miércoles, 27 de enero de 2016

Eres

No duermo nada.

Los efectos de esta secuencia siguen siendo un misterio para mí.  Sé que estoy rompiendo cosas dentro mío que ni yo misma entiendo.  Anoche fue una noche muy difícil:  mucha ansiedad,  dolor de corazón y miedo.  No en vano el Boss tiró la flecha con el Viparita...

Y quedé bien maltrecha.

Físicamente dolor de estómago todo el día.  Mentalmente una serie de cuestionamientos absurdos, como una noria.  Emocionalmente destrozada,  revisando pasado lejano y anticipando tragedias.

Pero hoy regresé al shala.  Mal dormida,  sin fuerzas.  Y sin embargo,  este shala que es como un barco donde subimos con confianza- sin embargo,  hoy mi práctica estuvo mucho mejor de lo que anticipaba.  La energía llegó a pesar del insomnio y pude cumplir con la faena.

Salí a la luz de la mañana aquí en India y me topé con amistades cariñosas.  Conversé un rato con dos amigas.  El día se siente ya liviano.  Todo el barullo mental parece de otra mente:  la mía está aquí y ahora  en paz.

No conozco una medicina más eficaz.  Dice mi maestro que sólo tenemos que hacer nuestra práctica todos los días y automáticamente todo llega.  Qué será lo que viene para mí?  Abrazar mi dharma con todas las fuerzas,  de esto no tengo ninguna duda.

Y los pormenores del viaje se irán aclarando con el día a día.

Hoy pido fuerzas para todos aquellos que se sienten solos, desamparados y están sufriendo.  Somos tan afortunados de tener nuestra medicina.  Cuántas almas en este mundo que se quitan la vida y se van decepcionados de su paso por esta tierra.

Si sólo alguien los hubiera impulsado a practicar...

Mysore despierta con sus pajaritos y ardillas trepadoras.  Sigo en mi proceso de empacar.  Hoy despedimos a una colega que viaja.  Despedidas y hasta prontos para todos los que ya sabemos hacia adónde caminar.

Esperando que muchos sigan esta senda de luz con fe, devoción y mucha entrega.

El camino está trazado:  sólo hay que caminarlo.


Narnia

Terminan mis días en Mysore.

Han sido interminables los obstáculos que he enfrentado en mi camino para poder regresar a India tantas veces.  Como madre no tengo el lujo de venir y quedarme tres meses o más:  un mes es el límite para mi corazón.  Ya va más de uno y siento la ausencia devastadora de mi familia carcomiéndome las entrañas.

Cuento los días y las horas para abrazar a mis retoños.

Pero como la vida es una paradoja y por más que intentemos explicarla siempre nos quedamos cortos, a través de estos viajes he podido encontrarme.   He podido escucharme con claridad:  después de cada práctica mi mente está  serena y mi cuerpo no estorba.  Mis emociones están tranquilas y puedo contemplar las opciones que la vida ofrece en este momento desde mi centro.  Y siempre digo que lo que viene a mí aparece en sincronía perfecta con el siguiente paso.

Me muevo sólo cuando hay una pulsión certera en mi corazón.  Como un imán que me atrae.  Así decía Guruji del maestro:  por más que intentemos no seguir su energía,  está ahí potente y nos jala. En estos años he aprendido a no resistirme:  creo que esa ha sido la enseñanza más importante.  He aprendido a escuchar la fuerza de esta pulsión sintiéndola por debajo de todos los razonamientos, probabilidades, cálculos y bla bla bla...

Y cuando regreso a Mysore tengo instantes tan sublimes y perfectos.  Destellos generosos en mi búsqueda.  Confirmaciones simples y profundas al intercambiar una mirada mientras camino de regreso del shala a mi apartamento cada mañana.

Sonidos,  olores,  imágenes,  brisa,  rayitos de sol...

No sé si es que el lenguaje del alma se exprese así.  Sólo sé que toda esta confluencia de sensaciones y sentimientos me hacen decantar en un espacio mío y sólo mío que necesito para sobrevivir durante los próximos meses,  rodeada del día a día,  del rastro a veces pesado y monótono de esta vida humana per se.  

Mysore se sostiene en mi mente y corazón como una especie de Narnia a lo cual añoro regresar.

Tengo tres días más para cerrar apartamento, empacar, despedirme, darlo todo en mi práctica y decirle hasta pronto a mi maestro.  Me siento profundamente honrada de haber cruzado cables energéticos con este ser que admiro y que me ha movido como nadie en mi vida.  Yo misma no hubiera hecho sola ni una milésima del cambio.  Me hubiera rendido a mis dudas,  a mis miedos, a mis inseguridades perennes.

Hubiera continuado apegada a una idea externa de lo que tiene que ser este rayo fugaz y violento llamado vida y que como un milagro tengo en mis manos en este momento.

Me preparo con gratitud infinita,  lágrimas y anhelos.  Me preparo para el reencuentro con aquellos que amo,  abrazos cálidos,  palabras dulces.  Me preparo para un grupo de estudiantes ávidos de afianzar sus propios sueños,  amarrar cabos sueltos y lanzarse con fe hacia esa pulsión sagrada, imposible de colmar con todo aquello que no sea verdad.

Mysore en cada poro,  la atmósfera de ese shala- espacio suspendido entre planos,  la energía apabullante y sólida que gira alrededor de alguien inspirado,  entregado,  dispuesto y amable,  lleno de devoción por aquello en que cree con fervor.

Mi corazón deja un pedazo en India,  otro más.  Y el resto vuela con esperanza,  con fuerza y alas reconstruidas a reencontrarse con su destino.




Costa Rica de mi corazón:  vuelo hacia vos.

lunes, 25 de enero de 2016

Serenidad Sublime



Ganda (गण्ड, Gaṇḍa) = mejilla
Bherunda (भेरुण्ड, Bheruṇḍa) = literalmente terrible,  que da miedo, malo.

Pájaro en forma de Shiva (शिव, Śiva)
Ganda Bherunda (गण्डभेरुण्ड, Gaṇḍa-Bheruṇḍa) = pájaro de dos cabezas en la mitología india. Alimenta a los elefantes.

