martes, 30 de abril de 2019

Mariposas

India siempre me recibe con los brazos abiertos.  Esta vez muy distinta a las otras veces:  esta vine a refugiarme en su seno atravesada por una daga en mi corazón.  Pasé muchos días casi inconsciente,  sin comer ni dormir,  tratando de entender lo que había sucedido.

El karma de quién me catapultó a una nueva fase de mi vida lo agradeceré hasta mi muerte.  No era lo que esperaba,  no era lo que yo hubiera hecho.  Pero sin saberlo,  este ser me hizo el favor más grande que he recibido:  me obligó a levantarme del polvo después de la caída más estrepitosa posible.  

Por primera vez en mi vida creí que me moría....y sí,  algo en mí murió.



La que renació vive su vida sin el peso de antiguos dolores y culpas auto infligidas.   La metamorfosis fue completa.  No hubo esquina que no se llevara el diluvio ni apego que no atravesara sus garras.  Entró,  rompió,  mordió,  comió...me comió entera por dentro,  tanto que sentía físicamente como mi cuerpo se deshacía... literalmente.   

Cada sueño en este estado de síntesis ha traído un mensaje claro de hacia adónde debo moverme.  Cada sincronicidad,  causalidad,  encuentro y serendipia la confirmación de que sí,  tenía que terminar una vida y empezar una nueva.

Que nos empujen al vacío de lo desconocido es una muerte infinita a nuestra identidad pasada y el regalo más grande que otro ser puede hacernos.  Sólo así podemos crecer.  En el momento lo odiaremos porque nos sacó de nuestra zona de confort y nos obligó a pensar y sentir  más profundo para comprender.   

Quién me hizo este gran favor no tiene idea de cuánto se lo agradezco.  Mientras aspiro el aire caliente del verano indio y preparo mi equipaje para tres meses de encuentros con gente maravillosa en Europa,  me pregunto si esto hubiera sucedido de haber regresado a mi antigua vida.

No creo.



Así que la gratitud que siento en este momento en mi corazón es total y sincera.  Sé que estoy en mi dharma porque me siento feliz,  emocionada,  contando los días para viajar como cuando viajaba por primera vez y tenía mariposas en el estómago.  

Volver a Madrid,  una ciudad donde viví pequeña y hasta fui a la escuela es un sueño.  Ver amigos,  practicar,  comerme esa tortilla española y la crema catalana...se me hace agua la boca.  Al igual que visitar el mar y ver amigos queridos que por una coincidencia que no es tal,  me han abierto las puertas de sus shala,  casas y corazones. 

Y ni se diga todo lo demás que viene y que todavía ni tengo idea.

Estoy agradecida.  Estoy sorprendida.  En algún momento del paso por el túnel,  dudé sinceramente volver a sonreír.  A veces nos fijamos tanto en que nuestra felicidad está en un solo lugar que nos perdemos todos los otros milagros que están sucediendo para nuestra evolución.  He pedido verdad y también he pedido protección.  El ajedrez se movió con un jaque que no esperaba pero mi mate es ser ahora parte de un lienzo de tres meses que inicia dentro de pocos días en dos países que amo y donde me muero de ganas de pintar.

Escribo desde ese soltar que me ha vuelto la vida al revés.  Escribo enamorada de mi práctica y de mi buen karma.  Escribo sedienta de encuentros significativos,  practicantes sinceros y una ola de devoción enorme.  Ya la siento y se me eriza la espalda. 

Ya sé que aquí es mi momento y este mi lugar físico. No el que yo creía.  No el que yo planeaba.  Uno mucho mejor...

El misterio de lo que nos acontece se entiende siempre después.




Hoy escribo con esperanza y alegría.  Sí,  hay seres que amo que no tengo cerca, pero ya no lloro por su ausencia.  Van conmigo siempre y son mi pata de conejo  Anticipo un encuentro dulce en el tiempo de Dios y cuando haya cumplido con esta misión que tengo entre manos.  

Me pidieron ser canal y serlo es mi mayor bendición.  Es mi camino,  es mi pasión y sé que lo que la Vida tenga  para mí llegará por sí solo,  en el momento adecuado y sin anticiparlo.

domingo, 28 de abril de 2019

Mi canción es verdad

He aprendido a través de mi práctica de yoga a hacerme amiga de lo incómodo.  Cada día enfrento a un ser nuevo,  compuesto de esta mente y este cuerpo y no tengo idea qué viene.  Trabajo con lo que hay y hoy el día se mostró surrealista,  casi psicodélico desde que desperté. 

Soñé con un amigo querido,  alguien que fue de las primeras personas en mi vida que me recordó el yoga cuando ya estaba grande.  Recuerdo su hermoso gesto de regalarme un revista y mi sincero desdén.  Para nada estaba interesada.  A mis 30 años,  pensaba que el yoga era para gente muy pasiva o muy mayor.  Aburrida.   Me apasionaba subir montañas, correr,  nadar,  hacer spinning,  saltar en aeróbicos y hacer pesas.  

Mi rato en el gimnasio me hacía sentir viva.  Imaginaba una clase de yoga como algo aburrido y lento.  Y no podía parar porque de lo contrario me encontraría con todo eso de lo que andaba huyendo. Fue con el yoga que comprendí que mi montaña rusa sólo se detendría si empezaba a curarme.

Fue en medio de años de dolor,  descontrol y caos familiar,  más niños pequeños que cuidar,  que encontré una clase de yoga semanal que se volvió mi mundo.  Esperaba el viernes con ansias;  me sentía nueva y renovada.  Bostezaba y bostezaba durante la clase y en ese momento no sabía que era mi cuerpo soltando estrés de años,  estrés anquilosado en mis tejidos,  profundamente adherido a mis músculos y huesos.  Mi sistema nervioso estaba colapsado y la práctica y la respiración fueron mi agua en el desierto.

El proceso de sanación,  los grupos de terapia  más el yoga me dieron las fuerzas para salirme de un túnel oscuro y denso del que muchos no salen.  Vivir con un alcohólico es una pesadilla.  Cada día una bomba de tiempo.  El impacto de la incertidumbre diaria más la gran responsabilidad de criar a mis niños me destrozaron los nervios.  

Por eso siempre digo que el yoga me salvó la vida.  

Ese espacio interno que no conocía fue creciendo y al igual que un pequeño jardín,  sembraba cada semana una pequeña semilla de esperanza en mi mundo triste.  Muchas semillas sembré, tantas que un día decidí que me sentía lo suficientemente fuerte para mirar en otra dirección.  

