viernes, 30 de octubre de 2015

DF Mysore-style

DF me recibe con un montón de sonrisas y un viento frío que me cala los huesos.  Me recibe de nuevo en una casona hermosa en uno de los barrios que más me gustan de esta ciudad,  llena de árboles de granada,  techos artesonados y ladrillos centenarios.

El shala ha evolucionado hermoso en mi ausencia.  Cuando vine la primera vez estaba apenas abriendo:  hoy se ve muy distinto.  Detalles por doquier anuncian que la casa está habitada.  Detalles que probablemente sólo son visibles a mis ojos acostumbrados a viajar por el mundo conociendo shalas nuevos.

Un shala (escuela en sánscrito) se caracteriza por un elemento invisible:  la devoción.  Un lugar sencillo puede ser un shala si su creador tiene tras suyo alguien a quien respeta y honra.  No hacen falta lujos.  He conocido lugares sumamente pomposos en términos de arquitectura y diseño que no tienen la vibra;  también lugares muy simples que arden en intención.

Otro elemento importantísimo en un shala es la limpieza.  El lugar tiene que estar impecable. Alguien ha preparado el lugar el día anterior y la pulcritud no es negociable.  Alguien se ha preocupado de que haya una velita prendida al maestro,  un piso perfecto y conciencia en todos los detalles.  Los estudiantes hacen su práctica y dejan el lugar igual o mejor de cómo lo encontraron.

Este elemento es vital.

Finalmente,  es esencial  la actitud de quiénes llegan a practicar.  Esto incluye al maestro o maestra y a los estudiantes.  El maestro obviamente y sin excusas es puntual.  Hoy tuvimos clase guiada con Mau y todos llegamos a tiempo 6:30 am.  Silencio total mientras esperábamos.  En Ashtanga no somos el crowd social.   Uno viene al shala a practicar:  así que las conversaciones y onda social se queda para después.  Ahí sí comemos juntos,  compartimos,  reímos,  bromeamos.  Pero en el shala todos llegamos directo al mat,  enfocados y determinados en sacar la faena diaria- que en nuestro método es, por cierto,  bastante ardua.

Escribo todo esto después de varios viajes en el scooter de Mau del apartamento al shala y viceversa y  me llega un feeling como de estar en India.


Allá casi todos nos movemos en moto. Yo soy muy cobarde para manejar en las calles indias pero siempre tengo rides de amigos que me llevan de acá para allá.  La temporada con mi maestro inicia este próximo domingo y ya las callecitas de Gokulam arden con yogis y yoginis de todos el mundo.

Las calles del DF también empiezan a adornarse para mañana y el lunes,  Día de Muertos.  Según me cuentan mis amigos mañana se celebran los niños que se nos han adelantado en el viaje supremo. El lunes es ya para el resto.  Planee este viaje hace muchos meses anticipando estar acá para esta celebración.  Una celebración que por cierto me parece increíble.  Los mexicanos celebran la Muerte: donde todo el resto nos escondemos atemorizados,  ellos-  al igual que en India,  le dan la cara.  Le cantan con mariachis.  Le llevan torta de muertos (un pan con azúcar que se ve muy bueno) y las comidas preferidas de los difuntos.  Dedican un día completo a recordar a sus seres queridos.

Así que yo también me uno a esta celebración y traigo el recuerdo de mi abuela materna,  ser amado que me acompaña diariamente.  Traigo también el recuerdo de mi maestra de piano,  del resto de mis abuelos y amigos de infancia que no están ya en este mundo.  Prendo una velita por todos los que me han abierto el camino con sus vidas y errores,   transitado antes que nosotros y de alguna forma nos siguen cuidando.

Día de Muertos Df-style en un scooter veloz,  con gente genuina.  En una ciudad vibrante que no por ser tan grande pierde su encanto.  Pienso en mis amigos en India y mi querido maestro que abren la escuela este próximo domingo y sé que estamos conectados.  Al igual que los shalas en San José, San Salvador, Managua,  Panamá y Argentina que tengo muy presentes.  Y el resto del mundo. Todos practicando con la devoción y cariño que vuelven de esta práctica de yoga una práctica de vida.

Y es desde la devoción que comprendo que India está por doquier,  no importa ya adónde esté.


martes, 27 de octubre de 2015

La insoportable levedad del ser

Me estoy despertando muy temprano estos días,  mucho antes de la hora de clase.  Hoy vi dos estrellas majestuosas en el cielo azul del amanecer.  El silencio de esta hora me fascina:  los vehículos a los lejos anunciando el inicio del día laboral no interfieren con la magia del nacimiento del día.

Todo palpita con la energía vital sin más.  Todo es con mucho más fuerza,  incluída yo.