El Ganda Bherunda (गण्दभेरुण्ड, Gaṇda-Bheruṇḍa) era el escudo de armas de la familia real de Mysore. 
Asana (आसन, Āsana) = postura, asiento.
Ganda Bherundasana (गन्द भेरुण्डासन, Ganda Bheruṇḍāsana) = Postura del Ganda Bherunda.
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Leo la descripción de esta postura y sólo siento miedo.  Se escucha temible y peligrosa.
Hoy mi maestro se volvió hacia mí en la parte final de mi práctica y me dijo:  
"Tomorrow Viparita Shalabasana. La antesala de la muerte.
He soñado con el día de hoy por muchos años.  Esta es la postura en todas las series que más me cautiva. Pero las pocas veces que la intenté por mi cuenta sentí que me asfixiaba.  
Y hoy me dijo: "Tomorrow".
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El nombre de la Tercera Serie es Sthira Baga.  Ha sido traducido de muchas formas,  entre ellas la fuerza de Dios.  Pero encontré un nombre que me encanta:  Serenidad Sublime.  Siento que todos los que practicamos compartimos el anhelo por un lugar interno lejos del ruido mental,  un lugar que sea nuestro oasis,  nuestro refugio.
Hoy llega algo sublime que esperé con mucha ansiedad por 16 años de práctica constante.  Conversaba con un amigo en Costa Rica sobre mi camino y me prometió rezar mañana por mí.  He escuchado muchas historias y mitos de mis colegas que en esta postura se han desmayado, vomitado, desencajado...
Sin embargo,  no tengo miedo.  Sí cierta emoción.  Aquí en Mysore las posturas no llegan cuando uno quiere.  Llegan cuando tienen que llegar.  Algo todavía necesitaba madurar en mí porque el año pasado me moría porque me la diera...y por supuesto,  no sucedió.  Este año he venido a India desde otro lugar: un lugar que no pide nada,  que no intenta quedar bien con nadie.  Un lugar de sinceridad conmigo misma y con mis propia sombra.  En ella estoy encontrando mucha sabiduría.  Con ella me regodeo todos los días después del shala.  Nada de socializar,  ningún interés externo.  Sólo disfrutar los efectos de esa hora y media diaria:  lo sublime de saberme serena en medio de esta hermosa vida impredecible.
Esta es mi última semana y como es tradicional,  Sharath nos pide todo para luego soltarnos a nuestras prácticas personales por los siguientes meses.  Confío en su criterio,  sé que estoy en las mejores manos.  No existen dudas en mi mente sobre mi maestro ni sobre mi camino.  
Cuánta energía desperdicié cuestionándome,  intentanto hacerlo "bien".  

No hay forma de hacerlo bien.  Hay que hacerlo y nada más.  Ser lo suficientemente cuerdo en este mundo de banalidades para discernir qué nos frena y qué nos impulsa.  Hay que limpiar la casa.  Hay que limpiar amistades y relaciones.   Hay que llegar a la alfombra diariamente a vernos con sinceridad. Hay que llorar las pérdidas,  acomodar la vida material,  sonreír en medio de todo porque estamos siendo guiados.
Y nunca olvidar estar tan agradecidos.
Así que los dramas son historias de vidas pasadas que incluyen por supuesto esta.  Los veo a lo lejos y me doy lástima.  Sin embargo,  gracias a ellos estoy aquí hoy,  escribiendo desde mi apartamento en Mysore,  temblando todavía de los tic tocs completos que hoy llegaron finalmente después de nueve años.  Nueve años en que rendí lo que había construído en mi práctica porque así me lo pidió el corazón.  Y como el ave fénix de las cenizas de muchos sueños rotos renació uno nuevo.
El que realmente era para mí. 

 Lo recibo más serena,  muy feliz.
Y así se llenará mi vida:  con gente deseosa de estar presente,  con deseo ardiente de quitarse las máscaras, de dar pasitos modestos pero genuinos.
Gente auténtica de corazón grande.
Lo verdaderamente Sublime.





domingo, 24 de enero de 2016

Om Shiva

Sentada a las faldas de Arunachala en el Ashram del Maestro, después de una noche intensa de caminata y devoción, ️regreso al salón de meditación. 

Espacio sagrado.
Portal a su presencia y poder.
Dicen por ahí que cuando el discípulo esta listo, el maestro aparece. Cierro hoy en Tiruvanamalai un ciclo de mi vida que inició aquí precisamente. Lo inicié con un bebé en mi pancita, con muchos sueños y esperanzas. Lo termino con claridad, con una mente sobria que comprende ahora el camino recorrido.
Algunas almas traemos al mundo una misión distinta a otras. A algunas se nos pide soltar los lugares comunes y transitar por terrenos escarpados. Durante muchos años intenté de corazón hacer lo esperado de mí, estar pendiente de un horizonte que hoy parece tan limitado. Mi Dharma incluía estar aquí en India sentada de nuevo a los pies de esta montaña sagrada. Incluía todas las "pérdidas" que más bien ahora comprendo son ganancias. Todos los dolores menores que gracias a Dios me trajeron aquí- no solo a este lugar físico sino a estas realizaciones.
Todo el pasado parece ahora tan insignificante. Todo se ve como un drama de alguien mas. Alguien que no reconozco por más que lo intento. Alguien que no podía conformarse con una existencia limitada como intenté en su momento- siguiendo los pasos comunes.
No me considero extraordinaria, solo distinta. Sé que esta sed de mi alma ha estado presente por vidas y me han respondido. Se que venir a India es un karma, igual que los maestros. Y sé también del esfuerzo titánico que se requiere para regresar a lo que añora mi espíritu por encima de cualquier condicionamiento.
No hay nada más importante.
Me preparo para despedirme de India, como siempre con muchas lágrimas. La despedida es crucial para marcar los próximos pasos en mi vida. Me deja ir con la certeza del regreso, como vuelve la amada a los brazos del Unico que puede colmar su corazón. El dolor de la despedida es sólo el anticipo de un pronto reencuentro.
Mi camino es claro y ha sido trazado con maestría por una inteligencia Maestra. Ahora sólo me resta continuar, no detenerme por nada. Mi camino incluye los rastros mágicos de mi vida como madre y mujer. Mi progenie que amo y que me impulsa a cada momento a no abandonar.
Incluye también un grupo de gente sensible, seria, comprometida y consciente que entiende la bendición de esta práctica para transformarnos la vida.
India no es física.
Es una materialización viva de nuestro anhelo por la divinidad. Al igual que esta montaña que tengo frente a mí en este momento y que me alimenta desde lo mas profundo de mi alma, encarnaciones pasadas y futuras.
India está aquí para todo aquel que sea lo suficientemente apasionado y serio y venga no sólo de turista sino con la intención pura de dejarse llevar. Aquí en los templos, ashrams y tirthas pero sobre todo en su vida cotidiana.
India es una invitación a ser quien estamos llamados a ser en esta vida y a no perder mas el tiempo insensatamente.
Arunachala, 24 de enero 2016.

miércoles, 20 de enero de 2016

Ser mujer

El Ashtanga es una práctica muy Yang.

Hoy agradezco mis días de luna,  descanso muy merecido.  Espacio para meditar y comprender más profundo los efectos de lo que hago.

Veo el shala y el 80 por ciento somos mujeres.  Es por esto que es tan importante comprender el linaje desde el punto de vista femenino y estudiar con mujeres que hayan experimentado esta práctica a muchos niveles.  No sólo en términos de asana sino de vida.

Una de mis sabias maestras en este camino me dijo una vez que uno tiene que practicar pensando en la longevidad.  Nosotras las mujeres tenemos que contemplar si queremos tener familia y los efectos de un embarazo, parto y maternidad en nuestro sadhana.