Tantas que algunas de ellas me llevaron a gentes y países que jamás hubiera anticipado.  

Las crisis en la vida son como espirales y cuando nos hemos hecho la promesa de despertar,  son remolinos que nos limpian de todo lo que ya no es necesario en nosotros. Nos sacan de experiencias y nos dan otras.  Digamos que pasé una limpia muy fuerte y todo mi mundo,  tal y como lo construí después de mi separación con mi primer esposo,  ese mundo curado de años,  colapsó. 

Colapsó llana y completamente,  tal y como muere una estrella en el vientre del agujero negro. Vi negro,  comí sangre y lágrimas.  No había día ni noche,  no había tiempo ni horas.   El silencio del vacío me acunaba en un espacio físico de muerte.  No tenía dirección ni fuerzas para moverme hacia ningún lado.  

La bendita muerte flirteaba ofreciendo una opción indolora comparada con lo sucedido. 

Así que Me Dejé Caer. 

Volteo mi mirada hacia los últimos meses y comprendo que el agujero negro se llevó voces e imágenes de personas que ya no necesitaba en mi vida.  Los pocos que quedaron están en un lugar en mí que es a prueba de balas.  El resto desapareció,  como si una bomba atómica hubiese arrasado con sus almas: todas las  relaciones abusivas,  relaciones superficiales,  seres espejo que seguía llevando a cuestas inconscientemente se desvanecieron.   La sabiduría de mis guías me sostuvo a pesar de estar prácticamente inconsciente y sé que nunca me soltaron-  porque si así fuera,  no estaría escribiendo esto.

Algo más grande,  sabio y fuerte que yo me tomó de la mano y me invitó a dar un paso en el abismo.  Me dijo que era necesario,  que después comprendería todo.  La verdad es que estaba tan desolada que me daba lo mismo....así que lo hice.  

Seguí la voz que me decía que la pesadilla había terminado. 

Suficiente.  No más.  Out.

Si pudiera describir todo esto con una imagen,  sería algo como así:  vienen ataques de las cuatro direcciones,  misiles,  bombas,  disparos,  ametralladoras.  Y algo o alguien me levanta,  me vuela,  me saca del caos y ahí abajo todos se matan entre ellos.  Se disparan en sus propios pies,  se muerden la boca y sangran al darse cuenta que no hay presa,  no hay víctima,  no hay nadie.

Me imagino que cuando llegue el momento de mi muerte,  pensaré en esto como el milagro más grande de toda mi vida.  Me sacaron.  Me elevaron a un lugar que jamás podría haberme imaginado yo sola.  Estoy bien.  Estoy viva.  Recuerdo todos los acontecimientos como si fueran una película muda,  como si el horror se hubiera quedado ciego y sordo y mis pasos suaves en una tierra nueva y bondadosa fueran el primer sonido de esta nueva vida.  

Del sonido de esos pasos suaves y tímidos me llega una vibración que me acuna y me dice:  todo está bien.  Descansa.  Respira.  Sí,  estoy entera.  El cuerpo se mueve.  Pero me reviso por dentro y hay un borrón y cuenta nueva.  La pizarra está limpia.  Las presencias oscuras fueron tragadas y llevadas a un universo paralelo donde no pueden tocarme.  Los veo como a través de un vidrio grueso,  desesperados.  Atolondrados.  Como pollos que les cortan el cuello y por algunos minutos sigue moviéndose.  

Y AHORA QUÉ SIGUE. 
ADONDE SE FUE?  

QUE HACEMOS? 

En el mudo resonar de las voces en mute,  palpita mi corazón al amor-  como una plantita pequeña que se abre paso aún en medio de la debacle.  

Y AHORA QUE HACEMOS...

Sí,  no hay nadie más a quién abusar.  La explosión sucede en su propia cara.  Los pedazos de ojos,  bocas, orejas y pelo por todo lado.  

"Uffff animal....te disparaste en tu propio pie.."- 

La antigua voz está muy enojada,  pero no la escucho.  Estoy demasiado lejos.  Ya no me puede tocar.  No fue la decisión fácil. A menudo,  la decisión correcta es la que más duele,  la que nos lacera por dentro.  Pero he aprendido con los años a sostenerme en la incomodidad.  

De pronto,  el lazo se cierra y esa habilidad cultivada me salva.  Estoy bien aunque el corazón sangra.  Estoy viva y puedo empezar a caminar una vida nueva sin fantasmas.  

¨Los sin cara¨,  ¨los sin corazón¨...

.
.
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Es domingo.  Un domingo vulnerable y caluroso.  Vemos amigos,  reímos y recordamos.  Había una vez una vida...sí,  había una vez.  Ya esa vida terminó.  Tengo una nueva.  Es linda y simple y sobre todo,  es mía.  Ya no tengo que negociar con voces infames que aspiran a tenerme de banco.  Duermo tranquila.  Los días de insomnio se disolvieron como se disuelve la nube en la lluvia.   

Agua fresca.

Todo se salió de control, sí...pero

Gracias. Gracias.  Gracias.


Y AHORA QUE P::: HACEMOS:::


Nadie a quien culpar.  Cada uno gravitó hacia su destino,  cada uno recibió lo que merecía y necesitaba.  Orden perfecto,  místico diría.  La traición muere en las aguas calmas de la consciencia.  El dolor se monta en un globo rojo y se pierde en el cielo azul de un país lejano donde los camellos duermen.  La vergüenza se la llevó un elefante alegre y antes de irse me dejó un paquete que dice

¨CONFIANZA Y PERDÓN:  para ser abiertos en el futuro- cuanto antes mejor.¨  


Cierro mi domingo comprendiendo que para que el perdón suceda algo más tiene que morirse. Tengo todavía mucho por llorar.  Y antes de eso,  espero reencontrarme con los que amo y abrazarnos muy fuerte. 

Me dieron una bomba envuelta en papel de regalo barato.  Me explotó en la cara y desdibujó mis facciones.  Quedé desbaratada,  como he visto a tantas víctimas del ácido en India.  Alguien me tiró una botella de ácido en la cara pero de mi rostro brotaron flores.

Nazco a un Rostro Nuevo,  a una piel más suave y vulnerable y en ella encuentro la fuerza para seguir hacia adelante,  paso a paso en esta tierra nueva. 

Porque soy la autora de mi vida y mi canción es la verdad.







domingo, 21 de abril de 2019

Resucitada


Hoy es un día de fiesta.  Muchos celebramos en nuestra tradición cristiana la Resurrección.  

