jueves, 28 de abril de 2016

Adhikara

La palabra adhikara en Sánscrito significa literalmente ser espiritualmente competente para la práctica espiritual.

Alguien en una clase de química avanzada ha tomado muchos cursos previos de química:  tiene el adhikara para estar en el curso más complejo.   Significa calificación pero ante todo significa que la persona ha comprendido y aplicado lo aprendido.

Ha adquirido el conocimiento a través de sus estudios.

Alguien principiante en química no tiene el adhikara suficiente para estar en una clase avanzada. Una persona así no tiene derecho de enseñar la química avanzada (porque ni siquiera la entiende).  Los experimentos que un principiante en química tiene que hacer son muy distintos de alguien que se ha dedicado por años a su estudio.

Los adhikaras son distintos y por lo tanto, las actividades diferentes.

Así sucede en todas las disciplinas y por supuesto también en la práctica y enseñanza del yoga.  Tal vez lo que sucede en mi ciencia y arte es que hay una parte física que muchos cuerpos pueden imitar. Hay gimnastas muy dotados y también bailarinas y acróbatas.  Todos ellos pueden hacer todas las series seguidas en Ashtanga si quieren.  Pero mi mismo maestro ni los alza a ver en India.  De hecho los ignora.  No fomenta el circo.  Entiende que el yoga es mucho más profundo que eso.

Como no existen Códigos de Etica en Yoga todavía hay mucha desinformación y abuso.  Ahora hay cursos de maestros que se certifican por internet, en un mes y algunos en dos fines de semana.  Salen a la calle con sendos diplomas que dicen YOGA ALLIANCE.  Y la verdad es que nadie sabe quiénes son estos señores del Yoga Alliance que sí son muy eficientes en cobrar sus fees mensuales pero que no tienen cara ni nombre.

Una maquinaria anti-adhikara al servicio del capitalismo espiritual.

El panorama en yoga es distinto a cualquier otra ciencia.  El yoga es ante todo el arte de la devoción. Todo lo que necesitamos aprender de nosotros mismos lo aprendemos en relación a nuestros maestros.  Algunos de nosotros ya tenemos un Guru:  alguien en quién confiamos y que con su camino nos inspira y apoya.  Alguien que nos ha cambiado la vida.  Así que en yoga no basta ser muy ágil ni flexible,  al menos no en mi método.  Por supuesto que una espalda abierta nos permite ir más rápido hacia segunda serie pero eso no significa nada.  He conocido estudiantes más "cerraditos" que tienen un adhikara impresionante:  una dedicación,  devoción y humildad como pocas he topado en mi vida.

En cambio,  hay gente con cuerpos muy flexibles y fuertes que entran y salen de las posturas sin ningún esfuerzo y sus mentes están en la luna.  No han comprendido todavía el significado más profundo de este arte espiritual:  encontrar la conexión cuerpo-mente-espíritu en el aquí y el ahora.

Tampoco entienden el significado de la palabra devoción.

El adhikara en yoga no es sólo conseguir más y mejores posturas y ser candidato a una "certificación".  En yoga es ante todo tener la humildad suficiente para saber que todos necesitamos ayuda y apoyo.  Que cualquiera se abre de piernas en un split pero no todos sabemos cómo abrir las esquinas más escondidas de nuestro corazón.  De qué vale pararse de manos en medio del cuarto cinco minutos y flotar arriba y abajo si todavía tenés resentimientos hacia tu pasado?  Y muchos lo publican como si fuera un asset,  una cualidad,  un privilegio.

La postura y también el resentimiento.

Sí es divertido.  Pero hay tanto más que explorar.  Las posturas vienen y van.  Un día lo logramos, otro día somos de cemento.  Ayer me sentía como si tuviera 100 años:  me dolía mucho la cabeza,  no pude hacer ni la mitad de mi serie.   Hoy volé:  el estudio brilló esta mañana y los que estuvimos ahí tuvimos realizaciones intensas en el calor de la práctica. Pero mañana quién sabe...y el día después.   Cada día es un universo,  una vida y una muerte.

Y no sabemos qué va a suceder.

Así que adhikara para mí es tener la suficiente sabiduría de decir: "necesito ayuda".  Es saber cuándo continuar con algo y cuando soltar todo.  Es poder amarnos lo suficiente para poner límites claros en situaciones que nos violenten y evitar estar junto a personas que no nos ven.  Es ante todo confiar en alguien que nos guíe y que nos muestre con su ejemplo de vida una forma de vida más coherente.

Adhikara es ser lo suficientemente honestos con nosotros mismos y poder realizar cuando metimos la pata y adónde necesitamos enmendar.

Adónde aflojar las riendas y adónde socar la faja.

Tengo tantos rostros en mi corazón que son todos personificaciones del adhikara de un yogi en su más pura expresión.  Gente buena,  amable y sincera.  Si todos podemos dar un poco de nuestra miel a este mundo seguro que va a mejorar.  Y mientras tanto,  confiemos en que la vida nos llevará al destino que nos tiene guardado...

si practicamos.


martes, 26 de abril de 2016

CLICK

Ser maestro,  estoy aprendiendo,  es un riesgo a muchos niveles.

Por una cuestión ética,  aceptamos a todo el que viene, independientemente de su credo,  de su orientación sexual,  de su condición económica y de su estado mental.

Al inicio,  todos son dulces y amables.  Tienen bien puestas sus máscaras.  Sin embargo,  el método que enseño se trae abajo todo.  Es mágico.  El encuentro con el yoga sólo puede suceder si estamos dispuestos a dejar que lo falso caiga y tener un momento de verdadera honestidad con nosotros mismos.

Es difícil.  Para algunos imposible.

Yo misma he tenido muchos de esos momentos con mis maestros y especialmente con mi Guru.  Es como si el maestro tuviera rayos x para ver más profundo adónde estamos pegados,  adónde queremos figurar,  cómo compensamos nuestros dolores y qué nos separa de la Luz.

Gracias a Dios he topado con maestros tan sabios e implacables que me han ofrecido su consejo,  a veces de formas muy crudas.  Mis maestros no se andan por las ramas:  son seres genuinos, auténticos y no están dispuestos a venderse por nada.  Tampoco escuchan amenazas y menos refunfuños.  Se dedican a gente seria y los que no están así de serios se van quedando en el camino.

