jueves, 26 de diciembre de 2019

Eclipse de Sol en Capricornio

Dedico los últimos días del año a decantar mi mente y mi corazón.

En medio de una severa ola de frío aquí en India,  empiezo a comprender una ínfima parte de las verdades esenciales,  suspendida entre dos vidas que se conectan a través del hilo sagrado del amor.  Comprendo que la única realidad en este plano de existencia es la energía y que asir esta realidad requiere de un ingrediente importante,  raro en nuestros tiempos y escaso en nosotros los seres humanos y del que ahora disfruto en abundancia. 

El silencio.

Cada mañana,  muevo mi cuerpo bajo gruesas capas de ropa en mi alfombra,  sin conseguir el ansiado calor pero abierta al despertar paulatino de un rincón más en mi consciencia.   Cada mañana siento como la energía va despertando cada músculo,  cada hueso y también mi mente: mi pobre mente que ha sido comprimida al máximo durante los últimos meses.  

Esa que sabía en teoría nada más que lo que sigue a la contracción es necesariamente la expansión.   

Sin mi práctica de yoga probablemente hubiera sucumbido a la incertidumbre,  al miedo y a la extrema prueba de desapego que me ha tocado vivir.   Pero gracias a la estabilidad interna que me brinda es que hoy me puedo dedicar con serenidad a la divagación interna y procesar diariamente no sólo el trauma acontecido,  sino el trayecto de una vida dedicada en su mayoría al cuidado de otros seres.

Hace años que sé racionalmente que la impermanencia nos pide soltar lo que amamos.  Sea lo que sea que cultivemos en la vida,  sea una profesión,  una familia,  una relación,  todo está destinado a morir.  Aunque podamos sostener un matrimonio por años,  la muerte irremediablemente se llevará a alguien primero.  Nuestros hijos crecerán y harán sus vidas,  tal y como hemos hecho nosotros lejos de nuestros padres.  

La vida se renueva y nos toca abrazar el cambio. 

Pienso hoy en todas las madres que hemos dado nuestra vida para ser el canal y el soporte de nuestros niños.  En mi caso, empecé mi maternidad a la tierna edad de 23 años.  No sabía quién era,  no tenía idea de lo que quería en esta vida pero ya era mamá.  Por todo este tiempo,  de alguna forma creí que el gran amor por mis niños y todos los cuidados que les daba me salvarían de alguna forma del gran vacío, del gran hoyo de verme hacia adentro.  

Creía que de alguna forma acumularía suficientes méritos para no sentir el zarpazo frío de la soledad.  No es así para nadie y hubiera sido justo y cruel intentar tapar mis carencias con su presencia.  Pude anticiparme a este momento y en medio del corre corre diario,  comprendí que darles alas era el acto de amor más grande y que yo tenía que apañarme en mi búsqueda y volverla urgente.  

Porque entre más crecían ellos,  más cercano se sentía yo ese hoyo. 

El hoyo era estar yo sola,  frente a frente a mí misma,  sin roles de por medio,  sin ocupaciones diarias de escuelas,  tareas,  chofer,  enfermera, psicóloga,  mediadora, entrenadora y todos los papeles que las madres cumplimos para nuestros retoños.  El día llegaría en que crecerían y ya ellos encaminados en sus vidas,  me darían a mi la oportunidad inevitable de enfocarme en mi propio ser.  Anticipaba que ese día llegaría dentro de unos 10 o 15 años y que ese hogar cálido y amoroso,  el nido con pollitos me duraría todavía un tiempo más y me permitiría de alguna forma trasladar ese momento de encuentro inevitable a un futuro lejano. 

Sin embargo, la vida me empujó al vacío en sincronía con sus planes pero a mi parecer,  prematura y cruelmente.  Sé que en los órdenes del destino,  todo tenía que suceder como sucedió.  Sé que mi vida tiene un destino que ameritaba el destete violento de quiénes me proveían no sólo de identidad,  sino de sentido.  La identificación con el rol de madre es uno de los más fuertes y para avanzar en el camino espiritual es necesario deshacernos de todo lo que nos ata a este mundo material. 

Sé que mi mundo giraba alrededor de mis niños amados y ellos eran el alfa y omega de mi existencia como ser humano: yo era su mamá y como tal, encontraba la justificación para no tomar  responsabilidad completa por mi misma,  perdida en las mil ocupaciones que cumplir con mi rol lo mejor posible entablaba. 

Hoy, al no tenerlos cerca,  necesariamente me enfrento a un día a día muy distinto.  Al inicio,  fue amargo y extraño,  tengo que decirlo.  La violencia de arrancarme esa máscara me dejó el rostro en carne viva y no podía siquiera verme al espejo sin extrañar a mis pequeños.   El encuentro empezó a suceder luego de un año completo de asimilar el gran golpe de perderlos.  Mi duelo ha sido muy doloroso y no se lo deseo a nadie.  Pero también ha sido dulce reconocerme,  como cuando finalmente podemos conversar con alguien que anhelábamos conocer pero nunca teníamos tiempo de ver.  Cada día ansío de corazón conocer mejor a esa mujer que durante tantos años vi pasar tan de prisa,  llena de compras del supermercado,  ocupada en trabajar,  organizar,  viajar,  delegar y crear una vida de hogar para una multitud de muchachos.

Mi dharma como madre terminó para dar paso a mi dharma  como alma, como ser en transición. 

Qué hago aquí?  El sentido de mi vida ha sido recalibrado antes de tiempo y después de tantos años de seguir una ruta,  tener una agenda,  aferrarme a un plan me pregunto  

Qué quiere la vida de mí?  Para qué nací?  Cómo me preparo para el final?  Cuál es mi misión?

Quién soy?

Las preguntas se sobreponen unas a las otras y cada día aprendo un poco más sobre la inmensa ecuación de la vida,  ese balance entre determinismo y libre albedrío.  Comprendo que todo lo sucedido estaba de alguna manera predestinado,  así como lo estaba también conocer a los padres de mis hijos,  viajar por el mundo y encontrar a mi maestro.  Eventos de mi vida cuyos frutos veo crecer en algunas áreas mientras en otras sólo veo devastación.

Nazco a una vida contemplativa y serena aquí en India.  Una vida que no se parece en nada a mi vida como mamá.   Nazco a una consciencia de que mi camino espiritual,  cultivado por muchos años antes de llegar aquí,  es la causa lógica de estar acá y lo único que puedo sentir es una profunda gratitud por esa sed de verdad que de alguna forma,  en medio del diario vivir de una madre soltera llena de responsabilidades y con poco tiempo para dilucidar el sentido de su vida, me salvó y tuvo la sabiduría de crear un puente hacia lo que sería un futuro que hoy es realidad.

Mi paisaje interno se abre ante mis ojos y tengo la gran oportunidad de revisarme,  revisarme a consciencia como lo haría antes de mi muerte sólo que- espero en Dios,  con algunos años de anticipación.   Sé que he sido yo la creadora de cada encuentro,  la partícipe activa de cada emoción y lágrima.  He sido yo la confluencia de sangre,  países,  el hilo entre culturas,  la que conectó sin buscarlo almas que hoy se mueven con fuerza y determinación hacia sus destinos.   

Me pregunto que pasa con todo el ejército de mujeres que no tienen ese interés de pensar a futuro y de pronto,  se ven solas en casas vacías donde una vez fueron el centro y hoy son habitantes solitarias junto a recuerdos de niños y adolescentes que ya no están...