La palabra resurrección tiene ya una energía,  suena así como a avalancha,  detonación,  explosión.  Resucitar es volver de la muerte, sobreponernos a la oscuridad.  Atravesar el miedo y todas sus variaciones y como Lázaro,  volver a la vida por la misericordia y amor del Salvador.

Jesús siempre ha sido una inspiración.  Recuerdo cuando pequeña pasaba toda la Semana Santa viendo películas sobre su vida.  Recuerdo una en especial,  la versión de la pasión de Franco Zeffirelli.  Lloré tanto y sentí que mi corazón se abría por primera vez ante el misterio,  tanto que ese día dejó una huella de amor para el resto de mi vida.

La fuerza y el poder del amor vs la injusticia,  la violencia y el miedo.

Sí,  eso le tenían.  Le tenían miedo.  Le tenían miedo porque El era quién era,  porque estaba protegido por una energía poderosa.  Les atemorizaba que les sacaba sus mentiras al aire y exponía sus miserias.  Le temían porque amenazaba su status y les cuestionaba sus juegos de poder.  

Y por eso lo crucificaron:  porque tenerlo vivo era el final de su reinado.  

Cuántos de nosotros quisiéramos tener la valentía de este hombre- Dios para decir las verdades.  Quisiera tener aunque fuera una pizca de su valor.  Sus muchos milagros transcienden el tiempo y cualquier religión y nos conectan con la fuerza del Amor para todos por igual.  No discriminaba ni tampoco condenaba. A nadie juzgó,  ni siquiera a la adúltera.  

El que no haya pecado,  que tire la primera piedra  

Enseñaba con su paz,  con su vulnerabilidad y amor pero cuando requería,  enseñaba con su furia ante la ignorancia.

Este Maestro de amor,  Maestro de maestros.

El amor escoge sus avatares y nos envía refuerzos constantemente en ese mundo de ilusión habitado por la mentira y la manipulación.  En los poquísimos años de vida de un ser humano,  podemos jugar con su equipo y perdernos en los terrenos del ego,  decayendo cada día más en los venenos del alma.  Será el destino de muchos que todavía hoy,  incluso en edades avanzadas,  traman,  mienten,  deshonran y corrompen.  La muerte está a la vuelta de la esquina y todavía siguen dormidos.  El amor no los ha tocado y se creen invencibles.  

Quisiera verlos en los últimos momentos de su vida,  desesperados,  desencajados.  deshechos haciendo un examen de consciencia urgente para darse cuenta que sus vidas fueron una pérdida de tiempo.  Nada se llevan,  sólo el odio que sembraron. 

O podemos aspirar a ser más sabios,  intentar entender que cada día que amanece puede ser el último de nuestra vida.  

Cómo sería ese último día?  Estaríamos preocupados por nuestro dinero o estaríamos pendientes de los que amamos?  Estaríamos juzgando al otro o más bien agradeciendo todo lo que esta vida efímera y dulce nos dio?  Volveríamos los ojos finalmente hacia adentro a ver de dónde nos agarramos?

Resucitar cada día es darnos cuenta que la vida no se devuelve,  va hacia adelante sin parar y a veces nos despiden sin aviso.  Nos saca del juego de una patada,  o en un accidente,  o en un derrame cerebral o un ataque cardíaco.  

Este día puede ser el último y vale la pena vivirlo con intensidad en el amor.

La huella que cada uno de nosotros deje será parte de su karma de vida.  Ese karma se pasa a nuestros hijos y nietos así que los que somos padres y madres tenemos que asumir esto.  Si hemos amado y respetado, nuestros hijos tendrán mucho a su favor.  Si hemos mentido y escondido,  nuestra progenie inevitablemente será afectada.  Cada acción que tomo en mi vida en este momento incluye a todos los que amo- porque estamos irremediablemente conectados desde hace vidas y lo estaremos a futuro.

Inexorablemente.

Las acciones de cada día alimentan el filamento de energía que encarnó en esta tierra como nosotros.  El resto nos espera cuando dejemos estos cuerpos.  El corto lapso entre llegada y salida es un pestañeo a los ojos del Universo.  Todo lo que consideramos importante será inexistente,  incluyendo posesiones,  relaciones y todas las emociones.  Seremos libres de todo el peso de la materialidad pero encontraremos sólo lo que hayamos cultivado en esta vida espiritualmente. 

Si hemos cultivado sólo materia,  el miedo será inmenso. Si hemos comprendido que nuestro espíritu es lo único real y el Amor la única opción inteligente en esta impermanencia,  tal vez podamos crear una vida que tenga como propósito amar a otros como nos amamos nosotros mismos.  

Las palabras del Maestro.  

Este domingo de resurrección agradezco a mis guardianes haberme sacado de un hueco profundo y desierto donde no podía respirar y quería morirme.  Una legión de ángeles me rescató de las ruedas de un tren de la muerte,  malvado y sanguinario.  Envió emisarios dulces y cálidos a abrazar mis huesos salidos por la falta de alimento por muchos días.   Dejé de comer y sólo quería dormir.  Quería morirme lejos de mis niños.  

El sol salía pero yo no.  

Y hoy,  cinco meses después que el tren de la muerte me atropellara,  cinco meses de capullo y de regeneración,  puedo dar testimonio que nos cuidan,  que nos aman inmensamente.  Yo no salí sola- alguien me sacó.  Cada noche,  cada sueño ha sido un señal que me enviaron para sobreponerme y prepararme amorosamente para el próximo encuentro con mis niños.  Sé que así será porque la maldad no resiste la luz.  Se cansa,  se hastía.  Para un ser humano sostener un acto hostil significa negar quién es en verdad.  Todo el amor que somos es más fuerte que cualquier intento de ser malvados.  No hay mal que resista ese poder que todos albergamos y somos.

Así que es cuestión de días para que reciba la noticia de un próximo encuentro con mis amores.  Cuento los días,  sueño con ellos.  Los abrazo y los beso cada noche y sé que me sienten.  El Amor es la fuerza más grande del Universo y nada se le puede oponer. Quiénes se oponen estarán cada vez más cansados,  desalmados,  deteriorados.  

No es humano quitarle los hijos a una madre. Va contra natura.


El amor resucita a todos por igual, incluso a los que hemos estado al borde de la muerte. Pero sobre todo,  resucita a quiénes creen que odian,  a quienes tienen miedo y se sienten solos y desesperados y por eso atacan a otros.  Por esos es que pido hoy,  para que pronto recuperen la cordura y tomen acciones congruentes.  

Porque no hay obstáculo entre el Amor y quién somos.  Cualquier sombra es un ilusión.  El Amor es lo único real y ese fue el mensaje de Quién resucitó hoy.   

