lunes, 14 de enero de 2013

Mamás diferentes

Mientras camino al shala,  me topo a un papá con un coche.  Va a esperar a la mamá que está practicando y hacen cambio de turno.  Tantos niños por acá!  Es hermoso ver las nuevas generaciones de yoguis,  viviendo la experiencia con sus padres.  Todas esas almitas, dice el Bhagavad Gita,  sabían que sus papás hacían yoga y por eso nos escogieron.  Qué honor!

Me encuentro con una amiga y me dice que están escribiendo un libro sobre el Ashtanga Yoga durante el embarazo y su impacto en las vidas de mamás y bebés.  Me encanta el tema y le prometo escribirle algo.  Regreso de mi práctica inspirada:  mis hijos son el tesoro más grande que me ha dado esta vida y el Yoga me ha ayudado a criarlos con principios nuevos y refrescantes para el modelo de sociedad patriarcal que viven muchos en Costa Rica.

Primero que nada,  esta práctica me ha enseñado paciencia.  No sólo en el asana,  en la vida.  India le enseña a uno paciencia.  Y para llevar un embarazo a buen término se necesita mucha.  Para criar a pequeñitos,  adolescentes y jóvenes adultos con ecuanimidad también.

Cada uno mis embarazos fue diferente.  En los primeros dos,  aunque estaba muy joven, siempre realicé la bendición de sentir a mis hijos dentro de mí.  El milagro más grande de todos:  que el fruto del amor le pegue a uno una patadita  y le recuerde que hay vida gestándose en estos cuerpos.

He aprendido mucho sobre la gloria del desapego y la libertad.  En un mundo donde muchos progenitores no pueden- ni quieren-  cumplir con sus sueños,  los hijos se convierten muchas veces en prisioneros de las expectativas de los padres.   Un papá o una mamá feliz con su propia vida va a criar hijos que a su vez busquen alegría y libertad.  Es inevitable.

En medio de todos los cambios que implica un embarazo,  un parto y la crianza de un hijo,  he aprendido que sólo soy un instrumento del Prana,  de Dios, de la Vida.  Mi cuerpo ha gestado y parido 7 veces.  He practicado el surrender total a esa energía más grande.   Y en realidad lo único que tuve que hacer fue estar dispuesta y entregarme a la experiencia.



Con el embarazo de Hernán,  mi primogénito,  hice Yoga.  Había en ese entonces una maestra muy anciana y muy sabia y la iba a ver una vez a la semana.  Además,  nadé mucho y estaba en muy buen estado para el parto.   Me cuesta describir a este ser inmenso que vino a través mío:  su carácter es sereno y al mismo tiempo,  de una profundidad poco frecuente.  Su aura está llena de luz y tiene una presencia natural.  Con esa misma naturalidad,  se acercó en su momento al yoga cuando tenía 15 años y compartió con muchos los dones de su práctica y su música.

Mi segundo embarazo,  mi querida Adriana,  fue pedido y anhelado. Sin embargo,  a los 4 meses tuve un sangrado muy grande y el bebé casi se va.  Tuve que guardar reposo y mantenerme muy tranquila.  Creo que esa fue la lección más linda que me trajo Adri.  Además,  estaba preparando un exámen de la Licenciatura en piano y practicaba más de 8 horas al día.  Recuerdo que dos semanas después del parto,  con un salvavidas en la banqueta para poder sentarme,  presentaba el examen y lo más increíble fue que lo pasé.  Adri es música en este mundo en todos los sentidos:  un ser lleno de gracia y con un talento superior para las artes.

El embarazo número tres,  Ariel,  me pidió encontrar mi guerrera interna.  En medio de una separación muy dolorosa de su papá,  quedé embarazada y fue un embarazo-reto en todos los sentidos.  A mis 28 años,  el retorno de Saturno,  mi mundo se deshizo y en medio de la panza,  tuve que empezar todo de nuevo.  Con un bebé de 8 meses a bordo dentro de mí,  hice un viaje providencial al otro lado del mundo,  Israel.  Estuve en Masada,  en Jerusalén y en todos los lugares santos con  este León de Dios-  el significado de Ariel en hebreo.  Sería imposible describirlo con palabras: sólo estando con él siente uno esa energía que palpita con la intensidad de un nómada del desierto.  Ariel bendijo mi vida con la quintaesencia de la ternura y sus besos y abrazos desde recién nacido me reconfortaron el alma en momentos difíciles y lo siguen haciendo.