Me muevo en la casa en silencio mientras mis cachorros duermen.  Me preparo mi té,  escucho el silencio.  Siento mi cuerpo en todas sus dimensiones,  mi mente serena después del sueño.  Nada parece tener el peso que adquieren los temas cotidianos con la luz.  El ser palpita frágil y su presencia se siente más mientras tomo mi agua con limón.  Nada parece ser tan importante.

Ni siquiera el drama de la última semana.  Ni siquiera el dolor de turno.
De hecho,  ya no son tales.

Leí cuando estaba muy joven un libro de Kundera que probablemente no entendí en ese entonces. Era sobre una pareja que se encontraba y desencontraba mil y una veces.   Pero sí recuerdo el título del libro y se ha quedado conmigo por todos estos años.  Hoy mientras hacía mi ritual matutino regresó a mí:  la insoportable levedad del ser.  No la siento tal:  sí se siente leve,  liviana pero no es insoportable. Fue insoportable mucho tiempo,  especialmente cuando la negaba y le vivía por encima. Recuerdo una resistencia inmensa a levantarme temprano.  Había algo en esta hora que todavía no podía comprender,  que de hecho me asustaba y que hoy en cambio alimenta cada uno de mis días con amor y paz.

El Ser es una realidad que cuesta a veces digerir.  Subyace a todo,  genera todo.  Es alfa y omega, raíz y rama.  Respira,  habla,  ve y oye y sin embargo, como cantan los mantras en India,  no es nada de eso.  Ama y existe y está por debajo de todo lo que pensamos y sentimos.  Alimenta todo, sostiene todo.  No está separado de esas estrellas ni del árbol en mi ventana.  Lo respiro mientras escribo y acuna a mis amados dondequiera que estén.  Sé que me  mantiene viva y lo hará hasta que decida no hacerlo más.

Ante esta realidad me relajo.  No tengo que hacer en realidad nada.  Hoy me considera los suficientemente importante para respirarme de nuevo.  Tomo esto como una señal contundente de que estoy aquí para algo,  aunque hoy todavía no sé para qué.  Antes quería que los días pasaran rápido, que las transiciones sucedieran de prisa, que la vida me diera el siguiente tema:  pareja,  viaje,  hijo, proyecto.  Hoy no.  Sólo sé que sentir su fluir en mí me llena por completo.  Las actividades vienen y van,  los pensamientos y emociones también.  Las siento,  las entrego y no me pierdo ya en ellas.

Voy más profundo.  Sé que mi perspectiva ha cambiado y no sé exactamente cómo.  Pero sé que ahora la vida es más dulce y quiénes vienen hacia mí se acercan con naturalidad y sencillez por la simple razón de que tiene que suceder.  Hace rato que no fuerzo nada.  Y tengo que decir que he encontrado dentro de mí que este ser no es para nada insoportable:  al contrario.

Siente como yo,  habla como yo.  Piensa- por suerte cada vez con menos dramas y apegos. Respira, mueve este cuerpo.  Me anima,  ve y oye a través mío.  Es una voz silenciosa que se siente a cada instante.  No busca nada.  No anhela nada.  Sólo es.  No tiene ninguna aspiración ni camino,  no busca obtener nada de nadie,   sólo compartirse.  Diáfana y honesta:  es como las hojas de mi árbol de mango.  Observa las tristezas pasadas y se encoge de hombros:  así es estar en esta tierra.

No recuerda nada malo,  no reprocha ni exige.  Está bien siempre.

La siento escribir esto y me sorprendo.  Como si alguien por primera vez me habitara completa.  Y ama los amaneceres,  de eso sí estoy segura.  El mar,  la arena,  el agua fresca y las olas.  La luna le recuerda algo al igual que los atardeceres y el bosque lluvioso  la hace sonreír.

Así que ahora sólo llevo mi cuerpo a los lugares donde ella me aconseja y donde me siento plena.

Ahora sólo la coloco cerca de presencias infinitas.  Y mi vida se ha vuelta tan simple y llana como las conchitas con que ayer Theo cubrió el altar del estudio y que trajo especialmente de la playa.

Conchitas de nácar.
Hojitas de romero.
Té de albahaca.

La simpleza de lo bueno.




martes, 20 de octubre de 2015

Brahma Muhurta o la hora sagrada

Regreso a Costa Rica con el corazón lleno de amor.  Y el amor...trae amor.

Me encuentro con tres estudiantes nuevos en el shala.  Es muy interesante lo que dicen en India que la energía del maestro y el estudiante están marcadas desde muchos años antes de nacer.  Existe un acuerdo kármico con nuestros maestros y maestras, uno muy antiguo que tal vez no recordamos con la mente terrenal. Pero tener el regalo de su presencia en nuestras vidas sólo cosas buenas y positivas trae.

