viernes, 29 de marzo de 2019

Inconmensurable






El arte de crear nuestro futuro depende de un despertar consciente a la frescura y dicha del presente.  

Cuántas veces nos hemos sentido atrapados en acontecimientos pasados,  reviviendo el trauma o el suceso que se vuelve eventualmente un hábito mental.  Revisamos una y mil veces lo sucedido y creamos una versión exagerada y distorsionada que poco tiene que ver con la realidad.

Y de dolor en dolor,  de golpe a golpe,  construimos una personalidad ajena a quién somos que contiene cada rechazo,  cada pelea, cada desacuerdo y cada lágrima.  

Erigimos un monumento al dolor ¨bien justificado¨.  Le damos fuerza repasándolo de día y de noche.  Le hacemos altares y tumbas.  Le damos forma en dolores físicos,  enfermedades,  torturas mentales,  malhumor y depresión.

Algunos incluso caen enfermos presa del revivir constante de la mente y sus vericuetos.   El cuerpo no entiende bien lo que sucede y ante la amenaza de peligro, interpreta como si el suceso siguiera sucediendo indefinidamente en el tiempo,  creando un cóctel bioquímico que nos chupa energía vital y hace decaer.  

Es como querer correr cuando tenemos un grillete pegado en el tobillo: es imposible movernos.  

El primer paso es concientizar los sentimientos y emociones que dan vuelta en nuestro inconsciente y se manifiestan en pensamientos negativos,  juicios hacia nosotros mismos y los demás y nos vuelven seres oscuros y tristes. La realidad es que el evento ya sucedió.  No hay nada que podamos hacer ahora para evitarlo.  

Ya es pasado y podemos escoger seguir alimentando el dolor y sufrir indefinidamente en su nombre o podemos escoger dejarlo ir y agradecerlo como una lección.

La parte positiva de cualquier lección es que nos define y nos instruye al ser confrontados con las ideas de los otros;  nos enseña a abrir el corazón a pesar de las muchas justificaciones para no hacerlo y nos da la sabiduría de escoger relaciones y acciones pasando por el crudo y sanador filtro del perdón. 

Nos limpia.  Nos purifica.  Nos recuerda que quien somos está por encima de toda esa dramaturgia personal.

La mente se acostumbra a repasar las tragedias una y mil veces y nos volvemos adictos a químicos poderosos que nos agotan y deshacen poco a poco.  Todos conocemos personas amargadas y malhumoradas: viven cubiertos por una nube negra.  Se auto-definen como deprimidos y enfermos y tienen un arsenal guardado de muy buenas razones para sentirse justificados y heridos per secula. 

Por supuesto que la vida nos abofetea con mil y un acontecimientos fuera de lo que creemos controlar.  Por supuesto que las personas a nuestro alrededor piensan y actúan distinto a como esperábamos. Por supuesto que todo es impermanente y quien ayer fue dulce y amoroso puede de pronto volverse un monstruo.


Pero lo que sí podemos decidir es si queremos ser nosotros también un monstruo de rencor o si merecemos vivir una vida serena y tranquila en aceptación de lo sucedido,  en profunda reverencia al hecho de que lo que sucede es lo mejor que podía haber sucedido.   

Esta es una decisión meramente personal.  

Tomar esta decisión es clave para salirnos de la nube negra.  Será un momento de determinación y el valor indeleble de decir hasta aquí.  El milagro es que una vez que conscientizamos la vibración de la frustración,  el miedo,  el enojo o el desvalor,  inmediatamente elevamos nuestra frecuencia.  

La toma de consciencia es ya,  en sí misma,  el camino a la curación.

La psiquis humana está diseñada para involucrar al cuerpo físico en toda situación de peligro.  El instinto de supervivencia es tan fuerte que podemos vivir toda una vida llenos de cortisol y otro montón de sustancias desgastantes que el cuerpo utiliza en casos de emergencia.  Este constante terror revivido por la mente por lo sucedido o la anticipación de más terror es la razón de los cada vez más frecuentes ataques de pánico y un sinnúmero de padecimientos como fibromialgia,  enfermedades crónicas auto inmunes y afectaciones psicológicas.   

