miércoles, 20 de enero de 2016

Ser mujer

El Ashtanga es una práctica muy Yang.

Hoy agradezco mis días de luna,  descanso muy merecido.  Espacio para meditar y comprender más profundo los efectos de lo que hago.

Veo el shala y el 80 por ciento somos mujeres.  Es por esto que es tan importante comprender el linaje desde el punto de vista femenino y estudiar con mujeres que hayan experimentado esta práctica a muchos niveles.  No sólo en términos de asana sino de vida.

Una de mis sabias maestras en este camino me dijo una vez que uno tiene que practicar pensando en la longevidad.  Nosotras las mujeres tenemos que contemplar si queremos tener familia y los efectos de un embarazo, parto y maternidad en nuestro sadhana.

Conozco por aquí varias practicantes avanzadas que se están acercando a los 40.  Varias de ellas se me han acercado a compartirme sus dudas sobre la maternidad.  El reloj biológico es una realidad pero cuesta mucho desapegarse de una práctica intensa.  Hay que soltar todo físicamente por dos años mínimo con cada bebé y sobre todo las expectativas de que va a suceder después.  Lastimosamente muchas mujeres contemplan todo a corto plazo y se pierden de la experiencia más hermosa de la vida por  imágenes vanas de posturas espectaculares.  Las posturas pasan.  Esa sí que es una pésima decisión.

A algunas de nosotros nos llegarán hijos, a otras no.  No depende de nosotras.  Sin embargo,  creo firmemente que uno tiene que escucharse.  Si se siente el deseo de traer un alma a este mundo hay que hacer el espacio y prepararse.  Si llega muy bien y sino llega también.  Ahí es que el Santosha hace maravillas en nuestro camino.  Ahí es que se ve el efecto real de nuestra práctica en la vida.

Práctica sin apego a los resultados.

Escucho historias por aquí de practicantes que no respetan sus días de luna.  Me da mucha tristeza y veo la ignorancia de sus maestros al no guiarlas correctamente.  El problema es que muchos de los maestros son hombres y tal vez no entienden las repercusiones de ir contra natura. El cuerpo de la mujer es un universo y como tal,  tiene sus reglas sagradas.  El flujo de energía en nuestros cuerpos nos permite ser dadoras de vida,  ejes de las familias y cuidadoras perennes.  Agentes de cambio y evolución. El flujo pide descanso durante las lunas.  Pide respetar los ritmos internos,  escucharnos, quedarnos quietas y hacia adentro.   Cargar baterías.

Descanso total de asana.  Descanso mental de la rutina diaria.

Estos descansos permiten que el cuerpo responda mejor después,  ayudan a sostener un embarazo si decidimos recibir un almita,  nos darán el gran placer de la lactancia y de un postparto saludable. Los ritmos femeninos son como aguas subterráneas que merecen ser escuchadas y atendidas.  Lo contrario tiene efectos nefastos en nuestra psiquis a corto y largo plazo.

En las culturas indígenas,  las mujeres se retiran en compañía de otras mujeres durante esos días del mes.  Dejan hijos,  trabajos,  cocina,  obligaciones.  Se retiran porque es en esos días que limpiamos toda la sangre de nuestro cuerpo.  Se ha comprobado científicamente que la matriz es un órgano excretor.  Es por eso que no es buena idea ir contra el flujo del apana.  El apana es la energía que elimina de nuestros cuerpos y mentes todos los desechos.  Durante el mes limpiamos nuestros tejidos físicos,  nuestros trastornos mentales,  movemos emociones,  sudamos y lloramos.  Los días de luna son el momento de soltar.  Practicar va totalmente en contra de este fluir natural de nuestros cuerpos.

Aquí en India también es una señal de respeto al maestro no entrar en el shala en estas condiciones. He estado en varias ceremonias con chamanes donde también piden no estar presente en esos días. La energía del maestro se viene abajo.  La energía femenina es muy muy poderosa.