Conozco por aquí varias practicantes avanzadas que se están acercando a los 40.  Varias de ellas se me han acercado a compartirme sus dudas sobre la maternidad.  El reloj biológico es una realidad pero cuesta mucho desapegarse de una práctica intensa.  Hay que soltar todo físicamente por dos años mínimo con cada bebé y sobre todo las expectativas de que va a suceder después.  Lastimosamente muchas mujeres contemplan todo a corto plazo y se pierden de la experiencia más hermosa de la vida por  imágenes vanas de posturas espectaculares.  Las posturas pasan.  Esa sí que es una pésima decisión.

A algunas de nosotros nos llegarán hijos, a otras no.  No depende de nosotras.  Sin embargo,  creo firmemente que uno tiene que escucharse.  Si se siente el deseo de traer un alma a este mundo hay que hacer el espacio y prepararse.  Si llega muy bien y sino llega también.  Ahí es que el Santosha hace maravillas en nuestro camino.  Ahí es que se ve el efecto real de nuestra práctica en la vida.

Práctica sin apego a los resultados.

Escucho historias por aquí de practicantes que no respetan sus días de luna.  Me da mucha tristeza y veo la ignorancia de sus maestros al no guiarlas correctamente.  El problema es que muchos de los maestros son hombres y tal vez no entienden las repercusiones de ir contra natura. El cuerpo de la mujer es un universo y como tal,  tiene sus reglas sagradas.  El flujo de energía en nuestros cuerpos nos permite ser dadoras de vida,  ejes de las familias y cuidadoras perennes.  Agentes de cambio y evolución. El flujo pide descanso durante las lunas.  Pide respetar los ritmos internos,  escucharnos, quedarnos quietas y hacia adentro.   Cargar baterías.

Descanso total de asana.  Descanso mental de la rutina diaria.

Estos descansos permiten que el cuerpo responda mejor después,  ayudan a sostener un embarazo si decidimos recibir un almita,  nos darán el gran placer de la lactancia y de un postparto saludable. Los ritmos femeninos son como aguas subterráneas que merecen ser escuchadas y atendidas.  Lo contrario tiene efectos nefastos en nuestra psiquis a corto y largo plazo.

En las culturas indígenas,  las mujeres se retiran en compañía de otras mujeres durante esos días del mes.  Dejan hijos,  trabajos,  cocina,  obligaciones.  Se retiran porque es en esos días que limpiamos toda la sangre de nuestro cuerpo.  Se ha comprobado científicamente que la matriz es un órgano excretor.  Es por eso que no es buena idea ir contra el flujo del apana.  El apana es la energía que elimina de nuestros cuerpos y mentes todos los desechos.  Durante el mes limpiamos nuestros tejidos físicos,  nuestros trastornos mentales,  movemos emociones,  sudamos y lloramos.  Los días de luna son el momento de soltar.  Practicar va totalmente en contra de este fluir natural de nuestros cuerpos.

Aquí en India también es una señal de respeto al maestro no entrar en el shala en estas condiciones. He estado en varias ceremonias con chamanes donde también piden no estar presente en esos días. La energía del maestro se viene abajo.  La energía femenina es muy muy poderosa.

Además de los Ladie´s holidays como le dicen aquí y la perspectiva de embarazos,  es importante saber que esta práctica pone el cuerpo muy fértil.  Por supuesto,  todos los órganos y tejidos se rejuvenecen,  el sistema digestivo,  endocrino,  reproductivo:  todo está al máximo de su potencial. Esto es importante saberlo también para cuidarse si una no está en la onda de procrear.

Guruji decía que esta práctica culmina con la familia: la Sétima Serie.  De alguna forma he visto durante mis años de práctica que la familia nos permite salirnos de nosotras mismas,  de nuestra estructura mental,  de nuestras asanas y realmente poner en práctica lo que hacemos en el mat.  Tengo ejemplos hermosos de colegas que realmente me inspiran en su maternidad.

Qué más regalo que poder compartir desde nuestros cuerpos, desde nuestra energía al estar embarazadas la vibración del yoga con nuestros pequeñitos?  

Qué más regalo para nosotras y para ellos que estar cada día un poco más despiertas?

Dice el Bhagavad Gita que de todas las almas que encarnan las más evolucionadas son las que buscan familias donde se practica el yoga.  Ha sido mi experiencia en esta vida con mis siete preciosos hijos, cada uno un maestro en sí mismo para mí.  Sé que mi práctica de asana me da muchos regalos pero no se comparan con su presencia en mi vida. Ya tuve que soltar tres veces mi Tercera Serie con los últimos tres embarazos.  Sí,  fue un compás de espera de nueve años.  Pero ahora mi Serie está más afianzada que antes,  tengo más paciencia, humildad y respeto por mi cuerpo, más fortaleza mental y también inspiración.  Sé que mi cuerpo está vivo porque lo he visto y sentido sangrar milagrosamente a la vida y sé que sus cicatrices son trofeos de las batallas que he dado en mis partos.   Su sabiduría es infinita y lo he aprendido a apreciar y agradecer profundamente.

Recuerdo siempre la historia de una cultura africana donde la mujer se despierta en la madrugada con contracciones de parto.  Sin despertar a su esposo ni familia se va al río.  Pare a su bebé sola al amanecer,  corta el cordón con sus propias manos.  Limpia a su criatura y se limpia ella por si misma y regresa a la aldea caminando triunfante con su recién nacido en brazos.   Es recibida como una heroína.  Pero no hay drama,  no hay miedo:  sólo celebración.  Esta es la imagen de guerrera que me ha inspirado en mis veinticinco años de maternidad.  Es muy triste ver como el parto natural está cayendo en desuso en las nuevas generaciones:  mucho miedo,  dudas y confusión.

Esta práctica,  puedo asegurarles,  se vuela todo el condicionamiento que viene de un sistema hospitalario regentado por hombres si ese es nuestro deseo.   Aquí en India durante muchas generaciones los bebés nacían en casa. Así nació Guruji.  Así tienen que entrar las almas en este mundo:  a través de madres valerosas que dejen su miedos colgados afuera.  Para eso es que esta práctica nos prepara.  No es cómodo para nada:   es doloroso y desgarrador.  Pero la vida es así: plena de paradojas, un milagro y tenemos el gran privilegio de tener esa posibilidad de dar la vida. Un karma que nos abre un ritual de iniciación tan poderoso que no hay forma de imaginar hasta vivirlo.

Sharath lo dijo en la ultima conferencia:  muchas ashtangis están en los huesos, no comen pensando en Marichyasana D.  O no comen pensando en un estereotipo de cómo tienen que verse o con la idea de venir al shala a buscar novio.  Lo dijo muy claro:  hay que comer.  Hay que estar saludable.  Hay que estar llenas de vida y de entusiasmo para poder dar.  