Vamos a resucitar con El a todo lo bueno,  a todo lo hermoso,  a todo lo generoso y bendito.  Porque igual que a El,  nos cuidan y nos protegen y nos bendicen en cada paso de nuestra vida.




jueves, 18 de abril de 2019

Surfea las olas

Mientras preparo mi próximo tour a Europa,  paso mis días absorta entre práctica y trabajo,  totalmente sumergida en lo que amo.  Lo hermoso de trabajar en nuestra pasión es que las horas pasan y no nos damos cuenta.  Cada día está lleno de aprendizajes,  reflexiones y tiempo para sentir y escribir-  la vida se me muestra distinta a como la imaginé y he escogido intentar no llorar por lo que no está sino agradecer todo lo que tengo.

Y tengo tanto.

Mi cuerpo me regala cada día la oportunidad de integrarme en mi alfombra,  la consciencia corporal que me da consciencia mental y emocional.  Sí, muchas veces tengo que parar a llorar y sentir.  Mi práctica no es violenta sino que se ha convertido en mi oasis.   Cada día una gotita de esperanza. Cada respiración una confirmación de que la Gracia me quiere viva,  no donde yo planeaba estar sino dónde tengo que estar.  

Hace rato le pedí a Dios que me ubicara adonde pueda servirle mejor.

Así que ser sirvientes del Shakti implica una toma del consciencia del panorama más grande que,  poco a poco se filtra en la práctica del asana.  

Hace años, pensaba mucho mientras practicaba.  Cómo colocar huesos y músculos, cómo ser más eficiente en las transiciones,  Cómo manejar el cuerpo en las posturas avanzadas y sentía una especie de triunfo cuando alcanzaba alguna postura difícil.  Había un elemento de ambición que ya se ha ido.  Lo ha sustituido una profunda gratitud simplemente por estar viva y a pesar de todo el dolor y el sufrimiento presentes a nivel emocional y las heridas todavía abiertas, tengo una sensación de paz que nunca antes había experimentado.

En cada práctica me ofrezco y pregunto cómo puedo estar más presente, cómo puedo escuchar mejor los designios de Dios para mi vida.  Cómo puedo confiar cada día más y rendirme a mi destino.  La tierra se mueve en su eje a más de 60 000 kilómetros por hora,  voy montada en un planeta suspendido en medio de las galaxias y todavía creo que puedo controlar algo o creer que sé la solución perfecta, 

Me he dado cuenta en estos meses que cualquier intento de saber qué está bien y qué está mal es inútil.  Me he vuelto permeable, suave y vulnerable,  serena por dentro e intentando escuchar el próximo paso sin entrometerme.  La herida de muerte ya sucedió y ahora toca continuar.   Podría continuar pegada en el dolor del odio y la resistencia hacia quiénes me han dañado aparentemente pero eso sólo haría que mi presente se apague.   

Cada día siento que sé menos y escucho más. 

Como facilitadora de un proceso interno sumamente frágil y emotivo como es el yoga,  sé que soy un espejo nada más para reflejar toda la bondad y inteligencia de mis estudiantes.  Sé que tengo que limpiar el espejo de mi consciencia hasta que no quede nada que interfiera con ese reflejo.  Sé que a través de este descenso forzado a las profundidades del dolor humano he podido entender que todo es yoga,  todo lo que hago,  pienso y siento.  He aprendido a vivir en el momento presente y a no tener más expectativas que las que la Vida me traiga a mi regazo.

Llegan suaves,  amorosas y en el tiempo perfecto como las olas de un mar azul que veo por primera vez. 

En este divagar continuo entre memorias,  tiempos y recuerdos que vienen y van,  gente que amo y extraño cada día,  rescato mi práctica como el instrumento mágico de integración,  como el aliciente para explorar diariamente la inmensa sabiduría del dolor y por lo tanto,  estar más abierta al gozo y la alegría.  Hay que explorar la sombra para conocer la luz y agradezco inmensamente el poder de la herida para abrir más mi corazón. 

He aprendido a vivir este yoga.  Mi vida aquí ahora.  No cómo la planee, no.  

Como Dios quiere.   

Sé que hay un plan divino para mi alma y hace muchos años que rezo por ella.  Nunca creí que para comprender mi destino tendría que soltar lo que más amo.  Pero mi práctica y mi maestro me han enseñando a través de los años a tomar acciones congruentes.  Esto es Ahimsa,  el primer yama,  la no violencia. La no violencia de amarnos tal y como somos en cada instante de nuestra vida,  tomar las decisiones que respeten nuestra integridad y a pesar de todo,  agradecer todo aquello que nos reta y cuidarnos en el proceso mientras aparece una solución al acertijo. 

Alguien está sosteniendo un círculo sagrado para mí.  No tengo palabras para agradecer a aquellos que me dieron esta medicina.  Estaría muerta o loca sino fuera por mi práctica.  Es gracias al contenedor seguro de mi sadhana que me siento amada siempre.  Afuera todo cambia pero por dentro,  he encontrado la estabilidad que llega por sí sola después de la tormenta más salvaje.  

Practico para que no importa la situación en que esté inmersa, mi reacción automática sea un intento de empatía.  No es nada fácil porque la empatía es comprender al otro aunque no haya acuerdo.  Estoy trabajando en ella arduamente porque me cuesta mucho conciliar posiciones.  Pero el yoga es ante todo, aprender a reconciliarnos con la vida misma y todos sus colores;  perdonarnos y perdonar y saber que todos hacemos lo mejor posible con nuestro nivel de consciencia. 

Este yoga,  mi arte, tu arte,  nuestro arte,  nuestra medicina y tabla de salvación.  Este yoga,  este aceptar amorosamente los designios de una vida que no planeamos y surfear las olas con una sonrisa a pesar de todo.






domingo, 14 de abril de 2019

En cinco Años te Cambia la Vida


Qué sería de mi vida si hubiera permanecido quieta en lugares donde no era feliz?  

Hoy mi papá me envío un hermoso mensaje,  muy amoroso.  Me decía que está muy agradecido por tener una hija que desde pequeña fue inquieta y muy preguntona. 

Entre la bicicleta,  la subidas a los árboles,  los juegos con tierra y las preguntas constantes a mis mayores,  no paraba.  La vida me parecía demasiado interesante y había que explorarla sin cesar.  

