sábado, 24 de agosto de 2013

London Blues



Londres amanece oscuro y frío. Sin embargo, siguiendo la recomendación de una querida amiga, me abrigo y salgo a buscar el mercado.

Portobello Market es el mercado más grande de Londres y sucede una vez por semana en sábado. Llego en medio de un aguacero torrencial. Pero la gente aguarda con paciencia que pase y en medio de la lluvia se abre ante mi una visión de diversidad de gentes y puestos llena de colorido.

Mi primera parada es un puesto de Bruschetta italiana. Nicola, el encargado, la prepara directamente frente a uno. Reconoce mi acento y me pregunta de donde soy. El es de Cerdeña y prepara una de las mejores Bruschettas que me he comido en mi vida.

Sigue una parada técnica en medio de la lluvia porque se me antoja una cerveza. Aqui todos la toman, casi siempre de pie y en media calle en las tardes. Asi que qué Caray! Hay que brindarle a la vida como si fuera el último día. Mientras me la tomo sentada en un café,  observo las pompas de jabón más grandes que he visto en mi vida. Gigantes coloridos que adornan la calle por unos segundos y mueren. Me pongo filosófica mientras devoro- que hambre por Dios!- mis primeros Fish' Chips en esta vida. Imposible venir a Londres y no probarlos. Bloody beautiful.

Extraño mucho a mi familia, mi casa, mi gente. Pero es parte del camino aceptar los sacrificios que implica seguir nuestro destino. Acciones enfocadas a un propósito que a uno mismo a veces olvida. Y nos encontramos solos añorando nuestros apegos.

Estoy segura que mañana domingo, después de la práctica con mi maestro, me voy a sentir muy diferente.  Por ahora, observo como el cielo se oscurece anticipando una nueva llovizna. Hay una tienda de bombines en la otra acera y me levanto a verlos.

Y entre los sombreros de colores, las banderas de Gran Bretaña y el cúmulo de conversaciones en inglés, aleman, francés, italiano y español añoro ver ya el rostro de mi querido maestro.

Ese rostro dulce y estricto a la vez que alberga tanta sabiduría en un cuerpo pequeño. Y pienso en todos aquellos que hoy están en un lugar parecido al mío: extrañando a quienes aman y cumpliendo con la eterna paradoja vital de ser consecuentes.

A todos ustedes: "Cheers!"

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