Recuerdo que después de mi segunda separación me fui de viaje a California.  Estaba en casa de unos amigos queridos,  estaba practicando con mi maestro.  Encinitas es un lugar maravilloso en el mar y uno de mis lugares preferidos.  Todo parecía bien. Sin embargo,  una noche mi respiración se detuvo.  Sentía que me moría.  Mi pecho me aplastaba y para peores,  no había nadie en la casa.

Siendo una asidua practicante de yoga, intenté decirle a mi mente que se calmara y que respirara.  Pero no había manera.  El aire no entraba:  el cuerpo estaba frío y rígido.   El mundo empezó a cerrarse.  
  
Sentía que mi corazón se iba a detener.  Tal era el poder que le estaba dando a mis pensamientos de abandono y desolación.

El momento pasó pero siempre lo recordaré como una lección de compasión hacia mí misma y los demás.  Cuántos estudiantes y amigos venían a mí con historias de experiencias similares y yo no les creía.  No entendía como la mente reactiva podía llegar a afectar el cuerpo de esa forma y ahogarlo y me parecía ser una muestra de una persona débil y melodramática. 

Esa noche comprendí que no era un drama.  El poder de los pensamientos es inmenso y afecta bio-químicamente nuestra realidad física.  He ahí el poder de calmar la mente diariamente a través de la práctica espiritual y crear un espacio sereno desde donde vivir nuestra vida.

Hoy,  sentada frente a mi computadora  después de meses de no poder respirar bien,  de tantas lágrimas e ira contra las acciones ajenas y su impacto en mi familia y mi impotencia,  hoy siento por primera vez que puedo sacar la cabeza.  

Me llena de un chorro de energía potente y radiante más allá de mis dramas personales. No sé cómo explicarlo.  Sólo sé que, como todos los días, hice mi práctica de yoga esta mañana y tuve un breakthrough radical...

Realicé que

No importa cuánto llore,  no importa cuánto me duela la distancia de mi familia,  tengo hoy la responsabilidad conmigo misma y con ellos de estar bien.

Tengo por delante unos meses llenos de viajes, experiencias nuevas, lugares hermosos y bellas amistades.  Tengo ante mí de nuevo la oportunidad sagrada de enseñar.  Enseñar es mi vocación y mi alegría y tuve que ponerla en compás de espera por un tiempo por designios de la vida.  Hoy decido enfocar toda mi energía en la preparación personal para lo que viene y agradecer de corazón la oportunidad que la vida me da de viajar y compartirme.

Y es sorprendente el poder de la mente!  Inicio mi trabajo diario:  mensajes,  correos,  reuniones de logística de Ashtangini y planes futuros.   Y observo como comienza a moverse la energía,  como mi intención manifiesta cosas: me llegan dos invitaciones más para mi tour.  El poder de la mente me sorprende,  una mente abierta a la realidad y el poder del vórtex y esto me hace sonreír de nuevo.  

Florencia una de mis ciudades favoritas.  

Torino por primera vez.   

Con una sonrisa respondo con un gran sí,  sabiendo que soy la co-creadora de mi vida, la energía enfocada de mi intención y mi corazón y co-partícipe con la Gracia en la manifestación de mi propio camino y espero cómplice incondicional del camino de otros también.  

Sí,  mi corazón me duele.  Me duele la ausencia de mis niños y es un hueco profundo que no se llena con nada.  Pero sé que desde este lugar de vulnerabilidad puedo darme como no me he dado nunca:  a mi práctica,  a mi cátedra y a quiénes deseen conocerme,  a mis relaciones y a mis sueños.  

Puedo usar ese amor contenido para intentar tocar otras almas.  

Si contemplo por un instante la historia de mi vida,  sé que estoy en camino a lo que siempre he deseado.  Tengo la libertad para entregarme de cabeza a lo que amo,  una libertad que no había experimentado nunca antes y que ahora está totalmente al servicio de mi dharma. 