Ahora en Panamá tuve un revés muy duro para mí personalmente con alguien que consideraba una persona cercana,  no sólo al método sino a mi familia incluso.  El estudiante a veces enfrenta dentro de sí lugares llenos de miedo e impotencia y pocos tienen las agallas de asumir sus propias heridas y lo que hacen es proyectarlas en el maestro.  Por eso decimos que los maestros llevamos muchas cicatrices...

Los que sufren muerden.

De estos mordiscos he aprendido.  Algunos todavía me sangran.  Como el de esa otra estudiante que hasta pan me llevaba,  jugaba con mis niños...y cuando le dije muy sinceramente que su práctica de asana acrobática no era suficiente para ir a ver a mi maestro a India-  (le faltaba mucha, mucha devoción), hizo mil reveses como una cobra enfurecida.  Ni por todo el pan del mundo la habría yo enviado a mi maestro sin estar preparada. Yo soy no sólo representante suya en América Latina y el mundo sino que también ahora tengo la responsabilidad de formar por dos meses ( poco tiempo de hecho)  a los que desean ir a practicar con él a India.

Soy su filtro y ella todavía no llenaba el requisito.
Le faltaba corazón.

Hay muchos motivos por los cuales la gente hace práctica espiritual.  Me doy cuenta que algunos que llegan por una rodilla mala o una espalda adolorida son los que más me sorprenden.  Llegan sin expectativas pero con la actitud correcta.

Llegan dispuestos a escuchar.

Me encanta enseñar a principiantes.  Pero los estudiantes intermedios (esos que creen que ya "saben", incluso que saben MAS que el maestro),  esos son los más difíciles.  Si el maestro les dice algo contrario a lo que quieren escuchar,  si les llama la atención se molestan,  se resienten (esto último es muy tico).  Sólo quieren escuchar flores y así uno no crece.  Mi maestro es muy parco en sus palabras y he aprendido a amarlo y respetarlo como es.  He aprendido también a agradecer su ayuda que a veces ha llegado a través de un grito en público o un regaño:  como una espada,  como una flecha que me penetra el punto ciego y me tira al piso.

Pero confío en él.  Y sé que me quiere ayudar.
Y siempre regreso.

La estudiante del pan y la estudiante de Panamá son dos casos aislados que se conectan entre sí. Las dos necesitaban otra maestra.  La conexión maestro-estudiante se hace desde el corazón y los dos corazones tienen que estar dispuestos a ir profundo y a soltar proyecciones y expectativas mutuas. Mis estudiantes más queridos son aquellos que hacen el esfuerzo por escuchar- no que sea fácil,  yo misma lo sé por experiencia.

Pero de qué sirve que alguien haga paradas de manos espectaculares sin son manipuladores profesionales? 

De qué que hagan toda la serie completa si no pueden mover un dedo sin permiso de su pareja?  


He tocado botones dolorosos.   Cada uno de nosotros decide qué hacer con esta información.  Muchos lo siguen tapando,  echando chispas hacia fuera en vez de ir hacia adentro donde están todas las respuestas. Lo que sí sé es que ahora en Panamá constaté una vez más que el llamado es profundo del alma.  Los encuentros no son casuales.

Las conexiones espirituales no se hacen con todo el mundo.   Se hacen con los que SON.

Y los maestros tenemos que estar muy atentos a los vampiros energéticos.  Mucha gente se acerca a un maestro porque siente que no pueden solos.  He ahí nuestra vocación: así tiene que ser al inicio. Pero al igual que he sido testigo de cómo mis siete pollitos han aprendido a caminar,  como maestra deseo que mis estudiantes vuelen.  No voy a fomentar relaciones empalagosas,  ni ilusorias ni codependientes. Demasiada adulación ya la veo como una señal sospechosa.

Igual es Sharath.  Uno habla con él y es directo al grano.
Yo también voy al grano.

Dios me ha dado un talento y estoy compartiéndolo con aquellos que sintamos ese hilo de confianza entre nosotros.  A veces el hilo dura muchos años,  a veces poco.  Siempre queda un cariño,  una conexión.  Con los que muerden,  también.  Son los que más necesitan luz y perdón.

Agradezco a todo aquel que haya en algún momento puesto sus pies en Namasté.  Como Namasté no es un lugar físico,  esto incluye a todos mis estudiantes en Argentina,  Perú,  Bolivia, Venezuela, Colombia, Panamá,  Costa Rica,  Nicaragua,  Guatemala,  El Salvador,  México,  Estados Unidos,  Japón, Holanda,  Francia,  España,  Portugal, Irlanda, Italia,  Israel,  Líbano,  Argelia,  Alemania,  Suecia y perdón si olvido algún país.  El mundo es uno.  Todos somos uno.  Si alguien está viviendo una separación es porque todavía no ha abierto las persianas.  Es porque todavía necesita ir profundo y perdonarse y así su percepción de todo cambiará.

Ese ser necesita practicar.  Y no practicar con maestros que le digan que qué bella es su asana,  o su foto, o su cuerpo.  O que se vaya a India prematuramente para escapar de una realidad inmediata que no le gusta.  El yoga no es un escape ni una vacación.  Ese ser necesita alguien con la suficiente compasión e interés de decirle las verdades,  de sacudirle el piso para que DESPIERTE.

Porque la única realidad es el Amor y todo lo demás falsas percepciones.

Por esos estudiantes enojados,  resentidos,  llenos de ira,  de enojo:  tal vez mi labor fue señalarles adónde estaban pegados.  Y aunque no sigan su proceso conmigo:  no se dén nunca por vencidos. Habrá alguien en el camino con quién hagan click:  y ese CLICK con el maestro no tiene precio.  Es lo más valioso que yo misma he encontrado en el mío y no lo cambiaría por nada...

aunque en el momento de la realización haya pensando en abandonar.

Las máscaras tienen que caer,  una por una.  Y es sólo tarea de gente muy valiente acuerpados por Titanes.  Yo tengo un par detrás y por eso me considero inmensamente privilegiada.  Sólo así  es posible romper en este mundo las cadenas de la Ilusión,  el Maya,  el Samsara Hala Hala.

Así que lo que ES no se fuerza:  simplemente ES.  Escogemos a nuestro maestro desde nuestro corazón... y si estamos listos para escuchar,  es tan obvio como un amanecer.




sábado, 23 de abril de 2016

La verdadera Demo

Hoy es sábado, día de descanso.

Los ashtangis tenemos varios rituales para estos días,  pero básicamente descansamos.  Recuperamos fuerzas para la semana que viene y nos dedicamos a decantar todo lo sucedido en la pasada.