Recibí a estos estudiantes para que aprendieran y son más bien ellos quienes me están enseñando tanto.  Veo en sus ojos las ansias de aprender,  el deseo y la humildad para preguntar, interesarse, estudiar.  Ir más allá de lo que su mente les dice,  no darse por vencidos.  Después de meses o años de practicar algunos pierden ese brillo,  esa intensidad.  Creen que "saben",  creen que pueden incluso disertar sobre el asunto.  El yoga es una práctica muy íntima y privada:  no hay nada que discutir con nadie al respecto.  Tal vez de filosofía sí hay más espacio para la discusión y el intercambio verbal, pero no en las prácticas.  Las prácticas son tan personales y tal vez sea sólo nuestro maestro quien debería escuchar sobre ellas.

Ahora parece que todo el mundo "sabe" de yoga.  Cualquiera va a la India una vez y el resto aquí creen que se iluminó.  Ir a la India vale un tiquete de avión y algún riesgo de enfermarse pero no garantiza el despertar.  Al contrario,  algunos vuelven todavía más tapados pensando que ahora sí están listos y pueden guiar a otros.  Toma muchos viajes al Oriente con un maestro serio para empezar a distinguir lo falso de lo verdadero.  Los viajes de turismo son sólo la primera exploración. El viaje externo lo hace cualquiera pero comprometerse con un maestro  muy pocos.  Regresar las veces que sea necesario todavía menos.

O lo hacés o no lo hacés,  decía Yoda a Luke.  No hay medias tintas.  Esto me lo dijo un yogi avanzado,  principiante por cierto,  el domingo pasado en Managua.

Los principiantes son otra historia.  Llegan sin expectativas y todo es nuevo.  Escuchan, dan su máximo esfuerzo.  La mente de principiante no tiene sustituto en el proceso de aprendizaje. Hasta mi maestro Guruji decía que los demás le llamaban Guru,  pero que él era y sería siempre un simple estudiante.  Siempre dispuesto a aprender,  siempre listo a maravillarse.

He pasado un día muy contenta sintiendo cada vez más que mi labor consiste en ofrecer un espacio más allá de las palabras y la técnica.  Un portal para que el que sea realmente serio se explore.  Y la seriedad no tiene nada que ver con los años de práctica o las asanas de fotografía.  Eso puede estar pero no garantiza ningún profundidad.  Tantos yogis de foto cuyas vidas son caóticas.  Tantos fotógrafos que no distinguen una payasada de un momento de conexión.  El mundo se entusiasma cada día más con esta práctica y temo por su integridad.  Pero sé que mi maestro me protege de todo lo que pueda confundirme, incluidas compañías mediocres y amistades vanas.

Mis tres estudiantes nuevos vienen mañana temprano.  La primera prueba para venir a este espacio es la hora.  Si están dispuestos a levantarse a las 4 am para estar aquí a las 5,  son de los nuestros.  La gente que empieza desde ahí a poner excusas-  esa ni llega o se van rápido.  Hay espíritus que no se dan por vencidos:  para ellos es este manjar.

Me duermo a las 9 am todos los días para levantarme temprano.  Mañana sé que tres almas más se unen a las filas de los que anhelamos un cambio real a través del yoga.  Gente normal y corriente con vidas ordinarias:  y lo extraordinario viene cuando todos entramos en ese espacio sin tiempo y  sin palabras.  Un espacio que de alguna manera refleja nuestro profundo deseo por verdad.

Brahma Muhurta amada:  la hora de las prácticas espirituales en India,  la hora de honrar al que ES.  Llegar a la alfombra,  nuestro territorios, nuestras vidas y día a día,  con paciencia y devoción,  ir preparando nuestro corazón.

Para que cuando llegue el dulce instante de transcender...
tengamos un lugar conocido y seguro por dentro desde donde podamos soltar en paz y gratitud.




domingo, 18 de octubre de 2015

El poder del Amor

La vida es una paradoja,  decía uno de mis maestros.  Fluctuamos todos entre la oscuridad y la luz, entre el miedo y el amor.  Mientras escribo llueve en Managua- llueve con sol.  A lo lejos diviso el Mar del Lago y el aguacero arrecia.  Desde mi cuarto intento decantar las experiencias de los últimos ocho días.

Una semana milagrosa.

