domingo, 3 de enero de 2016

Tercer Viaje

Domingo de descanso.

Mi espalda todavía acribillada por tantas horas de vuelo lo agradece.  Sebastián llegó ayer de Argentina:  como bien me dijo hoy,  se sentía como zombi.  Son tantas las horas de vuelo y distancia que el cuerpo se siente como extraterrestre los primeros días.  Pero poco a poco vamos aterrizando.


Mañana me toca despertarme a las 3 am.   Así que alisto todo para la madrugada, tengo que acostarme dentro de una hora,  a las 7 pm.  Y repaso la entrada de hoy recordando mi tercer viaje por estas tierras.


Viaje 3

India se perfila a lo lejos como mi maestra en el arte de soltar.  

Desde que uno llega al aeropuerto,  ya todo huele y se siente distinto.  Tengo innumerables historias y las más tristes son las de los abundantes scams.  Ahora que Occidente ha vuelto su mirada a Oriente,  muchos indios inescrupulosos han realizado que,  ante la ignorancia de los visitantes,  todo lo que tienen que hacer es disfrazarse de gurúes y ya pueden sacarles unas rupias.  

Pero todo en India se maneja a otro nivel.  Ellos mismos repiten incesantemente que uno atrae al maestro que necesita.  Lo he experimentado en mi vida no sólo en mi profesión,  sino en mis relaciones.   El espejo que el otro nos ofrece es exactamente lo que necesitamos ver en ese instante vital.  Por dicha,  la espada del discernimiento,  ese regalo que esta práctica afila cada día,  nos ofrece la oportunidad de ver, realizar y discernir con más sabiduría, compasión y desapego.  

Encontrar maestros íntegros,  serios en su camino,  dedicados e inspirados es una recompensa kármica. 

En mi Tercer Viaje llegué a Mysore con la Primera Serie perfecta- según yo.   Qué horror! En Costa Rica, como no teníamos maestro,  nos juntábamos un grupo de amigos a practicar....a batear,  más bien, diría ahora!  Pero era muy lindo,  tengo lindos recuerdos de ese año.  Teníamos libros y videos y muchas ganas.  Recuerdo esos días de unión y amistad entre muchos de los que ahora hemos escogido compartir esto del Yoga en Costa Rica.  Nos reuníamos a veces dos y tres veces por semana a experimentar.   Todos siempre estarán en mi corazón.  Nuestro deseo nos unió y aunque nos llevó en direcciones distintas, la amistad y cariño permanecen.

La cosa es que llegué a Mysore bastante perdida.. ja ja  pero muy motivada. 

El primer día en el shala entré directamente en el cuarto como Pedro por su casa.   Normalmente, apenas uno llega a Mysore espera que sea la tarde cuando la Office está abierta y va y se inscribe en la escuela. Saluda a los maestros y ellos le dicen a qué hora ir a practicar el día siguiente.  Pues yo llegué directo en la mañana y me metí!  Viendo para atrás,  me siento tan fuera de lugar...y peor todavía cuando empecé a hacer mi práctica a como  la habíamos podido descifrar en nuestro grupo de amigos:  los vinyasas perdidos, variaciones a las posturas y sobre todo,  la respiración caótica.  

Una práctica de yoga sin respiración es como un río sin agua.

La secuencia no me la sabía muy bien tampoco.  Sharath,  en su infinita paciencia,  me puso a hacer Primera Serie todo el mes.  Después comprendí que ese es el protocolo la primera vez que uno va a Mysore.  Mucha gente viene de gimnasia y acrobacia y la Primera Serie es fácil para ellos a nivel físico. Sin embargo,  también hacen su Primera Serie.  Y sólo eso.

Llegué sin saber nada de nada, ni siquiera adónde hospedarme.  Cuando me registré Sharath me dio la dirección de un apartamento del médico de su mamá,  Saraswati.  El detalle es que quedaba en la ciudad,  a unos quince minutos del shala. Las mañanas heladas me hicieron cuestionarme la inteligencia de esta decisión. Además,  conseguir rickshaw a las 4 am no fue nada fácil. Así pasé un mes completo:  ahora veo hacia atrás y me río ante lo absurdo de la situación.  Todavía no sabía que uno podía hospedarse más cerca.