Había que salir al atardecer a andar en bici con la pandilla de muchachos donde yo era la única chica.  Había que caerse y romperse las rodillas mil veces y pasearse triunfal a pesar de la sangre y los granos. Había que subir hasta la copa del árbol más alto a sentir la brisa de la tarde y finalmente,  con mucha resistencia,  obedecer las órdenes de mi madre para que bajara y me fuera a estudiar piano.  Había que columpiarse por horas en las hamacas, soñando en pasar la noche ahí mientras todos dormían,  meciéndome al compás de un ritmo que me calmaba y hacía extraordinariamente feliz mientras la luz dorada del sol me acariciaba cada tarde. 

Sí,  no me quedaba quieta.

Había que subir el Chirripó,  la montaña más alta de mi país, muchas veces.  Había que hacerlo porque es majestuosa, una Diosa.  Había que llevar turistas hasta la cumbre con los salveques llenos de ollas y comida.  Había que bañarse en los lagos de la cumbre porque el agua llamaba.  Había que ver el atardecer en Crestones aspirando el aire más puro del mundo. Había que sonreírle a la Cuesta del Agua y al Termómetro. Había que subirla con mis hijos también porque una Diosa así hay que caminarla y amarla. 

Sabía que no podía quedarme en pantanos estancados,  en aguas podridas y praderas secas bajo el riesgo de perecer.    No podía conformarme con amores a medias,  parejas apagadas y relaciones insulsas.  

Qué va! Esta vida demasiado interesante para perdérmela.  

Así que había que hacer la primera maestría,  definitivamente que sí- a pesar de la oposición del marido porque mi niña acababa de nacer.  Había que presentar el examen de piano de segundo año universitario en un concierto público para el cual me había preparado todo su embarazo...y pasarlo a los quince días de nacida mi bebé en un esfuerzo titánico más intenso que el mismo parto.   Había que irse a ese viaje a Italia por un año con la beca del Gobierno italiano como corolario de un año intenso de estudios.     Había también que ir a Israel embarazada de ocho meses de mi tercer hijo porque había todavía un filito de esperanza de recuperar mi relación.  

Pésima idea.  No funcionó.  

Había que seguir estudiando y sacar esa maestría embarazada del cuarto,  llevando mi panza en las noches de un año entero a clases y haciendo una tesis de maestría con numerosos trabajos de campo y un bebé a cuestas.   Había que graduarse,  continuar, buscar,  atreverme.  

Había que hacer una audición para un programa de dos años en teatro con un embarazo de 9 meses.  Había que entregarse por completo en cada propuesta, cada puesta un renacimiento mortal. Había que crear,  pensar,  desnudarse el alma para acomodarla al teatro.  Había que aprender,  escuchar,  usar la voz, cantar,  danzar y memorizar líneas.  Dos años dándome a un mundo nuevo cada tarde,  solo mío, y viviendo de día una vida que se resquebrajaba sin amor. 

Había que hacerlo porque la vida para mí siempre ha sido movimiento,  movimiento hacia adelante y ahora,  con el yoga,  hacia adentro.  Hacia la profundidad de mi ser que me pide no detenerme,  aunque la tristeza me jale,  aunque el dolor del corazón sea ardiente,  aunque la furia por la injusticia me queme.  

Adelante.  Con fe y confianza.

Sí,  había que aceptar el puesto de Embajadora en India. Sí,  había que cambiar de país y soltar amarras.  Sí,  había que emigrar para encontrar el misterio de esa tierra prometida.  Peregrinar al fondo de mi alma para encontrar un diamante muy raro y muy puro. 

Había.  Hay.  Hoy. 

Había que regresar a Costa Rica porque mis amados niños me esperaban.  Había que ser consecuente y no escuchar los llamados de mi corazón para no volver.  Y sí, regresé. Aunque mis voces internas me decían no te vayas.  Sos de aquí,  ya no sos de allá.  Había que pasar el fuego del infierno manifestado en una traición baja y vil.   Había que llorar lágrimas de sangre. Había que decir NO:  esto no es justo.  

Es legal tal vez,  pero no es justo.  

Porque Había que Dejar a un hombre Porque ya no Amaba.  Sí,  hoy hace 5 años.  Había que ser consecuente y decir No Más.   Había que sacar la espada y cortarle la cabeza a una relación que fue el cielo y luego declinó a velocidad luz. Había que ser valiente y decir Aquí No Soy Feliz.  Había que arriesgarse a la segunda ronda de criar hijos sin el padre. 

Había porque sino la opción era vivir muerta en vida.  

Había que apostarle todo a la pasión y la incertidumbre  Había que vaciar el corazón de escombros y limpiar la consciencia de basura.  Había que continuar viajando a India muchas más veces,  ya van más de 18.  Había que entregarse y volcarse por completo a una práctica de yoga salvaje. Había. Había que enfocarse y no pensar en los sacrificios para viajar tan lejos.  Había que darlo todo porque la vida es más hermosa si uno se vacía. Había que vaciarse por completo para aspirar a ser libre. 

Había que asesinar los miedos y cortarse las manos y los pies. 

Había que dejar un país verde esmeralda que se revolcaba en lánguidos dimes y diretes.  Había que archivar amistades que sólo querían información interna para venderla a los cuatro vientos. Había que cerrar esa vida.   Había que amar a chorros a ocho seres,  imperfectos todos los nueve y perfectos en este amor que nos tenemos para siempre hasta que la muerte nos separe.  Había que mostrarles que no hay que dejarse amedrentar por la oscuridad.  Había que ser consecuente y no conformarse con las migajas de una cuarta parte de mi vida,  arrebatada a la fuerza.  

Había que ser íntegra,  a pesar de la inmensa soledad.  Había que equivocarse una y mil veces con aquellos que no eran.  Porque había que toparse con el más hermoso amor cuando menos lo esperaba. Había que vivirlo con esperanza. Había que darle rienda suelta y sí,  ver con paciencia todo el miedo acumulado.  Y a pesar del miedo,  había que dar el salto de fe y lanzarme al vacío de una nueva vida.

Esa que ha estado naciendo por los últimos meses en donde cayó la bomba nuclear y no quedó absolutamente y que hoy me susurra suavemente al oído 

¨Qué dicha que hace cinco años..."


Si, dudaste por un instante y la duda hizo que no fuera hace 7.  Sí,  perdiste dos años más  y todo para que la situación empeorara.   Sí,  dos años más de tu vida intentando tapar el hueco a pesar de todo,  el hueco que se salía por todo lado anhelando verdad.  Dos años para sentir que había dado todo hasta el fondo.  Había que poner los puntos sobre las íes y decir con fuerza ya NO TE AMO.  Había que desgarrar brutalmente el sueño carcomido por el tiempo y los egos.

Más en el hueco incandescente de su corazón nació una espina y con la espina que creció como ponzoña,  me sacó el mío hace cinco meses.


