domingo, 29 de mayo de 2016

You go back.

No dormí nada.

La energía del maestro se siente mucho antes de hacer contacto.   Nos despertamos todavía oscuro y llegamos al venue,  UCLA,  a las 6 am.  Ya el gimnasio estaba bastante lleno.  La Serie Primaria abría hoy a las 6:30 am.  Amigos de muchos lugares,  abrazos y sonrisas.  La tribu ashtangi,  aquí,  en Costa Rica,  en India y en el resto del mundo.

Ariel y su amigo Marcelo acomodaron sus mats.  Marcelo,  increíblemente valiente,  haciendo su primera práctica completa de Primaria hoy.  Al rato entró mi maestro,  bien abrigado porque las temperaturas han bajado esta semana aquí en el Norte.

Y cuando sonó el Ommm todos entramos en otra frecuencia.

Practicar con mi maestro es una faena que nunca termina y que nunca se vuelve fácil.  Está siempre muy pendiente de la gente:  observando a todos y ayudando a quiénes necesitan un ajuste físico, pero sobre todo un ajuste mental.

Why you hurryiiiiing....? - preguntaba a menudo hoy.  
Where are you goiiing??

Muchos adelantándose a sus cuentas.  En Primaria es muy cordial,  amoroso y paciente.  Se toma las cosas con calma.  Pero con nosotros sus maestros la cosa cambia.

Cuando terminó Primaria acomodé mi alfombra.  Por suerte, dos de mis amigas más cercanas se acomodaron a mis lados.  El secreto en la Segunda Serie consiste en jalarse.  Ayudarnos mutuamente.  Saber que no hay competencia sino camaradería.  Todos moviéndonos juntos y ayudando energéticamente a los más rezagados.

Sin embargo,  llega el inevitable:

You go back!- más o menos a la altura del primer backbend voraz o sino cuando tocan las piernas detrás de la cabeza.

El secreto para estar con mi maestro consiste en desconectar esa actividad mental llamada EGO.  Sea lo que sea que suceda en su clase,  escuchar lo que nos dice y decir SI.  Más o menos a la altura de la primera inversión manda otro montón para atrás y hoy,   una mujer hizo lo que no hay que hacer:

Youuuu....why show off?  NO show off.  You stop.  
You no more show off...
Gooo...Back.

No la conozco,  pero para estar en este grupo probablemente  es una yogini dedicada,  con posturas efectivas y no dudo,  mucha disciplina.  Sin embargo,  carecía de la cualidad más importante para mi maestro y para todos los que enseñamos esta disciplina en el mundo,  seamos ashtangis o no:

ESCUCHAR.

La mujer en cuestión siguió haciendo su trip y al poco rato,  la sacaron del ring.  Perdida en su mundo yógico,  se perdió la oportunidad de unirse a esta experiencia con mi Guru,  que si tengo que describirla podría decir es

SALVAJE
INTENSAMENTE DOLOROSA
SUBLIME
DESENCAJANTE

Después de más de doce años de hacer su count en la Serie Intermedia,  siempre me sorprende.  Los chaturangas se sintieron devastadores y tuvieron precisamente el efecto deseado:  desconectar mi mente y ponerme en estado de presencia total,  cero diálogo interno,  cero resistencia.  Total apertura a la inmensidad del ahora,  en el dolor,  en la agonía,  en el éxtasis de estar libre por unos instantes del yugo de esa actividad frenética,  tan cansada y repetitiva que es nuestro ser falso.

Me pregunto si esa yogini,  la del show off,  la acróbata,  podrá algún día experimentar que este yoga o cualquier otro es la puerta de salida de la prisión de nuestras mentes.  Me pregunto si tendrá la fortuna que he tenido yo y muchos que conozco de des-identificarnos con tantos Shoulds y Coulds y simplemente dar lo mejor que tenemos cada instante,  sin preocuparnos del desenlace.  Me pregunto si ese deseo de llamar la atención,  buscar aprobación ajena o lo que sea que la haya movido a salirse del count y por lo tanto del manto de protección de mi maestro le está ayudando en su vida.  O será más bien eso lo que la mantiene aislada en una burbuja intocable,  atrapada como estuvimos todos demasiado tiempo en la cárcel absurda de nuestra actividad mental descontrolada.

Ese lugar donde estamos tristemente aislados de todo e imposibilitados de evolucionar.

En el aquí,  en el ahora,  todos somos uno.  Somos ella,  somos ese principiante con su hombro adolorido y la señora de los anteojos que no se sabe la serie pero aún así,  se coloca en primera fila. Somos el señor con la rodilla vendada y el muchacho novato que da su mejor esfuerzo.  Somos lo mismo porque compartimos un mismo deseo:  ese de estar juntos,  de jalarnos,  de ayudarnos en el camino.

Y personalmente siento que esa es una mucho mejor opción que vivir aislados en nuestro propio castillo de cristal contemplándonos al espejo y diciéndonos cuán maravillosos somos.




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