lunes, 17 de diciembre de 2012

Octavo Viaje: Guruji se va

Después del nacimiento de Gael,  me dediqué full a mi papel de mamá "recién nacida".   Es increíble cómo pierde uno la práctica!  A la semana del parto, ya estaba de vuelta en mi mat.  Una se recupera tan rápido después de un parto normal,  el cuerpo de una yogini es resiliente y saludable y  me sentía llena de energía y vitalidad.  La lactancia transcurrió sin eventualidades y Gael era un ángel que  casi no nos daba malas noches.

En enero del siguiente año,  recibí una invitación a ir a enseñar en Los Angeles,  California,  durante un mes completo.   Uno de mis colegas iba para India y necesitaba ayuda en su shala.  Empacamos con el corazón en la mano,  era desgarrador separarnos de nuestro bebé.  Sin embargo,  la experiencia fue muy enriquecedora a nivel profesional tanto para mí como para Marco.  El grupo de dedicados ashtangis de años y sus prácticas nos enseñaron muchísimo.  

Dentro de todo el cuadro,  yo había empezado a correr.  Marco me entrenó con miras a la Maratón de Roma en marzo de ese año.  Lo que son las vueltas de la vida,  no sabía lo importante que sería estar entrenada para nuestro  primer día de trabajo en el shala.  Era domingo y teníamos que estar en la escuela a las 6 am.  Nos levantamos a tiempo, nos alistamos y nos montamos en el carro de James,  nuestro anfitrión.  No logramos encenderlo.  Faltaban ya 20 minutos para que el Mysore empezara.  Yo empecé a hiperventilar.  Era demasiado temprano para encontrar un taxi y aunque esperamos un bus, nunca llegó. Marco dijo:  "Corramos!"  y sin pensarlo dos veces,  recorrimos los 2 kilómetros que nos separaban del shala..soplados!  nunca corrí tan rápido,  llegar tarde a una clase- sobre todo a la primera- hubiera sido una catástrofe.  Y lo que es la vida,  llegamos al shala a las 6: 00 y no había nadie.  Ese día empezaban a las 8 am!!   muertos de risa,  practicamos y nos calmamos, pero realmente aprecié la fuerza de mis piernas.

Mientras estábamos en California fuimos a Carlsbad porque Marco iba a correr media maratón...y terminé yo corriéndola toda!  fue una experiencia muy interesante:   para una yogini,  salirse de su mat es como estar en otro planeta.  Conocí nuevos dolores y sensaciones y finalmente,  supe que era el runner´s high. Aprendí que el Yoga se puede practicar en todo momento,  especialmente al kilómetro 38 cuando las piernas ya no dan y lo único que nos mueve es la respiración y el corazón.  Terminé hasta con medalla!

Estando en Los Angeles,  recibí una invitación de mi maestro Sharath para la Primera Generación de Maestros que tomaríamos un Teacher Training con él en Mysore.  Guruji ya estaba muy débil y Sharath estaba afianzando las bases,  su gran responsabilidad sería continuar el legado de su abuelo y nos necesitaba dispuestos y bien preparados para lo que venía.  Tenía que estar en India en Junio de ese mismo año.  Emocionada y al mismo tiempo,  ya triste de tener que separarme de nuevo de mi familia,  empecé a cuadrar todo para mi octavo viaje.  La perspectiva de ir al sur de la India en junio me llamaba la atención:  nunca había estado en época del monzón y los aguaceros decían que eran torrenciales.

En mayo del 2009,  recibí la noticia de parte de un colega querido de que Pattabhi Jois había dejado su cuerpo físico.  Hubo conmoción en el mundo del Ashtanga y todos fuimos invitados a los ritos fúnebres en Mysore.  No podía adelantar mi viaje,  así que en el Estudio nos contentamos con rendir homenaje a este hombre bondadoso que entregó toda su vida al Ashtanga Yoga desde su corazón.


Llegué a Mysore en junio,  todavía con la fiebre de la carrera.  Recuerdo llegar al apartamento,  ponerme las tennis e irme a correr por el barrio.  La gente me volvía a ver un poco desconcertada,  allá nadie corre en las calles.  Además,  tenía que correr toda tapada:  jamás una pantaloneta o camisa sin mangas!  Pero disfruté como nunca la brisa de la tarde,  los celajes en el cielo ahumado de Mysore y cada una de las sonrisas de la gente que parecían darme, una vez más,  la bienvenida a mi hogar indio.  

Pasaron varios días,  el curso con Sharath empezó.  Eramos 40 maestros autorizados de todo el mundo. Reunirnos fue especialmente sensible con la muerte de Guruji tan cercana.  Pero creo que a todos nos alivió estar juntos con nuestros maestros ahí,  en el mismo shala que él había amado.  Sentimos su presencia cada día del mes que estuvimos en el curso. Un día en medio de la clase, Sharath empezó a llorar.  Franca y sinceramente,  lloró su ausencia y tuvo que salirse del cuarto. Todos sentimos su dolor ante la pérdida no sólo de su abuelo, sino de su maestro.  Creo que en ese momento fue que mi corazón dio entrada a mi nuevo maestro.  Y agradecí inmensamente la buena suerte de haber conocido a Guruji en sus últimos años.

En medio de todos los acontecimientos,  sólo había un pequeño detalle:  mis días de luna se atrasaron.  Pensé que era el jet lag,  el viaje,  la sensibilidad ante la muerte de Guruji y todos los cambios,  sin embargo,  ya había pasado más de una semana y nada.  Fui donde mi querido doctor ayurvédico,  el Dr. Kumar,  e inmediatamente me refirió a su esposa, médico ginecólogo y obstetra.  Confirmamos con un examen de sangre que estaba embarazada de Theo...casi me da un patatús!!

Ya con Marco habíamos hablado de un hermanito para Gael...pero no tan pronto!  Pero todo viene en el tiempo de Dios y casi temblando,  llamé a Costa Rica.  Las noticias no tardaron en esparcirse y ese viaje fue especialmente hermoso porque mi hermana Nina y mi hija Adri fueron a visitarnos.

La cuestión es que el Ashtanga Yoga no se puede practicar durante los tres primeros meses de embarazo.  Tuve que bajar mucho el ritmo y mi serie volvió a las variaciones lentas de la Primaria.  Con suma paciencia, volví a experimentar de nuevo todas las molestias comunes y ofrecí mis mareos y dolencias a un Poder Superior.

Marco llegó dos semanas después.  Fue toda una experiencia el primer ultrasonido en un hospital indio!  Entre mares de gente y caos total,  confirmamos que todo estaba normal y que era uno solo-  gracias a Dios!   Dispuestos a abrir nuestro corazón un poco más,  le dimos la bienvenida en India a nuestro segundo pequeñito.

 Nada nos podía preparar para lo que vendría con el parto de Theo.




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