Y si la vida tiene en nuestro planes un bebé,  una vida que nos escoge porque sabe que estamos listas, hay que decir que sí.

Un gran sí con fe y desprendimiento.
Y ahí sí que todo llega.


















Notas de Guruji

Guruji hablaba casi en koans,  esto es,  enseñanzas comprimidas en pocas palabras en inglés debido a la barrera del idioma.

"Practice,  practice, practice...practice, practice."

"mmmm...you do."

"no problem, shanti is coming."

"why fear?"

"you pray God."

"mmmm...seventh series you do."

"thank you, thank you, thank very much..."


Mientras escribo todavía escucho su voz dentro de mí,  veo su rostro dulce y amoroso y siento mis manos tocando sus pies.   Guruji nos hablaba sobre todo con su mirada,  con sus ajustes,  con su sonrisa.  Con sus pies maravillosos que asemejaban la tierra,  la lluvia,  las flores y las montañas. Pies de un gigante.  Pies de un ser que vino a esta tierra a ayudarnos a muchos a despertar.

Cuando un maestro está vivo esparce su perfume adonde quiera que va.

Conocí a Guruji en el año 2003 aquí en Mysore,  en su casa.  Supe de él por una amiga que vino a Costa Rica a hablarme de un maestro en el sur de India,  Pattabhi Jois.  Gracias a ella llegué a las puertas del shala y mi vida cambió para siempre.

Lo vi de nuevo en California,  San Francisco y Encinitas.  Y cada año en Mysore hasta el 2009 en que nos dejó.  Mi corazón se expandía en cada encuentro.  Recuerdo estar en San Francisco por segunda vez y el tour se canceló porque el padre de Sharath había muerto.  Recuerdo también una vez que nos dejó en el Kapotasana más largo de mi vida.  

Y los Sirsasanas de 50 respiraciones.

Nos sorprendía todos los días,  como los niños.  Su humor era franco y sincero.  No había hipocresía en él.  Se alegraba genuinamente cuando llegaban estudiantes nuevos al shala.  Tenía un fe contundente en la práctica y un amor  auténtico por su maestro Krishnamacharya.  Amaba leer los shastras y estar con su familia.  En la simplicidad de un padre y abuelo pude ver claros los frutos del yoga.

Muchos de los que está ahora aquí en Mysore no lo conocieron.  Para ellos Sharath es Guruji y está bien.  Sin embargo,  ver el gigante que hay detrás de Sharath me ha ayudado personalmente a comprender el contexto del crecimiento tan impresionante del Ashtanga Yoga del KPJAYI en el mundo.

Practicar este Ashtanga Yoga significa entrar en un río de sabiduría.  Me siento tan afortunada de saberlos mis guías y muy confiada en que este método nos fortalece a niveles profundos.  La fuerza no es sólo física  sino interna.  Hoy he tenido un día movido a nivel personal:  mi cumpleaños trajo a mi mesa recuerdos del pasado,  gente querida,  anhelos latentes.  Además,  el día a día en India es intenso:  para que algo suceda hay que tener mucha paciencia.

Hoy fui por tercera vez a una oficina:

"no power".
"you come tomorrow".
"not coming yet."

Respiro y doy gracias porque a pesar de todo el caos material que implica vivir estas vidas humanas, me siento tan bien después de mi práctica de esta mañana.  Hoy practiqué entre dos guerreros:  uno ya maduro,  su práctica serena y sólida.  Otro muy joven:  su enfoque impresionante.  No es cuestión de edad:  es cuestión de alma.  Algunas almas reconocen inmediatamente la dimensión de esto,  otras lo toman a la ligera,  otros se ríen;  otros no entienden nada de nada.

Por eso siempre digo que la semilla es buena pero la tierra determina la calidad y los frutos del árbol a futuro.  La semilla viene de un lugar de integridad y pureza como Guruji y todos los maestros detrás suyo.  La tierra somos todos nosotros y nuestros rollos, dramas,  venenos,  kleshas e inseguridades.

De nosotros depende ser los suficientemente inteligentes para soltar todo el sufrimiento y estar listos para hacer crecer la semilla.  De nosotros hacer oídos sordos,  interpretar todo a nuestra manera y continuar siendo miserables.

Pienso en una estudiante que vino dos veces a Costa Rica,  mujer fuerte y determinada pensé en su momento.   Ahora las dudas le han nublado el panorama por completo unido a acontecimientos vitales muy dolorosos.  De nosotros depende no perder la fe cuando todo a nuestro alrededor nos dice:  "piérdala".

No hay esperanza en este lugar,  todo está perdido.  Esa es la voz que precisamente no tenemos que escuchar.

Qué le pasó a esta mujer?  Sus dudas la doblaron.  Su incapacidad de comprometerse con un maestro. Su inteligencia que le saboteó la intención. Su ambición. También en el Ashtanga se puede hacer "spiritual shopping". De ahí que cada vez los maestros de Guruji y Sharath estemos más reacios a hacer talleres de fin de semana y más abiertos a tener experiencias de más tiempo con la gente.  Es en una experiencia de convivencia y práctica diaria que la tierra comienza a prepararse.

Todo está perdido de antemano en el mundo del Maya.   Todo es sufrimiento e impermanencia garantizada.  Por eso entramos en el río de la sabiduría y sus aguas nos llevan amorosamente al regazo de nuestros maestros.  Lo contrario es seguir conviviendo con el sin fin de venenos que albergan los egos y que impregnan cada pensamiento empañando nuestras acciones.

Medito en un Mysore lluvioso sobre el poder de mis maestros y la fuerza que me están transmitiendo a través de un sadhana tan tremendamente salvaje a nivel humano:  físico, mental, emocional.  Esta fuerza tiene ya una intención y una dirección. El Ashtanga no es flotar y salir en un video con sonrisa. Eso es un enlatado. El Ashtanga es llorar como he escuchado llorar a tantos durante estas mañanas en el shala- gracias a Dios. Incluyéndome por supuesto.  El Ashtanga es rendir nuestras expectativas y crear una vida nueva a partir de las cenizas.

El Ashtanga es escuchar.

Todos hemos sufrido incendios pero en algunos todavía queda un resquicio de fe lo suficientemente potente para girar todo desde el mero centro y empezar todo de nuevo.

A vos que anhelás precisamente eso.  Porque sino no estarías leyéndome.
Esto es para vos.





martes, 19 de enero de 2016

AmarCura

Me despierto a un Mysore lluvioso.

Me despierto a muchos mensajes llenos de amor de muchas partes del mundo y al abrazo cálido de mis compañeros de apartamento.

Me despierto también a un spot al puro frente de mi querido maestro en el shala...uyyy.