Qué queda sino el vacío de la soledad sintiendo que han perdido algo cuando en realidad no es así!  Cuando sea que la vida nos abra esa puerta,  cuando el momento llegue de enfrentarnos cara a cara con quién somos,  no como un rol más en una cultura que demanda perfección,  que nos oprime de una y mil formas y nos juzga sea lo que hagamos-  cuando llegue el día de ser libres a quién somos sin aspirar definirnos en función de otras personas,  ese día comprenderemos que lo vivido es, irónicamente,  la base  sobre la cual podemos afirmarnos para nuestro despertar.

La paradoja más profunda y compleja en la vida de las mujeres que somos madres es que necesitamos construir el castillo en la arena con atención y amor para luego permitir que el océano se lo lleve y quedarnos de pie en esa playa de horizonte abierto,  descalzas  preguntándonos,  a pesar de todo,  qué es lo que realmente vale en nuestra vida.

Ojalá ese día nos encuentre con algo adelantado. 

Ojalá tengamos la sabiduría de dedicar un rato cada día a desenmascararnos de esos roles tan pesados normales en nuestras culturas patriarcales y buscar un rato de silencio para ir hacia adentro.  Los niños crecerán y volarán como es su derecho y nosotras nos quedaremos en apariencia con las manos vacías de vida,  cuando en realidad,  será el comienzo de la etapa más productiva e introspectiva de nuestras vidas.

Saberlo me alivia y me entusiasma.  Hacerlo me apasiona y me conforta.


miércoles, 18 de diciembre de 2019

Petición de compartir- Blog bloqueado

Estimados lectores: 

Mi agradecimiento perenne por leerme y una petición para que compartan la última entrada,  así como todas aquellas que deseen.  El blog ha sido injustamente bloqueado en Facebook e Instagram,  señal muy positiva de que lo escrito es verdadero.

Eternamente agradecida,
Mariela

Antes del Eclipse

La búsqueda del sentido de la vida implica un consciencia de nuestros dones y talentos.  

Nuestro propio valor se encuentra escondido tras la pila de nuestros miedos e inseguridades y en el transcurso de la vida podemos escoger volverlos conscientes o huir de ellos con pavor y resistencia. 

Sea lo que escojamos,  la vida nos responderá con lo que necesitamos. 

Si escogemos abrir los ojos a la realidad de nuestra encarnación,  a la verdad de ser sólo fantasmas que dirigimos esqueletos cubiertos con carne que giran a velocidades siderales montados en un planeta que viaja a miles de kilómetros por esta galaxia,  podemos caer en el nihilismo de creernos solo eso.  La consecuencia fatal de tal realización significa para muchos un suicidio espiritual,  que en algunos casos extremos culmina en el físico.  

Algunos tienen la valentía de terminar vidas sin sentido pero en su mayoría,  la serendipia de la vida convierte esos cuerpos en zombies ambulantes sin inspiración ni sentido existencial.  

En este plano de dualidad,  la opción que queda es difícil y a veces se torna imposible.  Consiste en pedir acercarnos conscientemente a todo lo que nos puede aniquilar y esto amerita un deseo ardiente por la verdad.  Es fácil y cómodo vivir sin salirnos del cuadro,  sin atrevernos a ir más allá de lo que se siente fácil.  Puedo escoger vivir mi vida entre cuatro paredes,  hacerme la avestruz cuando aparecen las situaciones que ayudarán al despertar y negar todo lo que me duela,  me pinche o amenace. 

Pero en el fondo, no hay manera de escapar a la realidad de la impermanencia. 

Abrirme a quién soy ha implicado serios cambios de vida.  Hace mucho tiempo,  recuerdo que tenía una vida en Costa Rica que consideraba cómoda y bella.  Feliz de estar libre después de un matrimonio fallido,  pensando inocentemente que el camino del reencuentro conmigo misma podía saltarse con garrocha los viejos dolores,  las heridas todavía abiertas y los traumas acumulados,  todo en nombre de la práctica del yoga.  

Qué equivocada estaba.

Gracias a Dios que escucha nuestras oraciones más profundas y el anhelo de integración completa en el ahora,  el abrirme a mi propio ser sin soñar castillos en el aire me ha convertido en la heroína de mi propia historia.  Una historia muy triste desde afuera que implica la pérdida de lo más amado en esta vida,  mis niños adorados.  Pero desde adentro,  una trayectoria de crecimiento espiritual y fortalecimiento de mi fe que no podría haber planeado mejor y que me trae cada día oportunidades invaluables de realización de mis capacidades.

Cómo recreamos nuestro propio poder en medio de la devastación? 

Según mi humilde experiencia,  me ha sido necesario romper con lo conocido para realmente conocer el potencial de mi espíritu.  No lo conocemos cuando el piso parece firme,  cuando la relación es fluida,  cuando la pareja es amable o la situación del país estable. 

Que va.  

La conocemos cuando el piso desaparece,  cuando las alas deben crecer con urgencia ante la amenaza de estrellarnos de cara y rompernos todos los huesos en las piedras afiladas del miedo,  de la ira y del anhelo de venganza.  Subir hacia lo más alto implica primero una caída en picada hacia aquello qué más tememos y en la cual soltamos finalmente el mito de que controlamos algo en esta vida.

Somos un fantasma en un esqueleto cubierto de carne que viaja a miles de kilómetros en un planeta a toda velocidad y todavía creemos que tenemos el control?

Mostrarle a la vida la esencia de nuestro alma y corazón amerita una visita necesaria y productiva,  aunque infinitamente difícil, a  nuestra sombra.   A ese gran pasado que nos ha traído a este momento con todos sus apegos,  realizaciones y miedos.  Implica una revisión consciente de cada muleta que hemos construido para no sentir del descontrol de esta aventura vital,   cada temor pegajoso que hemos guardado en cajas de oro incrustadas con joyas que ocultan su poder en nuestra psique.  

Ha llegado el momento de abrir todas las cajas de pandora con sus horrores,  odios,  resentimientos,  agravios y venganzas.  Pero en ellas mora también la esperanza de que abriéndolas sabremos finalmente y de una vez por todas qué nos detiene en el anhelo completo por despertar.

El mayor apego de mi alma en esta vida eran mis niños.  Maridos no significaron nada en comparación con el amor por estas almitas.  País,  cosas materiales,  amigos,  trabajos:  un puño de insensateces en comparación con el deber mágico y tierno de tenerlos en mi vientre, parirlos, amamantarlos,  enseñarles sus primeros pasos y palabras y abrazarlos para dormir.  

Morir a mi realidad de madre ha sido la aniquilación del sentido humano de mi vida y a la vez,  el inicio de un camino donde mi alma ya sola, sin roles adheridos, se dispone a enfrentar la verdad de su composición-  sin nada externo que amortigüe el golpe y  horror de la pérdida. 

Sé que donde está lo más oscuro y temido,  también está el potencial de mi salto evolutivo.  No tengo dudas mentales, sin embargo,  humana y espiritualmente es imposible la ecuación.  El amor humano conlleva cualidades de alma que no se explican con los vínculos terrestres y especialmente con los hijos-  la relación de almas camina de la mano de nuestro propia identidad personal.

La cara espantosa del terror, impotencia y trauma vivido en el último año, la faceta inconsciente que llevaba en lo más profundo de mí: con ella he tenido que sentarme cada mañana,  con las ruinas de lo vivido,  contemplando el terremoto de lo viejo y con una actitud de doblegarme ante lo que hay y permitir que haga su trabajo en mí.  