Y en esta entrega completa,  sé que los designios de la vida responderán a mi deseo de amor y justicia.  No sé cómo,  tampoco sé cuándo volverán mis niños a mí.   Pero tengo la seguridad que esta nueva frecuencia hará milagros,  inconmensurables y muchos más grandes y mágicos de los que puedo anticipar.





martes, 26 de marzo de 2019

Redefiniendo la Resiliencia

Mientras proceso diariamente el dolor por la ausencia de mis niños desde noviembre,  me preparo al mismo tiempo para mi próximo Tour en España e Italia.  La magia del yoga es que está inextricablemente unido a nuestro camino de vida.  Son una y la misma cosa.  

Como eres en tu alfombra,  eres en tu vida.  Y como eres en tu vida, serás en tu práctica.  

Ser y hacer no pueden diferenciarse en ambas.  La vida nos lleva y nos trae y la herramienta del yoga nos ayuda a encontrar estabilidad en medio del vaivén.  Esto no significa que podamos cambiar los acontecimientos externos ya que hay una inercia inevitable de nuestro pasados samskaras.  Las impresiones y karmas anteriores nos traen a nuestro plato lo pendiente y urgente de revisar y experimentar.  

Pero podemos escoger nuestra reacción a lo que es.

Todos tenemos entre manos temas de vida importantes:  familia,  trabajos,  misión de alma,  creatividad,  pareja...cada uno de estos temas es ancla para nuestra práctica espiritual, a menos que seamos renunciantes dedicados 100% a la meditación.   Si logramos encontrar estabilidad por dentro,  es muy probable que estos temas se calmen y aligeren. Si estamos convulsos,  inquietos y ansiosos,  hay muy pocas probabilidades de que el "afuera"  mejore.

O sea,  todo depende de los ojos que miran y el corazón que siente. 

Incluso una tragedia aparente como es la ausencia súbita de seres queridos por muerte o distancia;  el fin de una relación amorosa o un cambio drástico en nuestro estilo de vida:  todos pueden ser puertas a una vida nueva en el tanto que nos permitamos "dejarnos mover".  Permitir que la vida nos mueva incluye cooperación de nuestra parte y básicamente el secreto está en no resistirnos a lo que sucede.

Si el novio nos dejó,  gracias.
Si la jefe nos echó del trabajo,  gracias.
Si el hijo se rebeló,  gracias.

Encontraremos que al otro lado de nuestros conceptos de cómo tenía que ser,  hay una vida nueva que nos espera sin ese novio,  sin ese trabajo y sin el hijo rebelde.  Ellos tendrán su propio camino pero el nuestro ya no los incluye.  

Incluye algo nuevo de lo cual todavía no sabemos mucho. Lo que hay en nuestro regazo es un espacio abierto.  El espacio está vacío- o lleno,  como queramos verlo.  Está vacío de pasado y lleno de posibilidades.  Todo es posible cuando nada es seguro.  Es como tener un lienzo vacío,  una paleta de colores y pincel en nuestra mano. 

Podemos sentarnos a llorar por lo perdido y desperdiciar el enorme regalo que la vida nos da de reinventarnos desde cero.  O podemos atrevernos a dar una pincelada, una solamente.  Una con toda nuestra presencia,  pasión y compromiso.

Una nada más. 

La dulce impermanencia es aquella fuerza que mueve todo fenómeno vital.  Somos la consciencia que observa el cambio y que no se opone a las fuerzas que pulsan en el mundo material.  Sin embargo,  hemos sido condicionados mentalmente a agarrarnos del péndulo y a recorrer con él las desventuras de los extremos.  

El péndulo quieto en su centro está siempre en profunda paz.  Esa es la paz de nuestra consciencia realizada. A veces, es nuestra mente la que continúa agitándolo con fantasmas mentales,  sucesos acaecidos que no tienen ninguna actualidad y heridas abiertas que no cerrarán a menos que decidamos estar ya de una vez por todas en el aquí y en el ahora.

