lunes, 8 de junio de 2015

Dejémonos llevar

Llego a Buenos Aires y escucho a alguien decir que mañana hay un paro general de transportistas,  incluidos colectivos,  peajes,  aeropuertos,  etc.

Oh oh.

Ya lista para regresar a mi tierra,  primero la noticia la siento como un balde de agua fría.  Pero después de unas cuantas respiraciones extrañando a mis amados más de lo normal,  comprendo que no tengo el control de nada en esta situación y decido relajarme.

Mi práctica de yoga me ha enseñado de las formas más inverosímiles el poder de la aceptación. Dice uno de mis maestros que ante una situación incómoda uno sólo tiene dos opciones:  aceptarla o cambiarla.  Parece que no tengo nada que ver con los transportistas argentinos y mi labor acá es dejarme ir con la corriente.

No más me relajo y suelto mi "plan",  comienzan a suceder eventos milagrosos.  Queridos amigos me ofrecen una mano y la noche resulta mejor de lo que jamás anticipé.  Igualmente iré a las 3 am al aeropuerto a intentar tomar mi vuelo a Costa Rica,  pero si no sucede todo bien:  mañana puedo ir a practicar de nuevo donde un colega amigo,  puedo caminar las calles de esta ciudad que me fascina,  compartir con amigos  y simplemente dar espacio a lo que es.

Hoy me sucedió algo muy hermoso:  después de practicar recibí un mensaje que decía:  "Estuviste hoy donde Pablo?".  El mensaje me pareció al inicio desconocido pero después recordé a un porteño que estuvo de visita hace unos meses en mi escuela.  Me invitó a almorzar.  Me obsequió un momento de amabilidad en medio de la nada.  Siempre estoy tan enfocada en mi práctica que no veo a nadie:  fue una suerte que me identificara.

"Te cortaste el cabeyyyyo"-  me dice.  "Te identifiqué por tu tatuaje".

Me hace gracia su observación porque ya me ha pasado varias veces.  Mi tatuaje lo llevo con mucho orgullo y alegría y no hay día que me arrepienta de habérmelo hecho.  Encontré de casualidad un amigo costarricense en Tucumán,  alguien que no veía hace muchos años.  Lo primero que me dijo fue:

"Enseñáme el tatuaje!"

Mi tatuaje me acompaña por el mundo y a veces olvido que lo llevo.  Soy consciente en mi país que no puedo exponerlo indiscriminadamente.  Una cosa es el mundo del yoga y otro el mundo allá afuera.  Siempre que voy a una reunión a la escuela de mis hijos me lo tapo.  También en las reuniones familiares.  Existen todavía muchos conceptos sobre lo que significa un tatuaje en los medios conservadores de mi país.



Sin embargo,  es inevitable su impacto.  Mis tres pequeñitos constantemente juegan de hacerse tattoos.  Inevitable cuando ven a sus padres marcados.  Y pienso que cuando me lo hice no comprendí bien su significado:  en esa época,  hace ocho años exactamente,  creía todavía que tenía que luchar en la vida.  Mis kois significaron entonces la fuerza de sobreponerme a las corrientes opuestas,  el camino del pionero y del rebelde.

Observo como en este tiempo toda mi percepción de la vida ha mutado.  Ahora mis kois son más bien una aceptación amorosa de mi destino en esta vida.  Sé que mi camino implica una renuncia implícita a una vida "normal".  Sé también que la a-normalidad de mi sendero me sigue permitiendo tener experiencias cumbres con mucha gente  y explorar el poder transformador de mi práctica.  Ahora mis kois simbolizan para mí esa abundancia y generosidad de la vida,  el deseo de continuar un camino que,  a pesar de ser arduo y demandante,  me da tanto de vuelta.  Las carpas han dejado de luchar: más bien reciben cada día más de lo que jamás imaginaron.

Así que mis planes de regreso se ven un tanto obstaculizados.   Estoy lista para lo que sea.  Regresar es perfecto,  quedarme acá también.  Veremos lo que el destino tiene para mí y mientras tanto,  contemplo mi brazo recordando las palabras de Han,  mi tatuador japonés:

"Es la primera vez que le tatúo una manga a una mujer-  recuerdo que me dijo después de una semana de sesiones diarias de seis horas que amenazaron con destrozar mi sistema nervioso.

Es usted muy muy fuerte..."

"Mire usted- le contesté en aquel estudio en medio del centro de Tokio.

Yo ni siquiera sabía qué esto era una manga."

Lo mejor llega cuando menos lo esperamos.


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