El vuelo transcurre sin novedades.
Tomo una foto mientras bajamos a la isla. El color del mar es espectacular. Mi amigo Jaime me espera y me dice que vengo demasido vestida. Hace mucho calor.
Después de comer algo y tomarnos un café para tomar energía, pasamos por Juliette. Ella va a cuidarnos y preparar la comida esta semana. Irlandesa, habla español bastante bien y se anima a practicar con nosotros cada mañana. One more!
Llegamos al shala y es sencillamente un sueño. Una villa de 450 años rodeada de viñedos y olivos en medio del paisaje amarillo-verde y cielo azul alberga uno de los shalas más hermosos que he visto en mi vida. Lo acaban de remodelar para este retiro y fue el estudio de un artista muy famoso por 35 años. Definitivamente, un lugar sagrado.
Recorro los jardines a la luz del atardecer en compañía de mis amigos. Conocemos a la dueña del lugar, una hermosa mujer llena de Shakti. Es su cumpleaños hoy y está de muy buen humor. Terminamos hablando de Amma, la santa que abraza. Acaba de regresar de estar cuarenta días con ella en Kerala. Le cuento que ella nos casó a mí y a mi esposo y se pone muy feliz cuando me pregunta si puede poner una foto de su Guru en el altar junto a la de Guruji y Sharath. Le digo que por supuesto que sí.
La energía se siente abierta y despejada para recibir a estos hermosos yoguis: italianos, colombianos, vascos, suecos, alemanes, mallorquíes y españoles. El grupo aún no lo conozco pero ya sé que va a ser una semana especial.
En camino a nuestro apartamento, pasamos por la playa. El mar azul turquesa se mueve con el viento y me siento tan afortunada de estar acá. Después del gran esfuerzo de la última semana, siento que llegué al paraíso. La compañía de mis amigos, la caricia del viento y los últimos rayos de sol de este día treinta y uno de agosto me inspiran a entrar en ese espacio sagrado de transformación. Me siento sumamente privilegiada de poder conocer a estos yogis europeos.
Antes de enviar mi aplicación a Mysore para enero- junto a la de mi hijo Ariel-, pido para que en este mundo podamos encontrar una conexión real y cotidiana entre todas los caminos a la Luz. Al igual que la Catedral de Mallorca que tiene un ala mora y otra católica. Una catedral, la única en el mundo, que está construida a la orilla del mar para poder ver su reflejo en las aguas.
E imagino que ese reflejo es nuestro Atman, nuestro Espíritu, cuando se encuentra a flor de piel porque nuestro cuerpo y mente se lo permiten. Y entonces puede manifestar todo el amor, la compasión y la alegría que es nuestra esencia.
Ese lugar que se refleja en las aguas cuando están tranquilas.
Aguas azul esmeralda con espuma de luna que lo acarician.
Tomo una foto mientras bajamos a la isla. El color del mar es espectacular. Mi amigo Jaime me espera y me dice que vengo demasido vestida. Hace mucho calor.
Después de comer algo y tomarnos un café para tomar energía, pasamos por Juliette. Ella va a cuidarnos y preparar la comida esta semana. Irlandesa, habla español bastante bien y se anima a practicar con nosotros cada mañana. One more!
Llegamos al shala y es sencillamente un sueño. Una villa de 450 años rodeada de viñedos y olivos en medio del paisaje amarillo-verde y cielo azul alberga uno de los shalas más hermosos que he visto en mi vida. Lo acaban de remodelar para este retiro y fue el estudio de un artista muy famoso por 35 años. Definitivamente, un lugar sagrado.
Recorro los jardines a la luz del atardecer en compañía de mis amigos. Conocemos a la dueña del lugar, una hermosa mujer llena de Shakti. Es su cumpleaños hoy y está de muy buen humor. Terminamos hablando de Amma, la santa que abraza. Acaba de regresar de estar cuarenta días con ella en Kerala. Le cuento que ella nos casó a mí y a mi esposo y se pone muy feliz cuando me pregunta si puede poner una foto de su Guru en el altar junto a la de Guruji y Sharath. Le digo que por supuesto que sí.
La energía se siente abierta y despejada para recibir a estos hermosos yoguis: italianos, colombianos, vascos, suecos, alemanes, mallorquíes y españoles. El grupo aún no lo conozco pero ya sé que va a ser una semana especial.
En camino a nuestro apartamento, pasamos por la playa. El mar azul turquesa se mueve con el viento y me siento tan afortunada de estar acá. Después del gran esfuerzo de la última semana, siento que llegué al paraíso. La compañía de mis amigos, la caricia del viento y los últimos rayos de sol de este día treinta y uno de agosto me inspiran a entrar en ese espacio sagrado de transformación. Me siento sumamente privilegiada de poder conocer a estos yogis europeos.
Antes de enviar mi aplicación a Mysore para enero- junto a la de mi hijo Ariel-, pido para que en este mundo podamos encontrar una conexión real y cotidiana entre todas los caminos a la Luz. Al igual que la Catedral de Mallorca que tiene un ala mora y otra católica. Una catedral, la única en el mundo, que está construida a la orilla del mar para poder ver su reflejo en las aguas.
E imagino que ese reflejo es nuestro Atman, nuestro Espíritu, cuando se encuentra a flor de piel porque nuestro cuerpo y mente se lo permiten. Y entonces puede manifestar todo el amor, la compasión y la alegría que es nuestra esencia.
Ese lugar que se refleja en las aguas cuando están tranquilas.
Aguas azul esmeralda con espuma de luna que lo acarician.