miércoles, 14 de agosto de 2013

Regalos de verdad

Anoche llegué a la casa después de soplarme una horrible presa y tráfico loco.  Pero qué estaba pasando?  Nada más y nada menos que el Día de la Madre.  Los ticos se toman muy en serio esta fecha y salen a las calles en busca de regalos para sus mamás.  El gesto:  hermoso.  La presa:  fatal.

Abrí mi alfombra un poco descorazonada,  pensando en que en mi caso no me interesa para nada recibir regalos materiales de mis hijos.  Me parece que es un peso innecesario para ellos toda esta parafernalia.  Siempre les digo que no me regalen nada más que su presencia y su compañía.

Y estaba en estas divagaciones mientras los estudiantes acomodaban su alfombra.  Gael y Matías rondaban el Estudio,  corrían,  se reían.  Empecé mi práctica y de reojo vi como Gael,  mi enano de 5 años,  acomodó su mat,  juntó sus manitas y empezó a moverse en la alfombra.  No se sabe la serie, pero copiaba los movimientos de los que estábamos practicando.  Estaba feliz.  Yo todavía más.

Estuvo en el cuarto una media hora,  toda una proeza para un niño tan pequeño.  Nunca le he dicho que practique,  pero me doy cuenta del impacto que tiene para él el ambiente en que crece y la compañía que frecuenta.  De pronto,  vi un pequeño yogi totalmente metido en su práctica, sin resistencia, disfrutando cada instante.  Vi su mirada de alegría cuando finalmente tuvo que irse a dormir.

Y hoy amanecí creyendo que ser mamá es el regalo más bello de la vida.  Los hijos nos sorprenden todos los días,   a veces para bien, otras para mal.   Todo es perfecto en el panorama más grande de la vida.  Sin embargo, necesitamos tener un backbone fuerte para poder sostener los embates de los momentos difíciles.

Se torna muy placentero si logramos conectarnos con nuestros hijos de corazón a corazón.  Por encima de un rol,  un papel,  una figura. Somos los canales que los trajimos al mundo y los conocemos desde el día que nos anunciaron nuestro embarazo.

Muchas mujeres no tendrán la experiencia de ser madres biológicas de hijos humanos.  Pero igualmente tienen la posibilidad de encauzar sus energías creativas en mil y una formas.  Creaciones diarias,  semanales,  mensuales.   Y la más importante de todas: nosotras mismas.  Seamos madres o no,  la energía femenina lleva la vanguardia en el desarrollo espiritual de estos tiempos.  Si tenemos eso claro, podremos asumir nuestra responsabilidad de guiar a las nuevas generaciones con aplomo y valentía.  Y al mismo tiempo,  con la suavidad y relajación de saber que estamos siendo guiadas nosotras mismas.

El regalo de la maternidad es un don de la Gracia.  No viene a quién a veces lo quiere y llega a otras sin pedirlo.  En estos días de celebración del regalo de la vida,  recordemos que todos somos partícipes de la danza vital.

Y ya sea que tengamos un Gael,  un perrito,  una casa en la playa,  una cocina...dondequiera que estemos podemos crear más Amor.


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