Aquí,  ahora,  estamos bien. 

Sí,  han sucedido cosas.  Sí,  esa persona no era la que creíamos. Pero qué bendición!  Ahora sabemos quién es y podemos escoger mejores opciones.  

Sí,  ese trabajo se fue...pero ahora podemos crear cosas nuevas y conocer más de nuestros talentos en áreas nuevas.  

Sí,  amábamos mucho a ese ser...pero tal vez,  amábamos sólo la imagen que teníamos suya en nuestra mente y no quién era realmente.

Ahora todos somos libres de seguir nuestros caminos.  El bien mayor es la libertad  por encima del amor, porque sin libertad no puede haber amor verdadero. 

No sabemos qué nos espera mañana -ni siquiera sabemos si mañana llegará.  Pero sabemos que estamos aquí hoy y que podemos estar tranquilos ahora porque la paz es una decisión interna.  No depende de nada ni de nadie.  Es la decisión de no reaccionar por más drama,  sucesos y tragedias externas.  

Cuántas veces nos hemos dado cuenta que lo que pensábamos era lo peor que podía suceder, y resulta ser lo mejor?

Y de hecho así es, porque si no no sucedería.

Bailar con la vida implica dar pasos en falso,  caídas violentas y la torpeza predecible en situaciones que no anticipamos.  Implica una valentía del alma de no ceder ante los impulsos más bajos del miedo y la ira.  Implica reconocernos en lo que es sereno y pacífico, como lo es todo en la naturaleza.  

Movernos a un ritmo más lento,  escuchar más.

Resiliencia es bajar decibeles,  observar por dentro el decantar de cada segundo sin anticiparnos ni arrepentirnos.  La verdad es que estamos aquí,  hemos vivido y hemos llegado a comprender que no importa cuántos reclamos, lágrimas o dramas personales,  la vida sigue su curso como un río apacible con corrientes poderosas.

Está en nuestro poder soltarnos a la corriente con confianza. Suavizarnos,  relajarnos.  Observarnos con paciencia y sin mucha cabeza.  El río fluye y  podemos escoger una vez más,  entregarnos a sus aguas.   Fluye lo queramos o no y resistir su fuerza es un absurdo.  

Es mejor dejarnos llevar...

La redefinición de resiliencia será entonces,  no el impulso abrupto en automático de levantarnos a cómo dé lugar,  sino la realización consciente de que la caída era parte del plan.  El tomarnos un rato para realizar la dimensión de la caída,  cuidarnos y prepararnos a redirigirnos ante el cambio de brújula y coordenadas.

Con gratitud.  

Con confianza...



viernes, 22 de marzo de 2019

Amanece

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Amanece.

Como cada día amanece. Sin embargo, hoy es un día distinto. Hoy estoy consciente y presente a este amanecer. Presente al sonido de los pájaros, al latido de mi corazón. Respiro este aire y siento como mi cuerpo está vivo y caliente.

Un milagro.

Desde este contenedor llamado mente y cuerpo físico, observo. Observo la oportunidad que está aquí, sentada hace rato en mis regazos. Viéndome a los ojos por primera vez y diciéndome:
¨Escucha...abre bien los ojos...¨

Regresan los pajaritos y el primer rayo de sol se cuela por mi ventana. La abro y puedo llenar mis pulmones con un aire fresco que me alimenta y alivia. Cierro mis ojos. Adentro hay luz también y no se apaga. Estoy pulsando con el árbol, el pájaro y el cielo. Soy una con todo lo que existe.

Observo mi mente. Está en un rincón un poco aburrida. Hace días que no le doy mucha bola. Está perdiendo sus colores dramáticos y sus pataletas ya no me interesan. Me observa. La observo. La puedo amar así, un poco perdida, acostumbrada a su hegemonía y control. Es parte de todo lo que es y por tanto, no una enemiga. Ha hecho su trabajo muy bien para traerme hasta aquí.

Estoy incluso agradecida.

