domingo, 15 de diciembre de 2013

El otro lado de la vida

Comienzo a preparar con cuidado lo que necesito para mi viaje.

Ropa de yoga: número 1.  La más cómoda,  en la que me siento mejor.  Sé que se quedará en India, no regresará más a Costa Rica.  Después de varias semanas de practicar en el shala,  la ropa literalmente se deshace entre el sudor y la práctica.

Libros: número 2.  Buenas novelas.  Empaqué Cien Años de Soledad y estoy a la búsqueda de una Rayuela para releerla.  Dos horas al día en el shala lo entonan a uno para comprender mucho más allá de las palabras la sabiduría eterna de los clásicos.

Fotos:  número 3.  El paso de América a Asia amerita un testimonio en papel que acorte la distancia de medio mundo con mis seres queridos.  La nostalgia.  El primer rito que cumplo cuando entro al apartamento es hacer un altar.  Las fotos de mis queridos ya listas para adornarlo..

Ya sé que Mysore está hasta el copete.  No hay lugares donde quedarse.  Saturado.  Predecible.  Pero mis amigos me advierten que la escena no es tan terrible como al pintan.  No han habido más ataques a mujeres.  Esto me tranquiliza. 

Sin embargo,  más allá de las noticias,  de la muchedumbre y de la expectativa de todo viaje al país más energéticamente vibrante del planeta, aunado al vórtex de mi maestro y de mi escuela,   sé que me aguardan experiencias intensas  que me llevarán más allá de la zona de confort.  Mientras escribo esto en mi casa,  todo ordenado y cómodo,  todo limpio y en su lugar-  bueno,  aunque haya tres niños pequeños en la casa este caos no es nada comparado con una calle en India- sé que me esperan olores,  sabores,  encuentros y paisajes nuevos que expandirán una vez más mi consciencia hasta el límite.   Una mirada a la otra cara de la vida.  Una mirada a la otra cara de mi propio yo.

Cortázar hablaba que todo su interés en escribir radicaba precisamente en esa intención por descubrir la vida desde otro punto de vista.   Su famosa "contranovela" Rayuela aspira a que el lector no sea más un receptor pasivo del punto de vista de alguien,  sino que contribuya críticamente al desarrollo de la novela.  Incluso si el lector odiase el libro y lo lanzara por la ventana,  para Cortázar eso ya es un triunfo: un controversia,  un crecimiento,   un compartir para aprender más allá de los juicios.

Es mi deseo sincero descubrirme en otras perspectivas,  lejos de cualquiera en que yo misma me haya impuesto y otros me hayan encasillado.  Creo que circunscribir a un ser humano a una palabra, un concepto o una idea es tan inhumano como asesinarlo.  Somos seres mutantes que cambiamos de color como el camaleón:  merecemos el espacio para mostrar nuestros colores sin limitaciones propias o ajenas.  Ser quién somos.  Y este mostrar la otra cara,  el otro lado,  a veces implica lanzar por la ventana el "libro"- en todo el sentido de la palabra.  Bien hecho y bien merecido si viene de un deseo genuino por la verdad.  Al carajo el escritor mediocre!

Mi India me lleva a ese lugar interno donde puedo decantar todo lo pasado en el año en Costa Rica y arremeter con nuevos bríos el año que inicia.  Me da la perspectiva para soltar lo que ya no es predominante,  lo innecesario en mi mente y en mi corazón.  Me limpia, arraiga y alivia.  A mi regreso, nunca soy la misma.  Ni yo misma me reconozco.

Casi al borde de este nuevo período de asimilación e integración,  contemplo la gran dicha de poder tener ese tiempo,  lejos del bullicio mental y diario de lo cotidiano.  Agradezco inmensamente a todos los seres que con su amor me impulsan a seguir adelante y con ese amor me apoyan para dar el siguiente paso.  Inmersa en el día a día  pierdo perspectiva.  En la ausencia atesoro lo amado, extraño desde el alma lo querido y alimento lo prioritario.  Todo se despeja y me preguntaré,  como lo he hecho ya muchas veces,  cómo me dejé atrapar por nimiedades sin importancia.

El viaje se avecina y el alma está lista.  El cuerpo deberá cruzar el mundo en respuesta al llamado de un espíritu aventurero que no se conforma con ser una fama-  en el lenguaje de Cortázar, esos seres que se regodean en la rutina como si fuera un trofeo.  No.  Los cronopios tenemos otro destino y esa luz verde que ilumina nuestro espíritu tiene un camino trazado.

Esta cronopia continúa haciendo su equipaje.
El viaje es largo....
e imprescindible.

1 comentario:

  1. Hola, me acabo de anotar como seguidor de su blog.
    Espero que leerla también contribuya en mí, como ha de ser y lo escribes por ahí, a descubrir la vida desde otro punto de vista.
    Saludos.
    Ojalá vengas a mi blog. Espero que sigamos en contacto.

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