Hacer esta práctica requiere de dosis inmensas de humildad y paciencia.  A mí me las ha pedido a través de muchas pruebas. Al inicio de mi práctica,  mi cuerpo era muy flexible pero mi mente muy distraída: mis guías me ayudaron a encontrar sincronicidad entre mi energía física y mental.  Había una escisión,  un divorcio interno de muchas vidas pasadas que no había podido reconciliar.  Mi cuerpo era un instrumento inerte en esa época solamente y lo usaba y abusaba sin piedad.

Cultivar una relación de respeto y amor por esta encarnación no fue fácil para mí.  Primero que todo desde pequeña me dí cuenta que estaba atrapada en este plano,  lo vi claramente y en ese entonces no tenía guía,  más bien tenía todos los obstáculos posibles ahí en mi propia casa.

Me dije:  "estoy frita".

Luchaba contra la realidad de estar encerrada en este cuerpo.  Lo juzgaba duramente,  lo maltrataba psicológicamente.  Le exigía y demandaba y aprendí de mi propia madre a evaluarlo en función de las opiniones ajenas.  Es por eso que mi práctica me devolvió el deseo y gratitud por  este traje espacial mientras dure este viaje terrenal.

Aprendí a escucharlo y a través suyo,  a escucharme.

Hoy en la tarde hago una Demo.  Krishnamacharya,  mi maestros Guruji y su nieto Sharath hicieron muchas durante sus vidas con el afán de pescar estudiantes.  Esta práctica es muy llamativa a nivel visual,  las posturas hermosas metáforas de animales y seres místicos.  También de elementos y objetos inspiradores.  El cuerpo humano se vuelve un instrumento de expresión y conexión con la divinidad:  eso es el yoga y eso es lo que muchos yogis han comprendido antes que yo.

Gracias a ellos es que lo entiendo un poco mejor cada día.

Sin embargo,  hacer una Demo implica un gran riesgo para quien demuestra.  La práctica diaria tiene una evolución,  un tiempo.  Una Demo es intensamente rápida y todo se desarrolla muy rápido.  Más allá de las posturas físicas estamos mostrando como la energía del Prana nos mueve.  Conocemos la secuencia pero el volumen sube.  Y el único respaldo que sé que tengo en esos momentos de soledad intensa son mis maestros.

La devoción es en mi práctica lo más importante de todo.

Mucha gente hace estas secuencias en el mundo sin honrar la fuente.  No honran el método ni a sus creadores.  Lo enseñan incluso cambiándolo.  Lo  enseñan sin un maestro atrás hacia quién sientan esa devoción tan necesaria en el mat y en la vida.  Todos amamos algo y es sagrado para nosotros.  Y esa es la motivación diaria para abrir nuestra alfombra:  ser mejores seres humanos para compartir algo de valor con quienes nos importan- que por cierto debería ser cada ser que siente que encontramos en nuestro camino.

Cuando no hay devoción en el asana,  está vacía de alma.  Tengo muchos estudiantes que han pasado por mis manos sordos como tapias.  Creen que lograr la postura es el éxito,  que practicar con lucha y dolor la culminación.  No es así.  La devoción nos relaja y pone receptivos y así es  el Prana puede fluir mejor en nuestros huesos y músculos.  Una mente abierta a escuchar permite que las cosas sucedan,  entre ellas posturas difíciles pero ante todo,  los designios de Dios para nuestras vidas.  He ahí la señal de que el yoga nos ha tocado.

Quienes sufren,  sufren porque todavía no han encontrado aceptación de lo que es.  Todo sufrimiento viene de querer que las cosas sean distintas a lo que son.  Ayer alguien me decía que yo tenía muy "buena estrella".  No sé,  lo que sí sé es que mi vida ha cambiado,  mejorado y que después de todos esos años de dudas y miedos por fin estoy experimentando lo que es fluir con lo que la vida me trae.

Ya no juzgo tanto ni me juzgo tanto.
Acepto.  Agradezco.  Comparto.

Intento ser la mejor versión de mí misma por hoy.

Si hay algo que cambiar,  lo cambio.  Si hay un límite que poner lo pongo.  Sin dramas, en un intento de claridad y consciencia.  Pero no alimento situaciones que me hagan sentir mal.  Todo lo que tengo en mi plato en este momento es porque lo he escogido y lo que no,  porque no era parte de mi paisaje. Incluso situaciones difíciles como estos últimos tres días aquí en Panamá.  Mi cachorro tuvo un accidente y he pasado momentos de mucha angustia. Pero igual he encontrado amigos incondicionales,  lo he sentido a él muy presente en su predicamento y hemos logrado una conexión más íntima incluso a través del dolor físico.

Hoy desayunábamos juntos y me decía que ya mañana nos vamos.  Sé que no se quiere ir.  Me decía que quería ir conmigo a Los Angeles a ver a mi maestro ahora en mayo y luego asistirme en junio en Costa Rica.  Que también vayamos a Perú que nos invitó y que sí,  que India lo llama.

Todo es perfecto como es.  He ahí la gran enseñanza del yoga.  Y si algo no hace "click",  tenemos el derecho y el deber con nosotros mismos de hacer los cambios necesarios.  De soltar ideas y conceptos de cómo somos y de qué tenemos que hacer con nuestras vidas.  Decirle sí a las oportunidades que el Universo nos regala y recibirlas con los brazos abiertos confiados en que si aparecen,  es por algo.

Confío que cada persona y experiencia que llega a mi mundo es un indicador fidedigno de mi propia vibración.  Incluso aquellos que me hieren y traicionan me indican zonas en mí misma donde necesito abrirme y soltar.  Pero sé que la guía de los maestros espirituales es valiosa y necesaria para poder comprender una vida,  para realmente realizar quién somos y qué hacemos aquí.  Sin ella, estamos perdidos en la jungla de nuestros juicios,  pensamientos erróneos y percepciones falsas.

Así que la Demo verdadera no es esta tarde en mi alfombra.

La Demo la tuve ya big time con el accidente de mi adorado hijo.  Ahí sentí la angustia,  el dolor,  el apego y el miedo.  Ahí recé con todo mi ser y entregué a quién más amo en esta tierra a la energía más grande.  La Demo es saber que no controlo nada y que el Shakti sabe exactamente qué necesito en mi experiencia para crecer.

