miércoles, 12 de diciembre de 2012

Shanti: Tercer viaje

Me despierto con el temblor de la madrugada.  En el momento que tiembla, estaba soñando que cantaba  en sánscrito la invocación del Ashtanga Yoga:

Vande Gurunam Charanaravinde
Sandarshita Swatma Sukhaba Bodhe
Nishreyase Jankalika Jamane
Samsara Hala hala Mohasantyai

Nos rendimos ante los pies del Guru
aquel que nos lleva de la oscuridad a la Luz
que nos enseña la felicidad verdadera
aquel que es médico en la selva del Samsara
el ciclo eterno de vida y muerte
y nos guía para evitar el veneno mortal del condicionamiento.

En el momento que tiembla -un temblor fuerte y rápido- me despierto y quedo con la invocación en los labios.  Realizo que hoy es el 12-12-12,  una fecha que ha estado teniendo mucha publicidad como la venida de los ángeles,  el fuego divino y no sé qué más cosas.  No creo mucho en todo el discurso New Age,  pero el temblor no deja de asustarme.

Ayer recibí una excelente noticia. De verdad,  que cuando uno suelta algo y lo pone en las manos de Dios,  todo se acomoda.

 India se perfila a lo lejos como mi maestra en el arte de soltar.  Desde que uno llega al aeropuerto,  ya todo huele y se siente distinto.  Tengo innumerables historias y las más tristes son las de los abundantes scams.  Ahora que Occidente ha vuelto su mirada a Oriente,  muchos indios inescrupulosos han realizado que,  ante la ignorancia de los visitantes,  todo lo que tienen que hacer es disfrazarse de gurúes y ya pueden sacarles unas rupias.  Me pasó la primera vez que estuve en Chamundi Hill,  la colina sagrada más alta en Mysore.  Un señor vestido de rojo, con una barba abundante y sonriente ofreció todo tipo de sanaciones y curaciones y hasta una foto con él...muy triste y decepcionante.

Pero todo en India se maneja a otro nivel.  Ellos mismos repiten incesantemente que uno atrae al maestro que necesita.  Lo he experimentado en mi vida no sólo en mi profesión,  sino en mis relaciones.   A veces,  el espejo que el otro nos ofrece es exactamente lo que necesitamos ver en ese instante vital.  Por dicha,  la espada del discernimiento,  ese regalo que esta práctica afila cada día,  nos ofrece la oportunidad de ver,  realizar y discernir con más sabiduría, compasión y desapego.

Así me sucedió en mi Tercer Viaje.  Llegué a Mysore-  según yo- con la Primera Serie perfecta!  Qué horror!  en Costa Rica,  como no teníamos maestro,  nos juntábamos un grupo de amigos a practicar....a batear,  más bien, diría ahora!  Pero era muy lindo,  tengo lindos recuerdos de ese año.  Teníamos libros y videos y muchas ganas.  Recuerdo esos días de unión y amistad entre muchos de los que ahora hemos escogido compartir esto del Yoga en Costa Rica.  Nos reuníamos a veces dos y tres veces por semana a experimentar.   Todos siempre estarán en mi corazón.  Nuestro deseo nos unió y aunque nos llevó en direeciones y estilos distintos, la amistad y cariño permanecen.

La cosa es que llegué a Mysore bastante perdida.. ja ja  pero muy motivada.

El primer día- y si van por allá por favor no lo hagan!-  llegué en la mañana y entré directamente en el cuarto.  Normalmente,  apenas uno llega a Mysore espera que sea la tarde cuando la Office está abierta y va y se inscribe en la escuela. Saluda a los maestros y ellos le dicen a qué hora ir a practicar el día siguiente.  Pues yo llegué directo en la mañana y me metí!  viendo para atrás,  me siento tan fuera de lugar...y peor todavía cuando empecé a hacer mi práctica a como  la habíamos podido descifrar en nuestro grupo de amigos:  los vinyasas perdidos,  variaciones a las posturas y sobre todo,  la respiración caótica.  Una práctica de yoga sin respiración es como un río sin agua.

La secuencia no me la sabía muy bien tampoco.  Sharath,  en su infinita paciencia,  me puso a hacer Primera Serie todo el mes.  Después comprendí que ese es el protocolo la primera vez que uno va a Mysore.  Mucha gente viene de gimnasia y acrobacia y la Primera Serie es fácil para ellos a nivel físico. Sin embargo,  también hacen su Primera Serie.  Y sólo eso.