Entre tantos milagros,  aperturas,  conexiones y expansión aparecen,  como es predecible en este mundo ambivalente,  intrusiones del samsara hala hala.  Como dice el Tao:  el Tao no sería lo que es sino existieran seres que se burlan de él.  Trato de encontrar en mí ese lugar profundo que no se conecta a tales energías.  Tengo que decir que me cuesta mucho.  Me cuesta mucho lidiar con gente egoísta,  desconectada,  insolente.  Me cuesta encontrar la compasión dentro mío para amarlos a pesar de sus desvaríos egocentristas.  Sé que aquí está mi trabajo.  Sé que es aquí donde puedo crecer.

Decía un monje tibetano cuando estuvo preso por los chinos,  en medio de las torturas e injusticias, que lo peor que le sucedió fue que estuvo a punto de perder la compasión por sus torturadores.  Hay seres que se ensañan con uno y estoy aprendiendo apenas a no tomármelo personal.  Las palabras amargas,  los ataques,  sólo hacen mella si todavía creemos lo que nos dicen.   Observo, me observo. Sigo el ejemplo de mi maestro.  Trato de no reaccionar.  Cómo me cuesta.  Veo el cuadro y trato de no identificarme.  Pasarme de carril.  Respirar.

Mis amigos nicaraguenses me dieron tantos regalos.  Escojo enfocarme en todo este amor.  Me enseñaron esta semana el poder de la intención,  el esfuerzo de no darse por vencidos.  Verlos venir cada día al shala con seriedad,  compromiso y devoción fue para mí un regalo inmenso. Descubrir que todos estamos en un proceso difícil como es verse a uno mismo con honestidad pero al mismo tiempo sentir el apoyo mutuo es una muestra más de que el camino puede volverse más amoroso en buena compañía.

Sin competir,  sin juzgar,  sólo apoyándonos.

Hoy los abracé sabiendo que nos volveremos a encontrar.  Es inevitable el encuentro entre seres que vibran parecido.  Es el deseo por ser más reales,  más honestos y más amables lo que nos une en verdad.  Y los seres humanos conectados generan una fuerza y un poder inmensos.  Dejo un vórtex de energía vibrando al cien por ciento aquí en Nicaragua en muy buenas manos:  espero que sea una fuente de consciencia para muchos en este país y que contagie a muchos otros más.

Y así habré cumplido mi misión.   El que tenga oídos que escuche,  dijo una vez un maestro que admiro y respeto.  Y agrego yo:

El que tenga corazón,  que ame con todas sus fuerzas.  Porque esta semana me he sentido cuidada, amada y protegida en tantos sentidos.  Porque el amor sólo se siente:  es imposible de explicar.

Gracias,  muchas e infinitas gracias Nicaragua.




jueves, 15 de octubre de 2015

Evas Urbanas

He aprendido en mi camino espiritual que el as de la sabiduría consiste en visualizar con claridad los dictados de nuestro corazón y luego,  en tener el valor de manifestarlo.

Nuestra vida se compone de decisiones:  estamos donde estamos hoy porque somos responsables de cada paso que hemos caminado hasta aquí.  Hacer un inventario de nuestro momento actual puede ser muy confrontativo:  requiere de enorme fuerza interior ser uno honesto con uno mismo.  Todos nos contamos historias y actuamos en base a opiniones ajenas,  expectativas y planes que a veces no tienen nada que ver con quién somos.   Despojarnos de todo ese escombro requiere a veces de un arduo proceso interno.  Otros necesitan sólo un momento de claridad.

Sea como sea,  la intención detrás de todo es ser más honestos con nosotros mismos.  Ayer me invitaron a un programa de televisión aquí en Managua.  Me pareció interesantísima la propuesta: Evas Urbanas es un espacio dedicado a todas las mujeres que hemos roto patrones.  Todas aquellas que no nos hemos conformado,  que nos hemos rebelado ante las expectativas ajenas y creado nuestro propio camino.  Sé de muchas como yo que nos rehusamos a seguir actuando el viejo condicionamiento  y buscamos una manera honesta de estar presentes en nuestras vidas.  Claro,  es un rompimiento de paradigmas bastante fuerte y seguimos encontrando más obstáculos que apoyo en esta quimera.

Me preguntaba mi amiga cuál había sido la enseñanza del yoga que había transformado mi vida:  mi respuesta fue la honestidad.  Honestidad conmigo misma en primer lugar.  No pretender algo que no es.  No jugar con imágenes ni satisfacerme con medias tintas.  Aspirar a la totalidad:  en mi vida personal,  en mi carrera y en mis relaciones.