Además de los Ladie´s holidays como le dicen aquí y la perspectiva de embarazos,  es importante saber que esta práctica pone el cuerpo muy fértil.  Por supuesto,  todos los órganos y tejidos se rejuvenecen,  el sistema digestivo,  endocrino,  reproductivo:  todo está al máximo de su potencial. Esto es importante saberlo también para cuidarse si una no está en la onda de procrear.

Guruji decía que esta práctica culmina con la familia: la Sétima Serie.  De alguna forma he visto durante mis años de práctica que la familia nos permite salirnos de nosotras mismas,  de nuestra estructura mental,  de nuestras asanas y realmente poner en práctica lo que hacemos en el mat.  Tengo ejemplos hermosos de colegas que realmente me inspiran en su maternidad.

Qué más regalo que poder compartir desde nuestros cuerpos, desde nuestra energía al estar embarazadas la vibración del yoga con nuestros pequeñitos?  

Qué más regalo para nosotras y para ellos que estar cada día un poco más despiertas?

Dice el Bhagavad Gita que de todas las almas que encarnan las más evolucionadas son las que buscan familias donde se practica el yoga.  Ha sido mi experiencia en esta vida con mis siete preciosos hijos, cada uno un maestro en sí mismo para mí.  Sé que mi práctica de asana me da muchos regalos pero no se comparan con su presencia en mi vida. Ya tuve que soltar tres veces mi Tercera Serie con los últimos tres embarazos.  Sí,  fue un compás de espera de nueve años.  Pero ahora mi Serie está más afianzada que antes,  tengo más paciencia, humildad y respeto por mi cuerpo, más fortaleza mental y también inspiración.  Sé que mi cuerpo está vivo porque lo he visto y sentido sangrar milagrosamente a la vida y sé que sus cicatrices son trofeos de las batallas que he dado en mis partos.   Su sabiduría es infinita y lo he aprendido a apreciar y agradecer profundamente.

Recuerdo siempre la historia de una cultura africana donde la mujer se despierta en la madrugada con contracciones de parto.  Sin despertar a su esposo ni familia se va al río.  Pare a su bebé sola al amanecer,  corta el cordón con sus propias manos.  Limpia a su criatura y se limpia ella por si misma y regresa a la aldea caminando triunfante con su recién nacido en brazos.   Es recibida como una heroína.  Pero no hay drama,  no hay miedo:  sólo celebración.  Esta es la imagen de guerrera que me ha inspirado en mis veinticinco años de maternidad.  Es muy triste ver como el parto natural está cayendo en desuso en las nuevas generaciones:  mucho miedo,  dudas y confusión.

Esta práctica,  puedo asegurarles,  se vuela todo el condicionamiento que viene de un sistema hospitalario regentado por hombres si ese es nuestro deseo.   Aquí en India durante muchas generaciones los bebés nacían en casa. Así nació Guruji.  Así tienen que entrar las almas en este mundo:  a través de madres valerosas que dejen su miedos colgados afuera.  Para eso es que esta práctica nos prepara.  No es cómodo para nada:   es doloroso y desgarrador.  Pero la vida es así: plena de paradojas, un milagro y tenemos el gran privilegio de tener esa posibilidad de dar la vida. Un karma que nos abre un ritual de iniciación tan poderoso que no hay forma de imaginar hasta vivirlo.

Sharath lo dijo en la ultima conferencia:  muchas ashtangis están en los huesos, no comen pensando en Marichyasana D.  O no comen pensando en un estereotipo de cómo tienen que verse o con la idea de venir al shala a buscar novio.  Lo dijo muy claro:  hay que comer.  Hay que estar saludable.  Hay que estar llenas de vida y de entusiasmo para poder dar.  

Y si la vida tiene en nuestro planes un bebé,  una vida que nos escoge porque sabe que estamos listas, hay que decir que sí.

Un gran sí con fe y desprendimiento.
Y ahí sí que todo llega.


















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