viernes, 15 de enero de 2016

El Guru

En nuestro camino espiritual encontramos el tema del maestr@,  nuestra relación con él o ella.

Quienquiera que nos ayude a entendernos.

Todos llegamos al estudio de la espiritualidad con muchas ideas sobre lo que vamos a obtener y cómo lidiar con la persona de quién creemos que lo vamos a obtener.  La noción misma de "conseguir" algo de nuestro maestr@- paz,  alegría,  sabiduría, lo que sea que anhelamos,  es una de las preconcepciones más difíciles de sobrepasar.

El proceso de recibir las enseñanzas depende de que el estudiante dé algo a cambio:  se requiere alguna forma de entrega psicológica,  un obsequio de alguna forma.  Por eso es que tenemos que hablar de rendirnos,  abrirnos, soltar expectativas antes de hablar de la relación maestr@-estudiante.

Es esencial entregarse,  abrirse,  presentar lo que uno es al guru en vez de intentar presentarse como un estudiante merecedor.  No importa cuánto estés dispuesto a pagar,  cuán correctamente te comportes,   qué inteligente seas al decir la frase perfecta.  No es una entrevista de trabajo o comprar un carro nuevo.   Tu trabajo depende de tus credenciales,  cómo te vistes,  qué brillantes lucen tus zapatos,  cómo hablas,  qué modales tienes.  El carro depende de cuán bueno es tu crédito o cuánto dinero tienes.

Pero cuando hablamos de espiritualidad se requiere algo más.  El guru ve a través nuestro.  Se divierte si nos vestimos para nuestra entrevista.   Son inútiles los gestos.  Lo único que nos pide es un compromiso de estar abiertos y soltar nuestras pre-concepciones. 

Dice uno de mis maestros budistas preferidos que la palabra guru se ha usado demasiado en Occidente.  Que es mejor "amig@ espiritual" porque las enseñanzas enfatizan un encuentro mutuo entre dos mentes.   Se llega a crear una comunicación mutua antes que una relación de servidor- patrono,  entre un ser evolucionado y otro miserable y confundido.

Nuestro maestr@ es aquel amigo espiritual que nos presenta  sus cualidades.  Hay una historia hermosa en el budismo tibetano sobre Marpa y Milarepa.   Marpa era un maestro extraordinario que además era un granjero y tenía siete hijos y una esposa.  Cultivaba la tierra y mantenía a su familia. Estas actividades no entraban en la idea de guru que tenía Milarepa.  Pero la enseñanza de espiritualidad balanceada con vida familiar y relación con la tierra era exactamente lo que Milarepa necesitaba aprender.

No podemos escoger a nuestro guru porque es famoso.  La pregunta es si puedes ser tú mismo cuando estás en su presencia.  Si realmente puedes abrirte a él o ella entonces están destinados a trabajar juntos.  Puede el guru verte a través de tus máscaras y comunicarse directamente?

Al buscar un maestro esta es la indicación primordial.

Los maestros espirituales no aceptan a cualquiera.   Tienes que estar dispuesto a abrirte.  Algunos llegan a la práctica con tantos conceptos y es simplemente imposible establecer relación.   El guru mismo nos pondrá pruebas y la vida misma también y todas nos llevarán a una gran decepción con nosotros mismos.  En algún momento dudarás que tu "amig@ espiritual" tenga algún tipo de sentimientos hacia ti.  Esto no tiene que ver con el maestr@ sino con nuestra propia hipocresía.  La hipocresía es la pretensión del ego de obtener algo de todo esto y es extremadamente difícil de descubrir y pelar.  Usamos armadura sobre otra.

Esta hipocresía es tan densa y tiene tantos niveles que removemos una y encontramos otra por debajo. Deseamos no tener que desvestirnos por completo.  Anhelamos que quitar unas cuantas capas superficiales será suficiente.  Pero nuestro amig@  no usa ningún disfraz:  está desnud@.   En comparación con su desnudez,  sentimos que tenemos encima cemento.  Y así es como nuestro guru no puede sentirnos.

En muchas historias de yogis por aquí en India el estudiante ha tenido que hacer largos viajes, soportar muchas incomodidades hasta que su fascinación por su maestro se cae.   Ese es el punto:  el impulso de buscar y encontrar es, en sí mismo,  la cadena.  Cuando este impulso se gasta,  nos entregamos al maestro como somos y el encuentro es posible.

Se dice que la primera etapa de relación con nuestro amig@espiritual es como ir al supermercado. Estamos emocionados y soñamos con todo lo que vamos a comprar:  los colores y riqueza de este ser y su personalidad colorida.  La segunda etapa es como ir a un juicio en la corte,  sentirnos como criminales.  Uno siente que no puede cumplir con las demandas de este ser y es muy incómodo porque sabemos que este ser nos puede ver y que sabe tanto de nosotros como nosotros mismos.

Ya en la tercera etapa de nuestra relación,  nuestro amig@ se convierte en una vaquita que está pastando tranquilamente.  Admiras su paz y sigues tu camino.  Y finalmente en la cuarta etapa tu guru se convierte en una roca en el camino.  Ni siquiera le prestas atención.

Al inicio,  es como un romance.  Cómo puedes ganártel@?  Hay una tendencia a querer estar cerca suyo porque realmente quieres aprender. Sientes tanta admiración pero al mismo tiempo te asusta. Tal vez algo no coincide con tus expectativas o te sientes inadecuado.   Es una relación amor-odio donde algunos huyen para siempre.  En otras palabras,  empezamos a jugar un juego:  parecer abiertos sin estarlo.  Querer estar muy cerca de nuestro maestr@ y luego escapar.  Si nos acercamos mucho,  nos sentimos desempoderados.

Como dicen los tibetanos,  el Guru es como el fuego.
"Si te acercas demasiado te quema;  si estás muy lejos no recibes suficiente calor."

Este cortejo sucede del lado del estudiante, hasta que la relación toma características más sólidas y con mayor sustancia.  Te das cuenta que estar cerca o lejos es sólo tu propio juego. No tiene nada que ver con la realidad:  es tu propia alucinación.  Tu amig@ espiritual  está ardiendo siempre y puedes seguir jugando o ponerte serio.

Y es entonces cuando la relación se vuelve creativa.   Aceptas el sentirte subyugado por él o ella y al mismo tiempo distante.  Si decide estar frío,  lo aceptas.  Si decide quemarte con su calor, lo aceptas.

Nada te conmueve y así te reconcilias con él.

Y en la siguiente etapa te sientes como una partícula de polvo.  Te has entregado,  te sientes insignificante.  Estas en una luna de miel y tu personaje central es tu maestr@. Aquí es peligroso entrar en el culto a la personalidad.  Por suerte esta etapa pasa.  Esta intensidad se desvanece y enfrentas tu propia vida y tu psicología.  Asumes la realidad de lo que es y lo escuchas internamente en cada acción que tomas,  en cada paso que das.  Cada situación en tu vida se vuelve una expresión de las enseñanzas.

Primero te entregas.
Luego juegas tus juegos.
Y ahora te abres completamente y ves a tu guru en todo lado.

Todas las circunstancias de tu vida te ofrecen la oportunidad de estar tan abierto a como estás con él o ella,  así que todo se vuelve tu Guru.  Tu amig@ espiritual se vuelve parte de ti y al mismo tiempo es un ser individual y externo.

Es así como la figura del guru nos ayuda a exponer nuestra hipocresía.
El amig@ es sólo un espejo.

Y cuando el guru se internaliza es como "Big Brother":  va contigo dondequiera que vayas.  Nuestra sombra nos acompaña siempre.



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