Hago mi práctica con tanta gratitud por estar aquí,  por realizar tantos cambios positivos en mi vida que este yoga me ha dado.  Mientras respiro mi cuerpo se mueve sin esfuerzo. Ya conoce su rutina.
Es como sacar a pasear a nuestra mascota: conoce el camino,  las paradas,  los desniveles.  También se prepara para los picos y los instantes de pura energía.  Me relajo sabiendo que sólo tengo que observarlo y estar presente.

Es intenso practicar a los pies de tu maestro.  Siempre tiene ojos de águila pero hoy más que nunca. Mis series me dejan exprimida en todos los sentidos y se me acerca en los backbends después de unos tic-tics exitosos ( que por cierto nunca creí recuperar después de mis embarazos).

"Happy birthday"- me dice en su inglés indio antes de lanzarme al vacío.  Sonrío mientras entro en el centro del universo,  el alfa y el omega.  Me siento en el lugar y en las manos correctas.  Me conmueve que esté tan presente con nosotros.

Sólo puedo decir que Amar Cura.

Amar sin condiciones,  sin pretensiones.  Sólo amar por el simple hecho de amar.  He amado mi práctica por muchos años aunque en algunos momentos me ha costado mucho.  Me ha pedido rendir cosas y gente que amo,  ir más allá de todos los obstáculos habidos y por haber, me ha pedido alinearme en todos los sentidos con una energía muy pura y benevolente.

Generosa y amorosa.  Y no podría ser más perfecto.

La vida que una vez creí controlar se ha desgajado entre mi sudor,  lágrimas y plegarias.  Hoy tengo una vida nueva,  estoy dando mis primeros pasos sintiéndome ligera y serena.  Sé que todo el pasado ha tenido un sentido,  cada lección,  cada encuentro.  Sé que viene la culminación de muchas vidas encuentran en esta una culminación.

Y confío.
Sólo confío.





viernes, 15 de enero de 2016

El Guru

En nuestro camino espiritual encontramos el tema del maestr@,  nuestra relación con él o ella.

Quienquiera que nos ayude a entendernos.

Todos llegamos al estudio de la espiritualidad con muchas ideas sobre lo que vamos a obtener y cómo lidiar con la persona de quién creemos que lo vamos a obtener.  La noción misma de "conseguir" algo de nuestro maestr@- paz,  alegría,  sabiduría, lo que sea que anhelamos,  es una de las preconcepciones más difíciles de sobrepasar.

El proceso de recibir las enseñanzas depende de que el estudiante dé algo a cambio:  se requiere alguna forma de entrega psicológica,  un obsequio de alguna forma.  Por eso es que tenemos que hablar de rendirnos,  abrirnos, soltar expectativas antes de hablar de la relación maestr@-estudiante.

Es esencial entregarse,  abrirse,  presentar lo que uno es al guru en vez de intentar presentarse como un estudiante merecedor.  No importa cuánto estés dispuesto a pagar,  cuán correctamente te comportes,   qué inteligente seas al decir la frase perfecta.  No es una entrevista de trabajo o comprar un carro nuevo.   Tu trabajo depende de tus credenciales,  cómo te vistes,  qué brillantes lucen tus zapatos,  cómo hablas,  qué modales tienes.  El carro depende de cuán bueno es tu crédito o cuánto dinero tienes.

Pero cuando hablamos de espiritualidad se requiere algo más.  El guru ve a través nuestro.  Se divierte si nos vestimos para nuestra entrevista.   Son inútiles los gestos.  Lo único que nos pide es un compromiso de estar abiertos y soltar nuestras pre-concepciones. 

Dice uno de mis maestros budistas preferidos que la palabra guru se ha usado demasiado en Occidente.  Que es mejor "amig@ espiritual" porque las enseñanzas enfatizan un encuentro mutuo entre dos mentes.   Se llega a crear una comunicación mutua antes que una relación de servidor- patrono,  entre un ser evolucionado y otro miserable y confundido.

Nuestro maestr@ es aquel amigo espiritual que nos presenta  sus cualidades.  Hay una historia hermosa en el budismo tibetano sobre Marpa y Milarepa.   Marpa era un maestro extraordinario que además era un granjero y tenía siete hijos y una esposa.  Cultivaba la tierra y mantenía a su familia. Estas actividades no entraban en la idea de guru que tenía Milarepa.  Pero la enseñanza de espiritualidad balanceada con vida familiar y relación con la tierra era exactamente lo que Milarepa necesitaba aprender.

No podemos escoger a nuestro guru porque es famoso.  La pregunta es si puedes ser tú mismo cuando estás en su presencia.  Si realmente puedes abrirte a él o ella entonces están destinados a trabajar juntos.  Puede el guru verte a través de tus máscaras y comunicarse directamente?

Al buscar un maestro esta es la indicación primordial.

Los maestros espirituales no aceptan a cualquiera.   Tienes que estar dispuesto a abrirte.  Algunos llegan a la práctica con tantos conceptos y es simplemente imposible establecer relación.   El guru mismo nos pondrá pruebas y la vida misma también y todas nos llevarán a una gran decepción con nosotros mismos.  En algún momento dudarás que tu "amig@ espiritual" tenga algún tipo de sentimientos hacia ti.  Esto no tiene que ver con el maestr@ sino con nuestra propia hipocresía.  La hipocresía es la pretensión del ego de obtener algo de todo esto y es extremadamente difícil de descubrir y pelar.  Usamos armadura sobre otra.

Esta hipocresía es tan densa y tiene tantos niveles que removemos una y encontramos otra por debajo. Deseamos no tener que desvestirnos por completo.  Anhelamos que quitar unas cuantas capas superficiales será suficiente.  Pero nuestro amig@  no usa ningún disfraz:  está desnud@.   En comparación con su desnudez,  sentimos que tenemos encima cemento.  Y así es como nuestro guru no puede sentirnos.

En muchas historias de yogis por aquí en India el estudiante ha tenido que hacer largos viajes, soportar muchas incomodidades hasta que su fascinación por su maestro se cae.   Ese es el punto:  el impulso de buscar y encontrar es, en sí mismo,  la cadena.  Cuando este impulso se gasta,  nos entregamos al maestro como somos y el encuentro es posible.

Se dice que la primera etapa de relación con nuestro amig@espiritual es como ir al supermercado. Estamos emocionados y soñamos con todo lo que vamos a comprar:  los colores y riqueza de este ser y su personalidad colorida.  La segunda etapa es como ir a un juicio en la corte,  sentirnos como criminales.  Uno siente que no puede cumplir con las demandas de este ser y es muy incómodo porque sabemos que este ser nos puede ver y que sabe tanto de nosotros como nosotros mismos.

Ya en la tercera etapa de nuestra relación,  nuestro amig@ se convierte en una vaquita que está pastando tranquilamente.  Admiras su paz y sigues tu camino.  Y finalmente en la cuarta etapa tu guru se convierte en una roca en el camino.  Ni siquiera le prestas atención.

