martes, 11 de diciembre de 2012

Shanti: La vida no se siente bien

Tuve una muy mala noche.  Mi mente no deja de repasar acontecimientos de la semana anterior a este viaje.  Uno de los problemas con estas mentes y sus fluctuaciones son los conceptos erróneos.  A todos nos cuesta comunicarnos con claridad y usar las palabras adecuadamente.  A muchos,  esta falta de destreza nos produce dolores de cabeza y ansiedad.

Antes de dormir,  le pedí a mi maestro una epifanía. Entre sueños,  apareció Guruji con su sonrisa.  Su mensaje sin palabras fue "too much thinking",  como nos decía innumerables veces en el shala. Me levanto más tranquila.  También es lindo recibir varias palmadas en la espalda de amigos en otros países que me apoyan y comprenden. Gracias a este camino y a Guruji es que los conozco.  No hay un sólo día que no tenga un instante de gratitud para mis maestros por todas las bendiciones que han traído a mi existencia.-

Me remonto a esa terraza en la casa de Guruji en Mysore hace más de 10 años:  Guruji,  en su inocencia y amor profundo por sus estudiantes, me pasó al seno de su hogar con la máxima naturalidad.  Adentro,  conocí a Saraswati,  su hija,  a su nieta y hermana de Sharath, Sharmila y a sus niños pequeños.  Estaban tendiendo la ropa. Hablaban en un idioma muy rápido, después supe que se llama Kannada, su dialecto.  Habían niños jugando, risas y el ambiente era muy relajado. Conocí a mi maestro en su palacio de abuelo,  padre y rodeado de quiénes amaba.  Desde ahí me cautivó.

El Ashtanga Yoga es una práctica diseñada para los householders, decía él.  Todos aquellos que tenemos obligaciones y responsabilidades con nuestras familias,  trabajos y anhelamos seguir un camino espiritual, pero no nos es posible renunciar e irnos a los Himalayas,  para nosotros se creó este Yoga.  En medio de nuestro ajetreo diario,  nuestras preocupaciones y cosas que no salen bien en la diaria rutina,  esta práctica se abre como un lago sereno,  nuestro espacio de recuperación y progreso íntimo.

A veces,  en medio del desgaste de  la rutina y el día a día,  anhelo estar muy lejos de todo lo que me rodea.  Pero luego,  siento el abrazo de uno de mis hijos,  sus ojos vivaces y llenos de preguntas propias-que algún día tendrán que contestar ellos mismos.  Me llena tanto poder estar cerca de ellos y de alguna manera,  mostrarles que hay algo más que el ascenso social,  los apellidos y el consumismo.  Me alegra saber que tienen una madre diferente que no se parece a ninguna en su escuela,  empezando por los tatuajes.

Guruji,   aún con toda su amabilidad y bondad,  no pudo interceder por mí ante Sharath esa misma tarde.  Llegué a las 3 como se me dijo y hablé con él.  Le conté que tenía muchas ganas de practicar, pero que sólo me quedaba una semana y tenía que regresar a Costa Rica.  Tenía, además,  que viajar de regreso a Delhi en el norte de donde salía el avión.

La respuesta de Sharath fue corta y contundente:  "One month, you practice.  Only one month."  Salí de la oficina del shala llorando. Recuerdo que las lágrimas me impedían ver.  "Tan cerca y tan lejos",  "tan cerca y tan lejos",  me repetía a mí misma maldiciendo mi suerte.  Ahí estaba el shala,  los maestros,  el azúcar...y yo no podía probarlo.

Fui a un restaurant en el centro de Mysore que tenía una terraza abierta al atardecer.  Desde ahí,  maldije mi suerte.  "Si no tuviera hijos, podría quedarme."  Lloraba y me embargó una tristeza muy profunda ante mi destino.  Sabía que ahí en Mysore había algo muy grande para mi alma,  sin embargo,  no podía quedarme un mes más.

Quién iba a saber que regresaría 8 veces más a este lugar que amo!  Que saborearía el azúcar una y mil veces,  como sigo haciéndolo cada día de mi vida. Que hoy me reiría de mi reacción tan grande y que finalmente comprendería que todo estaba diseñando perfectamente para lo que tenía que aprender.

Primero y sobre todo,  que mi familia es el tesoro más grande.  Que nunca fueron obstáculo,  era yo la que no podía todavía apreciar su belleza y valor en mi evolución.

Segundo,  que cuando uno está listo el maestro aparece. Y cuando aparece,  todo se confabula para que uno esté cerca de ellos.  Se lleva cualquier limitación de nuestras mentes pequeñitas y con su Gracia, abre el camino para el contacto.

Tercero, y sobre todo,  ese día aprendí de nuevo a soltar.  A soltar con dolor lacerante,  pero no tuve más remedio que tomar ese tres de tres días de regreso al norte,  después tres aviones más de regreso a San José y en medio de todo el torbellino vital,  abrazar a quiénes amo con fe en que algún día regresaría.

La lección más grande que podía darme mi maestro,  la Sétima Serie como él decía-mi familia-  me la ofreció a la pura entrada de nuestra relación.  Ahora todo toma sentido y veo la perfección de nuestro encuentro en ese momento.

Regresé a Costa Rica,  seguí practicando sola.  Me caía,  me lesionaba,  me sentía desmotivada pero logré,  a brincos y a saltos,  montar mi primera serie- según yo.  El siguiente viaje- un año después- estaría lleno de enseñanzas,  una vez más, como sólo India puede brindar.


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