En la noche fuimos a una cena de amigos y compartí con gente muy interesante.  Una nueva amiga, conductora de un programa de radio por aquí,  nos hablaba que acababa de hacer un programa sobre las mujeres que espantamos a los hombres.  Nos reímos mucho del tema,  cuatro de nosotras sentadas en una mesa con dos caballeros.  El nuevo terror masculino somos las mujeres independientes,  auto-realizadas,  mujeres que tenemos una pasión y que sabemos lo que queremos.  Muchos varones se sienten atemorizados ante esto:  atrás quedaron los tiempos en que el hombre dirigía:  hoy somos géneros que podemos compartir de tú a tú,  personas autónomas que no necesitamos a nadie-pero que podemos escoger estar y compartir desde un espacio de libertad no negociable.   Estamos en una generación femenina que se mueve por sí sola,  que piensa,  planea y decide.  Los tiempos de nuestras madres y abuelas sometidas al dictado del hombre están totalmente superados para la mayoría.

Uno de nuestros amigos en la mesa preguntó cuál era la razón de tales megacambios,  un poco reacio a aceptarlos.   Otra amiga le contestó que las mujeres empoderadas es lo mejor que le puede pasar a un hombre.  En vez de tener niñas inseguras y desvalorizadas bajo su tutela que pueden mangonear como quieran,  se enfrentan al gran reto de crecer,  de resolver sus rollos internos para estar lo suficientemente claros  para aspirar a una compañera de verdad.   Alguien que les ayude a alcanzar su potencial, una relación donde no haya dependencia mutua sino desarrollo común.  Un par que se mueve juntos y al mismo tiempo separados,  donde la compañía sea un regalo y no una necesidad.

Los tiempos ameritan un cambio de consciencia.  Las relaciones entre seres desiguales son una cadena.  El movimiento espiritual exige para muchos de nosotros compartir con gente despierta. Muchas mujeres y  hombres anhelamos la compañía madura de seres que aporten a nuestra vida,  no que quieran ahorcarnos y sofocarnos. Somos todos capaces de estar presentes con alguien si hemos hecho nuestro trabajo interno. Sino cualquier relación se vuelve una muleta que eventualmente mandaremos a volar y con toda razón.

Sueño con encontrar un ser que sea tan independiente como yo,  tan intenso y al mismo tiempo libre internamente que no me necesite.   Que haya espacios entre los dos,  como describe Khalil Gibran.   Que sea un apasionado de sus cosas como yo de las mías.  Que no interfiera con mis planes ni yo con los suyos,  al contrario.  Que seamos una piedra de apoyo el uno con el otro desde un lugar de amoroso desapego.  Que el aire fluya y los vientos del cielo nos alimenten.   Que podamos danzar cada uno a su ritmo sin aprisionarnos en nombre del Amor.  Todo supuesto amor que enajena no es tal.  Que comprendamos lo necesario de la soledad personal, al igual que las cuerdas del láud permanecen separadas y unidas crean la música más hermosa.

Sin estar demasiado juntos...
Sosteniendo un templo de estrellas como columnas fuertes pero separadas.  

Porque el roble y el ciprés no crecen ninguno a la sombra del otro.
Y una relación se valora profundamente si nos ayuda a transformarnos.




miércoles, 14 de octubre de 2015

Belleza incomparable

Tuve un momento de total amor,  puro y profundo esta mañana.
Inesperado como todo momento genuino de conexión con el Amor.

...

Amanece.
Me monto en la moto bajo la lluvia.  La capa,  el casco,  el frío.  Las calles de Managua desiertas a las cinco de la mañana.  Todo en silencio.

El shala nos recibe como cada día: un espacio sagrado que  ya vibra con la intención de muchos,  las fotos de mis maestros hermosas en un altar que hizo una de mis estudiantes acá.  Afuera,  la lluvia arrecia.  Adentro,  un nido cálido y seguro.  Sólo el sonido de nuestras respiraciones.

Empiezo mi serie demandante.  Ayer fue un día bien cansado,  sesión de fotos en la tarde además de mi práctica temprano y las clases.  Caí rendida.  El primer saludo se sintió como ácido.

Ay mi espalda.  Ayy...

No anticipaba lo que venía.

David se movía gentilmente en su mat,  como siempre.  Una mezcla de fuerza contenida con la gracia de una pluma.  Yo batallaba con una espalda baja que hoy se rebeló.

Respirá...sentí...observá...

Flashbacks de rostros en Costa Rica,  el anhelo por los cachetitos de mis niños y su olor en las mañanas.  Nostalgia de abrazos y besos,  miradas y atardeceres compartidos en el bosque.  Imágenes que vienen y van...

Bhairavasana,  Skandasana,  Durvasasana...ouch.

Nunca imaginé que mi corazón explotaría en extasis dentro de pocos minutos.