Trato de encontrar el dolor pero me doy cuenta de que duerme arropado en el rincón de la mente. Se ha quedado huérfano también sin mi atención.

Es que, sinceramente, ya no me interesas. Me ahorcaste por varios meses y me dí cuenta que podías matarme. Y yo quiero vivir, es más, yo soy la vida misma y no puedo morir. Nunca he dejado de ser.
Los sentidos me mecieron a través de esta vida humana y he fluctuado entre las orillas del deseo y el desdén. Todo parece haber desaparecido y trato de observar adónde se fueron. Mis compañeros de casa, cama y meditación. Mis cuates de práctica. Porque cualquier practica implica que todavía no hemos alcanzado el Edén.

Cualquier practica sólo un paso más en un camino que no existe.

Amanece.

Permito que todo sea como es, que la vida haga de ahora en adelante de las suyas como le apetezca y observo sin entrometerme. Qué hermosa es , sí... Y hoy, estoy aquí sin memoria, quieta y vacía. Más bien llena..no sé. La historia se ha deshecho, la idea de quién yo era. Mi historia ya no me interesa y la observo pero no como observo este árbol y ese cielo inmenso.

Ellos tienen mi total atención y curiosidad.

Todo está en silencio. No sé adonde se fueron todos los sonidos, las sensaciones y el tráfico de pensamientos. No encuentro nada hacia qué reaccionar. Esta bien todo como es. Está bien. Esta claridad está bien. Estos rayitos de sol mmm....esta piel. Estos ojos. Estas manos.

Todo es fresco ahora. Los pensamientos quedaron en una periferia. No sé cómo pero están fuera. Sí, puedo salir y saludarlos y algunos están enfurecidos porque ya no me dominan. Igual los amo. Me trajeron a este lugar y gracias a ellos algo cambió.

Cómo me llamaba, cuántos años tenía, adónde vivía... acordate. Acordate...!
que belleza, estoy desmemoriada.

La historia de antes. Qué se hizo?

Sé que existo con este rayito de sol. Sé que el cielo me abraza y me comprende. No sé si alguien más me comprende porque hay sólo silencio. Ah sí! tengo un amigo, ahora entiendo por qué lo amo tantísimo. El vive aquí también. Desde hace rato.

Estoy quieta y su vibración me toca. Se está despertando también a esta frescura de mañana. Respira conmigo. Su silencio siempre me atrajo pero yo andaba todavía perdida en la periferia. Ahora podemos tocarnos.

Qué lindo.

Siento la presencia de fuerzas benevolentes que me envuelven y aman. No sé cómo llamarlas pero aquí están. Sabía de ellas, las intuía y me hablaban a veces. Ya no hablan- sólo están aquí conmigo y me siento profundamente feliz.

Dí un paso y ese paso no es más que yo misma. Esta paz. Este amor. No es un amor personal- amo esta uña. Amo este pie. Y todo lo que gravita en este plano es amable- puedo amarlo incondicionalmente. Sí, incluso a ese que no me ama. Bueno, que cree que no me ama. A ese más que a nadie.

Si, a vos.

Sé que quién te trajo a mí nos lleva a ambos. Vacía te digo: todo está bien. El veneno de atrás ya no puede tocarnos. Deja el ruido- es una molestia innecesaria.

Qué queda? Decíme qué queda. Sentí. Está ahí en vos también.
.
..
...
Ahora me muevo que este cuerpo tiene hambre. Mi bebida de siempre: agua caliente con limón, vinagre de manzana y miel. Mmmm está caliente. Caliente. Mmm mis piernas me sientan. También están calientes. Ya no ¨me siento´- ellas lo hacen por mí.

Cómo las amo.

Cuánto. Como si las usara por primera vez.

Y mientras observo mi taza y mis piernas cruzadas, descanso en este lugar neutral, espacio que se revela y me revela que siempre estuve aquí. Que no puse suficiente atención. Eso era todo.

Hasta que sucedió la Explosión Hacia Adentro. Y ya yo no pude evitarlo.

