domingo, 7 de junio de 2015

Iluminación

He estado por el Sur ya casi una semana y me sucede en estos viajes que siempre el tiempo se vuelve relativo:  he vivido en estos pocos días tantas cosas interna y externamente que siento que he estado fuera mucho más.

Mañana inicio mi retorno.  He constatado, una vez más,  el poder inmenso del yoga para abrirnos el corazón a los seres humanos.  He palpado,  sentido y escuchado seres tan sabios y conectados.  He aprendido tanto,  una vez más.   Me siento tan honrada y agradecida por mi quehacer.

Mis nuevos amigos me instruyen sobre temas nuevos:  el poder de una bebida que sabe a tierra,  a humo y a amor,     el cariño al cantar cumpleaños "argentinian style" y celebrarlo con una triple bomba de chocolate,  dulce de leche y merengue.   La calidez de amistades de muchos años que ahora desembocan en este camino arduo y demandante del Ashtanga Yoga con entusiasmo,   camaradería y mucha solidaridad.

Esta confluencia de corazones me hace pensar en todos aquellos que deciden salirse,  que prefieren tener "la razón" a ser parte de procesos transformadores tan poderosos.  Defender una posición se torna absurdo frente a la Verdad.  A todos los que he despedido en mi querida Costa Rica con excusas,   justificaciones y hasta inventos: me pregunto qué estarán haciendo ahora.

Si habrán encontrado algo que les llene el alma como a nosotros.  
Si estarán felices,  si se sentirán satisfechos.

Comprendo que cada camino tiene sus desvíos y que no es de mi incumbencia lo que estos seres escojan.  Es parte de sus karmas y a mí me toca solamente enfocarme en mi propio camino y continuar con fuerza hacia adelante.  Cada alma tiene sus antecedentes y yo sólo puedo observar y ayudar en lo que pueda.  Sin apegarme a nadie.  

Sin esperar nada.

Nos preparamos para la última sesión del taller esta tarde.  Ha sido un proceso personal muy fuerte para mí también llegar hasta este lugar.  Para hacerlo,  tuve que soltarme de muchas cadenas internas que creí que necesitaba.  Tuve que cuestionarme decisiones que creía asentadas y tuve también que despedirme de alguien muy amado en un momento de suma fragilidad.   Su ausencia me quema por dentro y aunque ha sido sólo una semana de separación física,  la verdad no puedo esperar a regresar a Costa Rica.  Su ausencia se magnifica pensando que estoy tan al sur de mi tierra y me entra un vacío en el estómago de pensar en todos los kilómetros que nos separan.

Pero sé que la separación de los cuerpos es ficticia y que son las almas las que ya estamos juntas incluso antes de encontrarnos en el plano material.  Igual que me sucede con todas las almas lindas que he topado en este viaje:  ya nos conocíamos y este encuentro fue sólo el protocolo final.   Ya había un hilo que desde hace tiempo nos venía llamando y decidimos seguir el llamado.  Me desperté un día en Costa Rica sabiendo que tenía que venir y no tuve más opción que seguir esa voz.

Voces certeras que no se equivocan.  Sentimientos claros que nos anuncian encuentros.  Tucumán amanece hoy nublado y frío y ahí así lo encuentro hermoso.  Porque sé que ya nunca más será sólo un nombre en un mapa al norte de Argentina:  ahora tengo aquí amigos amorosos que iluminan este lugar. Igual que iluminan muchas otras partes del mundo que se han encendido con rostros amables,  sonrisas francas y un deseo infalible por la verdad.  Igual que me espera ese allá en Costa Rica con su abrazo de oso,  ojos serenos y corazón sorprendido.

La vida fluye amorosamente y yo sólo escucho...
y la sigo.


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