David terminó su práctica y empezó con el cierre.   Luego siguió mi turno.  Ya había amanecido.  Se escuchaban ruidos afuera:  carros que llegaban, pasos,  voces... Handastand y caída,  matrimonio paradójico de fuerza y flexibilidad.  Respiración agitada,  la mente totalmente metida ya en el asana,   sin resquicios ni resquebrajaduras.  Presente a un cuerpo mucho más liviano y alegre.

David se acerca y me ajusta en Pascimottanasana.  Dos respiraciones y a la tres,  el mundo se detiene: llega el momento de Gracia.  Inocente, sin preámbulos.  Sólo sucede.  Me siento entrar en un espacio donde mi cuerpo está iluminado.  Las lágrimas se asoman,  lágrimas de vidas,  lágrimas de siglos que responden a un deseo gigantesco de ser besada, abrazada y amada perpetuamente por la Energía.

Siento que Dios me besa, me arropa,  mis máscaras y conceptos desmoronados,  mariposas azules en el estómago,  un hueco en el pecho recibiendo,  vacía y llena al mismo tiempo.  Atrás quedan expectativas,  planes,  ideas y deberes ser.  El tiempo se detiene y mi alma se entrega al arrullo apacible e intoxicante de un instante eterno de Luz.

Lloro y lloro,  sigo llorando.  Porque la Gracia viene cuando menos la espero.  Porque Alguien me recuerda que me ama incondicionalmente.  Porque la Luz se asoma cuando la hemos olvidado. Porque es la fe quien mueve las montañas internas que nos opacan el espíritu en esta efímera aventura llamada Vida.

Y yo aquí en mi mat en Nicaragua hoy soy absoluta y totalmente feliz.


Ps.  Salí de mi práctica,  desayuné.  Revisé mi correo y apareció un mensaje de Usha,  la asistente personal de mi maestro en India.  El regalo externo sigue al interno como la sombra al cuerpo:  me aceptaron en enero en mi escuela.  Después de catorce días de incertidumbre,  de zozobra,  de duda y de tensión hoy supe y entendí que cuando algo es para nosotros en esta vida,  es para nosotros.  Nada ni nadie nos lo puede quitar,  nada ni nadie se puede interponer.    Igual,  cuando algo no es para nosotros no hay forma de forzarlo.  El poder del Amor atrae todo aquello que necesitamos y trae a nuestro regazo regalos infinitos de incomparable belleza.

Como esta mañana en mi querida Nicaragua.



Esta foto la tomamos en una casa en Mysore de una querida amiga: Sandhya.  Sandhya es una increíble chef y prepara comida 100% sátvica,  perfecta para nosotros los yogi fans.  Amo esta casa y todos los recuerdos de almuerzos compartidos con amigos cercanos a través de los años.   Nada como la comida preparada con Amor.  Créditos de foto:  Alejandro Ramírez R. Enero 2015.

miércoles, 7 de octubre de 2015

India y los apegos

Aplicar a mi escuela en India es en estos momentos una ruleta rusa.

Algunos de nosotros hemos ido por allá muchas veces,  sin embargo,  ahora nadie tiene seguridad de nada.

Así que desde el primero de octubre mi día básicamente consiste en chequear mi correo a ver si llegó la confirmación.  Observo como mi mente está enganchada, aferrada a un resultado:  quiero ir a ver a mi maestro.  Quiero ver a mis amigos,  India es mi segundo hogar.

Después de doce viajes veo también  que la oportunidad de ejercitar mi músculo interno de desapego:  está en acción?  Intento contemplar otras posibilidades más allá de la que creo que es para mí.

Nos pasa a todos que creemos que un resultado X es exactamente lo que necesitamos.  Qué pasa si la vida escoge distinto?  Desde ahora me estoy preparando a no ir.  Sé que mi situación personal con niños implica que no veré a mi maestro en mucho tiempo porque no puedo viajar en otras fechas. Pero también sé que la conexión con el maestro está más allá de la presencia física y que siempre están conmigo adondequiera que voy.

Mi mente se pone negativa,  entra en discursos de desazón:

Pero por qué no puedo ir en otra fecha?

Por qué no puedo quedarme tres meses como la mayoría de mis amigos?

Por qué...
Por que...
por que.
por...

Y la observo con curiosidad para sacarla del carril de la negatividad y la víctima.  Pobrecita yo.

Me río...
En serio,  me da risa ver como mi mente entra en discursos viejos que ya hasta me caen mal.

Y decido pensar en todo lo hermoso que me está sucediendo en mi vida en este momento.  Voy a Nicaragua la próxima semana, un país que ha entrado profundo en mi corazón.  Quince yogis,  tal vez más,  me esperan para una semana de profundización mutua.  Enseñar esto que enseño me lleva a mí de cabeza también.  Enseño también en una ciudad bellísima llamada Granada.  Veré amigos y conoceré más personas hermosas gracias a mi práctica espiritual.

