miércoles, 16 de enero de 2013

Deseo ardiente

Estos días en Mysore le abren a uno el cuerpo,  pero sobre todo la mente y el corazón.

Hoy me desperté muy temprano para hacer una entrevista a un Programa de Radio que se llama Plena Luz.  Me preguntaban sobre los efectos del Ashtanga Yoga como método de sanación y lo único que se me vino a la mente fueron los rostros de mis estudiantes:  antes y después.  Antes, cuando llegaron por primera vez al Estudio,  muchos con el corazón roto, el cuerpo desbaratado y sin energía vital. Y ahora, verlos motivados,  entusiasmados,  felices,  no importan los años que tengan,  es para mí la confirmación de que esta práctica funciona.

El Ashtanga Yoga es para aquellos que se sostienen y ahí es que el maestro de mi maestro, Krishnamacharya,  tenía mucha razón.  No todas las personas tienen despierto el músculo interno de la voluntad.  Muchas mentes son esclavas de hábitos perjudiciales como comer y dormir en exceso,  chismear sobre otras personas o ingerir sustancias dañinas.  Esta práctica está destinada a aquellas almas que de alguna forma están listas para dar un salto cuántico. Y eventualmente,  todas las almas lo darán, cada una a su tiempo.

En la entrevista hablamos también de que esta práctica está diseñada para gente que vive en el mundo,  no para renunciantes. Existe todavía el mito de que uno tiene que renunciar a la vida material para encontrar a Dios:  lo confirma nuestra religión católica y los sacerdotes y monjas.  Pero aquí es diferente: aún en medio de nuestras obligaciones como padres y madres,  con un trabajo,  con responsabilidades materiales, siempre podemos practicar y anhelar esa conexión divina.  Esta práctica es para todas las edades,  formas,  tamaños y condiciones de salud.

Hoy caminaba al shala con una querida amiga de años y me contaba que ya tiene tres nietos!  Qué maravilloso una abuela que se pare de cabeza!  Que venga a India cada año y que sienta pasión por su camino espiritual! Sus nietos son muy afortunados.

El Ashtanga Yoga como camino de sanación funciona si se hace.  Hay tanta literatura,  vídeos, información por todo lado. Pero hasta que uno abre su alfombra,  se arremanga y está dispuesto a verse con mucha honestidad,  a respirar y a sudar,  se da cuenta de lo que decía mi querido Guruji:  "Body not stiff,  mind stiff."  Las series son repetitivas pero siempre nuevas:  cada día, es vernos en un espejo y con mucha paciencia,  ir desenredando nuestra psiquis a través del milagro de estos cuerpos.

Realizar nuestra mente cerrada da mucha tristeza.  Mi propia mente me ha jugado muchas pasadas.  Incluso ahora,  mientras espero en el vestíbulo del shala a que me llamen,  la escucho diciendo:  
"Y para qué diablos estás haciendo esto tan difícil? Te vas a lesionar.  Tercera Serie es sólo para hombres,  las mujeres no tienen esa fuerza."

La escucho como escuchar a alguien más y cuando empiezo mi práctica,  la siento ahí atrás, observándome.  Pero no le hago caso.  Cuando termino,   sudada hasta el alma,  cansada pero en éxtasis,  ya esa mente necia está totalmente callada.  Y me doy cuenta de que puedo escoger hacerle caso o no.

Este discernimiento espero incorporarlo cada vez más a mi vida en Costa Rica.  En nuestro pequeño país que apenas se abre a las enseñanzas del Yoga y terriblemente influenciado por toda la US,  India parece una quimera y un sueño imposible.  Pero si yo he podido venir 10 veces a pesar de todas mis obligaciones familiares y profesionales,  cualquiera puede hacerlo.  Veo a mis estudiantes,  muchos de ellos con todas las condiciones económicas, de vida y familiares.  La mayoría solteros o con uno o dos niños,  la mayoría con hijos grandes y la libertad que esto implica.   Tienen todas las posibilidades,  sólo necesitan avivar el fuego del tapas, ese deseo profundo por la transformación.

Creo que mi único mérito en esta vida es que nací con ese fuego ardiente.  Desde pequeña,  sentí que toda el paradigma social me quedaba pequeño.  Traté por todos los medios de "fit in":  estudié en la Universidad, me hice abogada- una profesión bien-  me casé bien,  tuve mis hijos,  seguí estudiando...y de pronto,  todo ese mundito se me cayó.  Bendito Dios.  Ahí fue que pude empezar a explorar quién era realmente Mariela y qué le gustaba.  Con quién quería estar,  no por conveniencia ni comodidad sino por amor y cómo quería pasar sus días.

Tratar de calzar es algo que todos hemos intentado y la mayoría hemos salido decepcionados y deprimidos.  "Fit in" dentro de qué?  La sociedad occidental está tan enferma:  incluso en el mundo del Yoga,  el materialismo espiritual es rampante.  Surgen burocracias innecesarias en un mundo donde lo único necesario es el maestro y el estudiante.  Qué tristeza contemplar el surgimiento de intermediarios en esta relación que es absolutamente sagrada e íntima.


Mientras practico,  rezo porque muchos más puedan encontrar lo que yo he encontrado:  una conexión genuina y directa con mi Creador, esta fuerza de vida que palpita en mis venas y  hace latir mi corazón. Cuando estoy en medio de las posturas más difíciles y siento que los músculos me van a explotar,  agradezco contar con un espacio donde pueda sentirme realmente viva.  Después de la práctica,  el mundo es un lugar mejor porque yo estoy en un lugar de mayor receptividad:  más clara mentalmente,  más abierta a los regalos del día y a cada ser que topo en mi camino.

La práctica con un maestro por un largo período de tiempo nos trae la paz.  Esa paz que sobrepasa todo entendimiento. Mientras lavo la ropa en nuestra super lavadora india- que toma como 2 horas-  sonrío de pensar que de hecho me encanta lavar ropa!  o cocinar,  o lo que sea...

Cuando estoy en este lugar,  la vida me sonríe y yo puedo,  con toda el alma,  sonreírle de vuelta.

Mysore,  17 de enero, 2013

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