Esto causa y ha causado en el pasado muchas reacciones y enojos en el shala.  Las posturas de muchos son muy buenas,  pero en Mysore el énfasis no es ese.   Muchos yogis muy diestros físicamente no pasan de una postura- y no los avanzan a veces en meses.  Si uno se queda pegado en una postura por cuestiones físicas,  la mayoría de las veces mentales decía Guruji y continuar puede lesionarlo,  le piden parar.  Pero aunque uno físicamente pueda hacer todo,  la práctica en Mysore anhela que la mente entre en el estado del yoga.  Para muchos,  incluyéndome,  eso significó un cambio de ritmo.

Aprendí mi Primera Serie como Dios manda y observé,  a lo largo de ese mes en Mysore,  un cambio radical en mis pensamientos. Después de la práctica,  la paleta de colores de Gokulam se abría como por arte de magia.  Los niños que vendían flores a la salida del shala, el señor de las pipas,  los amigos y el sol de la mañana me parecían las cosas más bellas que jamás había visto.  La brisa de la mañana me alimentaba.  El resto del día transcurría en una meditación en movimiento. Caminaba las calles sin ningún afán,  totalmente serena y feliz,  envuelta en mis trapos indios y con una felicidad tan grande por dentro que no podía entender todavía muy bien de dónde venía.

Los indios son muy amistosos,  más los que están cerca del shala y ya hablan inglés y se relacionan con los yogis y yoginis.  Los rickshaw drivers son todos personajes.  Me hice amiga de uno en particular y somos amigos hasta la fecha.  Cada vez que regreso, no importa cuánto tiempo haya pasado,  me grita agitando sus brazos y con esa gran sonrisa blanca en su cuerpo oscuro:

"MARIAAAAALAAAAAAA!!".

Fue hasta uno de los viajes siguientes que supe que mi nombre en Kannada tiene un significado:  I WILL NOT FORGET.  Y ahí entendí por qué es que a Vishnu nunca se le olvida mi nombre!

No en vano,  mi nombre significa en Kannada no voy a olvidar.  Y es eso lo que me invita a seguir regresando a India.  El sesha de la práctica- el residuo que queda a nivel físico,  energético,  emocional, mental y espiritual- es tan profundo,  tan impactante la primera vez que uno pasa un mes entero dedicado al Yoga.   Todos los días,  sin excusas,  fuera de las rutinas que nos consumen y esclavizan,  la mente poco a poco va cediendo las riendas a nuestro espíritu.  Ese espíritu que se nos pierde en Occidente entre tanta demanda interna y externa,  tanta necesidad de alcanzar metas y tanto ruido mental.

El cuerpo trabajado va dando espacio a una mente serena.  En Ashtanga Yoga es a través del cuerpo que accesamos estados internos más sutiles.  Primero,  aplacamos la ansiedad,  el miedo y la angustia,  estados en que vivimos casi naturalmente de este lado del mundo y que se manifiestan en los músculos,  los huesos y la piel.  Todo esto de la mano de la respiración. Luego,  el cuerpo se va suavizando, como cuando acariciamos a una mascota con amor y la alimentamos,  no importan su pasado.  Desde ahí es que el cuerpo afecta la mente y una mente calmada puede escuchar y ver mejor.

Siento que  mi destino habría sido muy triste de no haber encontrado a mis maestros.  Hay tantas huellas energéticas que cargamos no sólo en la mente, sino en las emociones y físicamente en el cuerpo.     En India le llaman samskaras y dicen que vienen a veces de otras vidas incluso. Cargar con todo eso nos impide vernos como realmente somos.  Liberarnos de eso abre nuestra posibilidad de percibir esta vida sin tanto peso de por medio y poder recibir cada instante con gratitud.

La Primera Serie me sanó y continúa haciéndolo. Cada viernes es tradicional hacerla, no importa dónde se encuentre uno en las Series.  Es el regreso al inicio,  el agradecimiento por lo básico y la base de nuestro nuevo hogar.  Las bases son importantes y en Mysore nos piden ser muy detallistas y cuando llega un obstáculo- que por cierto hay muchos en este estilo de Yoga- el maestro nos ayuda a respirar y  confiar,  aún en los momentos más intensos y atemorizantes.  Así aprendí a  tenerme paciencia y saber que lo más importante es rendir todo a un Poder Superior.


Con esa intención empiezo mi día.  Este 12-12-12.  Que hoy sea un portal para más Luz y Amor.  Si uno practica,  así será, algún día,  todos los días.

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