jueves, 26 de enero de 2012

Marco y los apegos

Marco se fue.  Se acaba de ir en taxi hacia Bangalore.  Sale mañana a las 3:25 de la mañana,  un vuelo pesado de diez horas hasta Alemania. Luego,  12 más a Bogotá.  De ahí a San José,  más o menos dos días de viaje.  Ya lo extraño y quisiera agarrar mis chunches y haberme ido con él. Qué es lo que me hace quedarme?  a veces no lo entiendo,  es como un imán que me jala y cada día, después de practicar en el shala,  siento un certeza completa de que estoy donde debo estar.  Esto del yoga lo hace hacer cosas a uno que tal vez no creyó poder.  Una mente fuerte permite alcanzar lo que sea,  decía Guruji. En mi caso,  no anhelo alcanzar nada,  pero me permite quedarme.  A pesar de lo mucho que extraño a mi familia. A pesar de estar tan lejos.  La mente ha cedido espacio a una sabiduría más profunda y es esa sabiduría,  que ni siquiera considero mía,  sino un reflejo de mi ser verdadero,  la que toma las decisiones más difíciles sin titubear.  A pesar del dolor y del deseo tan humano de estar acurrucada en los brazos de mis amores. 
Mañana me toca madrugar,  primera serie guiada.  Me preparo,  entre lágrimas porque ya lo extraño.  Agradecida por todos los momentos tan lindos que pasamos en nuestra aventura india.  Me acuesto temprano y siento el músculo de soltar un poco atorado.  La cama es muy grande.  No puedo dormirme.  Después de un rato,  mi cuerpo se relaja.  Sé que él está cuidado y protegido,  sé que todo es perfecto...lo que sea.  El músculo finalmente cede y suelta...y me duermo tranquila,  sabiendo que esto del yoga nos pide sacrificios...pero nos da tanto de vuelta.  Esta fe se cultiva,  esta práctica sólo nos pide hacer: you come,  you do.   Poco a poco,  todo se va manifestando y como decía mi querido maestro,  all is coming.

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