Al inicio,  es como un romance.  Cómo puedes ganártel@?  Hay una tendencia a querer estar cerca suyo porque realmente quieres aprender. Sientes tanta admiración pero al mismo tiempo te asusta. Tal vez algo no coincide con tus expectativas o te sientes inadecuado.   Es una relación amor-odio donde algunos huyen para siempre.  En otras palabras,  empezamos a jugar un juego:  parecer abiertos sin estarlo.  Querer estar muy cerca de nuestro maestr@ y luego escapar.  Si nos acercamos mucho,  nos sentimos desempoderados.

Como dicen los tibetanos,  el Guru es como el fuego.
"Si te acercas demasiado te quema;  si estás muy lejos no recibes suficiente calor."

Este cortejo sucede del lado del estudiante, hasta que la relación toma características más sólidas y con mayor sustancia.  Te das cuenta que estar cerca o lejos es sólo tu propio juego. No tiene nada que ver con la realidad:  es tu propia alucinación.  Tu amig@ espiritual  está ardiendo siempre y puedes seguir jugando o ponerte serio.

Y es entonces cuando la relación se vuelve creativa.   Aceptas el sentirte subyugado por él o ella y al mismo tiempo distante.  Si decide estar frío,  lo aceptas.  Si decide quemarte con su calor, lo aceptas.

Nada te conmueve y así te reconcilias con él.

Y en la siguiente etapa te sientes como una partícula de polvo.  Te has entregado,  te sientes insignificante.  Estas en una luna de miel y tu personaje central es tu maestr@. Aquí es peligroso entrar en el culto a la personalidad.  Por suerte esta etapa pasa.  Esta intensidad se desvanece y enfrentas tu propia vida y tu psicología.  Asumes la realidad de lo que es y lo escuchas internamente en cada acción que tomas,  en cada paso que das.  Cada situación en tu vida se vuelve una expresión de las enseñanzas.

Primero te entregas.
Luego juegas tus juegos.
Y ahora te abres completamente y ves a tu guru en todo lado.

Todas las circunstancias de tu vida te ofrecen la oportunidad de estar tan abierto a como estás con él o ella,  así que todo se vuelve tu Guru.  Tu amig@ espiritual se vuelve parte de ti y al mismo tiempo es un ser individual y externo.

Es así como la figura del guru nos ayuda a exponer nuestra hipocresía.
El amig@ es sólo un espejo.

Y cuando el guru se internaliza es como "Big Brother":  va contigo dondequiera que vayas.  Nuestra sombra nos acompaña siempre.



Viaje 13: Entrega


Estoy en el punto de entrega en mi vida.

Qué significa esto?

Entregarme significa para mí dejar de luchar.  Dejar intentar ser algo que no soy.  Abandonar mi lucha interna pero no mis esfuerzos en mi sadhana.  Rendir los frutos de mis acciones,  como bien dice Krishna a Arjuna en el Gita.

Decidirme a escuchar las voces que realmente me convencen.

Realmente escuchar.

Nos llega a todos un momento vital en que sentimos la necesidad de soltar y estar abiertos.  Esto lo he aprendido a través de la relación con mi maestro.

Tantos años de resistencia,  de dudas, de queja,  de no creerme la cosa.

Rendirnos al maestro significa al mismo tiempo abrir nuestra mente a todas las situaciones de la vida tal y como vienen.  Cuando uno trabaja hacia ese despertar de la mente es casi certero que también irá profundo en la relación con su guru personal.

Una de las dificultades de rendirnos al maestro o maestra son nuestras pre -concepciones sobre él o ella.  Tratamos de hacer calzar nuestras experiencias pasadas con nuestra fascinación incial por nuestro maestr@,  tenemos ideas fijas sobre lo que queremos experimentar con ellos.

Tengo que decir que mi práctica de yoga y de vida no se parece en nada a lo que alguna vez pensé que viviría en este camino.  De hecho,  ha volado por los aires todo lo que pensaba de todo:  vida espiritual,  vida personal y en buena hora.

Si encontramos a un maestr@ esperamos tanto de él o ella.  Esperamos que sea un santo,  pacífico, silencioso, simple y sabio.  Cuando no calza con nuestras ideas entonces empezamos a dudar de él y a sentirnos decepcionados.

Pasé por eso con mi Guru.  No entendía por qué a veces me gritaba,  porque era un hombre de tan pocas palabras.  Pero los consejos que me ha dado durante todos estos años me han ayudado inmensamente.

Como cuando me dijo que ignorara todo el ruido que no tenía que ver conmigo.

Como cuando me dijo que educara a la gente en Latinoamérica:  que había tanta ignorancia.

Como cuando me dijo que yo sí podía- aunque yo misma no me lo creyera en su momento.

Para poder establecer una relación real entre estudiante y maestr@ es necesario soltar también todas nuestras pre -concepciones en cuanto a la relación en sí,  en cuanto a qué significa abrirse y entregarse también.

Entregarse es ir más allá de la fascinación y expectativas que nos genera el Guru: significa sobre todo reconocer las partes arrugadas,   densas,  torpes y shockeantes de nuestros propios egos. Reconocerlas y aceptarlas.  Aceptar todas las formas en que nos auto-criticamos y auto-evaluamos continuamente,  todas esas tendencias neuróticas que derivan de no tener suficiente confianza en nosotros mismos.

No tenemos que pretender ser una flor de loto todo el tiempo.  Esto es un tremendo alivio.  Podemos dejarnos caer en terreno escarpado:  lo importante es reconocer lo que ES.

Lo que somos.

No hay nada que temamos perder una vez que aceptamos lo más bajo de lo más bajo- en nosotros mismos,  en los demás,  en el mundo.  Y aceptarlo en nosotros nos acerca a nuestro maestr@, humano como nosotros,  con sus fallas y defectos de humanidad real y viva.  Nos coloca en una posición de apertura donde podemos recibir con la humildad que viene de reconocer la mortalidad que compartimos y el deseo por la verdad.

Es hasta entonces que podemos escuchar las enseñanzas.

"La vida tal y como es. 
Estoy list@ para abrir mis ojos a las circunstancias de la vida tal y como es. 
No voy a intentar verla como mística o espiritual,  sino como es.   
No voy a verme más como alguien místico o espiritual sino simplemente como lo que soy.

Acepto al otro como es también, caminamos juntos.  
Sin depender de nadie. " 

Entregarse,  estoy empezando a entender,  no tiene nada que ver con ser tonto o profundo.  No se trata de niveles ni hay ninguna evaluación.  Nos entregamos porque queremos comunicarnos con el mundo.  Queremos comunicarnos con nuestro maestr@,  dejar de estar perdidos en las infinitas proyecciones de nuestra mente.  No nos avergonzamos de las zonas más oscuras de nuestra psiquis y le presentamos TODO al objeto de nuestra entrega.

Y así la entrega deriva en ser capaces de trabajar juntos con inspiración,  ser juntos cántaros abiertos que la Gracia pueda llenar.

