lunes, 18 de noviembre de 2013

Carta Abierta a mi abuela

Los recuerdos se arremolinan:  el olor a bizcocho recién hecho,  las risas a carcajadas por un chiste.  El olor a incienso de la iglesia.  El arroz más sencillo pero más rico del mundo porque estaba hecho con amor.

Recuerdo el día que me escondí y pensaste que me habían robado.  A mis seis años,  me pareció una gracia increíble hacerte pasar un susto.  Nunca te he vi tan enojada,  al punto que me pegaste- esa única vez-,  una buena nalgada.  Bien merecida.  "Guila tequiosa".

Mujer inconforme igual que vos.

La herencia familiar miope te impidió ir a Italia a estudiar canto como querías.  Tu voz angelical se apagó entre la cocina y la costura.  Casada con uno de esos legendarios hombres machistas, tragaste y tragaste infidelidades,  mentiras e hipocresía.  Pero en esa época,  " las mujeres aguantaban".  Sin embargo,  no perdías instante para quejarte en voz alta de tu suerte y hacerme recordar que a mí nadie me debería tratar nunca así.

Hoy cumplirías 98 años,  de los cuales los últimos 20 fuiste una sombra de lo que fuiste.  Condenada a una silla de ruedas después de una fractura de cadera mal cuidada, languideciste en tu casita de Barva, manteniendo casi hasta el final tu buen humor.  

"La querés?", le preguntabas con insistencia a mi marido cada vez que te visitábamos.

 "Pedíte la chiquita!!",  me decías entre risas y liviandad de corazón cada vez que me veías.

Te recuerdo por tus abrazos,  tu sonrisa franca y lealtad con vos misma.  Aunque el status quo te condenara a no florecer como merecías.  Porque sí habían medios para enviar a estudiar a los hermanos, pero no a vos ni a ninguna de tus hermanas.  No.  Las mujeres se quedan en la casa,  cuidan de todos y se olvidan de sí mismas.  Aunque lo hiciste,  siempre me hiciste saber que yo tenía que salirme de ese molde prisión.  Que el camino recorrido por vos y por tus hijas podía ser diferente.

Visionaria.  Rebelde.  Incomprendida.

El lenguaje de las almas está más allá de cualquier separación física o temporal.  Tu presencia brilla en mi vida y sé que debés estar sonriéndome donde quiera que estés.  Cumplí con tus palabras:  no me dejé.  He cumplido mis sueños a pesar de la oposición férrea de muchos allá afuera.   No ha sido suficiente para disuadirme.  Porque además de ser mi causa es también la tuya.  Y la de todas las mujeres que en el pasado les pusieron una pata encima.

Desde nuestra Presidenta tan criticada,  pero Presidenta,  hasta mil y una líderes que llevan en este país la vanguardia y  batuta en el despertar de las mujeres.  Hubieras estado feliz de engrosar sus filas,  pero la resistencia era dura y tu inseguridad mucha.  Demasiadas voces masculinas pisotearon tu auto-estima,  empezando por tu propio padre y marido.  Y no tenías mujeres a quien admirar.  Hombres ignorantes herederos del miedo a la fuerza femenina.  Hombres asustados por el despertar incipiente del origen de la creación.

Quiero que sepás que tu paso por este mundo no fue en vano.  Que tu espíritu supo brillar aún entre la cocina y la máquina de coser.  Que un alma rebelde no puede ser opacada por nadie y quien ose intentarlo sólo termina hundido aún más en su propia miseria.  Quiero que sepás que tu voz y tu fuerza resuenan en mí y mi propia sangre hecha hija y estamos viviendo la vida que vos no pudiste.  Que estás en nuestras venas y nadie te puede sacar de aquí.

Abuela,  madre,  amiga, confidente,  compinche,  alma gemela:  tu amor resuena en mí cada día de mi vida y lo hará hasta que nos encontremos de nuevo en la siguiente ronda.  Y todas las  mujeres que nazcan de esta cadena genealógica sabrán de vos:  sobrevivirás al machismo,  a la opresión y a la injusticia.  Porque tu fuerza no pudo ser opacada y tu legado va  más allá de tus propias conquistas.

Tu legado es el amor.

Mujer hermosa:  tu nieta te honra cada día de su vida y tu bisnieta sigue los pasos de su corazón.  En tu cumpleaños,  brillás en este mundo y en nosotras perdurarás.

Mientras la  rebeldía sea amorosa e incomprendida.
Mientras respiremos mujeres que no estamos dispuestas a dejar que nadie nos corte las alas.


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