La pérdida de aquellos que amamos entrañablemente y que está fuera de nuestro control conlleva la fatalidad y destino inevitable de estas vidas humanos.  Tarde o temprano todos tendemos que despedirnos de aquellos que amamos.  

Mi lección, sin embargo,  ha sido infinitamente difícil por lo prematura.   La muerte de la presencia de mis niños de forma  intempestuosa y cruel forma ahora parte de mi vida y es como el mito de Prometeo a quién el águila le comía diariamente el hígado.  Al ser inmortal,  su hígado se regeneraba cada noche y al día siguiente,  estaba condenado al dolor que lo mataba de nuevo.  Este año que cierra he aprendido a vivir con la paradoja,  con la sensación de muerte diaria y mirar diariamente a esta muerte intrusa con benevolencia y a pesar de todo, gratitud.  

En medio de este panorama desolador,  he recibido inspiración sobrehumana para reorientar mi propio poder personal ante los drásticos cambios en vida y entorno.  Más allá de mis propias capacidades,  lo considero un milagro el haber podido reorientarme cuando la ola me martilló contra el fondo del océano de la forma más violenta y aterradora.  

Cuando tenía 15 años,  casi me ahogo en una serie de olas gigantes en la costa de Tivives en Costa Rica.  Recuerdo este incidente con angustia pero no se compara para nada con el lidiar después de 12 meses con el ahogo diario de la ausencia de mis adorados niños. 

Esta ola ha arrasado con alguien que fui y que desapareció por completo dados los acontecimientos:  la madre dedicada,  la mujer resistente,  la yogini poderosa.  He mordido la arena en el ahogo de todo aquello que construí y amé, y aun ahí,  la Existencia me sigue dando.   La herida abierta es ahora parte de mi realidad y cada día la respiro con gratitud y generosidad.  

Ya no le temo.  Es parte de quién soy ahora y seré para el resto de mi vida.

La herida me ha mostrado caminos nuevos y he tenido encuentros significativos que han mutado mi relación con esta realidad humana para bien.  Sé que mi misión incluye el paroxismo entre agonía y éxtasis.   Sé que el servicio es mi destino y mi trabajo el ritual para el cual me están preparando.  

Reinventarme ha sido la constante de esta vida humana con sus sucesivas muertes y renacimientos y en medio de todo,  comprendo que no temo ya a los cambios radicales.

Romper con el pasado patológico empodera.  Romper las formas y sistemas de valores que ya no son actuales para nosotros innova.  El cambio puede venir a nuestras vidas de forma despiadada pero siempre tenemos la opción de responder desde la supervivencia o desde la consciencia.  

La disolución del ego y todo lo que es falso es mi plegaria diaria,  la pérdida el yoga que me une desde un lugar nuevo a la conexión con mi esencia y el sentido de mi vida. 

Y en medio de toda esta marejada,  el regalo de una serie de experiencias místicas disuelve lo que me separa de los demás,  incluyendo a mis supuestos enemigos y me reafirma que lo que tengo para entregar es frágil y vulnerable,  tierno como un pájaro recién nacido que abre sus alas al mundo por primera vez con valentía,  fe y resiliencia.

Nueva Delhi,  18 de diciembre 2019 
Antes del Eclipse 














miércoles, 11 de diciembre de 2019

Punto de quiebre

Mi vida transcurre en una paz que conozco por primera vez.

Mientras limpiamos la casa preparando el shala que nace en medio del invierno,  medito sobre el punto de quiebre-- ese momento que transformó por completo la toxicidad de los planos con que ingresé a esta vida.   Planos tóxicos,  repletos de crisis continuas,  secretos,  luchas de poder, manipulaciones emocionales y drama al por mayor.

El punto de quiebre es más bien la implosión interna que nuestro ser verdadero anduvo siempre buscando.   Más allá de la voluntad personal, el poder,  la resiliencia y capacidad de recuperarnos,  el árbol se sostiene con la autonomía de sus propias raíces desde siempre.  

Esa autonomía emocional que ya no nos es dada por la figura del héroe y sus hazañas,  el ave fénix y su vuelo desde las cenizas sino más bien por el paso firme hacia el amor propio y la tranquilidad.

Pasos silenciosos,  meditados y puros.

No hay más tensión emocional,  sólo la relajación del plantearme el milagro del aquí y el ahora.  Asentada en la amada rutina,  en la riqueza innata de los lazos honestos y amorosos y la confianza del momento presente,  sé adónde tengo que estar con una certeza infinita.   He soltado mis elecciones y he aceptado lo que sea que la vida me trae.  He rendido mis expectativas y confiado en que hay una Mano Mayor que todo lo escucha,  que todo lo ve,  que conoce el corazón de la gente y da a cada uno lo que se merecen.

La energía de vidas pasadas puede suspendernos en la locura y la insensatez de la ilusión por años.  He abierto en el último año múltiples caminos físicos, mentales,  emocionales y espirituales al viajar lejos de mi país de origen.  La búsqueda de la verdad superior es mi pan de cada día,  el sentido de mi vida.  He aprendido este año a rebelarme ante todo lo que me agreda y a ejercitar en cada situación la comprensión profunda de la naturaleza de mi poder personal.

Ya no sucumbo ante los ganchos que el drama me tiende.  Me he vuelto una con esa realidad que me confirma que mi poder personal crece a medida que lo ejerzo y me vuelvo invulnerable ante todo lo que ya no soy y escojo día a día no ser más.  

Es mi elección en esta aventura del saber y exploración del mundo que llamo vida.

Mi vida.

Dentro de toda esa nueva revelación,  nutrida por una veta intuitiva y protectora que me guía amorosamente,  llega a mí todo lo que necesito porque lo que soy es el imán congruente que abraza a la que es en esta conexión.  La conexión se nutre poderosamente de cada pensamiento que escojo,  selecciono y alimento y cuando algún polizón se cuela,  lo veo con compasión como ve uno a alguien que amó muchísimo en el pasado y tuvo que perder necesariamente para crecer.

Con nostalgia y alegría,  ambas mezcladas a la vez.

La autonomía de mi proceso mental me sorprende.  La claridad que estoy experimentando me impide relacionarme con quienes todavía consideran que invertir sus palabras en otras personas es productivo.  Invierto las mías en revisarme,  aclararme y conocerme y vuelvo a tomar de nuevo cada decisión que he tomado en este año 2019.  

Mi punto de quiebre.  
La implosión interna.

A veces no podemos cambiar lo que está sucediendo, pero siempre podemos escoger nuestra actitud y respuesta ante lo que la vida nos trae.  No podemos escoger porque las relaciones implican que tendremos que asumir el impacto de las acciones ajenas-  y decidir entonces qué hacer con ellas.  

Decidí hace un año alejarme de todo lo que me producía indigestión visceral,  asco mítico, una realidad que me revolvía el estómago de sólo pensarla.  Los diamantes de mis niños ajenos a ella en todo momento.  Y decidí bien...a pesar de que decidí con un corazón roto,  en medio de un estado de fragilidad interna que volvió vulnerable cada paso y en su momento,  no sabía muy bien si era lo más adecuado o no.  

Hoy comprendo que sí,  que fue exactamente lo que necesitaba para que mi vida floreciera.  

