sábado, 30 de noviembre de 2013

No hay profeta en su tierra

Perseverancia.
Paciencia. 
Soltar los frutos de las acciones.

He aprendido de una manera brutal el significado de estos tres términos en los últimos años.

Cuando mis maestros me hablaban de ellos,  los sentía todavía externos.  Una cosa es inspirarnos en otro ser que está cumpliendo con su misión en esta vida- walking the talk- y desear para nosotros esa misma inspiración. Y otra muy diferente caminar el camino y hacer estas cualidades propias.

Para aquellos que ya tenemos claro qué anhelamos de la vida,  se trata de encontrar la paciencia para poner un pie detrás del otro.  No importa lo que enfrentemos.  Vienen tormentas que a toda costa nos sacan del track, nos quitan el entusiasmo, nos invitan a devolvernos.  No.  Ni un paso atrás.  Tomamos un descanso,  recuperamos la fuerza.  Más adelante, vemos la silueta de nuestros maestros en su propio predicamento rompiendo obstáculos y limpiándonos el camino.  Y a mí esa silueta me hala,  me impulsa a no abandonar.

Decía un querido poeta costarricense que "nunca se pone más oscuro que cuando va a amanecer."  Mi padre siempre me recuerda el "onceavo mandamiento:  no aflojar."  Y aquí estoy,  entendiendo por primera vez en mi vida estas palabras cuyo significado ha curtido mi alma con el filo más doloroso.

Cuando pienso en tirar la toalla,  me siento feliz de no tener ninguna otra opción real que considerar.  Podría intentar volver a mi vida superficial y materialista de mis 20´s?  No. Calle sin salida.  Absurdo.  Vacío.

Podría intentar regresar a mi búsqueda intensa de los 30´s y girar el mundo?  No.  La búsqueda es interna y el maestro llega cuando tiene que llegar, ni antes ni después.

Qué opciones me quedan?  Externamente,  muchas.  Interna:  una sola.  La mano de mi maestro está disponible para mí y este es una privilegio que pocos tenemos la suerte de encontrar en esta vida.  Está vivo,  está cumpliendo su destino.  Su llamado es intenso,  implica mil sacrificios,  mil dolores y mil posibilidades de fracasar.  Pero su voz es la única que escucho en la soledad profunda de mi espíritu.  Un lugar que he aprendido a amar y que ya no me da tanto miedo.

Desde ese lugar mi único deseo auténtico es servirle y amarlo.  Representarlo no ha sido nada fácil para mí.  La incomprensión de un pionero en su propia tierra es predecible.  Romper el status quo y transformar mentes y corazones sin duda topa con resistencia.  Es lógico que muchos reaccionen,   se asusten y huyan.  Estoy aprendiendo a no tener expectativas sobre nada ni nadie.  A hacer mi parte y a ofrecer lo que transmito a quien sinceramente se interese.  Estoy aprendiendo a soltar lo que yo quisiera que suceda para la gente.   Intentando no perder la capacidad de maravillarme ante lo hermoso,  que por cierto es abundante.

"Cómo hubiera deseado que encontrara una pareja linda que la amara tal y como es y que su cara triste y amargada de años se iluminara."

"Cómo hubiera querido que se diera cuenta de toda la tristeza que implica vivir con alguien totalmente ensimismado y egoísta que la usa como muñequita de adorno e ícono de su mundo."

"Cómo hubiera deseado que dejara de resguardarse detrás de su profesión y sus conceptos y pudiera ser más genuinamente quién es."

Cómo...
Como...
como...

Mi profesión me ha permitido ver a través de las almas de muchos.  Me han confiado sus secretos y sus deseos.  Han llorado,  han soñado... muchos huído.  Mi maestro  con el mismo trabajo, multiplicado por muchos ceros,  con su frágil humanidad dando todo lo que tiene por cumplir con un deber de amor y enfrentando lo mismo es mi eje.

Aquí estoy,   en este pequeñito país- no sólo en dimensiones físicas-,  intentando hacer lo mismo.  Buscando formas de que este arte que represento no se pierda en dramas inútiles de almas revueltas.

Continuaré pacientemente poniendo un pie delante del otro...cada día más sola.

O será más bien...   
cada día mejor acompañada?



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