martes, 17 de enero de 2012

Y por qué Mysore?

Hoy me despierto temprano como todos los días.  Marco se va al shala a las 5:15 am y ya yo quedo despierta.  Aunque me toca practicar más tarde,  aprovecho estas horas de la mañana para meditar y hacer pranayama,  escribir,  trabajar y leer hasta las 8 am.  Leo mi entrada de ayer en el blog y me pregunto:  por qué Mysore?  podría ser Madagascar,  Tailandia o tal vez Japón?  o quizás Juan Viñas,  Sarapiquí o Arenal?  en realidad,  no es el lugar físico.  Es el lugar interno que el lugar físico nos permite accesar. En mi caso y el de muchos otros,  como hacemos esto del Ashtanga Yoga,  Mysore es la meca y aquí están nuestros maestros.  En otros casos,  las mecas son infinitas.  Lo importante es saber qué es lo que uno está buscando. Digamos que esto del Yoga es como un mapa que nos ayuda a ubicarnos en el territorio.  Sin embargo,  no es el territorio y eventualmente,  cuando nos encontremos en medio de la montaña,  el bosque y el cielo abierto,  el mapa se vuelve innecesario.  Pero al inicio,  todos necesitamos ubicarnos en el espacio. Y qué mejor mapa que nuestro propio cuerpo?  Ahí están contenidas todas nuestras experiencias desde que nacimos y la respiración nos permite accesar lugares que tal vez quedaron olvidados en el tiempo.  El asana nos ayuda a abrirlos y estirarlos con paciencia y tal vez,  sólo tal vez,  por un instante tenemos la visión de todo el horizonte.  Pero esto sucede a veces sí,  a veces no.  A veces,  nuestra mente está hiperactiva y estos momentos de lucidez se nos pasan entre tanto pensamiento.  Y algunas poquitas veces,  es como si le bajaran el volumen al cacareo constante de la cabeza y se abre un lugar nuevo.  Este lugar:  no nos enseñaron sobre él y es callado y frágil como una mariposa.  Entre mucha bulla,  se escabulle. Cuando hay mucho movimiento,  se esconde.  Pero si durante un rato en el día nos quedamos quietos,  respiramos,  disfrutamos nuestro cuerpo y sus capacidades de movimiento...tal vez,  sólo tal vez,  resurge a la superficie y ahí...guau!  recordamos...sentimos otra vez.   Nos rehumanizamos entre tanta tecnología,  prisa y poco presente. 

Ayer sucedió aquí en Mysore una situación muy triste.  Había un coconut stand desde siempre y lo botaron.  El coconut stand de Guru,  su dueño,  fue por muchísimo tiempo una institución para los yogis.  Punto de encuentro de amigos,  pasaba lleno de la madrugada a la noche.  Sin embargo,  resulta que tanto occidental atrajo la atención de la policía y dijeron que estaba interfiriendo con el tráfico.  Esa es una versión.  La otra,  es que van a hacer una construcción y los dueños de la tierra querían su esquina de vuelta.  Pero Guru y sus hijos se quedaron sin stand....y también todos nosotros.

Cuando empezamos un camino,  existe la posibilidad real de que tengamos que demoler nuestro stand de cocos,  agarrar nuestros chunches y crear algo nuevo.  Si nos aferramos a lo que ya no somos ni seremos más,  sufrimos inmensamente.  Hay una gloria en soltar  y no necesitamos justificar nuestras decisiones.  Sintámonos orgullosos de tomar decisiones inteligentes en nuestra vida.  En unos pocos años,  tal vez menos de los que creemos,  estaremos ya en el último instante,  haciendo recuento de nuestra vida que pasó como un suspiro de rápido.  Y ahí,  nos daremos cuenta de todo el tiempo que perdimos pendientes de lo que piensan los otros,  juzgando y juzgándonos cuando nos salimos un poco del camino trillado. Es ahí cuando sabremos si vivimos este regalo de nuestra vida como quisimos o si desperdiciamos las oportunidades que Dios y la vida pusieron ante nosotros.  Para los que amamos el Yoga,  es ahí que podremos regocijarnos en el camino recorrido y sonreír mientras exhalamos con calma,  sin miedo,  sin aprehensión.  Y sabremos,  sin duda alguna, que valió la pena apostarle a venir a Mysore.  Que valió la pena salirnos del cuadradito y apostarle a vivir una vida más plena.

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