viernes, 30 de noviembre de 2012

Abandona el fruto de tus acciones

Esta semana ha sido especialmente movida.

Nos llevamos a Matías,  nuestro bebé más pequeño,  de paseo hoy viernes en la tarde.  Salir de San José y sus presas y llegar a la quietud y el silencio de la casa de nuestros amigos se siente como salirse de la mente convulsa,  sus reacciones predecibles y sus detonantes y arribar al hogar.

Roberto y Elena nos reciben amorosamente.  Todo en su hogar es zen.  Nada falta,  nada sobra.  La vista de los grandes ventanales es suficiente...y los árboles,  cinco hermosos guanacastes que rodean la casa.  Los pájaros despiden el día: un día más en este mundo. Un día más en la insoportable levedad del ser.

Mientras Matías juega,  se ríe y explora,  conversamos sobre nuestros corazones,  nuestras inquietudes más profundas.  El deseo de viajar livianos, los apegos, los patrones mentales que continúan asechándonos a la vuelta de cada esquina.  Todo confluye en un acuerdo general:  esta vida es incómoda.  La gente actúa de forma inconsistente.  Seres queridos se van.  Ruido material nos distrae de las cosas verdaderamente importantes: el amor,  la amistad y la coherencia vital.

Marco comparte y nos dice, con mucha razón,  que si no tuviera que trabajar pasaría sus días en éxtasis y contemplación de sus bebés.  Todos estamos de acuerdo.  Cuántas de nuestras actividades- no sólo acciones físicas sino pensamientos, sentimientos y emociones- son una verdadera pérdida de tiempo? cuánta energía desperdiciamos pre- ocupándonos,  tratando de defender una posición o justificándonos?

Creo que cuando uno tiene un norte y sentido en la vida claros va a encontrar muchos obstáculos en el camino.  Bien lo dijo Don Quijote:  " los perros ladran,  Sancho.  Señal de que avanzamos." Estar genuinamente comprometido con algo- lo que sea-  implica estar en desacuerdo con otros. Necesariamente.  No todos tienen nuestra misma  perspectiva-  ni tienen por qué compartirla.  Pero siento que el reto consiste en permanecer,  no rendirnos, seguir adelante con el convencimiento que viene de nuestro corazón.  En lo que sea que amemos.

Hablo de relaciones,  de maestros,  de hijos, de vida.  En mi propia vida,  nunca estuve tan comprometida con nada ni con nadie como me encuentro el día de hoy con mi familia, hijos y dharma.  Siempre andaba a la huída del compromiso,  valorando mi "libertad",  muy ufana de mi independencia. Pero fue hasta que aprendí a amar- y a sufrir-  que supe lo que significa realmente estar viva.

Es como aquel poema de Debravo que dice que un hombre- y una mujer- no podemos realizar la fuerza y extensión del Amor hasta que tenemos un hijo y lo amamos...

Lo mismo me sucede con mi quehacer de vida.  Después de muchos años de dar vueltas buscando aprobación en los círculos de abogados,  universidades,  maestrías y doctorados,  realicé que mi destino estaba en otra parte.  Yacía silencioso en el fondo de mi  corazón.  A ese lugar no podía llegar fácilmente:  espinas,  púas,  cadenas y escudos resguardaban ese lugar frágil y suave con recelo. Nadie se podía acercar.  Tomó un instante de buen karma donde mi discernimiento me dijo que tomara un tren al sur de India....de la nada.  Fuera de los planes.  Random. Sin destino seguro.   Tomó un maestro amoroso que me tomara en sus manos y me dijera:  "podés hacerlo".  En su mal inglés y con una sonrisa sin dientes.  Tomó toda la fe de mi corazón decirle que lo iba a intentar...y lo hice.  Y de pronto,  mi vida dejó de ser una carrera frenética para no sentir.  De pronto,  la vida se llenó de colores y todo,  todo lo que anhelaba comenzó a llegar.

El agradecimiento que yo guardo por mi maestro sólo mi corazón lo sabe.  El amor que le tengo,  a pesar de que físicamente ya no esté en este mundo, crece día a día.  El tuvo fe en que yo también podía.  Me tendió su mano,  me permitió tocar sus pies.  El maestro externo fue sólo un dedo que apuntó a ese lugar: ese lugar suave,  vulnerable y desprotegido.  Muchos años me tomó quitar todas las protecciones,  abandonar expectativas sobre mi vida y entregarme a lo único que encuentro con sentido en esta vida:  ayudar y tender una mano al que necesita, al igual que lo hicieron conmigo hace más de diez años.

Continúo en este camino abandonando cualquier expectativa sobre los resultados.  De hecho,  cualquier  pionero es y ha sido eternamente incomprendido.  Desde Galileo hasta Einstein, desde Van Gogh hasta Freud,  todos sufrieron el ataque de sus contemporáneos y sus obras fueron comprendidas cuando ya estaban muertos.

Igual, aspiro a ser consecuente.  La vida es muy corta para vivirla haciendo lo que uno no ama.  El espíritu se muere y se consume en medio de miedos materiales,  apegos y competencia.  Mi espíritu sabe que lo que a mí me sucedió es posible para todos.  Y sólo puedo guardar agradecimiento infinito por quién me mostró el camino.

Este viernes en la noche se siente distinto a todos los demás.  Será que siento más cerca a mi Maestro?  lloro mientras recuerdo su sonrisa franca,  sus ojos dulces y sus pies que eran como la tierra.   Será que a través de todos estos obstáculos me sigue enseñando que esto se trata de abrir completamente el corazón?


" Cuando escuches una voz en tu cabeza que te dice que no puedes pintar,  pinta hasta que la silencies."
Van Gogh

San José,  30 de noviembre 2012.

2 comentarios:

  1. No sabes cuánto yo anhelo encontrar un maestro en mi camino. Qué lindo y emocionante ver cómo tú lo has tenido y cómo aquello giró tu vida y te conectó con tu Dharma.

    Me gustó mucho tu blog y desde ahora te sigo, muchas Gracias!
    :)

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  2. Hola, F,

    cuando el estudiante está listo, el maestro aparece.
    Tené fe.
    un abrazo

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