Observadora de todo lo que en algún momento intentó aplastarme-  ya que  yo misma lo había permitido por muchos años irreverentemente,  crucé el mundo para encontrar mi refugio en una tierra sagrada que amo desde hace vidas,  deshacerme de todo lo que me pesaba y dolía y sanarme con la gracia de mi maestro.  

El punto de quiebre incluía rendir el fruto de mi vientre a extraños y soltar todas mis pertenencias materiales pero aún así,  encontré aquí en pocos meses todo lo que mi vida al otro lado del mundo nunca me dio.

Encontré mi paz.

En los detalles íntimos de esta experiencia  que nace,  llena de amor y guarecida del frío en una cálida morada,  repleta de ternura,  presencia,  sabiduría y consuelo,  estamos creando un hogar dulce donde no hay grietas sino una solide  limpia y coherente que ha recobrado mi ánimo y respondido a los llamados entrecortados de mi propio corazón. Un corazón lleno de cicatrices que hoy palpita con alegría por la beatitud de un futuro que parece que se construye solo. 

Tan fácil estar en el lugar donde uno siempre perteneció.   

Busco por todo lado y ya no encuentro aquellos miedos... creo que se quedaron guardados en unos baúles viejos en Costa Rica,  junto con mis libros amados,  las fotos de mis pequeños y algún y otro dibujo que pronto me regalarán de sus propias manos.





viernes, 6 de diciembre de 2019

Babu Love

Today is my husband's birthday.  We are in single digits and the tough winter has started yet my heart feels warm and happy.

Meeting our significant one brings a lot of compassion to our lives.  Compassion first of all for ourselves and our attempts to find love in the wrong places.  Compassion to each other as we walk the path of life hand to hand.

We had a very intense 2019 and he was my best friend and support throughout it.  It started one year ago,  me with a broken heart after I exiled myself from my country.  What is legal is not always fair and I understood clearly I could not live anymore in a place where legality bypasses the sacred bond of love.

Coming to India with my soul broken-  something I never experienced before,  was tough and his loving arms and advice sustained me.  A broken heart I've had many times and i've recovered.  But a broken soul can only be mended by the power of spirit and the presence of my teacher.  Abhishek took me to my Guru when I had nothing in me- we went to Mysore last year so I could touch my masters' feet and see my ayurvedic doctor,  so broken and displaced I felt.  

Then the new year took us to Mumbai where I started teaching again.  This brought intense and immense joy to my heart.  The blessing of sharing what has healed me and put me in my feet again and we were taken care of in such good way by close friends.  

Three months in Europe was the next adventure.  We traveled to beautiful shalas,  lovely communities,  we met yogis from all nationalities.  He was with me traveling with his work,  knowing sometimes we were not in the best conditions to connect,  yet he kept going-  his presence my rock when I was feeling torn and sad again.

The year ended in Mysore, where we celebrated Diwali,  our first together as a couple.  That party was one of the best in  my whole life and even though the season was hard on my body to the max,  I could feel how taken care of I was everyday by him,  by my friends and by the sweet atmosphere surrounding my Guru.

Some think we are the spotlight when they see we are teachers,  when we do crazy things with our bodies or speak wisely.  I say we are not.  Those who sustain us and take care of us are the real deal.  I see many "amazing"  teachers out there and I think of their wives taking care of the children as they pose for the next photography in exotic lands or write their bla bla bla...i know for sure who is the real yogi there.  

I don't even care to read what they write. 

It's the same in my case.  Anything I can offer its because there is a presence who keeps me warm in winters, takes me to drink hot milk at night,  invites me to pursue my dreams or plans the next adventure together.  He knows what type of pain my heart carries from the absence of my children and he knows when I feel down and when to embrace me.  The power of connection and love is the power of yoga and he can almost read my mind.  

I honor and admire so much these wise women and men holding our backs who give so much in the secret of anonymity.

Today I bless this wise man beyond his years:  I honor his truthfulness and integrity.  I have known so many who say one thing and do another.  He makes me want to be a better human being.  He is always ruthless about compromising the truth for a lower compensation.  He is my adviser,  my teacher and my companion and now I understand why it took me so long to find him.  

I needed to experience the contrast in my past, to know face to face the manipulation and the lying;  to experience the greed and infamy to be able to fully appreciate truth and good heart in a human being.

I'm proud to be his wife even though I had already discarded from my life the institution of marriage.  He has made me trust again that two human beings can grow together,  support each other through the ups and downs and help each other evolve.  

He never wants the spotlight and he is off all social media.  There is nothing he wants for himself and in this unconditional giving he is showing me everyday what yoga really is.

I have so much to learn from you,  dear Abhi.

To all the hidden teachers,  to all the powerful masters,  i'm humbled in front of you.  I have a dear friend whose daily chore is to take care of two toddlers while her husband travels the world preaching "yoga".  I tell you, he is nothing in front of her.  He has the postures so what?  She is not even able to open her mat since her kids are all over her and she is mostly alone with them.  

He is "famous"  but who is the real yogi?  I have known her for many years and have seen her evolve into this deep soul whose writings are the best i've ever read.  Yet her life seems to be only the carrying of the water and the chopping of the wood.

She is a hidden jewel,  just like my Babu.  The real teachers,  the humble presences who capture the constant unending service the practice of yoga is about.

Babu is something adorable,  something we cherish beyond anything in this world.  



Happy birthday my Babu and please keep showing me what real yoga is.


domingo, 1 de diciembre de 2019

Let the practice prevail: keeping politics at bay in yoga communities

We are living times of turbulence in the spiritual realm.

Kali Yuga is here, time of darkness. It means our efforts will have to multiply to be able to succeed and true masters are scarce and rare, like precious jewels hidden behind much garbage and fake intentions of many false ones.

The true flowers of a practice don’t come out for many years. Many think it’s about the spotlight, the fame or the popularity. Specially in these times of social media where anyone can become a diva by simply buying followers.

Real gold is hard to find and not everyone deserves it.

This picture holds a lot of value for me because my guru and two of my most devoted students from Spain are in it. So much has happened since we first met and our lives have been completely transformed.

What I value the most about Diego and Victoria is the purity of their hearts: simple and transparent, straight and powerful.  Focused and scared,  the magical paradox of holding the extremes of our polarities and yet daring to jump into the unknown.

The flowers of our shala are committed students, mutual support and real friendship. There is no competition here for the attention of our guru- it’s unnecessary and distracting. There is only a very demanding practice to take everyday and a life to be transformed- no more and no less.

In my own experience- strong practice leaves us speechless.  It cuts through the noise of the mind and it’s ceaseless desires: desire to be the best, the most popular or the favorite. Those are petty issues in front of the hard work of shedding the layers of conditioning and going deeper in the truth of our beings.

True dharana, dhyana and maybe one day, who knows, full absorption into the Love if it’s meant to be.

Political lobbying is detrimental in a yoga shala- the aim of favoritism is another way of the ego. Many communities disappear when this happens and I love my community and cherish my teacher. He works so hard and needs our unconditional support and love- not the gossip, not the undermining, not the empty protagonism, the trying too hard to be seen and heard instead of focusing in going deeper in the practice.

Spiritual materialism builds a new personality- full of compassion, self decorated creations for public display. It’s full on narcissism of inorderly passion.

Self praise is no recommendation in our yoga community. There is no better than anyone, purer than others. This brings separation. We are all doing our best in our own sadhana and it’s personal and intimate, to be shared only with our guru. Children compete for the attention of their parents as any inmature creature may but times require us to mature in our practice and stand up by our teacher when he needs us- not for our personal pride but because times are heavy and samsara is attacking the true gurus from all fronts.

