miércoles, 20 de enero de 2016

Notas de Guruji

Guruji hablaba casi en koans,  esto es,  enseñanzas comprimidas en pocas palabras en inglés debido a la barrera del idioma.

"Practice,  practice, practice...practice, practice."

"mmmm...you do."

"no problem, shanti is coming."

"why fear?"

"you pray God."

"mmmm...seventh series you do."

"thank you, thank you, thank very much..."


Mientras escribo todavía escucho su voz dentro de mí,  veo su rostro dulce y amoroso y siento mis manos tocando sus pies.   Guruji nos hablaba sobre todo con su mirada,  con sus ajustes,  con su sonrisa.  Con sus pies maravillosos que asemejaban la tierra,  la lluvia,  las flores y las montañas. Pies de un gigante.  Pies de un ser que vino a esta tierra a ayudarnos a muchos a despertar.

Cuando un maestro está vivo esparce su perfume adonde quiera que va.

Conocí a Guruji en el año 2003 aquí en Mysore,  en su casa.  Supe de él por una amiga que vino a Costa Rica a hablarme de un maestro en el sur de India,  Pattabhi Jois.  Gracias a ella llegué a las puertas del shala y mi vida cambió para siempre.

Lo vi de nuevo en California,  San Francisco y Encinitas.  Y cada año en Mysore hasta el 2009 en que nos dejó.  Mi corazón se expandía en cada encuentro.  Recuerdo estar en San Francisco por segunda vez y el tour se canceló porque el padre de Sharath había muerto.  Recuerdo también una vez que nos dejó en el Kapotasana más largo de mi vida.  

Y los Sirsasanas de 50 respiraciones.

Nos sorprendía todos los días,  como los niños.  Su humor era franco y sincero.  No había hipocresía en él.  Se alegraba genuinamente cuando llegaban estudiantes nuevos al shala.  Tenía un fe contundente en la práctica y un amor  auténtico por su maestro Krishnamacharya.  Amaba leer los shastras y estar con su familia.  En la simplicidad de un padre y abuelo pude ver claros los frutos del yoga.

Muchos de los que está ahora aquí en Mysore no lo conocieron.  Para ellos Sharath es Guruji y está bien.  Sin embargo,  ver el gigante que hay detrás de Sharath me ha ayudado personalmente a comprender el contexto del crecimiento tan impresionante del Ashtanga Yoga del KPJAYI en el mundo.

Practicar este Ashtanga Yoga significa entrar en un río de sabiduría.  Me siento tan afortunada de saberlos mis guías y muy confiada en que este método nos fortalece a niveles profundos.  La fuerza no es sólo física  sino interna.  Hoy he tenido un día movido a nivel personal:  mi cumpleaños trajo a mi mesa recuerdos del pasado,  gente querida,  anhelos latentes.  Además,  el día a día en India es intenso:  para que algo suceda hay que tener mucha paciencia.

Hoy fui por tercera vez a una oficina:

"no power".
"you come tomorrow".
"not coming yet."

Respiro y doy gracias porque a pesar de todo el caos material que implica vivir estas vidas humanas, me siento tan bien después de mi práctica de esta mañana.  Hoy practiqué entre dos guerreros:  uno ya maduro,  su práctica serena y sólida.  Otro muy joven:  su enfoque impresionante.  No es cuestión de edad:  es cuestión de alma.  Algunas almas reconocen inmediatamente la dimensión de esto,  otras lo toman a la ligera,  otros se ríen;  otros no entienden nada de nada.

Por eso siempre digo que la semilla es buena pero la tierra determina la calidad y los frutos del árbol a futuro.  La semilla viene de un lugar de integridad y pureza como Guruji y todos los maestros detrás suyo.  La tierra somos todos nosotros y nuestros rollos, dramas,  venenos,  kleshas e inseguridades.

De nosotros depende ser los suficientemente inteligentes para soltar todo el sufrimiento y estar listos para hacer crecer la semilla.  De nosotros hacer oídos sordos,  interpretar todo a nuestra manera y continuar siendo miserables.

Pienso en una estudiante que vino dos veces a Costa Rica,  mujer fuerte y determinada pensé en su momento.   Ahora las dudas le han nublado el panorama por completo unido a acontecimientos vitales muy dolorosos.  De nosotros depende no perder la fe cuando todo a nuestro alrededor nos dice:  "piérdala".

No hay esperanza en este lugar,  todo está perdido.  Esa es la voz que precisamente no tenemos que escuchar.

Qué le pasó a esta mujer?  Sus dudas la doblaron.  Su incapacidad de comprometerse con un maestro. Su inteligencia que le saboteó la intención. Su ambición. También en el Ashtanga se puede hacer "spiritual shopping". De ahí que cada vez los maestros de Guruji y Sharath estemos más reacios a hacer talleres de fin de semana y más abiertos a tener experiencias de más tiempo con la gente.  Es en una experiencia de convivencia y práctica diaria que la tierra comienza a prepararse.

Todo está perdido de antemano en el mundo del Maya.   Todo es sufrimiento e impermanencia garantizada.  Por eso entramos en el río de la sabiduría y sus aguas nos llevan amorosamente al regazo de nuestros maestros.  Lo contrario es seguir conviviendo con el sin fin de venenos que albergan los egos y que impregnan cada pensamiento empañando nuestras acciones.

Medito en un Mysore lluvioso sobre el poder de mis maestros y la fuerza que me están transmitiendo a través de un sadhana tan tremendamente salvaje a nivel humano:  físico, mental, emocional.  Esta fuerza tiene ya una intención y una dirección. El Ashtanga no es flotar y salir en un video con sonrisa. Eso es un enlatado. El Ashtanga es llorar como he escuchado llorar a tantos durante estas mañanas en el shala- gracias a Dios. Incluyéndome por supuesto.  El Ashtanga es rendir nuestras expectativas y crear una vida nueva a partir de las cenizas.

El Ashtanga es escuchar.

Todos hemos sufrido incendios pero en algunos todavía queda un resquicio de fe lo suficientemente potente para girar todo desde el mero centro y empezar todo de nuevo.

A vos que anhelás precisamente eso.  Porque sino no estarías leyéndome.
Esto es para vos.





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