En Ashtanga el maestro decide nuestro avance  y esto causa y ha causado en el pasado muchas reacciones y enojos. Las posturas de muchos son muy buenas,  pero en Mysore el énfasis no es ese.   Muchos yogis muy diestros físicamente no pasan de una postura- y no los avanzan a veces en meses.  Si uno se queda pegado en una postura por cuestiones físicas,  la mayoría de las veces mentales decía Guruji y continuar puede lesionarlo,  le piden parar.  Pero aunque uno físicamente pueda hacerlo todo,  la práctica en Mysore anhela que la mente entre en el estado del yoga.  Para muchos,  incluyéndome,  eso significó un cambio de ritmo.

Aprendí mi Primera Serie como Dios manda y observé,  a lo largo de ese mes en Mysore,  un cambio radical en mis pensamientos. Después de la práctica,  la paleta de colores de Gokulam se abría como por arte de magia.  Los niños que vendían flores a la salida del shala, el señor de las pipas,  los amigos y el sol de la mañana me parecían las cosas más bellas que jamás había visto.  La brisa de la mañana me alimentaba.  El resto del día transcurría en una meditación en movimiento. Caminaba las calles sin ningún afán,  totalmente serena y feliz,  envuelta en mis trapos indios y con una felicidad tan grande por dentro que no podía entender todavía muy bien de dónde venía.

Los indios son muy amistosos,  más los que están cerca del shala y ya hablan inglés y se relacionan con los yogis y yoginis.  Los rickshaw drivers son todos personajes.  Me hice amiga de uno en particular y somos amigos hasta la fecha.  Cada vez que regreso, no importa cuánto tiempo haya pasado,  me grita agitando sus brazos y con esa gran sonrisa blanca en su cuerpo oscuro:

"MARIAAAAALAAAAAAA!!".

No en vano,  mi nombre significa en Kannada (el dialecto de Mysore) "no voy a olvidar".  Y es eso lo que me invita a seguir regresando a India.  El sesha de la práctica- el residuo que queda a nivel físico,  energético, emocional, mental y espiritual- es tan profundo,  tan impactante la primera vez que uno pasa un mes entero dedicado al Yoga.   Todos los días,  sin excusas,  fuera de las rutinas que nos consumen y esclavizan,  la mente poco a poco va cediendo las riendas a nuestro espíritu.  Ese espíritu que se nos pierde en Occidente entre tanta demanda interna y externa, tanta necesidad de alcanzar metas y tanto ruido mental.

El cuerpo trabajado va dando espacio a una mente serena.  En Ashtanga Yoga es a través del cuerpo que accesamos estados internos más sutiles.  Primero,  aplacamos la ansiedad,  el miedo y la angustia,  estados en que vivimos casi naturalmente y que se manifiestan en los músculos,  los huesos y la piel.  Todo esto de la mano de la respiración. Luego,  el cuerpo se va suavizando, como cuando acariciamos a una mascota con amor y la alimentamos,  no importan su pasado.  Desde ahí es que el cuerpo afecta la mente y una mente calmada puede escuchar y ver mejor.

Siento que  mi destino habría sido muy triste de no haber encontrado a mis maestros.  Hay tantas huellas energéticas que cargamos no sólo en la mente, sino en las emociones y físicamente en el cuerpo.     En India le llaman samskaras y dicen que vienen a veces de otras vidas incluso. Cargar con todo eso nos impide vernos como realmente somos.  Liberarnos de eso abre nuestra posibilidad de percibir esta vida sin tanto peso de por medio y poder recibir cada instante con gratitud.

La Primera Serie me sanó y continúa haciéndolo. Cada viernes es tradicional hacerla, no importa dónde se encuentre uno en las Series.  Es el regreso al inicio,  el agradecimiento por lo básico y la base de nuestro nuevo hogar.  Las bases son importantes y en Mysore nos piden ser muy detallistas y cuando llega un obstáculo- que por cierto hay muchos en este método- el maestro nos ayuda a respirar y  confiar,  aún en los momentos más intensos y atemorizantes.  

Así fue como comencé a aprender el arte de  tenerme paciencia y saber que lo más importante es rendir todo a un Poder Superior.  Aprendí también en este viaje el arte y destino de confiar en tu Maestro.



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