Shallow display of devotion is

Distracting.
Noisy.
Senseless.

Whoever gives, gives in the privacy of his relationship with his master and doesn’t require validation and self promotion. The Shala is a place to go deep- not to distract ourselves in chores that actually take us far away from the places that scare us.

In India we say when you are chasing two rabbits, both of them run.

Social media puts anything out of context. The depth is more important that the spotlight. I cherish my yogi friends who are low profile, who are true presences to look up to. You inspire me, the same as you Diego and Victoria.

My experience assisting these last month brought a lot of clarity. I could observe many things, including those who want to shine without doing the foundation work first. Progress in Ashtanga yogis is measured in decades, not years. Presence is something we cannot achieve prematurely and it comes after many heartbreaks and humble intention to be in our mats no matter what.

Students passion, humour and devotion is a residue of a well groomed practice in the intimacy of tears, sweat and the blessed connection to our master.

Students who are constantly looking for validation and lack depth in the practice are like a fly in the atmosphere that obstructs those who are serious enough.

Let’s not look outside- stop trying so hard. Focus on the series, the tool to transform our fears into power.  The means to calm the mind and it’s infinite unworthiness.

Are you truly committed to your transformation?

Are you willing to let go of your personal agenda?

Are you honest and pure in your intention?

Everything shows in your practice: not in your insta feed or your stories.

Are you speaking about someone else behind their backs?

Are you gossiping about what you don’t really know?

What is your bottom line fear?

When are you finally going to address it?

We are in the perfect place to dissemble everything that is not you.

Being with our teacher should never be taken for granted. We deserve it only  if we have the seriousness to stop the insanity of the old pattens brought into this sacred space. This takes time and focus, commitment and fearlessness.

Let’s go deep and be silent.
Let’s do, really do, this blessed practice.

Forget about the spotlight.
You are loved just as you are.

Mysore, December 1st, 2019

sábado, 9 de noviembre de 2019

He aprendido a vivir sin mis niños, sin embargo hay días peores que otros.

Hoy de nuevo interfirieron nuestra llamada semanal con excusas vanas. Yo me pregunto cómo lidia uno con la ignorancia ajena y la maldad. Una de mis maestras de vida decía que nunca podíamos subestimar la saña de la ilusión. El maya,  la oscuridad. No duda incluso en dañar a los más débiles con tal de “ ganar”.

Escribo y escribo y esta es mi herramienta. Es una herramienta que mis amados hijos leerán dentro de unos años y sabrán la verdad del amor que les tengo. Algunos dicen que por qué ventilo ni caso en redes sociales y lo hago por tres razones principales:

1. Para traer consciencia de la injusticia de mi caso, “legal” según parámetros muy bajos de legalidad y justicia pero inmoral a la vez.

2. Porque mi petición por la Custodia Compartida es una petición no solo mía sino de muchos padres y madres que nos han sacado de la vida de nuestros niños de la forma más dolorosa. El fenómeno de la desparentalizacion forzada e inhumana que vuelve a unos niños indefensos huérfanos de madre o padre con la falacia de una sentencia- no es tal sino un Portillo al Infierno.

3. Porque mis niños crecerán y leerán todo esto, además del expediente judicial donde consta la lucha de su madre por recuperarlos.

Abrir camino es labor de titanes y no me considero una para nada. Tengo días muy difíciles- como hoy. Los extraño y deseo verlos y hablarles con todo mi corazón pero siempre hay excusas: partidos de fútbol, visitas a los abuelos, carreras fuera de San José. Visitas a amigos, salidas al cine...

Que puede ser más importante para unos niños pequeños que hablar con su madre para reafirmarles el gran amor que les tengo?

Si esto no es alienación parental, que más?

Lidiar con las acciones oscuras de otros es un reto para nuestra consciencia. El daño causado a mis hijos tendrá graves repercusiones a futuro para ellos. Pero leerán que su mamá los ama y cada semana de esta separación anhelaba comunicarse con ellos.

Porque los amo y espero un cambio de corriente en cualquier momento que ordene este caos causado por tanta maldad e inconsciencia.

El colmo del absurdo es difícil de procesar y todos odiamos ver como la oscuridad se empodera parándose en mentiras y manipulaciones. Rezo, rezo y rezo más. Todos los días, todas las noches. Rezo por paciencia y aceptación. Se que mi amor es y será para siempre. Se que el Amor ha sido pisoteado mil veces en la historia pero todos sabemos en nuestro corazón cuando algo está fuera del Amor.

El amor busca el bienestar de la mayoría. El amor nos hace sentir bien. El amor resuena en nuestra alma y todos sabemos bien que se siente cuanto algo está fuera de su dominio. Yo me pregunto cómo puede ser que la maldad se ensañe así con quienes anhelamos la luz- al punto de querer aniquilarnos literalmente.

Tengo un amigo en Costa Rica, alguien que siempre admiré a distancia por su gran talento y mística. Médico brillante, no dudó en venir a mi casa una vez que me quede inmovilizada de la espalda. Siempre se lo agradeceré- tuvo un accidente nefasto el año pasado y quedó parapléjico. Jaime y yo estamos parapléjicos los dos- yo puedo moverme pero internamente estoy congelada también. Mi accidente no fue de tránsito, no. Pero el equivalente a un furgón lleno de dinamita guiado por mi ex marido me embistió hace casi un año, al punto que destruyó mi vida.

Hoy camino, hago mi práctica de yoga, viajo. Pero hay un lugar en mi corazón que sólo las manitas cálidas de mis niños pueden abrir. Solo sus brazos, sus risas y sus ojos desenredar. El día llegara. Se que pronto llegara. Quienes guiaban ese furgón de la muerte hoy se auto proclaman victimas, victimarios sin alma que como terroristas no dudan en matar inocentes.

Cuando me siento muy triste, pienso en el ejemplo de Jaime. Su fortaleza me inspira. Su anhelo y temple. Somos guerreros de Dios dando cada uno su batalla- uno desde una cama, otra desde un país lejano.

Nunca darnos por vencidos.

Porque Dios da sus peores batallas a sus mejores guerreros..



miércoles, 30 de octubre de 2019

Los milagros son la muestra de que siempre estamos siendo protegidos- si nuestra intención es pura y nuestras acciones íntegras.

Hoy cumplo un mes de estar con mi maestro y ayer recibí la grata noticia que una nueva ley por la custodia compartida se aprobó en Costa Rica. Una ley que viene a llenar el vacío legal que existía en cuanto a la regulación de las relaciones de los niños de padres divorciados.

Antes de esa ley, los casos quedaban totalmente en manos de los jueces.  Tal vez algún juez tenía el discernimiento y sensibilidad de redactar un pronunciamiento justo para todos los miembros de la familia. Pero el Portillo era muy grande y existía la posibilidad de que tocara alguien cuya sentencia destroza el corazón de una familia.

Esa jueza me tocó a mi.

Una jueza que inició un proceso en mi contra en marzo del 2018, fecha en que yo todavía servía a mi país en Nueva Delhi como embajadora. Extrañamente, esta juez movió todo el procedimiento sin notificarme.

Esto es a todas luces ilegal.