Mi mente puede ser mi mayor aliada o mi peor enemiga.  Pero últimamente nos hemos hecho amigas. Sabe que ya no puede engañarme tan fácilmente:  entiende que ya sé que no puedo saciar mi sed interna de paz con experiencias efímeras.  Sé que India es un lugar interno más que un país,  más que una experiencia exótica.

India de paseo es una cosa:  como camino espiritual con un maestro por años es otra.

India llena de colores,  con olor a incienso,  sangre y boñiga,  India que extraño y anhelo...

Y termino de regreso adónde empecé,  anhelando el regreso.
Me río de nuevo.

Y me entrego a esta tarde lluviosa con mis niños,  al helado de turno,  al avioncito y sus risas.  Me entrego a una noche de música en un teatro que amo con un pianista que admiro,  a la buena compañía,  a una noche perfecta.  Agradezco poder ver,  poder oír y amo ese piano de cola aún antes de escucharlo.

India se me olvida un poquitico... no mucho.

Pero sé que sea la que sea la respuesta el aquí y el ahora no tienen sustitutos.  Sé que sea el que sea mi destino,  puedo escoger siempre estar presente.

YA.






sábado, 3 de octubre de 2015

Así es el Amor

En mi camino espiritual he aprendido a fluir.  He aprendido a aceptar las experiencias que vienen a mí sin tanto juicio ni explicación.  Esto me ha ayudado enormemente a disminuir mi ansiedad,  mi deseo constante por saber qué deparará el futuro.

Hoy mientras caminaba por la jungla verde de mi país  pensaba en el poder inmenso que viene del estar en el ahora.  Hace mucho tiempo leí un libro con este título y tengo que decir que lo abrí y no entendí nada.  Hoy estoy aquí con mis niños,  en medio de la naturaleza con tanto gozo.  Sé que soy parte de la vida y que la vida me quiere aquí, igual que al gusanito que encuentro a mi paso,  que la mariposa Morpho que es una de mis señales o la plumita que me sigue adonde quiera que voy.

El cielo azul me habla del poder de la aceptación.  Estoy en aceptación total de mi presente con gratitud.  El pasado me ha traído aquí y por lo tanto,  es perfecto.  No hay nada de que me pueda arrepentir.  Nada ni nadie han sido un error.  He tomado decisiones no conectadas con mi corazón y he pagado el precio.  Así que ahora estoy intentando tomarlas todas desde mi centro y con ello manifestar un sentimiento constante de expansión interna.

La vida se sucede entre expansión y contracción.  Observo cuando me siento contraída o almas a mi alrededor me contagian de esa sensación de impotencia y ansiedad.  Siento mi cuerpo y sé que con mi respiración puedo abrir espacio instantáneamente.  Mi cuerpo se ha vuelto mi instrumento de estar en el ahora después de muchos años de entrenarlo.  Me ayuda también a abrazar a mis seres amados con ternura y a nunca darlos por sentados.  Somos todos presencias efímeras en esta vida impermanente y un abrazo bien dado no tiene parangón.

Mis niños me rodean mientras escribo y me preguntan cuál es mi letra preferida.  Gael me pregunta cómo es posible que pueda escribir sin ver el teclado.  Bueno,  parte de mi entrenamiento como pianista y mecanógrafa hace muchos años.  Theo se maravilla y me pregunta qué dice ahí.  Les digo que dice que los amo,  que son mi vida y mi corazón.   Que estoy muy feliz por el día de hoy lleno de mar y de risas.  Que me hacen profundamente feliz y que estar con ellos es lo mejor que me puede haber pasado.  Juntos vemos un altar improvisado con las fotos de sus hermanos bebés y adolescentes.  No dejan de verlas maravillados y preguntan quién es quién.  Las presencias de mis cachorros disperdigados por el mundo me confirman que el Amor es un estado del alma,  permanente y eterno.

Me dicen que me veo más linda con pelo largo y que debería dejármelo para encontrar novio.  Que si me dejo el pelo largo encontraría hasta dos! Les digo que tengo un novio secreto y que estoy muy feliz.  Que me quiere así,  con el pelo corto.  Veo sus caritas maravilladas ante tal afirmación. Gael me susurra al oído su nombre y nos reímos con complicidad.  Theo me dice que no hay secretos así que tengo que compartir su inicial al menos.

Concordamos que un peluche es mejor que un novio ja ja

Y nos vamos todos a dormir con el corazón cálido,  la mente tranquila y el cuerpo cansado.  Hoy jugaron tanto y yo maravillada no puedo dejar de sorprenderme de sus salidas,  de sus constantes recordatorios del milagro que son.  Me siento tan afortunada que no puedo más que agradecer a todas las experiencias que me trajeron al aquí,  al ahora...