Y he vivido sin ese corazón desde entonces,  pero en su lugar nació otro pequeñito de los restos del otro.   Y de ese cementerio me levanto hoy y siento palpitar por primera vez mi corazón nuevo.    

En cinco Años te Cambia la Vida-  sólo si,  escucha bien,  sólo si te jugaste tu alma en el camino y estás listo para moverte con fuerza en la dirección que es tuya y sólo tuya. 

Encontrarás tu paz como la encontré yo.  

Y no sólo tu paz, sino el amor más puro y sereno.  Dentro del capullo fresco de un corazón verde que renace a la vida después del fuego del infierno, encontrarás sabores amargos y dulces, colores y luces neon infinitas.  Encontrarás manos amorosas y abrazos tiernos, compartidos en medio de cielos morados.  Encontrarás todo eso en ojos brillantes de amor y palabras genuinas.   

Porque había que permitir que el silencio te buscara para amarte y decirte que todo lo que se fue era el camino para la culminación de esta historia. 







jueves, 11 de abril de 2019

Mi Héroe

Un héroe es alguien que nos inspira a ser mejores.  Alguien que refleja una parte en nosotros que aspira.  Un ser que nos motiva a crecer y dejar los lugares comunes.

He conocido muchos seres que me han ayudado a moverme espiritualmente.  Uno de ellos es un maestro que conocí hace muchos años en Estados Unidos.  No es un maestro de yoga sino uno de vida y de hecho es de ambos porque yoga es vida,  la mejor definición de vida que conozco.

Hoy, en el cumpleaños de mi hijo más pequeño Matías,  quiero recordar sus enseñanzas con gratitud porque me sostienen siempre, especialmente en los días difíciles como este lejos de quiénes amo.



Juan hablaba siempre de la rigurosidad y plasticidad de la consciencia.  Una consciencia rígida es un obstáculo,  llena de conceptos e ideas de cómo tiene que ser nuestra vida.  Lo único que nos separa de la felicidad son nuestras expectativas de cómo tendría que ser.  Una consciencia flexible nos permite fluir con las pérdidas,  agradecer los encuentros y soltar,  soltar,  soltar.

Medito sobre cómo aplicar sus enseñanzas a este día,  un día en que desearía con todo mi corazón estar cerca de mi amado hijo.  Intento flexibilizarme. Respiro. No es fácil.  Escucho mi corazón y está totalmente roto por su ausencia.  

Respiro de nuevo.

Acepto.  Mi mente divaga y trata de encontrar explicaciones racionales.  No las encuentro.  Abrazo el sentimiento,  maleable en mi consciencia y a la vez,  afilado como un cuchillo que me hace sangrar por dentro. 

Juan también hablaba de la humildad de ser auténticos y reales.  Aceptarnos en cada momento con compasión.   Seriedad frente a la oscuridad.  Me enseñó a nunca subestimarla.  Es una fuerza insidiosa y manipula a la gente débil y las vuelve malvada. La seriedad viene de nuestra conexión al amor y del espacio creado a través de la oración,  la profundidad y el compromiso.  Me enseñó a rezar en el sentido de crear continuamente dentro de mí un espacio de integridad para estar lo suficientemente sobria y no ser presa de pensamientos negativos y desazón. 

El dolor de la oscuridad cuando nos golpea y la integridad de sostenernos enfocados es infinitamente difícil.  Lo intento cada segundo del día.  A veces lo logro.  Hoy es muy difícil, tengo que confesarlo.  Cada diez minutos caigo en un hoyo profundo de desazón y miedo.  

Respiro.  

Sigo recordando a Juan.

¨Mantén tu consciencia íntegra,  sin fisuras.¨

Ay qué difícil suena esto. 

Mientras escribo,  observo mis fisuras.  Me siento abierta y porosa y vuelvo con cuidado la mirada hacia atrás.  Este último bebé me trajo hace 8 años lecciones muy duras.  Siendo el más pequeño,  cerró mi etapa reproductiva con una cesárea muy dolorosa e incómoda.  Todos mis hijos nacieron en partos naturales y esta cesárea me deshizo por dentro y por fuera.  No pude recibirlo inmediatamente producto de la anestesia.  Me sentía muy mareada y no pude abrazarlo ni sostenerlo como hubiera querido.  Mi cuerpo padeció dolores muy fuertes producto de la cirugía y quedé fuera de mi práctica por varios meses por el corte de mis músculos.   Perdí completamente mis bandhas.  

Hoy me siento parecida,  perdida sin mis cachorritos. Cortada y sangrante y a la vez,  moviéndome con fuerza y determinación para crear algo nuevo a pesar de todo. 

Matías me desbarató por dentro y por fuera y a la vez,  me dio el regalo infinito de su presencia y inteligencia.  Su chispa y humor han sido mis compañeros por años.  Lo extraño cada día,  sobre todo sus abrazos.  Palpita en mí aunque no podamos estar juntos físicamente por ahora.

Todos buscamos Amor y pocos lo encontramos en este mundo tan lleno de falsedades y espejos.   Pero aún ahí,  en esos momentos de oscuridad y desazón, ahí escucho a mi maestro Juan hablándome de continuar atravesando el fuego de la transformación.  

De nunca darme por vencida. 

De desaparecer a la idea que tengo de quién soy y rogar que se haga la voluntad del Todopoderoso. 

Hoy 11 de abril doy un paso atrás,  contemplo mi vida y pido ser un eslabón de amor en este mundo.  Que pueda ser canal de las palabras adecuadas con profundidad y compasión.  Que esta herida abierta por la ausencia de mis niños se vuelva la fuente de lo que necesita suceder.  

Más allá de mis anhelos personales,  que pueda tornar esta experiencia de pérdida en una cruzada por la bondad.

Mis héroes me susurran y me indican que debo ir más allá de mi propia vida y soltar mi personalidad para poder cumplir con lo que viene.  Es tan difícil soltar el hábito de ser uno mismo!  Mis héroes me piden que me vuelva invisible ante los designios de la Gracia conmigo y que en ese fluir pueda entregar  todo el amor que siento por mis niños,  por mi familia y todo lo que conocí que ya quedó atrás.

El yoga arruinó mi vida,  sí.  Despertar implica que ante los embates de la vida reaccionamos distinto a como hubiéramos hecho antes.  Ya no actuamos desde el miedo sino desde la convicción.  La vida me invitó hace dos años a salirme de mi zona de confort y ahora  me ha invitado a no intentar definirme más y soltar todos los roles.  

