi cuerpo de transitar por esa cornisa afilada,  me doy cuenta que lo único que estoy cultivando con mi práctica es el poder estar lista para recibir el Amor.  Cada estudiante que tengo el privilegio de conocer,  cada colega que me comparte su simpatía y su dedicación,  cada ser que topo en mi camino- desde el mesero hasta el señor que lava mi carro.

Y me preparo para las dos prácticas que me faltan desde un lugar diferente.  Anhelando que llegue mañana.  Deseando de todo corazón estar de nuevo en su presencia y recibir los muchos regalos que trae para nosotros, invisibles su mayoría.


Invaluables todos.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Angeles y maestros

Los Angeles.

Viví en esta ciudad por un mes hace cinco años.  El vuelo aterriza después de seis tranquilas horas de vuelo sin eventos.  Todavía no creo que pasé de la Patagonia al norte del continente en tan pocos días!  Parece casi surrealista.

Algo tan loco sólo lo haría por algo muy valioso:  y mi Maestro me llama con su energía aunque me sienta cansada y aturdida de tantos aviones.  Dejar el nido de nuevo y tan rápido no fue fácil.  Nunca lo es.  Pero a algunos de nosotros nos piden sacrificios personales y el riesgo de aventurarnos al mundo.  Es una voz a menudo me pide que llegue a mis límites,  como en este caso...la escucho con paciencia y hago mi mejor esfuerzo por cumplir.

Los parques de esta ciudad me traen lindos recuerdos de cuando estaba entrenando para correr mi primera maratón.  En kilómetros y kilómetros de asfalto unidos a mi práctica de yoga encontré un espacio personal de meditación y conexión con el silencio.  Recuerdo el sonido de mis pasos en la calle.  La música.  La brisa.

Tiempos buenos.

Estuve enseñando durante un mes completo aquí en ese entonces.  Sustituyendo a uno de mis amigos que hacía su peregrinaje anual a Mysore.  Fue un mes de mucho aprendizaje.  Recuerdo que el primer día era un domingo.  La clase supuestamente empezaba a las 6 am.  Nos despertamos a tiempo pero el carro no arrancó.  Nos separaban unos cinco kilómetros del shala.  No hubo más remedio que correr a toda velocidad para llegar a tiempo!  Por dicha en esos tiempos estaba entrenada.  Llegamos con la lengua afuera y sólo veinte minutos tarde...con la sorpresa que el shala estaba desierto.

"Se fue la gente!"- "Dios mío!".  Preocupadísima de fallar el primer día,  mi amigo lejos en India,  no había forma de comunicarnos.  Recuerdo sentarme casi a llorar de la mala impresión que había dado a la gente,  con la grata noticia de que de pronto empezaron a aparecer los estudiantes.  La clase del domingo no era a las 6 am, sino a las 8!  Qué alegría!

Todo estaba bien.

Muchas veces en mi vida me he sentido que no doy la talla.  A pesar de que hago mi mejor esfuerzo,  siempre decepcionaré a alguien.  Así que desde hace mucho tiempo ya no preocupo de complacer a nadie.  Mi compromiso es con Dios y con mis maestros.  A muchos no les parece lo que hago.  Este año especialmente ha sido un año de muchos cambios y viajes.  Escribo después de haber estado en India,   Holanda,  Alemania,  España,  Argentina y ahora Los Angeles.  Me faltan tres viajes más.  La voz es contundente:  follow your bliss,  como decía uno de mis héroes literarios.  No hay vuelta atrás.  La maquinaria ya está en movimiento.

Así que doy lo mejor que tengo cada día y muy a menudo siento ángeles humanos que se materializan y me acompañan.  Que mueven horarios, cambian vuelos,  traen ayuda material y emocional,  compañía amorosa y además,  me inspiran.  Gente linda que se apersona para darme un abrazo y decirme:  "Lo estás haciendo bien".  No son muchos,  pero esos pocos me ayudan recuperar las fuerzas para tomar el siguiente avión,  abrir mi alfombra la siguiente práctica,  cuidar de mis hijos con más amor todavía.   Me inspiran a no tirar la toalla.  A dar lo mejor que tengo de mí misma como si este fuera el último día de mi vida.

Habrá mucha gente que esté en desacuerdo.  A ellos quisiera decirles que se enfoquen más en sus propias vidas y que estén tan ocupados haciendo lo que aman que no tenga energía ni pensamientos para nadie más.  Así me pasa últimamente:  mi mente enfocada en lo importante,  en lo trascendente.  En la gente que amo.  En las enseñanzas que transmito- en cómo volverlas reales  en mi vida y no borrar con el codo lo que escribí con la mano.    Esa es mi fórmula y es un trabajo en progreso todos los días.

Mi corazón en este momento está lleno con la comunidad de yogis que mañana voy a reencontrar.  Con el rostro apacible y amable de mi Maestro.  Voy a abrazar de nuevo a amigos de muchos años de todo el mundo.  Caras de India.  Compinches. Cuates.  Todos unidos con un mismo propósito.  Todos conectados a la misma energía y difundiendo algo en que creemos.  La mayoría practicantes de muchos años que sabemos que esta práctica se trata de lo que traemos a nuestras vidas.  Intentando con el corazón ser mejores seres humanos que dejan una huella de paz y amor a nuestro alrededor.

Mi corazón también está con muchos estudiantes que viajan esta semana de todas partes del mundo a Costa Rica para estudiar conmigo por dos meses. Y con los costarricenses que van a ser parte de esta aventura y que sé que es gente seria y comprometida.  Me siento tan honrada y al mismo tiempo,  tan emocionada de conocerlos a algunos y verlos de nuevo a otros.  De saber que la energía de mi maestro es tan potente que sigue latente a través mío a pesar de que ya no está con nosotros físicamente hace cinco años.

Mi corazón con todos aquellos que puedo llamar mis amigos en Costa Rica y en el resto del mundo.  Todos los que compartimos el deseo de ir hacia adentro.  Mi corazón indudablemente con todos esto ángeles y maestros que habitan el mundo en este momento.

 

                                      Encontrarlos ha sido la mayor bendición de mi vida.