Gabriel vino después.  El ángel mensajero. Un regalo con un mensaje inesperado pero muy bien recibido:  el más pequeño de esta camada fue recibido con tanto amor por mí y por sus hermanos.  Ser brillante en su mente y claro en su plan de vida,  posee un humor muy fino y determinación perenne.



Pasaron 10 años.  En estos diez años,  mi vida de abogada fue cediendo poco a poco al llamado de mi corazón.  Una clase de yoga a la semana se volvió el sentido de mi vida,  en medio de papeleos legales, contiendas ambientales y deseo de liberarme del yugo de una profesión que nunca me llenó.

India apareció en el panorama.  El llamado a este lado del mundo implicó mucha creatividad,  desapego y enfoque para viajar tan lejos y encontrar la forma de no claudicar.  Mis cuatro hijos mayores han sido siempre la inspiración para seguir viniendo:  deseo que entiendan que en esta vida uno tiene que hacer lo que ama porque el tiempo es muy corto.

Con ellos,  sólo he deseado que simplemente sean felices.  Que encuentren algo que los apasione y le apuesten con todo.  Que amen desde la médula, aunque eso implique que les rompan su corazón. Que el miedo no sea un impedimento. Hernán y Adri ya están viviendo sus propios sueños,  sobreponiéndose con su fuerza de almas viejas a ataduras internas que se vuelven inocuas ante la presencia de la pasión.



Mi maestro decía:  Practica y todo llega.  Yo sólo sé que le dí el sí a esta práctica de vida y me lancé al vacío.  Dejé relaciones en las que no me sentía realmente feliz.  Proseguí mi camino sin esperar nada y la vida me dio todo.  En medio de todos los cambios,  trajo a la puerta del estudio a un hombre bueno y gentil que quería practicar.  Y me enamoré.



Y entonces empezó mi segunda vida.  Así la siento.  Después de un encuentro de almas apabullante que nos llevó al altar en un mes,  la noticia de mi quinto embarazo movió mi mundo.  A mis 40 años,  empezar todo de nuevo!  Con la inspiración diaria del amor,  nos arremangamos para recibir a Gael.  Gael me acompañó en mi vientre en mi sétimo viaje a Mysore y absorbió toda esta energía.  Ahora,  ya casi a sus 5 años,  sólo desea venir a India y le encanta estar presente en las clases del Estudio. Pasa pintando ángeles y llena la casa con sus risas y carcajadas constantemente.


Theo hizo acto de presencia dos años después,  aquí precisamente en India.  Me vine sola y aquí supe que estaba embarazada.  En una mezcla de shock y alegría,  pasé mi mes de práctica en medio de achaques y vómitos,  embelesada con esta almita que escogió hacerse presente en estas circunstancias.  Theo es simplemente indescriptible:  es como un budista monje tibetano con toda la sabiduría,  profundidad y realización de un maestro zen.  Sus risas,  sus ojos grandes y soñadores llenan mi corazón en todo momento.

Matías nació hace un año y medio.  Llegó a nosotros con la enseñanza más grande que he recibido en esta vida:  la fuerza de venir a este mundo sin miedo y sin expectativas.  Es mi maestro en el arte de la aceptación y el surrender:  mi cuerpo maltrecho lo recibió en muy malas condiciones y se resistió hasta el final.  Después de una dolorosa cesárea,  Matías entró de lleno en nuestros corazones dejándonos boquiabiertos con su estatura espiritual y coraje.

Así que todo esto he aprendido de mis hijos: profundidad de Hernán,  vitalidad y creatividad de Adriana.  Ternura e intensidad de Ariel,  enfoque y serenidad de Gabriel.  Espiritualidad diaria de Gael,  alegría de Theo y fuerza de Matías.