Me quiere como una presencia,  una energía invisible,  una vibración más que un nombre,  una apariencia o un pasado.  Así que atrás quedan  la traición,  el rechazo,  la humillación,  el abandono y la injusticia porque son muy pesadas.

Mis héroes me invitan a volar alto.  Y los escucho como escucha Matías mi voz diciéndole durante todo el día cuánto lo amo.  Lo bueno de ser una vibración es que cruza montañas,  valles,  ríos y océanos.  No se detiene y vuela veloz sin límites ni tiempo.

Envuelvo a mi cachorrito en mis brazos de nube y lo beso con la brisa de la mañana.  

Mi amor,  te amo más que a nada ni a nadie,  al igual que a cada uno de tus hermanos.  

Que cumplas muchos, muchos más.



domingo, 7 de abril de 2019

domingo


amordazada,  pequeña,  incoherente
desmembrada, fragmentada,  rota.

así era 



imploré por años
algo respondió y me hizo nueva
me amó por los rincones



hoy hay brillo en mis ojos
suavidad en mi piel
puedo sentirla



no no no  todo eran ellos



no no por favor


las voces no paraban
cómo ser más
distinta 
la otra



quién ama a un camaleón
                                              
quién soporta la fealdad intrínseca de la incoherencia?



ltormenta y el tornado azotaron
volando mis muebles bien acomodados 
se llevó el techo de mi casa


qué gran tragedia



pero pude finalmente ver el cielo y las nubes me acariciaron tan intensamente 
que las estrellas pudieron hablarme de verdad



verdad obscena para algunos
tesoro para mí


entro en la coherencia de la paradoja del ser 
mis pies me llevan solos a una magnánima galaxia
mi cabeza llena de polvo de estrellas

                                                            
quién era antes que llegara el amor?


amordazada,  pequeña, incoherente
desesperada, sola

tan sola... 

y rota.



aquí siento las raíces de mis cabellos,  las lágrimas me humedecen la vista ante un mundo nuevo

sabe a granada,  cúrcuma y cardamomo
mil caballos brillantes volando de regreso al sol


las piernas bronceadas me caminan
lejos de los que drenan los jugos púrpuras y verdes de la que Sabe

en dirección a lo que apacigua mi alma


palpita y respira y mira con la brisa y los ojos amorosos de aquel que sí es


en mí,
siempre fue                         
siempre será.


amordazada
pequeña
incoherente
desmembrada
fragmentada
rota



                                                               

                                                                   no más.








jueves, 4 de abril de 2019

Algo con alma

Cómo distinguir la linea entre el amor creativo y bondadoso... y el que nace del ego y la vanidad?



Recibo esta retroalimentación hoy y llega en un momento dulce y vulnerable después de la muerte de alguien importante en mi vida. La dulzura de la muerte nos sintoniza inmediatamente con las verdades de la vida y agradezco el amor de esta persona y su bondad que no terminará nunca. 


Cómo distinguir...

Con el corazón abierto puedo decir desde mi propia experiencia y sin ánimo de sentar cátedra ni mucho menos,  que el amor es una palabra que se presta a mucha confusión.  

La palabra amor se usa y manosea para nombrar situaciones de abuso y perpetuar desbalances de poder.  Se usa para cubrir ignorancia y violencia.  

Para aplastar con nuestro "amor" a otros.

Usamos el "te amo" cuando en realidad lo que quisiéramos decir es "te necesito urgentemente como punto de referencia porque la verdad no sé quién soy y me da mucho miedo estar sol@"

El primer requisito para amar es saber quién somos.  Sino,  qué podemos aportar? Llegaremos, como todos lo hemos hecho,  con las manos vacías esperando que alguien nos llene un poquito.  Y ese vacío que aspira al lleno,  esa soledad que desea compañía,  busca en personas tan humanas y perdidas como nosotros la solución a su crisis de identidad.

Cada relación que creamos nos muestra una cara de nuestra propia realidad que nos cuesta ver.  Yo tendría que decir que he tenido espejos muy hirientes,  como ese que me mostró mi propio desvalor al decidir quedarme muchos años en una relación donde me trataban como trapo de piso.  O esa otra donde yo era "la Jefa".  Esta última relación me mostró que llevar el control es agotador y este fue otro extremo donde aprendí que mi miedo y falta de confianza llevaban la batuta.  Me sentía siempre estresada e infeliz porque nunca sentí reciprocidad.

Finalmente,  ahora me encuentro en una relación conmigo misma y los demás donde el péndulo está balanceado.  Después de mis experiencias previas,  tengo que decir que a veces hasta sorprendida me siento cuando mi Significant Other hace cosas por mí.  De una donde el abuso era diario a otra donde la dependencia era casi como de un hijo, hoy comparto mi vida con un hombre que da,  que piensa y que me ama tal y como soy.  

Para mí es casi un milagro.

Finalmente pude comprender que mi falta de amor propio era el origen de mis pésimas escogencias pasadas.  El telón de fondo en nuestras relaciones es nuestra relación con nuestros padres de pequeños y de ahí se tejen todas las conexiones psicológicas que nos llevarán de grandes a reproducir las heridas,  todo con el afán de que podamos verlas y finalmente sanarlas.

Hoy me siento más balanceada y serena,  con una idea clara de quién soy y para qué estoy en este mundo.  Hoy dirijo mis energías a la creatividad de lo que amo y aspiro a ser la mejor versión de mí misma que puedo cada día.  De esta intención estoy manifestando lo que siempre quise:  compartir mi pasión por el yoga con mucha gente.  

Servir.  Conectar. Compartir.

El ego pequeñito es nuestra identificación con la personalidad y sus traumas.  Podemos vivir nuestra vida por encima de sus cicatrices y seguir reproduciendo inconscientemente sus dolores.  Ser extensiones inertes del ego es vivir una vida en inconsciencia y sufrimiento.  Siempre nos sentiremos traicionados y solos,  viviendo en amnesia constante de nuestra verdadera identidad.  En este estado de pequeñez es muy díficíl dar:  estamos en modo supervivencia y con costos apañando nuestras propias heridas. 

La idea de la persona que todos hemos cultivado por años puede interferir seriamente en nuestros procesos amorosos.  

Es la voz que nos dice que nos somos lo suficiente amables,  en el sentido de ser merecedores de amor.  

Es la voz que compromete su integridad en relaciones donde hay un desbalance claro de intenciones y permanece ahí por inercia.  

Es la voz que busca sólo su bienestar y por ende,  cae en una espiral de auto sabotaje y victimización.