Partimos de Panamá más unidos, más conectados entre nosotros mismos y con los hermosos seres que hemos tenido el gusto de conocer.  Partimos anticipando nuevos viajes,  montañas por escalar y la apertura del mundo entero.

Y si mis maestros han podido transmitir e inspirar también a varios de mis polluelos,  además de muchas hermosas almas que realmente escuchan,  mi labor está más que cumplida.

El Parampara es en verdad una transmisión del AMOR.








  

jueves, 21 de abril de 2016

El camino menos transitado

Hoy es día de luna.  Los ashtangis descansamos.  Bueno, yo no he dormido mucho.  La Sétima serie es la más dura e intensa de todas.

Estar presentes para los que amamos implica una confianza total en la energía más grande.  No hay otra forma de hacerlo.  Sabemos todos de la incertidumbre vital y del continuo riesgo que es estar vivos.  De esta misma fragilidad es que aprecio tanto a mis seres queridos,  amigos y maestros y todos los que topo en mi camino.

Anoche tuve una conversación profunda con alguien.  No es fácil encontrar seres despiertos.  Esos que están,  igual que uno,  apostándole a una forma alternativa de vida lejos de los lugares comunes y de las aspiraciones pedestres.  Hablar con un ser así de alerta es tan fácil:  nos comunicamos sin juegos ni máscaras y esa apertura la agradecí con el fondo de la luna llena y como corolario de los días de tanto trabajo y éxtasis que llevamos en el Intensivo aquí en Panamá.

Al regresar al hotel me dí cuenta de que no controlo nada.

La luna todo lo magnifica y por tanto hoy está magnificando mis sentimientos de apego pero también los amorosos.  Me siento tan plena y convencida de cada paso que doy, aunque sienta que a veces no tengo piso.  Esa es la realidad:  no hay piso para ninguno de nosotros aquí en este mundo.   Podemos aspirar a una vida segura,  plena de stuff o podemos lanzarnos al camino menos transitado.  A todos se nos da la oportunidad cada día de escoger:  la ruta fácil o el sendero desierto.

Los que ya escogimos hace tiempo,  tipo Neo con Morpheus,  sabemos que es un camino solitario. Mi amigo me preguntaba anoche como me siento en Costa Rica:  la verdad es que la mayoría del tiempo me siento bastante sola,  en San josé o en cualquier parte del mundo.  Me decía que las cumbres son solas,  porque es un escalador de montañas como mi hijo.   No sé.  Sólo sé que mi intención es estar disponible y abierta a cualquier caminante que como yo haya decidido ir hacia adentro y se haya prometido buscar las respuestas donde corresponde.

Que esté dispuesto a escucharse y tenga las agallas para ser consecuente.

El otro sendero, el más transitado,  es ya bastante conocido y predecible para muchos de nosotros. Consiste básicamente en competir con el tumulto e intentar sacar la cabeza para respirar e inmediatamente ser halado de vuelta al caos de una turba que no sabe hacia adónde va.  Sabe cuáles son sus necesidades apremiantes a nivel material,  cuáles sus indulgencias.  Pero va adonde los demás deciden,  a veces sin siquiera preguntarse por qué.

La y griega la pasé hace tiempo.  Algunas veces me he preguntado si fue inteligente.  El camino se ha tornado oscuro muchas veces y agreste.  Pero la crisis pasa,  se despejan las dudas.  Igual que en este viaje:  si hubiera escuchado mis dudas me hubiera perdido de un grupo de seres espectaculares. Espectaculares porque son guerreros de esos que uno no topa todos los días.  Valerosos hasta decir basta y con un deseo muy grande por la verdad.

Y ese es el único requisito de un buscador espiritual.

Decanto mi semana,  arreglo mi maleta.  Regresamos el domingo a San José:  mi bebé grande con una herida de guerra de la cual se siente orgulloso.  Yo con mucho más amor del que llegué.  Nos quedan los tres días de cierre,  pero al magia ya sucedió.  El Prana nos escuchó y nos ha estado dando tanto,  sin reservas ni dudas.

El Amor simplemente es y esa es la garantía del camino menos transitado:  estamos siempre protegidos y cuidados,  aunque la soledad sea una compañera fiel que aprendemos a apreciar y a agradecer.

Panamá me abrió la cabeza y me devolvió la fe.
Igual que a mi hijo Ariel en un sentido más literal.  



domingo, 17 de abril de 2016

Confianza y fe

Llevamos tres días aquí en Panamá.

Ariel, mi hijo,  está cansado.  Hoy tuvimos una meditación y se quedó profundamente dormido.  Han sido  días muy llenos de  experiencias nuevas,  gente por conocer,  práctica intensa y enseñanza.

Yo misma estoy todavía temblando mientras escribo.  Procesar energías tiene su precio  pero es muy gratificante. En dos días de trabajo hemos visto un cambio radical en nuestros estudiantes.  Algunos llegaron incrédulos, dudosos y con muchos peros mentales.

Hoy ya sus rostros han cambiado...y todavía nos falta una semana.

La energía del Prana,  Shakti,  Amor,  como le quieran llamar,  tiene una inteligencia muy profunda. Sabe exactamente donde cada uno de nosotros tiene que sanar.  Conectarse con ella es una bendición pero no todos lo logran.  Algunas personas lo imaginan o lo imitan.  He aprendido que no todo lo que brilla es oro en el camino espiritual.  Sin embargo,  tengo la gran dicha de tener maestros de los "de a de veras",  de esos raros en estos tiempos de materialismo espiritual.

Así que sé que dondequiera que voy esa energía toma las riendas y yo no tengo que preocuparme de nada.  Sólo tengo que permitir que el milagro suceda de nuevo.

Estos tres días en Panamá han sido providenciales.  El pre- intensivo fue convulso y hasta consideré no venir del todo.  Sin embargo,  confié en que todo iba a suceder- a pesar de los muchos obstáculos que ocurrieron para que no pasara.

Y estoy tan feliz que confié.

Hoy supe que pase lo que pase,  Dios tiene un plan para aquellos que lo buscamos con devoción y fe. Muchos creen que lo encuentran sin siquiera haber rasguñado la superficie de quién son.  Dios no es sólo para los iluminados:  al contrario,  es principalmente para todos aquellos que en algún momento nos hemos sentido desadaptados,  solos,  torpes,  impotentes, abandonados y tristes.  Para los que hemos estado entre la vida y la muerte y contemplando más ésta última opción que la primera.  Para los que ya no creíamos en nada,  para los que sentíamos que la vida era una broma absurda y pesada.

