martes, 4 de diciembre de 2012

Valor

Mientras observo el devenir de mi vida con sus altos y bajos en esta encrucijada vital, recuerdo las palabras de una de mis maestras de meditación:  el verdadero valor se mide en la capacidad de relajarnos aún en lo desconocido.

La vida es,  en realidad,  un campo minado.  No sabemos cuando vamos a pisar una de esas bombas.  Un día estamos bien,  al siguiente movidos,  sorprendidos,  inestables.  Cada día toma tanto valor simplemente levantarse y darle la bienvenida al nuevo día,  sin saber qué traerá.

Para todos aquellos que intencionamos hace mucho tiempo buscar la solución adentro- nada afuera nos va a dar la respuesta- ir profundo es el único camino.  Ante el dolor anticipado de que un ser querido nos falte- una posibilidad real y muy cruda- no tenemos más que agradecerle al Universo por haber puesto a esa persona en nuestro camino.  Sea por varios años,  sea por algún ratito.

Cada día que amanece lo primero que pienso es en mi hijo mayor,  Hernán.  Vivi en Europa y no lo veo hace muchos días.  Sé que está haciendo lo que necesita en su vida,  aprendiendo a vivir su propio camino,  dando su mejor esfuerzo. Pero el dolor de la ausencia es,  para mí, sólo una muestra de la magnitud del amor y el valor que necesito, cada día,  para no extrañarlo tanto.

Sigo con mi hija, Adriana.  De forma valiente,  está viviendo sola en un lugar cerca de la Universidad.  Eso es,  al otro lado de la ciudad.  A pesar de que nos vemos a menudo y de que la relación es muy cercana,  también extraño su presencia en la casa.

Vienen Ariel y Gabriel a mi mente: viven con su padre en este momento.  Están en una finca muy  hermosa al oeste de la ciudad,  un santuario.  Sus vidas transcurren en medio de exámenes,  amigos y actividades sociales. Son dos adolescentes en plena acción y así tiene que ser.  Pero los siento cerca y a una llamada de distancia, bueno,  si no están muy ocupados como casi siempre dicen!

Conmigo  tengo a mis tres bebés pequeñitos.  Mientras escribo,  Theo canta a gritos desde su cuna,  Gael le da explicaciones sobre la vida a sus cuatro años y Matías,  el más pequeño, duerme plácidamente.  El amanecer  lleno de celajes da paso a un sol que brilla con esperanza.  Es una invitación a levantarme,  salir a la rutina del día,  disfrutar de los días de diciembre que empiezan a mostrarse soleados y ventosos,  mi época preferida aquí en mi país.

Pero hoy  me siento un poco cobarde de engancharme en el afuera.  Busco un poco de valor dentro de mí y casi no encuentro nada. Acostumbrada a accionar -muchas veces a pesar de las resistencias-  de pronto me siento pequeña, sola y débil.  Y el valor?  adónde está?

El valor incluso de tomar el carro y manejar.  De entrar en la pista y escuchar a Theo una vez más preguntarme:  "po qué va ta "yapo"?  (por qué va tan rápido?).  El valor de escuchar mi mente y sus divagaciones a veces sin sentido...de topar con gente y sus rollos,  de observar como uno no controla nada y a cada vuelta de la esquina existe la posibilidad de una traición,  una incoherencia o un absurdo.

Es aquí donde recuerdo las palabras de mi maestra: relajarme, aún en este lugar desconocido de fragilidad y vulnerabilidad.  Ese espacio suave,  desprotegido y con miedo.

Ese lugar...

Será que puedo llevarlo a pasear hoy?

Tal vez quiera jugar un rato con los niños....

o tal vez,  ir a ver a una película,  tomarse un café con un amigo,  leer un libro de cuentos.

Voy a darle su espacio. En vez de empujarlo al fondo,  amordazarlo y pedirle que no grite,  voy a permitirme sentir cada segundo su presencia.  Tal vez me enseñe algo nuevo que todavía no sé:  será cómo estar tranquila en medio de la incertidumbre?  Será la cualidad perfecta de la aceptación incondicional?

Sea lo que sea que tenga que enfrentar hoy,  voy a hacerlo mi ancla y mi norte.

Y si desde ahí  la vida pudiera ser más sensible y poética?

Si todos amaneciéramos cada día en ese lugar o al menos,  en el anhelo de ese lugar?

creo que Palestina ni siquiera existiría...


y todos seríamos verdaderos guerreros espirituales.-






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