Salirse de la espiral es sumamente difícil.  Es como una aspiradora que nos chupa mentalmente y nos dice que no hay nada más en esta vida para nosotros.  Para salir necesitamos ayuda. Necesitamos alguien que esté fuera de la espiral y nos brinde su mano.  Salirse de una situación enferma desde la mente enferma no funciona.   Es importante y necesario crear los espacios personales lejos de lo que nos enfermó para poder sanar.

En mi caso personal,  fue India la que me sacó de una vida opaca en Costa Rica.  Poco a poco,  año tras año,  el mes que pasé en India en mi escuela de yoga fue como una gota de agua que empezó a ser huella en la piedra.  

Dieciséis años hacen hueco. 

La piedra era una vida en Costa Rica donde hacía lo que amaba con entrega y dedicación pero al mismo tiempo intentaba cumplir con una serie de demandas internas fijadas por la sociedad sin éxito.  Yo era el motor de mi familia,  24 horas al día.  No sólo madre sino también profesional,  chofer,  coach,  psicóloga,  enfermera,  tutora y todas las dimensiones con que la sociedad patriarcal nos recarga para poder ser "buenas madres y esposas".

Hoy,  sé que he sido la mejor madre que he podido dentro de todas las circunstancias tan difíciles que me tocaron. Ahora veo que mi alma las escogió precisamente porque esa fricción para salirme de ellas era exactamente lo que necesitaba para crecer. 

Me inspira mucho la metáfora de la oruga- necesita romper la crisálida para ejercitar sus alas y poder volar.  Si sacamos a la mariposa de la crisálida sin que ella participe,  no vuela.  Las alas son músculos al igual que nuestra resiliencia.




Así que,  para mí,  el proceso de reencontrarnos con nosotros mismos y dejar atrás todo los que nos ha frenado mentalmente es el camino al amor creativo y bondadoso.  

En el proceso,  aprendemos a amarnos tal y como somos, algo que nadie nos enseñó.  Nos enseñaron muy bien a cumplir con los dictados del condicionamiento social,  a qué hacer y no hacer para "pertenecer".  

Nadie nos dio permiso de encontrar nuestros sueños,  de salir a caminar en el bosque descalzos, de apreciar la luna llena en las noches azules o disfrutar de las luciérnagas en el verano mientras reflexionamos sobre lo efímero de la vida.  Nadie nos instruyó cómo escuchar las olas del mar,  cómo abrazar árboles y leer las estrellas.  Nadie nos habló de las historias de nuestros abuelos para buscar sus propios sueños o de las aventuras de sus amores y pasiones escondidas.

Reencontrarnos con  nuestra alma es el camino seguro para accesar nuestra bondad innata y creatividad.  Somos uno en conexión con el todo,  todos una muestra hermosa del milagro de Dios. Vivir sin alma al compás de los otros fortalece el miedo y nos encapsula en una vida pequeña y asfixiante llamada ego.  En el ego,  las mujeres morirnos aplastadas porque en la competencia egoica el patriarca todavía cree tener la última palabra.  En el reino del ego,  luego los machos se suicidan porque no pueden cumplir con tantas demandas imposibles de la sociedad para con ellos.  

Es en el reencuentro con nuestra alma que logramos salirnos del juego. Es saliéndonos del capullo que logramos visión.  La oruga será oruga por un tiempo determinado solamente.  Cada mariposa espera el momento preciso para salir a la luz de la consciencia.



Qué hermoso es vivir la vida con coherencia de alma y corazón!  

Qué importante que nos olvidemos de quién creemos ser y demos espacio a lo que somos!

Cómo lograrlo?  Cómo hacer la diferencia?  Cómo atravesar los cambios sin aterrorizarnos de todo los que tendremos que rendir y perder?  

No tengo idea.  Yo misma estoy en el tsunami.  Todo lo que construí en una vida me fue arrebatado.  Es como si Dios tomara mi cuaderno y arrancara todas las hojas y después botara el cuaderno.  Ni siquiera quedó una hoja en blanco.  

No quedó nada.  Así me siento cada día de esta nueva vida que ya va a cumplir seis meses.

Me despierto cada mañana,  siento mi corazón latir y un agradecimiento inmenso por seguir viva.   Alisto mi agua con limón y vinagre de manzana como lo hecho por los últimos años y me siento a meditar.  Abro mi alfombra y mientras respiro y muevo mi cuerpo,  la Gracia me habla.  

Me dice que tengo trabajo por delante y es importante que me prepare.  Me susurra que todo está bien y mis niños me extrañan mucho igual que yo a ellos pero que a todos nos cuida.  Me confiesa que esta separación es importante para todos y que cuando nos reencontremos habremos crecido y valorado este amor muchísimo más. 



La suave brisa de la mañana me acaricia y me siento serena y en paz.  Estos días estoy más permeable,  más suave. A veces lloro mucho,  sí.  A veces,  siento tanta rabia que quisiera matar a alguien. Pero después me calmo y comprendo que esta crisálida es pegajosa e incómoda.  

Así nos toca a cada uno,  crisálidas de distintas intensidades y texturas.  Seguiré intentando liberarme.  No sé cuánto tiempo me tomará y cada día es un intento más con mucho desapego y fe.

Mi mente ha cambiado y ya no albergo pensamientos de odio ni resentimiento hacia nadie.  Sé que lo sucedido me ha dado la enorme oportunidad de salir de un espacio donde no me sentía cómoda,  donde muchas de las relaciones que había creado en tercera dimensión necesitaban morir.  En esta nueva realidad que estoy creando,  la relación que tengo conmigo misma me nutre el corazón. 

Ese conocerme mejor,  sentirme,  escucharme y también,  crearme nueva.  Me escucho,  me leo,  me observo.  Sin cara,  sin nombre, sin género.  

Quién soy?  

Qué amo? 

Adónde me lleva la vida?  

Cómo confío más y más?

Sí había resistencia en mí, toda se ha ido.  Se ha quebrado a la luz de los últimos acontecimientos.  Algo dentro de mí quedó destrozado,  aniquilado todo intento de que las cosas fueran a mi manera.  Si a eso se le puede llamar la muerte del ego,  si al dolor abrupto de perderlo todo se le puede llamar libertad,  pues me pusieron en el carril correcto.  

Muy duro,  muy incómodo.  Imposible a veces.  Inhumano.

Y sin embargo,  sé que esto es todo lo que he pedido por años.  Y desde el túnel profundo  del dolor veo una luz que me llama y me dice suavemente que voy por el camino correcto.  

Que haber encontrado el camino es la mitad del camino.  

Que no me preocupe y sólo intente,  aquí y ahora,  escribir algo con alma.