miércoles, 1 de enero de 2014

Yogi Party New Year´s Eve

Bueno,  esto es digno de contarse.

Nos invitaron a una fiesta de Año Nuevo.  Mi querida amiga Elena de Italia alquiló una hermosísima casa para los estándares indios:  nueva,  pisos de mármol,  baños full,  jardín interior,  cocina pro.  Llegamos a las 8 pm ya muertos de sueño.  El jet lag no perdona.  Empezaron a llegar amigos y conocidos y también muchos que nunca había visto antes:  un polaco en pantalones de cuadros a colores y camisa rosada;  una japonesa que se llama Yuki;  italianos por doquier,  rusos,  franceses,  finlandeses,  you name it.  Creo que es la fiesta más internacional en que he estado.

La pasta de la anfitriona empezó a desfilar.  Acostumbrados a una dieta muy frugal,  creo que los yogis estábamos un poco desubicados.  Un amigo de Italia me dijo que él sólo comía fruta,  que había subido cinco kilos y que necesitaba bajar de peso para el Marichyasana D:   Ja ja.  A los diez minutos,  lo ví con su plato lleno de la mejor pasta al pommodoro que he comido en mucho tiempo!

Además de la pasta,  ensalada y para coronar,  el famosísimo Mysore Pack.  El dulce tradicional de Mysore,  una especie de cajeta imposible de describir:  hecha por ángeles.  Después del atracón y como todavía faltaban dos horas para la medianoche- y la mitad de los invitados nos estábamos durmiendo-,  a Elena se le ocurrió invitar a dos amigos a hacer una meditación.

Los dos chicos habían estudiado con un discípulo de Osho, Tyohar,  en Italia.  De hecho,  Tyohar tiene una comuna cerca de Nosara,  en el norte del Pacífico costarricense.  Ya me olí lo que venía!  Las meditaciones son de Osho y bastante movidas.  El problema es que se hacen con el estómago vacío.

Ok.  A meditar!

Pusieron la música,  empezó el movimiento.  La sala estaba muy llena y el equipo no sonaba muy bien. Sin embargo,  la energía del grupo hizo que la meditación fluyera increíble.  Los ashtangis somos bastante estructurados,  pero a pesar de eso fue muy bueno verlos a todos soltar,  bailar, brincar,  reírse.  Terminamos sentados en el piso en silencio,  escuchando a los lejos las primeras bombetas en el cielo indio que anunciaban la llegada del 2014.

Ya un poco más despiertos,  Elena sacó todos los postres.  OMG.  Torta de fresas.  Torta de Chocolate.  Torta India.   Comimos más allá de todas nuestras expectativas.  Y ya casi a la medianoche,  empezaron a repartir las uvas.  Según una tradición que no conocía,  hay que comerse doce uvas antes del campanazo de la medianoche.  Eramos tantos que no alcanzó más que tres para cada uno y un poquito de jugo para brindar.  Casi nos atragantamos comiendonoslas,  pero finalmente brindamos por el Nuevo Año en este lugar lleno de gente tan diversa y heterogénea.

India no termina de sorprenderme.  Estoy segura que esta fiesta transportada a otro país no hubiera sido igual.  Al igual que la brisa india que cálidamente nos refresca,  el aire en este lugar nos pone a todos un poco más suaves,  más relajados.  Más dulces.  La fiesta terminó a las 12:01 am donde todos empezamos a irnos,  listos para dormir.  Para algunos que se acuestan a las 8 am para levantarse a las 3 am a practicar esta era una legítima trasnochada.

Lindo saber que podemos disfrutar lo mismo o quizás todavía más sin alcohol,  tabaco ni drogas.  Creo que esta fue una de las celebraciones más genuinas y tranquilas que he tenido del Nuevo Año en mi vida.  Escribo después de trece horas de sueño,  Ariel y yo caímos como plátanos y ahora, listos para el primer día del año nos aventuramos a las calles indias con una sonrisa en los labios.

Resueltos a vivir cada paso con alegría, integridad y enfoque- nuestras resoluciones de Año Nuevo-, y a permitir que la Vida ponga en  nuestro regazo las experiencias que necesitamos para estar-  indian style- cada día un poco más dulces y relajados.

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