Esta fue la primera señal de que algo no era transparente en mi proceso. Regrese a Costa Rica después de mi misión en octubre del 2018, hace un año exactamente. Llegue anhelando a mis niños, la separación había sido brutal.  Tuve innumerables obstáculos en mi trabajo, no solo a nivel profesional por la gran ignorancia en torno a India del ministerio en San Jose en que trabajaba, sino a nivel de salud pase crisis muy fuertes. Cada vez que tenía vacaciones salía para Costa Rica,  extrañando a mis niños y cada despedida fue muy dolorosa. Theo me dijo cada vez que no me fuera. Que todo se había desacomodado con mi nuevo trabajo. Yo misma dude muchas veces de regresar a mi misión y pensé primero en la imagen de mi país que en el sacrificio a nivel familiar.  Así que decidí quedarme y contar los días para volver.

Tuve a mis niños dos fines de semana en noviembre pasado y luego recibí la notificación de que habia un proceso de cambio de custodia iniciado por mi ex desde hacía 6 meses. No lo podía creer. El día anterior habíamos tomado café juntos planeando horarios y hablado de dineros y planes de manera cordial. Siempre quise tener una relación armoniosa con mi ex marido porque se bien la repercusión en mis hijos.

La daga la llevaba escondida entre su chaqueta.

La daga llego un viernes, saliendo para el súpermercado. Una daga que todavía siento en mi corazón. La comunicación de la juez le daba al padre los derechos de vivir con mis niños- había fallado en mi ausencia. Eso significaba no más noches juntos, no más desayunos, almuerzos, recogidas de la escuela y de futbol. No más batidos mariposa amarilla ni dibujos para mami. Tres camas vacías en mi casa, una gata muy triste. El vacío de un hogar que estaba lleno de risas y que ahora solo sería visitado dos veces al mes- si el padre accedía.

La redacción de la sentencia absurdamente parcial. Mi derecho de defensa inexistente.

Ese fin de semana llore como nunca he llorado. Me reuní con mi abogado para apelar la resolución dictada en mi ausencia. Comprendí que mi estado de ánimo iba en picada. Mis preciosos niños ya no vivirían conmigo. El juicio tomaría años y yo estaría condenada a una casa vacía y a un proceso tedioso y lento.

Sentí que mi alma me dejaba. Había regresado a Costa Rica por mis niños nada más. India es mi hogar pero sabía que mis amor por ellos iba primero. No entendía, en medio de mi shock,  las intenciones ulteriores del padre. En nuestro hogar yo había sido desde el inicio la proveedora de casa, carro, dinero, viajes y capacitaciones. Yo era la que viajaba para sostener el hogar. Y de pronto, este hombre aducía que mis ausencias me volvían una madre inadecuada.

Viajaba para solventar sus gastos inclusive y por supuesto, los de los niños. Pero en una demanda llena de mentiras decía que yo era una madre ausente e indiferente.

Recuerdo esos días como una pesadilla. Deje de comer y no podía dormir. Mi madre me aconsejó salir de la casa llena de recuerdos y memorias  y para colmo, no podía comunicarme con mis niños. Pasaron varias dias. Desesperada fui a la escuela (esa misma que había escogido y pagado por años) y pude hablarles por cinco minutos.

Ese sería el último día que los vería...

Les expliqué lo que había sucedido y que daría mi lucha por ellos. Al día siguiente regrese a la escuela y no me dejaron entrar. Dijeron que estaba emocionalmente desequilibrada y que tenían que proteger a los niños de mi...

Ese día supe que la escuela estaba del lado del padre.

Mucho ha sucedido desde esos días nefastos. Sintiéndome que moria, escuche en medio de todo la voz de mi pareja en India llamándome.

Me decía:

“te espero, ahí no haces nada. Aquí te voy a querer y cuidar y te pondrás fuerte para luchar. Ahí sola te vas a enfermar.”

Empaque un maletín, deje mi casa completa, todos las cajas que habían llegado de India con mis cosas. Me despedí de mis padres con el corazón roto. Partí deshecha, desencajada, apenas caminando ante la dimension extrema del dolor. No he conocido nada parecido en esta vida, ni siquiera la muerte de seres queridos. Mis tres amores arrancados como si yo fuera una paria, una madre irresponsable e indiferente y todos esos argumentos escuchados y avalados por una jueza sorda al amor de esta madre por sus hijos.

De pronto,  el padre era dios todopoderoso, una madrastra promovida a la categoría de madre y esta madre “biológica”- como me decían, condenada a ser visitadora esporádica a voluntad del padre.

Me senti insultada. Me sentí traicionada por el mismo país a quien había servido con todas mis fuerzas y convicción. Tome ese avión para nunca regresar, confiando que mis niños me seguirían a su debido tiempo.

Han pasado muchos meses desde todo ese caos. Hoy, en este país que amo, cerca de mi maestro
y en paz y serenidad en mi corazón, recibo la noticia de que la ley que protege la custodia compartida ha sido aprobada por el congreso de mi país. Una ley que llega después de 45 años a llenar el vacío que me arrebató a mis niños.

Una ley con corazón promovida por personas con sentido común.

Queda en evidencia con esta ley que las actúaciones de separar a unos niños de su madre que los ama
y su familia materna son abiertamente ilegales. Queda en evidencia que los niños necesitan a ambos madre y padre y que cualquier favoritismo es totalmente ilegal. Queda en evidencia que la ley que viola los principios sagrados del Amor merece desobediencia.

Desde India celebro. No se todavía cuando vendrán mis niños pero se que el amor es más fuerte que el odio, la ambición y la mentira.













martes, 22 de octubre de 2019

Este amor

He estudiado el yoga por algunos años. Siento que apenas empiezo a comprender las profundidades de esta ciencia y arte.  Desde mi nuevo hogar, India, la cuna de esta disciplina de vida, medito sobre las interpretaciones que a lo largo de los últimos tres míl años le han dado y comprendo que nuestra percepción del yoga es personal y única.

Cada uno trae experiencias de otras vidas huellas energéticas que pondrán en movimiento la maquinaria de nuestros pensamientos. Los pensamientos darán semilla a otros y eso, unido a nuestra circunstancia vital, familiar y emocional, determinará los hilos de nuestra mente. Las experiencias las iremos acumulando hasta que un día nos daremos cuenta que tenemos necesidad de romper con todo lo que no somos, lo que nos ha sido heredado por sociedad, amistades, educación y cultura.

Realizaremos tal vez, sólo tal vez, que anhelamos terminar con la cadena del sufrimiento y para eso necesitamos retirarnos de nuestro estilo de vida para crear uno nuevo. Cultivaremos el desapego y
la disciplina mental para controlar nuestras emociones y saber que no somos sus esclavos.

Encontraremos un día la liberación del sufrimiento.

O quizás comprendamos que nuestra liberación no puede darse solo a nivel personal y que si hay alguien más que no es libre, no podemos descansar hasta contribuir de alguna forma a su liberación.

Podemos ser el Buda que se iluminó realizando la inevitabilidad del sufrimiento en este plano. O tal vez seremos otro Arjuna,  que a pesar de sus miedos y reservas, aniquiló  a sus familiares y maestros con tal de preservar el bien. Krishna le deja claro que el deber del guerrero es tomar acción antes que encogerse ante su destino. Le enseña cómo controlar su mente y emociones para poder vencer y realizar la acción requerida, libre de dolor y culpa.  Le explica los beneficios de la concentración, meditación y ecuanimidad en la ejecución con destreza de la acción correcta.

