miércoles, 18 de diciembre de 2013

Cuenta regresiva

Inicio hoy la cuenta regresiva para ese avión que me llevará al otro lado del globo terráqueo.

Inicio con la intención de pasar una Navidad diferente:  de ser más congruente,  más consciente y no evadirme-  como he hecho a menudo-, de la realidad de nuestro mundo y nuestro país.

Mi ofrenda para esta Navidad es intentar no caer en los atracones y excesos que caracterizan esta época.   Para eso,  necesito un plan alterno.

Primero,  estoy limpiando mi casa de toda la energía vieja.  Sacando basureros llenos,  libros viejos,  ropa,  trastos,  música,  de todo!  El deseo de crear espacio es más grande que aquel de recibir regalos materiales.  La sensación que va quedando después de vaciarme es de una paz hermosa.  La misma que uno siente cuando escucha "Noche de paz".

Segundo,  vamos a practicar non-stop en las madrugadas la próxima semana.  El club de los madrugadores ya está afianzado y el regalo de iniciar el día en el mat cuando todavía está oscuro y levantarse del savasana con los primeros trinos de los pajaritos transforma el día por completo.

Tercero, decidí abstenerme por unos días de la comida sólida.  Sí,  la peor época.  Tamales,  postres,  rompope,  queques,  dulces...todo seguirá recto.  No va a ser fácil,  lo sé.  Pero siento un impulso a observar todos estos ritos en que he participado sin pensar un poco desde afuera.  Con el ánimo de encontrar dentro de mí ese lugar donde pueda celebrar lo realmente importante esta época:  y que no tenga que ver con la comida.

Así que mi exploración consiste en descubrir que hay debajo de toda la parafernalia de cosas y comidas.  Mi tarea esta Navidad será de observadora.  En diez días mi vida cambiará por completo.  Me enfrentaré a un país que a uno lo recibe con las sorpresas más inimaginadas.  Regresaré a mi maestro que es un misterio profundo y fascinante para mí.  Con él,  uno nunca sabe qué le espera.  Espero mantener mi motto de bajar mis expectativas y soltar apegos para encontrar en medio de lo nuevo, de lo sucio,  de lo inesperado...libertad.

Libertad que me permita estar en conexión con todo lo que sucede en el mundo,  sin abstraerme en burbujas que dejan por fuera la humanidad de millones de seres humanos.  La consciencia que anhelo donde sólo podemos estar bien si todos estamos bien.  Sabiendo que siempre podemos hacer algo más,  dar un poco más.  

Desde ese lugar voy a vivir esta Navidad.  Y sí,  claro:  con tres niños pequeños que cuentan todos los días cuánto falta para que venga el Niño Dios,  disfrutaré de sus caritas iluminadas por los regalos,  la bendición de compartir con quiénes amo y la presencia de esos que siento cerca.

Ese lugar se irá conmigo hasta el otro lado del mundo y crecerá,  crecerá y crecerá por varias semanas.  No sé ni cómo llamarlo.  Sé reconocerlo cuando llega.  Sé añorarlo cuando lo pierdo.

Y sobre todo,  sé atesorarlo.

Porque en esta vida efímera y corta,  ese es el único lugar donde cada día- sea Navidad o no-,  toma un significado único.
  

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