Qué puedo decir sino que mis hijos estaban intrínsecamente ligados a mi práctica espiritual? Que no concebiría estar en esta vida sin ellos,  a pesar de que en algún momento mi ignorancia los consideró un obstáculo.  Al contrario, son el terreno fértil donde las enseñanzas de Yoga brotan y reverdecen.  En sus rostros y caritas puedo ver a Dios todos los días,  todas las cualidades más bellas de un ser humano,  en vivo y a todo color.

Sólo sé que es mi privilegio y honor haber sido canal de estos seres y tener su presencia y amor en sus vidas.  A ellos,  mis retoños y maestros,  les debo haber conocido el significado del amor y el servicio.  A través de muchas experiencias,  muchas de ellas difíciles y dolorosas,  todos  hemos aprendido que lo único que realmente importa es el Amor.


Me lo recuerdan cada día,  de la mañana a la noche.  Me lo recuerdan incluso cuando no están cerca porque están indeleblemente grabados en mi corazón.  Sus sonrisas, gestos,  sus personalidades,  sus sueños y proyectos.  Y sé que son seres totales,  perfectos y bellos en su búsqueda y sólo deseo contemplarlos y disfrutarlos.  Más que nada,  deseo verlos brillar a cada uno en su camino.

Y que algún día puedan decir:  "Oh mi mama, de verdad que estaba bien rayada...pero qué bueno que tuvimos una mamá diferente."

5 comentarios:

  1. Gracias Mariela, todo lo que aquí compartes me impulsa y me da alivió, ver que vos también estuviste ahí donde yo estoy, me dejo de sentir sola, a veces es difícil y me dejo creer que mi hijo es una barrera, cuando en realidad es él, el camino más grato y el amor incondicional, creo que aún lo descubro poco a poco. En fin, estas palabras y todas las que antes has escrito hacen compañía en tiempos difíciles, se sitúan como un diario de compañía, son sinceras y revelan coraje, sabiduría y unas olas inmensas de vida llena de amor :)

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  2. Gracias a vos por escribir! somos muy privilegiadas de haber sido escogidas por estas almitas. Es toda una práctica espiritual criarlos, pero la más bella de todas! Redescubríte vos misma, el yoga es uno de los tantos caminos...y lo vas a ver a él con nuevos ojos! Ojalá que esto te inspire a seguir adelante y agradecerlo a él, cada día, cada instante. Namasté!

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  3. Gracias Mariela, te cuento, estoy en casa desde hace tres días en nueva york, sóla , a puto té, enferma con una gripe devastadora y el frio afuera es tanto que son -10 C. pero tus palabras me confortan de una manera increíble. Que lindo regalo me dí hoy, sentarme con calma a leer lo que escribes, nunca puedo hacer esto! la vida de NY es tan acelerada. Siempre busco espacio para el arte que me ha transformado la vida últimamente y he vuelto a practicar ashtanga también, me está transformando de nuevo mi alma, mi cuerpo y mi espíritu. Te cuento que tengo unas ganas de tener un hijo que no te imaginás, pero acabo de romper con mi novio pues él no quiere uno todavía, sino mas adelante. Tuve que decirle que hasta luego, así que aquí estoy sóla pero con ganas de tener un hijo, así o más loco? No pierdo la fé que aparecerá el padre de mis hijos en los próx años, espero q no muchos, pues tengo 39, pero la práctica y la fé me están dando mucha esperanza. Te mando mil abrazos maestra de agradecimiento por tu apertura. Carolina

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  4. Querida amiga, nunca se pone más oscuro que cuando va a amanecer. Tomá tu práctica en serio, ahí tenés a Eddie, qué buen karma! todos los días, sin expectativas. Lo que la vida tenga para vos se va a manifestar claramente, sin forzarlo, confiá en que el Yoga te va a sanar a todos los niveles y te va a mantener fértil por muchos años más! seguí con tu arte, he leído tu blog y tenés mucho que compartir. Que el pace rápido de la hermosa ciudad en que vivís no te haga olvidar el zacatito que crece entre los adoquines de las aceras y el brillo del sol. Vamos para Greenwich a ver a Sharath del 7 al 12 de abril, ojalá podás venir también. Abrazos desde India, todo pasa...Namasté.

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