miércoles, 3 de junio de 2015

Yoga Tribe

Es tan bello mi quehacer.

Hoy practiqué por primera vez en el shala de un buen amigo aquí en Buenos Aires.  La tribu del Ashtanga Yoga está por todo el mundo.  No más llegar al lugar todos los que esperaban me saludaron cálidamente,  aún sin conocerme.  

Como si fuerámos amigos de siempre.

Entré al shala y me ubiqué estratégicamente en una esquina.   Mi intención era practicar lo más desapercibida posible.  La luna llena de ayer se ha hecho sentir en mis músculos y mi mente me decía:  hoy llevala suave.

Cuál fue mi sorpresa al realizar que mi lugar en la esquina se convirtió en la primera fila al voltearse todos para hacer la invocación.  Quedé ubicada exactamente frente al altar con las fotos de mis maestros.  Inexplicablemente,  fotos en las que yo misma aparezco.  Recuerdos amados plasmados en papel.

El cuarto pulsaba con la respiración pausada y serena de la gente.  Entre todos se movía un gato angora con su elegancia y relajación,  como diciéndonos a todos:  "vean,  así es..".  Maestro que de pronto pegó un salto instantáneo sobre una mesa y su potencia me dejó sin habla.

Así es un yogi:   suave y relajado pero listo en todo momento para tomar la decisión precisa en el momento adecuado.  Listo para decir que no cuando hay que decir que no y sí cuando hay que decirle que sí a la Vida.

Mi práctica arrancó y en poco tiempo ya estaba a las puertas de la Tercera Serie.  Mi historia de "no tengo energía,  todo me duele,  bla, bla bla ya había sido sepultada por la respiración y por la energía en el cuarto. El maestro se movía suavemente entre nosotros y nos sostenía con sus tacto y su mirada.  Presencia amorosa en un cuerpo muy joven.  La energía de India y mis maestros totalmente presente en él.

Fui al baño y me tomé un respiro.  Y cuando regresé a mi alfombra la respuesta era clara: keep going.  Terminé mi práctica completa,  bañada en sudor y con los famosos y temidos tic tocs.  No que quisiera hacerlos pero él se ubicó junto a mí en el momento preciso:

"Tic Tocs?-  me sugirió con una sonrisa y una mirada cómplice.

Ok.

Mi antigua sensación de dolor muscular y fatiga mental se fueron instantáneamente y fluí con su ayuda por los saltos y backbends sintiéndome como ese lindo gatito:  suave,  relajada y potente a la vez.  Me sentí segura y cuidada igual que me siento en India,  con mis colegas en cualquier parte del mundo y conmigo misma,  esté donde esté.

Saliendo del shala una chica amorosa me dijo algo muy gracioso:

"Cuando te ví y dijiste que eras de Costa Rica,  casi te pregunto si practicabas con Mariela..."

"Je je...- así es,  le contesté.



                                                                                                   Todos los días practico con ella".

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