Soy esa pureza, sin técnica ni práctica. La libertad que anhelé como idea no era tal. El mundo que concebía mi mente pequeñita colapsó. Gracias y bendiciones a todo el sufrimiento que me trajo a esta mañana de luz. El ruido se ha aplacado y vuelvo a ver a esa mente mía en el rincón. Está dormida. Se ve indefensa y pequeñita. Cumplió su función.

Es una mañana hermosa.

Estoy aquí.

jueves, 21 de marzo de 2019

Toda la gloria del universo está presente en un grano de maíz




Revisando mi computadora,  encontré mi viejo blog.  

Escribí aquí por muchos años,  en medio de cambios y tormentas. Amo este espacio y me doy cuenta que lo prefiero a cualquier otro. Esta pantalla me acompañó en varios viajes a India,  los adioses,  las bienvenidas,  muchas buenas y sobre todo,  en las malas.

Me dio impulso para seguir adelante gracias a la interiorización que implica escribir y a ustedes todos que me leen.

El año pasado recibí un mensaje en video de varias chicas en España.  Me agradecían por escribir y me dio mucho gusto conocerlas y saber que mis letras de alguna forma les habían ayudado tanto como a mí.  Empecé a escribir cuando estaba en cuarto año del colegio.  Tuve una maestra que me impulsó e inspiró,  doña Tere.  Siempre la llevo conmigo y más cuando hay algo que me dice que no escriba,  sé que es el momento de hacerlo.

Así que aquí voy de nuevo por este canal que hoy resucita gracias a la magia de la tecnología.  Tuvo un compás de espera de dos años ya que me pidieron cerrarlo cuando trabajé como Embajadora de Costa Rica en India del 2017 al 2018.  Fue una experiencia muy enriquecedora y dura que no cambiaría por nada.

Me destrozó la vida en todos los sentidos.

A nivel profesional,  decidí regresar a mi carrera profesional como abogada y entonces,  como diplomática.  Fue un reto muy grande y aprendí muchísimo.  No sólo sobre actividades con el gobierno indio por mi país sino sobre todo sobre la gente,  el mundo de la diplomacia y la política y los bemoles de ser enviada en un cargo político.  Mi vida se expandió en muchos sentidos y también se contrajo en otros masivamente.

A nivel del yoga,  se me advirtió que no podía enseñar profesionalmente así que decidí abrir un shala en mi apartamento en Delhi y conocí hermosos yogis indios que llevo profundos en mi corazón.   Practicábamos juntos cada mañana antes de irnos a los trabajos y cultivamos amistades que continúan hasta hoy.  

A nivel familiar,  después de estar dos años sirviendo a mi país regresé a Costa Rica sedienta de mis niños y me encontré con una demanda de custodia para quitármelos.  Después de cuatro meses de luchas legales sin éxito y sin poder verlos ni hablar con ellos,  he atravesado el fuego más intenso de toda mi vida y también realizado que sin mi práctica de yoga me hubiera vuelto loca.  Cada lágrima me ha limpiado,  cada noche en vela enseñado.  He comprendido que tenía muchos amigos que no eran tales,  el fuego de la verdad quema pero también sana.  Y ante todo,  he encontrado amor y apoyo en gente generosa y bien intencionada.

A nivel personal,  Dios me dio la compañía incondicional de un guerrero que me ha abrazado con todo su amor y sabiduría.  Tengo que decir que nunca en mi vida me he sentido tan amada y acuerpada.  Aunque no es un yogi de asana,  es un ser sabio lleno de enseñanzas diarias y muestras de cuidado a través de sus acciones íntegras y simples.

Un ángel.

Así que la vida se ha equilibrado en un intermedio que contiene mi corazón roto por la ausencia de mis niños y el amor colmado por el amor de pareja.  Hay días en que siento que me deshago de dolor y otros en que comprendo que yo pedí esto:  pedí entender qué es la libertad y la verdad en esta vida. También pedí intensamente por saber qué es el Amor.  No sólo el amor humano, sino el Amor Amor.  Ese que es nuestra esencia.  Ese que no muta con las experiencias externas. 