A veces desearía aislar mi espíritu de cualquier problema humano, retirarme a las montañas y en medio del aire fresco dedicarme a mis prácticas espirituales lejos del ruido y el drama mundanos. Pero se que mi misión está en esa batalla que es ante todo, una batalla mental.

Defenderme de quienes he amado implica hablar la verdad y eso duele. Duele porque hay verdades muy íntimas que fueron compartidas en momentos de amor y unión y ahora deben usarse como
flechas para enderezar las acciones desviadas. Me duele, si, me duele mucho. Pero he realizado en estos meses de separación de mis niños que las palabras verdaderas son mis flechas y es mi deber usarlas para combatir la ignorancia y la maldad.

Parte esencial del yoga son los principios morales. Las acciones deben tomarse considerando la Ética
y la honestidad- pero es una batalla. Porque si no se actúa, el mal gana. Si no se escribe, la mentira prevalece.

Estoy dando mi lucha en este campo de oscuridad y luz porque es mi destino. Porque amo demasiado y el amor se defiende con la vida. Porque no hacer acto de presencia por mis niños equivaldría a cobardía y desamor. Porque aunque no esté ya más en el país que viven (que ya no es más el mío) por una cuestión de auto preservación, estoy al pie del cañón ante la causa en que creo. Totalmente lista a disparar las flechas que sean necesarias para rescatar a mis pequeñitos de las garras del mal.

Muchos se preguntarán si actúo así tal vez el yoga no me funciona. Tal vez creen que como yogini debería más bien bajar la cabeza y hablar de amor incondicional. No. El amor implica valentía y ovarios- el discurso New Age de que somos amor no funciona frente al enemigo. Si una víbora quiere mordernos y picar a lo más amado, yo saco el machete.

No digo a la víbora “somos una” y me dispongo a morir con su veneno.

Es mi práctica espiritual la raíz y el origen de mi energía; mi enfoque mental y mi contención cuando extraño demasiado a mis pequeños. Es mi confianza en la persona de mi maestro; en la presencia amorosa de mi esposo, ambos guerreros indios poderosos y amorosos que me acuerpan diariamente en esta crisis.

Soy madre y las madres amamos hasta la muerte. El amor es mi estandarte y mi causa justa y sensata. Mis niños vinieron al mundo a ser amados por ambos su madre y su padre- independientemente de la opinión que tengamos el uno del otro. Eso es insignificante en comparación con la necesidad inmensa que tienen de los dos.

Desde esta India amada, llena de energía y certeza de que mi amor es real y profundo, empuño mis palabras para hablar con la verdad. Mi verdad no incluye separar a mis niños de quien aman y nunca podría hacerle al padre lo que el me hizo a mi. Sería dispararle en los pies a los seres que más amo en esta vida. Sería lo más bajo e infame y no deseo cargar con ese karma porque amo a mis niños infinitamente.

Mis flechas seguirán apuntando a todo lo falso, a todo lo oscuro. No tengo miedo porque me apoya la verdad y el amor.  Soy madre y las madres amamos con todo hasta el último día en esta vida.

Este amor solo lo terminará la muerte- y ni siquiera, anticipo.

Una vez fui por Theo a la escuela y venía sentado en su silla de seguridad jugando con unas ramitas. Mientras jugaba me dijo:

“Mamita, yo quiero que también me toques como mamá en la próxima vida...”

Ese día supe lo que es el amor humano en esta tierra.

A mis bellos Gael, Theo y Matías.
Siempre en mi corazón ❤️


sábado, 12 de octubre de 2019

La bendición del libre albedrío 

Me despierto 3:30 am. Último día de Mysore de esta semana. 

Me despierto con una paz inmensa en mi corazón. La vida es como un menú: a veces nos sirve comida deliciosa; otras comida podrida. Siempre podemos decir que no ante lo que insulta nuestra alma. Siempre podemos escoger el amor y aquello que nos edifica y pasar de largo de lo que más que nos humilla y desempodera.

Para ser libres en nuestras decisiones, es necesario comprender que escoger el amor propio es lo más inteligente.  Ver más allá del condicionamiento cuesta mucho. En mi caso, tuve que romper muchas voces del patriarcado que me pedían inmolarme, volverme una martir, sacrificar mi vida para ser la “buena madre” que el status quo pide en mi país de origen. Las mujeres que deseamos realizarnos en otras áreas además de la maternidad somos condenadas- hay una doble moral imperante que hace la operación imposible: sostener una familia y al mismo tiempo ser la madre abnegada. 

Cuando me di cuenta de la imposibilidad material de mi situación, opté por el exilio. Comprendí que mi esfuerzo nunca sería suficiente. Que la lucha sería hasta el fin de mis días frente a un ex marido herido, una familia retrógrada y un sistema trabado por muchos conceptos oxidados. Me di cuenta que continuar mi vida en Costa Rica era mi muerte- ver a mis niños 2 veces al mes una aberración. 

Así que ejercí mi libertad. La libertad que tiene todo ser humano de decir NO. La libertad de dejar la mesa cuando el plato esta envenenado. 

Ejercer nuestra libertad requiere dosis altas de fe, esfuerzo heroico, consciencia,  calma y sabiduría.  Cada decisión impacta nuestra vida y la de otras personas. Sin embargo, es imprescindible decidir por aquello que nos hace feliz- sino, no podremos dar nada valioso a nadie.

Fe es continuar hacia adelante aunque no veamos claro el camino. Fe en nuestros maestros y en su propio camino que nos abre el nuestro. Fe en su amor y dedicación que es contagiosa. 

El esfuerzo heroico nace de un lugar resiliente y valiente en nuestra alma que comprende que esta vida es efímera e impermanente y a pesar de todo vale la pena amar. El amor por lo que amamos, por aquello que nos hace vibrar a la más alta intensidad nos lleva a vivir experiencias jamás anticipadas y  sorpresas gratas que nos impulsan a seguir expandiéndonos, creciendo, realizando.

Consciencia de quién somos y la posibilidad de encuentros auténticos con seres afines: el grato fluir entre momentos sin aferrarnos, sin resistirnos, buscando siempre el camino más abierto y obvio. 

La calma que es nuestra esencia a flor de piel en toda situación, por mucho que veamos el absurdo; hay una lección incluso en los momentos de mayor rigurosidad; una esperanza de poder sostenernos en el ojo del huracán con una sonrisa. 

Y finalmente, la sabiduría que aflora tersa por sí sola cuando entendemos que no somos ninguna de nuestras experiencias terrenales sino la vida y pulsación que subyace bajo los entretelones: seres humanos mezcla de espíritu y carne atravesando este viaje con un corazón abierto a todo- todo aunque duela y queme.

En esta mi India amada, la claridad de lo esencial se me muestra fácilmente. Libre del ruido de una vida que no respetaba mis valores más profundos, que violaba la base misma de lo que soy, me abro a la gracia de este momento lleno de Milagrosa Certeza, siempre sosteniendo a quienes amo en mi centro. Son parte mío porque así lo ha designado el destino. 

Y la vida nunca se equivoca.

miércoles, 9 de octubre de 2019

Rajakapotasana you do

It’s been two weeks in the new shala. 

Every night I go to bed in bliss, even though my heart is heavy because I have not being able to speak to my children for the last month. 

I communicate with them daily beyond the physical, reassuring them my love. Who knows what they are being told. I’m holding them in my heart beyond any distance, beyond any time and space as mothers do with their children until our last day. 