Esta apertura y esta entrega son las que estoy experimentando en Mysore esta vez.  Sólo así puede uno realmente trabajar con un maestr@. Sólo reconociendo nuestra riqueza fundamental,  sabiendo que somos merecedores de las enseñanzas.

Sabiendo que podemos relacionarnos con las oportunidades que vengan a nosotros de aprender y ser capaces,  como me está pasando esta vez,  de simplemente recibir.





La vida es mejor sin expectativas

Hoy fue el último día de mi práctica esta semana. Mañana es Primera serie y todos practicamos juntos bajo el count preciso de mi maestro.


Me remonto un año atrás:  el año pasado fue muy difícil este viaje.  Mi práctica se sentía muy pesada. Mi vida personal todavía estaba enredada.  Mi ex y yo pasamos muchas etapas en el soltar. 

Cómo uno se siente en su vida se traslada automáticamente a la alfombra.   He sentido la diferencia este año:  aunque la práctica sea la misma (incluso con más posturas),  me siento bien,  entera y sólida por dentro. 

Motivada.  Cansada claro pero ya vienen dos días de descanso.

Y viene mi cumple la próxima semana.  Este cumple que hace ya más de diez años celebro en Mysore.  

La vida transcurre con deleite,  serenidad,  paz interna y alegría por las simples cosas.  Releo mis propias letras antes de partir al viaje 12.

Termino mi última práctica antes de partir de nuevo a India.  Tercera Serie es un reto a todo nivel pero me deja con una alegría que se asemeja mucho a este sol de verano en mi tierra.

Me deja llena de energía.

Es un día muy lleno:  organizar la ida al otro lado del mundo logísticamente es un reto de detalles.  

Pienso y repienso,  reviso mi listado de pendientes.

Adónde anoto el corazón roto?  

Y
 los abrazos que no voy a dar?  

Qué hago con el hueco en la panza?  

Y los ojitos que llaman a su mamá?  
Las manitas?  

No se pone más fácil en este camino.
Ya lo sé.

Hoy mientras practicaba con las palabras de mi maestro por dentro,  sus instrucciones en mis oídos, sus consejos,  comprendí que hay una parte mía que quisiera que en algún momento me "aflojara" la intensidad.  Y en ese mismo instante,  en el preciso momento en que mi parte comodidosa y halgazana quiere sentirse escuchada tengo un destello de certeza.

En la práctica que hago,  hay formas de "simular"  que uno hace.  Muy parecido a cuando he simulado en mi vida y he dicho sí en vez de no.  Y esta práctica desenmascara todo.

La actitud. 
Las transiciones.  
La respiración.  
El estado mental.  
Los sentimientos.  
La fe o la incredulidad.

Hoy simplemente decidí probar no darle más energía a mi resistencia.
Vivir sin esperar nada a cambio.

Aceptar que la vida no tiene que ser perfecta para ser hermosa.

Hoy quiero creer,  a pesar de todo lo que me invita a no hacerlo: pensamientos que vienen y van y que no tienen nada que ver con mi realidad.  Quiero creer que todo es posible si uno lo intenta. Que no importa cuánto nos disuadan de nuestro camino e intenten cortarnos las alas, ya sea con palabras o acciones,  la fuerza de nuestro espíritu es indomable.

Aquellos que me aman están conmigo en las buenas y en las malas.  Para ustedes mis oídos y corazón.  Lo demás no existe, aunque en su momento quise agradar a mucha gente.  El camino espiritual es a menudo de una soledad lacerante y sólo uno sabe qué está encontrando y qué está arando y sembrando para el momento de la muerte.  Me voy en paz para India porque sé que soy un ser que no vive de convencionalismos ni nunca lo podrá hacer.

Tantas etiquetas que todos soportamos en esta vida por el qué dirán.  Tanto que nos distrae de nuestra verdadera conexión.  Sigo el impulso de mi corazón de ir a estar cerca de mi Maestro, alguien que con su ejemplo y presencia me enseña a no claudicar.

Amo de una manera poco convencional:  otorgo alas.  Y pido lo mismo,  es muy simple.  Esos amores que nos condicionan la vida son agua pasada para mí.  Mis compañías son aquellas que puedan vibrar al unísono en un deseo ardiente de libertad para todos los seres vivientes.  Sé que todos los humanos padecemos el veneno de los apegos y sé que los míos propios me han causado muchos dolores de cabeza en el pasado.

He aprendido y mi querida práctica me enseña cada día el valor de seguir adelante.  Y a veces, muy de vez en cuando, suceden eventos que me dan impulso e inspiración.

Como hoy.


miércoles, 13 de enero de 2016

India y Ariel: diez mil horas

Ya van cuatro días de mi práctica y estoy bien cansada.


Sudo tanto,  tantísimo en mi práctica que no puedo ver.  Dos horas completas hice hoy. Tengo que limpiarme el sudor después de cada postura.  El sudor arde en mis ojos.  Siento que me estoy volviendo literalmente al revés.

Sin embargo,  me siento fuerte.  Puedo terminar mis balances de brazos sin detenerme.  El año pasado tenía que tomarme un descanso entre cada uno.  Y él me decía:

"YOU No stop."

Y yo pensaba:  

"No tengo la fuerza.  De dónde quiere que la saque?"

Pero he ahí la magia de la confianza en el maestro:  él sabía que venía,  que estaba en camino.  Yo no.  Y aún así confié.  El año pasado hice mi práctica como me la prescribió.  Y ahora veo los resultados.

Cuánta confianza puedes tener en tu maestro?
Hasta qué punto estás listo para rendirte?

Estoy en casa muerta de sueño y lista para una siesta.
Es mediodía y Mysore arde de calor.

Pero antes me remonto al viaje con Ariel,  mi amado hijo que está siempre en mi corazón al igual que los otros seis.

Viaje 11:  continuación

India lo lleva a uno a un lugar nuevo en cada viaje.


La oportunidad de compartir con mi hijo es un regalo invaluable.  Lo escucho,  me interesa todo lo que dice.  Acabamos de ver un video de TED sobre el talento.  Hablaba el experto de cómo se vuelve uno bueno en algo:  diez mil horas de práctica ininterrumpida,  sin distracciones,  con mucha disciplina.

Más o menos diez años. 

Me pregunto si para ponerle diez mil horas a algo no tendremos que estar genuinamente enamorados del tema.  Recuerdo mis primeros pasos como mamá:  mi bebé Hernán en manos de una casi adolescente que todavía no entendía cómo alimentarlo,  vestirlo,  cuidarlo.  Conejillo de Indias en manos inexpertas pero amorosas.  Y lo comparo con la facilidad y comodidad con que pude criar a mis tres retoños pequeñitos quince años después, sin miedo a que se quebraran.