Para los nihilistas,  ateos y desahuciados.

Cuando un alma como la nuestra comprende que hay algo que arrasa con toda esta falsedad, recuperamos la fe.  Fe en ese algo que no puedo explicar con palabras,  que sólo siento dentro de mí. Es difícil de describir y no recuerdo el momento exacto cuando me sucedió:  creo que tuvo que ver con un momento de salto al vacío cuando me dije que no había forma en que pudiera atravesar ese dolor.

Sí, creo que ahí fue porque hoy estoy aquí tan feliz,  tan contenida y agradecida y la única forma en que tal cambio pudo suceder es porque me ayudaron.

ALGO o ALGUIEN me ama muchísimo porque mi vida es hoy una aventura diaria,  emocionante y llena de satisfacciones.  Claro que tiene bemoles como cualquiera:  siempre habrá alguien que sea un aguafiestas,  necio,  incómodo y quejón cerca nuestro.  Pero antes me hacían la vida imposible: hoy no.  Observo e intento tener compasión por esta gente tan pequeña que encuentra algún placer en aprovecharse de otros,  tergiversar los hechos y compartir veneno.  Sé que son seres que me enseñan lo que no quiero ser nunca.   Y también sé que el Prana saca de mi cancha con maestría a aquellos prescindibles y trae a los imprescindibles:  seres humanos que me ayudan a crecer,  a evolucionar y a aprender un poco más cada día sobre la vida,  el dar incondicional y  el amor.

Hoy tuve a un querido estudiante que decidió salirse del Intensivo.  Vino a mí con los ojos llorosos, en un conflicto interno obvio entre seguir su corazón o escuchar voces en que confió en su momento y que hoy se han vuelto una perorata incoherente en su mente.  Me compartió que estaba escindido, que quería estudiar conmigo pero que su mente no lo dejaba en paz.  Le dije con cariño que siempre tendría las puertas abiertas aquí y en Costa Rica y que se diera tiempo de escucharse.

Partió con una sonrisa y sé que continuará practicando,  esté donde esté.

Gente de este calibre interno y honestidad son los que me mueven a viajar por el mundo,  a seguir estudiando,  a buscar la compañía de gente de alta vibración  y olvidarme de gente pequeña de corazones estrechos,  llenos de miedos e inseguridades y que tristemente defienden al samsara hala hala con sus acciones,  aunque sus palabras sean floridas y decoradas.  Es una ironía que aquellas almas que han buscado con seriedad de pronto sean presas de lo que supuestamente odiaban,  pero así de malvada e insidiosa es la oscuridad.

Transitar por esta vida sin la protección de un maestro verdadero es una ruleta rusa.  Muchos creen que su maestro los protege cuando más bien los hunde.  A todos nos llegará la hora de despertar,  sea en esta vida o en las próximas.  Lo importante es que seamos irreductibles ante la amenaza de presencias anacrónicas y desconectadas y que confiemos en que recibiremos las coordenadas de nuestro próximo paso cuando estemos listos.

No antes.
Y mientras tanto,  practicamos. 
Practicamos con dedicación,  devoción,  ininterrumpidamente y de la mano de gente seria.

Confío en que tengo en mi clase a la gente perfecta para mí.  Me siento muy privilegiada de poder trabajar con gente tan comprometida.  Adondequiera que voy aparecen más como ellos y siento que ya no puedo calificarlo de casualidad.

Aunque sí de  milagro ante el cual me sigo sorprendiendo cada día y que nunca tomaré por sentado.
Almas así de bellas,  generosas y conectadas son bendiciones bajadas del cielo.




martes, 12 de abril de 2016

Las estrellas brillan

Parto el jueves a un campo de batalla.

Mi libro del Bhagavad Gita habla de uno así en India:  todavía existe y cuando uno va en los trenes los pasajeros se levantan y señalan un campo abierto,  lugar mítico donde alguna vez hace muchos años primos consanguíneos, maestros y discípulos,  compañeros de juegos y de vida se dieron cita con la muerte.

La batalla fue sangrienta.  

Los defensores del caos,  más bien del nihilismo descarnado,  sólo deseaban destrucción.   Los héroes de la historia se vieron a palitos para ganar la batalla -primero en sus mentes y corazones y no hacer caso a la diferencia numérica que por mucho los superaba.  El enemigo quería terminar con toda la vida en el planeta:  los cinco super héroes tenían que degollarlos bajo pena de ver todo lo que amaban destrozado.

La vida a veces nos pide que cortemos cabezas despiadadamente.  Son pocas las veces en mi vida que he tenido la certeza que alguien se está interponiendo en el camino de lo que amo y defiendo.  Como cuando Gandhi hablaba de dispararle al ladrón que invadía su casa y atacaba a su familia.  A pesar de ser el paladín número uno del principio de la no violencia y así fue como logró que Inglaterra terminara sus más de cien años de imperialismo en India,   sabía que no se iba a quedar cruzado de brazos ante la injusticia.

Ni la mentira.
Ni la maldad.

Quiénes tenemos un propósito vital sabemos que no es fácil avanzar en el camino.  Las fuerzas invisibles que habitan este mundo terrenal tienden a la inercia,  a la estafa,  al robo de ideas,  de propuestas,  de principios.  La mentira amenaza con llevarse entre las piernas lo que amamos y en mi caso personal,  amo inexorablemente a todos aquellos que se acercan con fe y humildad a lo que enseño.

He tenido en mi cátedra todo tipo de experiencias con la gente: algunas muy bellas,  otras fatales.  He topado con todos los modelos de egos,  más de los que podría imaginar que existen.  Algunos,  los más peligrosos:  los aduladores.  Otros,  no por eso menos:  las mosquitas muertas.

También he topado con gente valiente,  héroes personales de quiénes siempre atesoraré recuerdos que me inspiran. Y he también conocido muchos farsantes,  wannabes payasos y muchos muchos imitadores.

