martes, 12 de enero de 2016

India con Ariel

Amanezco muy temprano.  Ya mi reloj interno se despierta solo.  Me muevo en la cama...ouch.  Me duele todo. 
TODO.

Ayer hice por primera vez mi práctica completa:  segunda completa y tercera tres cuartos.  Destrozada en el cuerpo pero con un espacio interno tan vasto,  el corazón abierto de par en par y una sonrisa en los labios. 

El shala está muy lleno.  Sólo entrar ya se siente el calor.  Mi amigo Vairaghya me ajusta con maestría y salgo feliz de la vida.  Todo dura una hora y media adentro,  más media hora de espera.  Salgo al sol de la mañana, al agua de coco,  a una de mis canciones preferidas.

Murugesh,  el chofer del rickshaw,  no llega a tiempo.  Se atrasa una hora.  Pierdo mi cita pero no pasa nada. Aquí todo fluye distinto.  Todo se puede resolver.  Qué gano con enojarme?  Tanta gente que anda por la vida enojada perennemente y descarga su ira e insatisfacción en los demás.

Siempre habrá detonantes,  siempre las cosas serán distintas a como queremos que sea.  Podemos resistirnos o podemos aceptar.  Mysore me sigue dando el regalo diario de ponerme en un lugar de compasión,  de alegría y de respeto por el otro.

Reacomodamos horarios.  Nos reímos.  Acordamos vernos más tarde.
Y todo bien.

Y recuerdo el viaje con mi querido hijo Ariel hace dos años. Cómo lo extraño por acá.

Viaje 11

Jet lag espantoso.

Tengo que dormir.  Pero no puedo conciliar el sueño,  el dolor de cabeza es intenso.  Me llegan mareos y náuseas,  como si siguiera montada en el avión- que por cierto,  tuvo muchísima turbulencia sobre el Atlántico. 

India nos recibe con su olor característico, mezcla de incienso,  sudor humano,  boñiga,  humo de quemas y curry.  Todo se arremolina para hablarme sin palabras,  recordando mil y una experiencias que me ha dado sin nombrarlas,  sólo a través de sensaciones y recuerdos  fugaces.

Me acuesto porque no estoy logrando desempacar.  Entre las carreras de inscripción a la escuela de los dos, mandados básicos y un tour rápido de Gokulam,  me complace ver a mi cachorro feliz y emocionado. Como si siempre hubiera estado aquí. Enternecido con los niños,  jovial con los otros estudiantes y la gente de acá.  

Se lleva el primer chasco cuando olvida settle the price con el rickshaw-wala  antes del ride y le cobra un ojo de la cara.   Lección que no olvidará.

Se hace amigo instantáneamente de varios chicos indios.  Alquilamos su scooter.

El frío de la mañana da paso a un caluroso mediodía, seguido por un atardecer fresco.   Mañana practicamos juntos a las 7 am donde Saraswati y está oscuro y nublado a esa hora.  Me emociona acompañarlo y practicar juntos.  Una semana diferente,  una semana más tranquila.

El Main Shala está taqueado y no hay forma que me admitan para entrar antes. Así que dejo todo en manos del de Arriba y me dispongo a hacer cambio de planes.  La única constante por estos lados es esa.

Siento una gratitud absoluta por estar de nuevo acá. Hemos topado a muchos amigos,  queridos amigos de aventuras y tragedias por muchos años.  La camaradería es palpable,  el cariño presente.  Esa es la conexión que deseo fortalecer,  el vínculo que me interesa conservar.  




la brisa de India.
el sol anaranjado y brillante.
los ojos dulces de una niñita recién nacida.

los aretitos de un bebé de tres años.
la trenza blanca de una diosa en la edad de oro envuelta en su sari.

y la sonrisa franca del guarda de mi edificio cuando le presento a Ariel como un "good friend"....

Sí, un viejo amigo.  
Uno muy viejo y amoroso.


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