martes, 18 de diciembre de 2012

La muerte a la vuelta de la esquina

El embarazo de Theo fue todo un reto.  Uno de los músculos de mi cadera,  el piramidal,  empezó a ceder por el peso y las hormonas.  Tuve molestias en la ciática durante casi todo el embarazo y terminé bastanta renca,   pero estaba muy feliz de estar embarazada y como siempre,  el bebé fue compañero de aventuras para nosotros.

Me dieron una beca para estudiar con unos de los maestros más prestigiosos en el mundo del Ashtanga.  Llegué a Boulder,  Colorado,  con un panza de 7 meses.  Sólo recuerdo la expresión en las caras de mis maestros cuando entré al shala:  les quería dar la sorpresa y además,  confirmar que uno puede practicar siempre...lo único que se necesita es deseo ardiente.

En Boulder ya empezaba el frío.  Llegamos en medio de una ventisca que enterró el carro hasta las ventanas.  A menos 10 grados,  Marco escabó el coche bomba al día siguiente y disfrutamos de este lugar tan hermoso con sus montañas nevadas y yogis por doquier.  Eramos más de 30 en el curso,  gente linda de todo el mundo.  Fue uno de los meses más bellos de mi vida.

Recuerdo que ya casi al final del curso,  tuvimos un fin de semana de meditación en uno de los centros budistas,  el Shambala Center. El fin de semana consistía en meditación Vipassana 10 horas diarias.  Con mi salvequito-bebé encima, me desperté esa mañana fría y me puse las botas de nieve de mi amiga Shayan.  Había caído una nevada gigante la noche anterior:  recorrí casi un kilómetro a pie con la nieve hasta la cintura y armada de un palo.  Me sentía como un sherpa en el Everest.   Recuerdo que iba hablando con el bebé:  "Vamos amor,  ya casi llegamos!".  Caí en la meditación profundamente después de semejante esfuerzo y sentí las pataditas de este ser que,  todavía no anticipaba,  me llevaría a lugares desconocidos, más intensos que los propios Himalayas.

Después supe que,  a raíz de mi embarazo,  Richard dijo en Tailandia a un grupo que el Ashtanga Yoga podría practicarse hasta con 8 meses!  y se refirió a mí como ejemplo.  Escribí un artículo en una revista virtual sobre el Ashtanga Yoga prenatal y recibí todo tipo de comentarios. Incluso uno que decía que estaba totalmente loca,  que pobrecitos mis chiquitos y que deberían encerrarme!  claro,  la foto era de un handstand con la panza...creo que esta persona no dejaba de tener cierta razón.

Practicaba y siempre le pedía permiso al baby.  Le pedía que me hiciera saber si no se sentía bien.  Nunca recibí un no,  más bien un SI GIGANTE.  No había como descansar en el savasana de lado al final de la práctica y flotar en ese espacio sagrado con mi bebé.  Inspiré a varias a pedir babies en ese training y por eso me siento muy feliz.  Varias chicas tenían muchas reservas a tomar un break de 2 años de sus prácticas avanzadas:  creo que con mi panza les recordé que esta práctica tiene como fin abrir el corazón y que no hay nada como ser canal de estos seres de luz para sentir el Amor.

Marco,  Uva- nuestra partera- y yo nos preparamos para el parto sin novedad.  Piscina, nuestro doctor muy progresista y yo super confiada que todo iba a salir bien.  Incluso,  invité a mi cuñada y a mi hija a estar en el cuarto para el nacimiento. Según yo,  les iba a dar una lección de cómo era traer a un hijo al mundo en estado de éxtasis...JA.

Las contracciones empezaron en la madrugada. Llegamos a la clínica Marco, Adri y yo.  Ya Stephanie y Uva nos estaban esperando.  Dormimos un rato y a las 4 am sentí la cabecita bajar en una contracción explosiva.  "Ya viene,  ya viene!" Temblaba de emoción de conocer a mi bebé.  Las contracciones se regularizaron y decidí entrar en la piscina.  En el cuarto,  había incienso y música.  El ambiente era muy cómodo y todo se iba desarrollando normalmente.

Después de 4 horas de piscina y olas intensísimas,  el doctor realizó que este bebé no iba a salir.  Podía sentir su cabecita ya bien abajo,  sin embargo,  Theo tenía otros planes para mí.  Mi querido doc me pidió salirme del agua.  Con ese cuerpo de ballena y medio de las contracciones,  lo intenté pero no lo logré sin ayuda.  Uva y Marco literalmente me alzaron y me pasaron a una silla de parir.  Ya yo estaba un poco fuera.  Sólo recuerdo el frío en mi piel.

De pronto,  todo en el cuarto empezó a moverse más rápido.  Yo, desnuda y en medio de tanta intensidad,  me percaté de que las enfermeras corrían.  Desarmaron la piscina,  el ambiente se puso tenso.  Mi doctor cambió de semblante.  Siempre está super tranquilo y relajado,  lo vi preocupado.  Nadie me decía nada,  sólo sé que me pusieron una vía.  Marco tenía cara de susto.  Tenía mucho frío.  El anestesista tardó en llegar porque- después supe- se quedó pegado en una presa.


Me levantaron a la cama.  Me pusieron la anestesia.  Sólo sé que los minutos que siguieron fueron los más horribles de mi vida.  Luego supe que el bebé podía asfixiarse y que hubo que sacarlo con fórceps. Sólo sé que mi cuerpo desapareció,  de pronto vi mis rodillas en mis orejas y a Marco empujando con fuerza mi panza, literalmente montado encima mío mientras el doctor gritaba:  "Empuje!!"  Mi partera me decia PUSH!!! en la oreja y yo estaba literalmente aterrorizada.  Theo salió con fórceps- supe después.  Ya estaba cianótico (azul por la falta de oxígeno) y salió envuelto en meconio (signo de mucho estrés).

Con el bebé en mi pecho, Marco y yo lloramos desde el alma de poder tener a este ser en nuestros brazos.


- pero lo más feo estaba por llegar.



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