Este viaje que escogí hacer,  ahora convertido en batalla aún sin haber puesto un pie en esa tierra,  no es tan obvio a la vista común.  Mis maestros lidiaron y lidian actualmente con un sinnúmero de fuerzas invisibles que intentan impedir el despertar.  Sé ahora con la experiencia de los años que son reales y muy peligrosas.  Se apoderan de aquellos que todavía no están sólidos en el camino,  que practican de la boca para afuera pero que todavía no han comprendido el nivel de rendición que pide el camino espiritual.  Quieren conservar sus personalidades;  quieren seguir agradando a los demás, manteniendo una fachada "relajada y  elevada "  que grotescamente  cae con el primer viento fuerte.   Este viaje ha traído un huracán que prueba el deseo por la verdad de todos, incluyéndome por supuesto.  Arrasó con todo los falso y nos ha dejado un hermoso terreno descampado,  libre de parásitos y listo para la faena.

Hace rato que hubiera tirado la toalla sino es porque sé que me espera un grupo valioso de yogis.

Y su presencia y devoción valen todo para mí.

Parto incómoda,  dolida,  sorprendida ante la saña oscura que se mete por rendijas que nunca sospeché y hace actuar a seres que aprecio de maneras incomprensibles.  Parto al mismo tiempo decidida a empuñar mi espada,  respaldada por mis queridos maestros en quiénes confío y por el Jefe que la dirige.  Parto además acompañada de mi ángel guardián, mi guardaespaldas espiritual, amoroso ser que me cubre con su manto de bondad,  mi hijo Ariel.  Y parto ante todo llena de entusiasmo por el despertar de quiénes con amor y dedicación han decidido abrir sus corazones,  a pesar de los miedos y los obstáculos y el caos que ya reina al otro lado de la frontera.


Quiénes se amotinan lo hacen contra su propio corazón y todavía no lo pueden ver.  No hay "otros" en esta vida,  decía el gran sabio indio Ramana Maharshi.  Todo lo que hacemos nos lo hacemos a nosotros mismos.

En este camino hay muchas ganancias, pero las más valiosas son las que no se ven con los ojos.  Las que perduran por el resto de nuestras vidas.  He guiado grupos en todo el mundo y sé que las presencias de gente de gran envergadura interior me acompañan.  Sus ejemplos de vida,  más que sus posturas en el mat,  me han enseñado todo lo que es un yogi:  un ser dispuesto a servir y no a servirse,  un ser humano excepcional que actúa con discernimiento y certeza a pesar del miedo y no se vende al primer postor.

Aquellos que están listos a dar la batalla conmigo:  gracias.
Aquellos que salieron huyendo:  gracias también.

Muchas veces es necesaria la oscuridad para realizar el gran regalo que tenemos de poder ver, aunque sea de vez en cuando,  las verdaderas estrellas brillar con fuerza y fulgor infinitos.






domingo, 10 de abril de 2016

A mi héroe personal

Mañana celebramos en Costa Rica el día de los Héroes Nacionales.

Yo también celebro mi propio héroe personal.  Mañana cumple cinco años mi cumiche,  mi bebé menor:  Matías.

Vuelvo la mirada cinco años atrás y veo una mujer muy triste,  con un embarazo que no pidió,  en compañía de personas que no la pueden ver.  Veo una madre desesperada ante la falta de apoyo,  ante una necesaria y simbólica carnicería:  un cesárea no deseada en alguien en quién no me puedo reconocer hoy, gracias a Dios.

Si de algo tengo que estar agradecida es de los efectos de mi práctica de yoga en mi vida diaria.  Yo soy el ejemplo andante de que esta práctica nos ayuda a tomar decisiones y a hacer cambios positivos y tangibles.   Nos da la fuerza de romper con lo mediocre,  de avanzar con fe en la vida para que sea nuestra propia creación y en cualquier momento,  si no estamos satisfechos con ella,  nos da las agallas de cambiar.  El cambio suena a veces muy amenazante.  Es necesario salir de nuestra zona conocida,  de los hábitos y costumbres,  esos a los que tan fácilmente nos apegamos los seres humanos.

Pero una relación no puede convertirse en un hábito.  Tampoco un estilo de vida.  Permanecer ahí mata simbólicamente una parte de nuestra alma,  una parte que siempre clamará por su libertad.

Matías llegó a mi vida para despertarme de una modorra interna que me consumía.  Me hizo el gran favor de descender a mi vientre para recordarme que su madre es una guerrera.  Sin su venida probablemente continuaría evadiéndome hoy en día de las preguntas importantes,  intentando mantener a flote un barco que hace tiempo echaba agua y sacrificar una vida que no era nada más y nada menos que la mía...

Matías vino a mí sin buscar nada para él porque no teníamos nada que darle.  Unos padres deprimidos a las puertas de una crisis imparable, acumulación de años de tristeza compartida.

Las almas que nos aman pueden actuar en formas misteriosas y Matías hizo eso para atraer mi atención.  Me obligó a poner los puntos sobre las íes dentro de mi cabeza y corazón y preguntarme honestamente qué necesitaba como mujer, como ser humano y como alma.  Me cuestionó todo y gracias a las preguntas que inevitablemente siguieron a su llegada,  hoy estoy donde estoy.  Mi paisaje interno y externo ha cambiado absolutamente:  vivo cada día con tanta alegría, fe y mucha gratitud.  He viajado el mundo entero,  he crecido.  He creado a voluntad los límites de este perímetro vital,  experiencia efímera que merece ser escrita y vivida con libertad y creatividad.  He conocido gente hermosa, mi mundo se ha expandido en un 1000%.

Y Matías permanecerá siempre en mi memoria como ese elemento detonador del cambio:  presencia pequeñita de un alma poderosa.

Nunca podré agradecerle el inmenso regalo de devolverme a mí misma.  Nunca tal vez entenderá que gracias a él su mamá es ahora una mujer realizada,  completa y absolutamente agradecida por todos los eventos de los últimos cinco años.  Apegos imaginarios cayeron por arte de magia con mi práctica diaria,  receptora fiel de la gracia y dones de mis maestros.  Abundancia material y amorosa ha colmado mi vida desde que pude decir ya no más.

Y las bendiciones se multiplican en mi corazón mientras escribo escuchando las chicharras y pájaros que dan la bienvenida a la noche aquí en mi paraíso perdido.

A veces los eventos más disparatados pueden ser lo mejor que nos sucedió en la vida.  Así es para mí mi pequeño numero 7: regalo de Dios,  presencia de pureza y verdad.  Guerrero, héroe,  símbolo perfecto de mi propia guerrera y heroína interna.   Esa que se vio obligada a sacar su espada para no sucumbir a la muerte,  a la predictibilidad de un futuro truncado por sus propios miedos e inseguridades.