A esta complicidad con la vida que sólo se torna más amorosa y expansiva en cada momento.

viernes, 2 de octubre de 2015

Dualidad

Hay un rumor bastante generalizado de que los ashtangis creemos que somos superiores a los otros yogis. He escuchado esto por muchos años y me ha interesado mucho entender de dónde viene este comentario.

Creo que en esta vida el secreto consiste en tomarnos como punto de referencia de todo. La vida es del color que nosotros decidamos pintarla.  Si se ve sombría y confusa,  es porque así anda nuestra cabeza.  Si la vemos color de rosa y amorosa,  es porque estamos vibrando con la sintonía del Amor.

El yoga es para todos,  no importa su edad,  condición física,  estado marital,  inclinación sexual, estado financiero,  etc.  Esto no lo digo yo sino mis maestros.  El yoga es un regalo para toda la humanidad.  No hay distinciones ni discrimina: el único requisito es ser sincero y tener un instante de pura honestidad con nosotros mismos adonde decidamos cambiar.  Cambiar porque ya la vida no nos funciona como la estamos viviendo.  Cambiar para mejorar.  Para dejar atrás todo lo que nos hace sufrir.  Para soltar apegos sinsentido y encontrar apegos inteligentes,  entre estos últimos nuestra práctica diaria (y no me refiero sólo a las dos horas en el mat),  sino al resto de la vida y relaciones conscientes.

Esto que escribo lo he constatado por muchos años.  Si un ser humano está lo suficientemente despierto para desear practicar yoga (y el que practico requiere de una dosis extra de deseo por ser tan arduo y difícil),  entonces es su momento.   Sólo tiene que empezar y empezará a manifestar todo lo que necesita para sostenerse en el camino.   Manifestará también el final de todo lo que lo frene y distraiga.   Es una ley de vida:  el yogi empieza a vibrar a un nivel donde ya lo superfluo cae y queda sólo lo realmente valioso.

La vida se simplifica porque la mente se calma.  

Así que un yogi intenta en la medida de lo posible no emitir comentarios sobre algo que no conoce.   Lo hice en el pasado y me doy cuenta de que abrí mi boca de más.  Si no he practicado una disciplina X a fondo- la que sea:  cómo podría referirme al tema?  Es como si me pusieran a hablar de Jazz. Amo el jazz pero sé que me falta muchísimo por conocer y estudiar.  No podría emitir una opinión seria sobre un tema desconocido para mí.  Pero no todos los seres humanos entendemos esto.

Pensando en el tema en cuestión,  estaría dispuesta a escuchar a ashtangis renegados que han hecho su práctica por décadas y deciden cambiar de rumbo.  Esta es una opinión interesante.  Ya han explorado lo suficiente como para entender el cambio.  Pero si la opinión viene de una fuente neófita, promovida más bien por un sentimiento de minusvalía personal,  creo que es un comentario que vale la pena ignorar,  al igual que ignoro a todo aquel que se exprese mal de otros en público o ande en chismes a espaldas de la gente.

Abrir la boca para expresar verdad se llama Satya en nuestra práctica y siempre debe ir unido al Ahimsa o no violencia.  De qué me sirve pregonarme vegetariana si paso todo el día hablando mal de otros?  De qué me vale criticar al que se come un pollito si yo misma ando viendo adónde falla alguien para llevármelo al piso?  La violencia puede disfrazarse detrás de apariencias falsas,  gente que pregona paz por un lado y por detrás habla mal de un método, otro maestro o sus colegas.  He aprendido con el tiempo a discernir a quién escucho y a quién simplemente bloqueo.  Y este discernimiento me ha traído muchísima paz.

De todo encontramos en este mundo de dualidad y el mundo del yoga no se salva.  Los invito a realmente estudiar,  comprender,  informarse.  La ignorancia es el único pecado y todos podemos ser inteligentes en vez de seguir ciegamente a alguien carismático.  En este mundo no todo lo que brilla es oro, decía mi abuelita descanse en paz.  Y cada día me convenzo que gracias al yoga estoy aprendiendo a escuchar aquellas voces que me impulsan, que me inspiran y a bloquear las que no.

La paz de mi espíritu consiste en escuchar a mis maestros y seguir con humildad sus pasos.

Y todo lo falso cae casi sin ningún esfuerzo.

Sé que no soy superior a nadie porque todos somos almas en la misma lucha vital.   Y ante tal realidad tan estremecedora,  la única opción viable e inteligente es apoyarnos, ayudarnos a avanzar y por supuesto,  respetar de palabra,  acción y pensamiento al otro.