Para eso,  nada mejor que explorar lo contrario y comprender que en esta dicotomía es que los seres humanos fluctuamos constantemente.  He tenido que demoler expectativas a la fuerza y atravesar mitos en mi mente como el sentir  que conocía bien a las personas que me rodeaban y podía confiar en ellas y que sabía exactamente cómo iba a vivir el resto de mi vida.

Ja...Ja.. Ja.

Las acciones ajenas son imposibles de controlar.  No sabemos lo que los demás piensan.  Pienso en estos meses de prueba y sé que podría haber caído en una depresión si hubiera escuchado todo lo que mi mente reactiva decía después de los acontecimientos tan dolorosos.  Pero por la Gracia de Dios y la presencia de mis maestros y guías,  he podido atravesar cada día con un poquito de esperanza.  Mi mente se ha vuelto suave y flexible,  ya no apegada a ningún resultado.

He aprendido a agradecer lo pequeño y lo simple.  Como me enseñó alguien que amo mucho,  toda la gloria del universo está presente en un grano de maíz. 

Así me siento,  despojada y libre,  como una semilla que empieza a moverse para dar frutos nuevos.  Sin nada porque perdí mis pertenencias personales,  mi familia y mi ¨reputación¨ de una manera muy injusta.   Perdí también supuestos amigos que no eran tales,  estudiantes muy queridos,   el status y el nombre,  además de mi shala y mi hogar.

Pero gané todo lo que he pedido y eso es entender para qué vivo y por qué estoy aquí en esta vida.

Mi alma necesitaba romper con un estilo de vida donde era alguien X,  hacia algo y mis roles me definían. Hubiera continuado alimentando mi vida en Costa Rica como la conocí,  había algo de piloto automático e inconsciencia.  Pero este evento familiar que podría calificar como una tragedia en todo sentido, me sacó por completo de la zona de confort ya que nunca lo anticipé.  Me tomó totalmente por sorpresa como un ladrón que nos roba lo más querido en medio de la noche.

Mis niños están siempre en mi corazón a pesar de la distancia.  No puedo hablar con ellos ni verlos pero eso no impide que mi amor por ellos crezca.  Igual para el resto de mi familia. He dedicado mi energía a la meditación y la práctica,  la lectura y ahora,  la preparación de mi próximo tour en Europa atendiendo invitaciones amorosas de estudiantes pasados y amigos nuevos.  Escribir me ha ayudado inmensamente y la soledad curtido.  Soy alguien que nunca fui,  no me reconozco en esta nueva vida tan sobria de gratitud diaria incondicional por lo que viva y continúo soltando capas, imágenes y expectativas que corrían profundas en mi vida anterior como la conocí.  

Retomo mi blog con la gratitud y la bendición de saberme totalmente ignorante y maravillada de esta vida y sus curvas.   Cada día es una exploración sin agenda,  una apertura completa al milagro de simplemente respirar y una mente que ha transmutado su miedo y desesperación en calma y serenidad.   Mis hábitos mentales se fueron todos a la basura e incluían creer que sabía,  considerarme absurdamente omnisciente y omnipresente y todos los resabios de materialismo espiritual recogidos a través de los años.

Quedé en un desierto donde con costos podía respirar. Y hoy, cuatro meses después de la bomba,  el milagro es que sigo respirando. Y más que respirar,  pienso diferente. 

Siento diferente,  veo diferente.

Más simple,  más suave,  más relajada.  Todo pasa.  La vida nos atraviesa sin piedad y rendirnos es la mejor opción.  La opción de resistir sólo trae más dolor a lo que ya es nuestro destino.

Me rindo,  me entrego. Agradezco,  respiro.  No anticipo nada.  Lo que es para mí llegará a su tiempo.  Mientras tanto

Me rindo, me entrego.  

Agradezco,  respiro.

Mi mantra diario más el amor aquí presente en cantidades infinitas que me dice:  tranquila, todo está por comenzar.