Me hiciste fuerte como vos,  mi amor bello. 
Feliz Cumpleaños,  mi héroe. 
Mi valiente.
Con amor tu mami que te ama y que gracias a vos dejó atrás todo lo que ya no era.






sábado, 9 de abril de 2016

Escucha, mira, observa...DESPIERTA.

Desde nuestra más tierna infancia a muchos nos enseñan a no ver.

Por supuesto que uno no debe osar dedicarse a nada alternativo,  mucho menos al arte,  la música o la poesía.  Esos son los que se "mueren de hambre".  Uno tiene que estar de acuerdo a la fuerza con estos lineamientos- obviamente con muchos sentimientos encontrados.

Estudié piano desde los siete años.  Crecí con la música en mis venas.  Cuando llegué a la U,  quería ser concertista.  No encontré el apoyo familiar para hacerlo.  Era mucho más seguro e inteligente dedicarme-decían,  a una profesión liberal.  Sepulté los deseos de mi alma.  Ahí fue donde primero me traicioné.

Sólo aquellos átomos visibles para los egos son las cosas que realmente valen la pena en la vida del status quo:  lo que se pueda cuantificar y medir:   la casa,  el carro,  el matrimonio,  el título, el perro y la cuenta bancaria.

El mundo espiritual es exactamente lo opuesto.  La madre es la poesía.  El arte quien nos sana.  Las palabras invisibles amigas sentidas y reconocidas en esa realidad consensual.

Todos hemos pasado demasiado tiempo en una cultura que nos plastifica,  que nos pide endurecernos y a aprender desde pequeños formas de enceguecernos a nuestra vida interior.  La vista se nos debilita,  las manos se nos cansan,  nos volvemos un masa inerte rendida y con miedo a insinuarse.

Zombis sin almas que tal vez nunca nos preguntaremos el sentido de la vida y de nuestro presencia en ella.

La presión a conformarnos con lo que lo externo quiere de nosotros gana.  

O hay amenazas de marginación por nuestras convicciones y esto hace que nuestra relación con todo y con todos se vuelva defectuosa.  

O nos desconectamos de nuestra esencia primaria y de la vitalidad innata.

Y no tiene que ser así para los seres humanos:  la relación con todo lo que existe y con todos los aspectos de esta vida debe ser complementaria y  ser uno capaz de sentir la electricidad vibrante dentro de todo.

Es fácil escribir esto en medio de la selva,  después de varias horas en una playa azul turquesa, plena de sol y brisa marina.  Fácil cuando esta mañana fueron los monos y pavo reales los que me sacaron de un sueño profundo y reparador,  cuando mi comida ha sido fruta fresca y vegetales vivos, cuando el agua de coco me ha refrescado y estoy en el lugar que amo con gente que amo.  Fácil cuando mi cuerpo lleno de sol se siente feliz,  mi respiración húmeda por este aire caribeño y escucho los grillos y las chicharras allá en el fondo de la jungla.

Esa falta de élan vital- dirían los franceses,  la identifico en muchos de los que llegan a mi vida en busca de respuestas.   Hay una especie de retina desprendida-  literalmente de espíritu,  que impide una apreciación clara y útil de lo que hacen en este mundo.  Muchos de ellos de buen corazón pero carentes de una comprensión profunda.  Y es ahí donde la magia del yoga tal vez interviene y entreteje de nuevos los mundos de la mente,  el cuerpo y espirítu.

Para que esta magia suceda el método debe ser administrado por ojos que vean con claridad y recibido por otros con mucho deseo de aprender.  Maestro y discípulo tienen que luchar por evitar caer en la indiferencia de un corazón extinto que ya no le importa nada más que su propio confort.

El aliento que el yoga trae a una vida es un fenómeno luminoso,  si es compartido con responsabilidad y respeto y cae en terreno fértil.

Pienso en mi maestro y en todas las veces que abruptamente me ha sacado de mi modorra mental. Las veces que su voz ha penetrado mi neblina y me ha sacudido hasta la médula.  Tanta gratitud por esos instantes de incomodidad total,  verguenza y dolor a cambio del regalo inmenso de poder discernir un poco más.

Hay que ser cuidadoso porque tristemente el reduccionismo plaga muchos pseudo maestros y sus comunidades y estas consciencias planas son la taxidermia de este arte y ciencia actualmente en Occidente.

Nadie puede compartir ni enseñar válidamente sobre la vida interior y el espíritu a menos que viva ahí-  viva ahí verdaderamente,  no como turista,  no como visitante,  sino como ciudadano auténtico. A pesar de sus detractores,  a pesar de los que se traicionan a sí mismos,  nada verdadero puede perderse.  El estudio de la vida del alma,  de la esencia de la vida,  de la fuerza que nos anima y sin la cual todos estaríamos bajo tierra es el estudio más importante que cualquier ser humano puede emprender.

Qué más importante que comprender los aspectos positivos y negativos de nuestra propia psique,  la importancia de tener visión,   fuerza y plenitud en nuestra vida?  La maestría del mundo interior y su consecuencia sobre el exterior son cuestiones de radical importancia para cualquiera que se precie de ser practicante espiritual en este siglo 21.

Una vida de fuerza,  una vida de creación en vez de una que sucumbe a las manos crueles de una cultura equivocada que desprecia adrede la vida sagrada perdida entre tanto internet,  televisión, medios y política.  Y la razón por la cual el alma es tan maltratada y deshonrada,  estrangulada y violada en nuestra sociedad es porque muchos de nosotros no vivimos nuestra espiritualidad abiertamente,  no la compartimos sin tapujos.

Tratamos de que nuestra vida espiritual sea una cuestión "privada".  Esta es una de las razones principales por la cual la vida sagrada se sigue marchitando.

La fe no tiene fuerza a menos que se viva públicamente.  Esto no significa restregársela a nadie en la cara:  significa vivir una coherencia entre nuestro mundo interno y el externo.   Si interactuamos con el mundo sin el soporte interior el resultado es una vida sin pasión,  resquebrajada ante la falta de animación significativa.

Y así es como tantas cuerpos caminan por este mundo sin alma.  Gente muerta en vida,  frustrada, agitada,  sin conexión con su esencia.  Vidas de decisiones muertas.  La esencia de lo divino se realiza a través de nuestro anhelo y no por ambición.  Muchos quieren compartir algo que no tienen, sin haber hecho el duro y largo trabajo requerido y reclaman un poder que no les corresponde.

