sábado, 31 de agosto de 2013

La casa de Gladiador

El vuelo transcurre sin novedades.

Tomo una foto mientras bajamos a la isla.  El color del mar es espectacular. Mi amigo Jaime me espera y me dice que vengo demasido vestida.  Hace mucho calor.

Después de comer algo y tomarnos un café para tomar energía,  pasamos por Juliette.  Ella va a cuidarnos y preparar la comida esta semana.  Irlandesa,  habla español bastante bien y se anima a practicar con nosotros cada mañana.  One more!

Llegamos al shala y es sencillamente un sueño. Una villa de 450 años rodeada de viñedos y olivos en medio del paisaje amarillo-verde y cielo azul alberga uno de los shalas más hermosos que he visto en mi vida.  Lo acaban de remodelar para este retiro y fue el estudio de un artista  muy famoso por 35 años. Definitivamente,  un lugar sagrado.

Recorro los jardines a la luz del atardecer en compañía de mis amigos.  Conocemos a la dueña del lugar,  una hermosa mujer llena de Shakti.  Es su cumpleaños hoy y está de muy buen humor. Terminamos hablando de Amma,  la santa que abraza.  Acaba de regresar de estar cuarenta días con ella en Kerala.  Le cuento que ella nos casó a mí y a mi esposo y se pone muy feliz cuando me pregunta si puede poner una foto de su Guru en el altar junto a la de Guruji y Sharath.  Le digo que por supuesto que sí.

La energía se siente abierta y despejada para recibir a estos hermosos yoguis:  italianos,  colombianos, vascos,  suecos,  alemanes, mallorquíes y españoles.  El grupo aún no lo conozco pero ya sé que va a ser una semana especial.

En camino a nuestro apartamento,  pasamos por la playa.  El mar azul turquesa se mueve con el viento y me siento tan afortunada de estar acá.  Después del gran esfuerzo de la última semana, siento que llegué al paraíso.  La compañía de mis amigos,  la caricia del viento y los últimos rayos de sol de este día treinta y uno de agosto me inspiran a entrar en ese espacio sagrado de transformación.  Me siento sumamente privilegiada de poder conocer a estos yogis europeos.

Antes de enviar mi aplicación a Mysore para enero- junto a la de mi hijo Ariel-,  pido para que en este mundo podamos encontrar una conexión real y cotidiana entre todas los caminos a la Luz.  Al igual que la Catedral de Mallorca que tiene un ala mora y otra católica.  Una catedral,  la única en el mundo,  que está construida a la orilla del mar para poder ver su reflejo en las aguas.

E imagino que ese reflejo es nuestro Atman,  nuestro Espíritu, cuando se encuentra a flor de piel porque nuestro cuerpo y mente se lo permiten.  Y entonces puede manifestar todo el amor,  la compasión y la alegría que es nuestra esencia.

Ese lugar que se refleja en las aguas cuando están tranquilas.
Aguas azul esmeralda con espuma de luna que lo acarician.


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