Hay sido más de veinte años de ejercer el oficio sagrado de la maternidad.  No sin antes entender que no es para todos.  Decidir traer hijos a este mundo ha sido para mí una fascinación completa. Me parece un milagro ser canal de tanto amor.  Cada uno de estos seres me ha maravillado desde el instante que supe que estaba embarazada.  Cada uno es un cúmulo de cualidades y sorpresas, todos distintos,  todos perfectos a mis ojos.  Me han enseñado tanto sobre cómo salir de mi ensimismamiento.  

Me han regalado la posibilidad de entender la vida desde una perspectiva más amplia.

Lo mismo ha sucedido en mi camino en el yoga.   Sé que le he puesto con todo porque me encanta.  Además de encantarme,  me ha dado muchos otros regalos:  sanación,  tranquilidad, conexión, maestros, buenos amigos,  sueños,  viajes.  Pero incluso si no existieran estos bonos lo haría de igual manera porque amo lo que hago.

Hoy conversaba con dos amigos de España y hablábamos de cuán subjetiva es la calificación de maestro en el mundo del yoga.  Gente con prácticas de asana increíbles pueden carecer de toda preparación pedagógica.  Personas con prácticas modestas pueden tener un genuino deseo de servir y ayudar a otros.  Creo que cada caso es único y he ahí donde radica la maestría de mi Guru para determinar quién está listo para estar bajo su ala.

Siento que esto de India y el yoga viene como una consecuencia de querer conocer,  en mi caso desde que estaba muy pequeña,  todo lo que tenga que ver con Dios y sus santos en este mundo. Mis libros preferidos eran  Juana de Arco y Bernadette.  Siempre escuché con fascinación las historias de santos como el Padre Pío en Italia,  los tres pastorcitos de Fátima y Marisa la de Costa Rica.  San Francisco de Asís me cautivó y cuando puso los pies en Assisi en Italia sentí que llegaba a una Mecca.  Lo mismo cuando vine a India la primera vez.  Como si todos mis deseos de niña de sentirme cerca del Dios estuvieran siendo respondidos.

Mi Jefe aquí en Mysore- el Boss-,  desencadena en mí sentimientos encontrados.  Por un lado,  un grandísimo respeto y devoción.  Por otro, un miedo atroz.  Comprendo su responsabilidad al sostener y continuar el legado de maestros de la talla de Krishnamacharya y su abuelo.  Veo su humanidad y no entiendo todavía cómo es que hace para sostener tanto.  Hablar con él me afloja las piernas y me asusta.  Estar en su presencia me conforta y me lleva al límite.

Estas primeras diez mil horas en su presencia me han enseñando mucho y a la vez,  me tienen como una niña pequeña totalmente desubicada a sus pies.  Supongo que mi parte consiste simplemente continuar comprometida con lo que hago.  Ese es el mejor homenaje que puedo darle desde mi amor por el gran servicio a todos nosotros.

Dentro de un rato voy a ir a saludarlo y a presentarle a mi querido hijo.  Conmovida y contenta de poder conectarlos.  Así que creo que las diez mil horas que he pasado en mi mat tienen el mejor corolario:  ser capaz de compartir lo que amo con quien amo.

Qué más alegría para una madre.




martes, 12 de enero de 2016

India con Ariel

Amanezco muy temprano.  Ya mi reloj interno se despierta solo.  Me muevo en la cama...ouch.  Me duele todo. 
TODO.

Ayer hice por primera vez mi práctica completa:  segunda completa y tercera tres cuartos.  Destrozada en el cuerpo pero con un espacio interno tan vasto,  el corazón abierto de par en par y una sonrisa en los labios. 

El shala está muy lleno.  Sólo entrar ya se siente el calor.  Mi amigo Vairaghya me ajusta con maestría y salgo feliz de la vida.  Todo dura una hora y media adentro,  más media hora de espera.  Salgo al sol de la mañana, al agua de coco,  a una de mis canciones preferidas.

Murugesh,  el chofer del rickshaw,  no llega a tiempo.  Se atrasa una hora.  Pierdo mi cita pero no pasa nada. Aquí todo fluye distinto.  Todo se puede resolver.  Qué gano con enojarme?  Tanta gente que anda por la vida enojada perennemente y descarga su ira e insatisfacción en los demás.

Siempre habrá detonantes,  siempre las cosas serán distintas a como queremos que sea.  Podemos resistirnos o podemos aceptar.  Mysore me sigue dando el regalo diario de ponerme en un lugar de compasión,  de alegría y de respeto por el otro.

Reacomodamos horarios.  Nos reímos.  Acordamos vernos más tarde.
Y todo bien.

Y recuerdo el viaje con mi querido hijo Ariel hace dos años. Cómo lo extraño por acá.

Viaje 11

Jet lag espantoso.

Tengo que dormir.  Pero no puedo conciliar el sueño,  el dolor de cabeza es intenso.  Me llegan mareos y náuseas,  como si siguiera montada en el avión- que por cierto,  tuvo muchísima turbulencia sobre el Atlántico. 

India nos recibe con su olor característico, mezcla de incienso,  sudor humano,  boñiga,  humo de quemas y curry.  Todo se arremolina para hablarme sin palabras,  recordando mil y una experiencias que me ha dado sin nombrarlas,  sólo a través de sensaciones y recuerdos  fugaces.

Me acuesto porque no estoy logrando desempacar.  Entre las carreras de inscripción a la escuela de los dos, mandados básicos y un tour rápido de Gokulam,  me complace ver a mi cachorro feliz y emocionado. Como si siempre hubiera estado aquí. Enternecido con los niños,  jovial con los otros estudiantes y la gente de acá.  

Se lleva el primer chasco cuando olvida settle the price con el rickshaw-wala  antes del ride y le cobra un ojo de la cara.   Lección que no olvidará.

Se hace amigo instantáneamente de varios chicos indios.  Alquilamos su scooter.

El frío de la mañana da paso a un caluroso mediodía, seguido por un atardecer fresco.   Mañana practicamos juntos a las 7 am donde Saraswati y está oscuro y nublado a esa hora.  Me emociona acompañarlo y practicar juntos.  Una semana diferente,  una semana más tranquila.

El Main Shala está taqueado y no hay forma que me admitan para entrar antes. Así que dejo todo en manos del de Arriba y me dispongo a hacer cambio de planes.  La única constante por estos lados es esa.

Siento una gratitud absoluta por estar de nuevo acá. Hemos topado a muchos amigos,  queridos amigos de aventuras y tragedias por muchos años.  La camaradería es palpable,  el cariño presente.  Esa es la conexión que deseo fortalecer,  el vínculo que me interesa conservar.  




la brisa de India.
el sol anaranjado y brillante.
los ojos dulces de una niñita recién nacida.

los aretitos de un bebé de tres años.
la trenza blanca de una diosa en la edad de oro envuelta en su sari.

y la sonrisa franca del guarda de mi edificio cuando le presento a Ariel como un "good friend"....

Sí, un viejo amigo.  
Uno muy viejo y amoroso.