El facilitador nunca se "gradúa":  vive para siempre en aprendizaje.   Y este aprendizaje sólo sucede cuando hay un acuerdo completo y explícito entre las almas del maestro y discípulo.  El intercambio, por cierto muy raro y valioso,   no puede aprenderse imitando,  repitiendo las palabras o coleccionando experiencias como souvenir.

El yoga nos enseña que la realización llega y se fortalece al subir la montaña de nuestra propia humildad.  Caernos y volvernos a levantar.  Caernos de nuevo,  tratar de escapar pero sin embargo, continuar.

Y para esto se requieren dosis inmensas de humildad.  Cuántas veces he salido del shala en India con lágrimas en los ojos,  autoconmiserándome,  victimizándome ante la llamada de atención certera y sabia,  muchas veces áspera de mi guía?  Cuántas me he cuestionado qué hago ahí,  para qué tanto esfuerzo,  si no encuentro el reconocimiento que "merezco"?  Mi ego buscando una vez más validación,  apoyo y soporte.  Algo que, gracias infinitas a Dios, nunca voy a encontrar en mi maestro.  

Y así es como he aprendido.  Permitiendo que Dios tome siempre el lugar principal.  No perdiendo mi vista del panorama más amplio.  Sabiendo que mis nimiedades personales no merecen mi atención a menos que quiera que sigan creciendo.  Entendiendo que mi maestro me está ayudando a despertar de esa inercia inoculada en mí desde que apenas tenía uso de razón.

Yoga significa escuchar.  Escuchar por encima de toda la basura que nos dice que no somos merecedores ni lo suficientemente valiosos para recibir verdad.

Y ante todo,  poder ir más allá del yo pequeñito e inseguro que amenaza con sabotearnos en el intento.















miércoles, 6 de abril de 2016

Los estudiantes son la biografía de su maestro

Dice la muy afamada psicología que cuando uno tiene que tomar una decisión siempre es buena idea tomar la que más nos asusta:  esa es la que nos hace crecer.

Estoy a las puertas de una decisión de vida muy importante.  Sé las dimensiones y sus consecuencias. Extrañamente estoy muy serena y tranquila:  alguien muy sabio me dijo que no iba a tener ningún obstáculo sustancial para hacerla realidad.

Que todo se iba a acomodar y fluir sin problema.

Tomar decisiones inteligentes es el pan nuestro de cada día de un yogi o yogini que se precie de tal y de todo ser humano.  Es muy triste para mí ver a gente que supuestamente ha practicado yoga por muchos años,  han estudiado con gente de "renombre" y a la hora de darle la cara a la vida crean caos, incertidumbre y falta de armonía con sus actos.  Hay una desconexión total entre su práctica de asana y su mente en el mundo del diario vivir.

Hacer la conexión entre ambos es el fin último de nuestra práctica.  Puedo ser un maestro,  tener un estudio y hasta estudiantes:  pero si en mi vida diaria estoy hasta la coronilla de deudas,  vivo en un estrés constante,  no duermo por preocupaciones,  no me salen las cosas,  creo caos en las vidas ajenas cercanas...es eso un yogi en acción?  Yo no lo consideraría tal.  La muestra de un yogi es una mente enfocada.

Si hay un problema,  todo tiene solución en la vida.  Pero para encontrar la solución más inteligente y certera necesitamos estar tranquilos.

Un yogi estresado es una contradicción andante.  Obvio que todo tenemos nuestros rollos,  vivir en la ciudad es ya de por sí un estrés adicional.  Necesitamos tener máquinas que nos transporten o se nos iría el día caminando de un lado a otro.  Tenemos que cuidar de nuestra familia,  sino nuestra práctica es sólo una hablada.  Los que somos padres o madres somos responsables de nuestra prole y tenemos que crear fuentes de abundancia y producir en este mundo.

La imagen del yogi "fuera del mundo"  es  obsoleta en este siglo 21 de los yogis urbanos.

Voy para Panamá la próxima semana y desde ya estamos enfrentando obstáculos.  Un Intensivo requiere de mucha consciencia:  consciencia en el staff principalmente.  Lo bueno es que la Energía es muy sabia y he aprendido con los años a fluir con ella.  Me dice exactamente adónde hay que hacer cambios.  Hubo un cambio de venue de último momento y estoy en paz con ella,  confiando en que todo está siendo manejado por la mano más sabia.  No tengo más que relajarme y tomar decisiones certeras y asertivas.

Y la inconsciencia hacerla a un lado.

Seguir enganchados con gente inconsciente porque "pobrecitos"  lo único que hace es atrasarnos. Suena bastante duro pero así es.  Uno puede jugar de salvador de almas y al final lo único que hace es perder tiempo.  Creánme que lo intenté por muchos años en nombre de la compasión.  Pero llega el día en que uno decide correr hacia Dios a toda velocidad y sólo puede estar acompañado de aquellos que tengan el mismo deseo en su corazón.  Cualquier intento mediocre queda en el camino.  Y es karma y responsabilidad de cada alma encontrar su camino de vuelta al hogar.

Obvio que uno extiende la invitación pero sin expectativas ni apego a ningún resultado.

Las decisiones diarias de un yogi,  su vida material,  su casa,  su carro,  su cuenta bancaria,  las escuelas de los niños, el orden en su librero,  el dinero suficiente para viajar a formarse con sus maestros,  para siquiera aspirar a un maestro:  todo eso es karma.  Lo hemos creado en vidas anteriores y nos corresponde en esta darle prioridad y armarlo bien.

Como le dijo mi maestro a una chica bastante gruesita por cierto en Mysore:

 "Usted dice que es muy caro venir aquí:  deje entonces de hacer una comida diaria y ahorre este dinero para venir a estudiar a India.  Si es prioridad para usted,  regresará."

A la chica en cuestión no le hizo mucha gracia su respuesta,  de hecho nunca más la volví a ver por allá.

La crudeza de la verdad sólo cae en oídos listos para escuchar.

Los que todavía tienen una mente caótica: el camino es practicar de la mano de un maestro real por muchos años.  Y al mismo tiempo tomar decisiones sensibles e inteligentes que los saquen del caos del samsara hala hala o veneno del condicionamiento. Obvio que la ilusión no quiere que ninguno de nosotros saque la cabeza.  Quiere que muramos dormidos, inertes,  descuidados físicamente y mentalmente,  con mentes cansadas que subordinan sus deseos a lo importante.

Es tu decisión.  
Es tu vida.

Qué vas a hacer hoy al respecto?