Maletas listas. Corazón roto.
Esta es la primera vez en todos mis viajes que no quiero irme.
Soltar a mis bebés se siente como un ardor y una tristeza inefable. Sólo sé que tengo que agarrar mi valija y confiar que Dios me los va a cuidar estos 40 días.
El yama del Aparigraha es para mí el más difícil de todos. Qué duro es soltar a los que amamos y saber que hay una fuerza más grande que los mantiene con vida, que los cuida y protege siempre...estén o no junto a nosotros.
Las huellas kármicas de apegos pasados se juntan con las actuales y me veo sola con un panorama gris y nublado.
Sé que de nuevo me piden un Leap of Faith.
Sé que lo que suceda es lo que tiene que suceder.
Sé que cuando esté allá voy a agradecer una y mil veces este salto en el vacío.
Mientras me columpio esta última tarde de diciembre con mis pequeñitos, le pido al de Arriba que los guíe en su camino: escogieron esta mamá yogini y por algo será.
India espera....India llama.
AQUÍ VOY.
Buen viaje Mariela, aquí todos quedamos sosteniendo el barco y muy pendientes de los babys!
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