The depth of their absence has mutated in the past 11 months. In the moment of the traumatic events last November, I was shot in the heart and fell like a dead bird to the ground. The pain was excruciating, like my heart was dying. In those moments of extreme despair I understood the power of prayers and the residue my yoga practice had left in my being. 

I sung the name through my tears and screams. I knew there was a deep surrender I had prayed for for so many years: I was desperate and torn inside, mad with anger at the perpetrators of this infamous actions. Startled at how hate can take the minds of those we once loved and turn them into beasts.

Thank God, I’m not there anymore. The feeling of longing for my babies has become part of who I am. Whenever I see a young boy, I imagine how my children are growing. Their feet, their hands. Their smart eyes and genius minds wondering what really happened and what will the future bring.

I reassure them all is well.

As yogis, our longing for truth attracts souls who are infinitely wise and deep. How amazing this opportunity for my loves to awaken to the truth of this life- even though they will learn this in the midst of an extremely heavy lesson. Love in life sometimes has to be learned by contrast. When it is shattered, when others step into the sacred nature of the most beloved liasons, we learn we don’t want that in our lives anymore and crave like crazy for the reality of truth. 

This has been my personal spiritual path. 

My children are seekers of truth as I am. The absence of their mother will be the turning point for their search. It all depends on our samskaras. Some souls come into this life to learn love is always here, even in the most unexpected and absurd paradoxes. We can choose to become victims of the circumstances or we can use the circumstance to propel ourselves like a rocket into a new reality, a new perspective of life. 

Take the poison and be healed. 

Cycles close and the wisdom  resides in knowing when something has ended. As all transient events and relationships, everything breathes. Pulsates in and out.

I’m pulsating to my maximum,  opening completely to the bliss of this present moment. My teacher holds me steady and his presence is my anchor in the ups and downs of my personal tragedy. Maybe tragedies are there to teach us the marvellous power of love beyond any material event. The infinite connection of who we really are, our connection to each other,  even when the dance is with darkness and we need to bow to it and also say 

“Thank you.”

It’s Thursday and I move through my series swiftly.  When I start, it’s still night outside and when I finish, the sun has come out. I sit in silence after my practice and tears of gratitude come as I am listening to the voice of my guru and feel the students giving themselves to practice in our morning ritual here in Mysore. 

We are all moving together as a whole organism. We are all healing not only ourselves but also those we love. We are insulating ourselves from negative presences and keeping and growing what is real. This breath, these bodies, this connection. It’s so tangible here in India, clear and pristine as the blessed morning sky.

I have homework for next week. My teacher is moving me fast in the series. Massive backbends will open this heart to the limit so I can hold everything life has blessed me with, including those who with their actions think they have hurt me- when actually they have awakened me. 

I’m being born again in this Mother India of Love. I’m dying to a life I was never confortable with and in the process of giving birth to whatever needs to be born. I’m also the midwife and labor is tough, two daily hours breathing through the nuances and corners of Nadi Sodhana and Sthira Baga. Non stop  sublime serenity that comes as I knead my body and mind to the greatness of the healing breath and the dance of the series.  Shakti dances with me and I realise I’m surrounded by her, wherever I am, every second of the day.

The pure medicine of yoga as prescribed by the jungle physician:)

lunes, 7 de octubre de 2019

Cuando tiene que llegar 

Estoy en un lugar muy especial en este mundo. Un lugar que no sigue las reglas de allá afuera y que nos limpia del condicionamiento de la envidia, la ambición , el deseo, la pereza, la niebla mental y la ira. 

Este lugar es mi lugar preferido. Es una ciudad con palacios y pavo reales, montañas que son Diosas y templos donde lo que pidamos se vuelve realidad.  Es un lugar con ríos de agua fresca, niños de facciones perfectas y piel hermosamente oscura, tanto que parece ébano. 

En este lugar venimos los que comprendimos que buscar la felicidad en el mundo externo es inútil.  Peregrinamos por años, con el anhelo sincero de comprender cómo es que pudimos vivir tan confundidos por tanto tiempo. Regresamos porque en este lugar nuestra vibración sube y es gracias a la guía sabia y omnipresente de un maestro genuino que ha entregado su vida a esta causa. 

Es hombre de pocas palabras. Es un estratega, padre de familia y yogi. Es un ser de gran corazón con una responsabilidad inmensa. Es directo y va al grano. No se anda por las ramas.

Cuando habla, sus palabras traen un peso. No hay palabras de más, son solo aquellas precisas para despertarnos de nuestra modorra. Son las que necesitamos para ir más allá de nuestras mentes distraídas, esas mentes que nos dijeron que encontraríamos lo que buscábamos en los lugares equivocados. 

Las mentes que crecieron en medios llenos de ilusión. Se alimentaron de conocimiento erróneo, conceptos de otra gente, historia familiar, normas sociales y también miedos, rencores y dramas.  Bebieron de errores ontologicos, filosóficos y religiosos. Se nutrieron de memorias, algunas bellas otras espantosas. Podrían haber seguido dando vueltas por años y vidas. 

Pero gracias a Dios escuchamos a alguien que atravesó con palabras simples el velo de la ignorancia 

“One more!”

Cuando escucho a mi maestro cada mañana, siento que un ser humano más tiene la oportunidad única de despertar, salirse de lo predecible y absurdo de la noria del condicionamiento y tal vez, si es lo suficientemente terco y determinado, acceder a un lugar santo dentro suyo donde nada en el exterior pueda removerlo.

A algunos nos toma años siquiera comprender que hay otra perspectiva vital, tan identificados hemos estado por vidas con la personalidad y sus tangos.  Otros pasarán de largo y caerán una y mil veces en el sufrimiento inevitable de la vida-hasta que estén hartos.

Dar tumbos es una decisión personal. Los que ya estamos listos, decidimos hacer un alto en el camino y es en ese momento que la voz dice 

“One more...!!!”

“Wake up!
Why you sleeping?
One more tall super tall.
One more small... you!
Come here!”

Las mañanas en el shala transcurren al ritmo de la voz de mi maestro. Hoy según yo todo estaría muy tranquilo. Hice mi práctica larga y pesada que por un milagro del cielo se sintió liviana. Creo que era mi compañero de lado que volaba entre posturas como un pájaro.  Estoy muy adolorida de ayer pero practicar se sintió muy bien. Ya casi al final, alguien que aprecio mucho llego y se puso detrás de mi mat. 

Me dio fuerza para el gran final.

Sin embargo, al terminar mi última postura mi maestro apareció de pronto por detrás y rompiendo todos los protocolos que he aprendido durante estos años (incluyendo que no se dan posturas los martes por ser el día de Hanuman), dijo con su voz clara y potente 

“Natarajasana you do... tomorrow” - seguido de una explicación rápida del vinyasa de la postura. 

Mi mente se paró en blanco. Hoy es Dussehra, uno de los festivales más importantes en India donde se celebra la victoria del bien (Ram) sobre el mal (Ravana). Todo lo que se regala hoy tiene un significado muy profundo. 

Me ha regalado el bailarín cósmico. La postura amada. La postura anhelada. El regalo más bello. El momento perfecto. Llego sin esperarla. Como la mariposa que reposa un segundo en nuestro regazo sin llamarla. 

Mañana tengo faena pero muy emocionada. Los regalos se multiplican y yo solo se que amo este lugar.

Más regalos viene. 
Oh si- muchos, muchos más.