lunes, 16 de mayo de 2016

Pesquemos

Regreso de Panamá subyugada,  enamorada,  extasiada...no encuentro las palabras para describir lo que nos sucedió este fin de semana.

La Gracia se mueve de formas misteriosas.

Abrirnos a la Gracia implica una fe y confianza total en que hay un Plan Maestro para nuestras vidas que se vuela en mil pedazos nuestros planes diminutos y un tanto patéticos.  Dar el sí implica saber de antemano que cada experiencia  que viene a nosotros está ahí para enseñarnos algo,  para mostrarnos algo si estamos lo suficientemente despiertos para verlo y apreciarlo.

En Panamá aprendí que el arte que enseño puede convertirse en una distorsión en las manos incorrectas.  El Yoga es una sanación para todo ser humano y no debería convertirse en un artículo de lujo,  en una práctica snob y tampoco en privilegio de una élite.  Sucedió una explosión amorosa este fin de semana  que abrió el shala a mucha gente y recibimos en el estudio de mis amigos a una verdadera fiesta de yogis,  bellas personas que estaban conociendo el método por primera vez y que de alguna forma manifestaron los deseos de su corazón.

Les decía a mi grupo que la Gracia nos escucha constantemente.  Sea que nos quejemos,  que nos auto compadezcamos,  que nos juzguemos:  ahí nos responde con oportunidades truncadas,  caminos cuesta arriba y éxitos ajenos por doquier preñados de fracasos personales.  El tema no son los éxitos ajenos:  el problema es que la gente así no se alegra por los demás. Viven en una auto-comparación constante que nos les da paz.  Conozco muchos así y veo que sus vidas no fructifican:  pasan de un estrés a otro,  intentan manifestar algo y no les sale.

Se quejan más.  Se auto victimizan más.  La vida les pasa de largo.  La repelen con su actitud. La Gracia es supremamente inteligente y a estos seres les debe tener mucha pereza.

En cambio, cuando alguien es sincero en sus peticiones del corazón,  nos escucha claramente.  Es más:  hasta nos lee.  Hace unos meses un amigo cercano me dijo que escribiera mis necesidades en una lista visible todos los días.  La escribí, un poco a regañadientes he de confesar.  Escribí quince peticiones para mi vida,  todas ellas bastante descabelladas -pensaba en su momento.  Mientras las escribía me reía de lo absurdo del ejercicio.  Pegué la lista en el espejo de mi baño,  o sea,  la he leído por casi un año más de tres veces al día.  Hoy reviso la lista y he hecho un check en todos los items. TODOS.  No me falta ni uno solo.  Han sucedido una serie de lo que yo llamaría milagros,  o serendipity,  o casualidades o simplemente Gracia.

Todo me lo concedieron,  algunas cosas con upgrade incluso.

Y entre esas peticiones estaba conocer gente linda,  viajar desde mi corazón,  compartir lo que amo con aquellos que estaban listos y enfocar mi energía sin distraerme con dramas ajenos.  Estoy trabajando en estos momentos en varios países a la vez con gente tan hermosa,  profunda y querida. Seres que me enseñan,  me apoyan y  me inspiran todos los días.   Costa Rica,  España, Argentina, Perú,  Nicaragua,  México y ahora Panamá están encendidos en mi mapa personal con un montón de lucecitas genuinas,  auténticos buscadores,  gente seria y de trayectoria.  Atrás quedaron los neófitos de egos grandes,  los imitadores,  los que quieren todo fácil,  los que ven el yoga como un negocio o una vivencia exótica y por supuesto, los envidiosos y chismosos.  Todo se fue como llevado por una tsunami gigante de Gracia.  Reviso mi playa y me siento tan feliz de contar entre mis manos estas hermosas conchas y caracoles perfectos,  cada uno a su manera,  cada uno una fuente inagotable de luz y de amor para muchas personas.

He formado sin querer líderes fuertes y sabios,  y no podría siquiera decir que los he formado.   Sólo sé que sucedió una alquimia entre nosotros que nos hizo subir de nivel mutuamente.

Hoy recibí un mensaje de un amigo que está en Oriente y que vino a Costa Rica en febrero pasado. Sus palabras me conmovieron  hasta el tuétano y quiero compartirlas con ustedes:


"Te esperamos en Julio.
Tienes que venir.
Te esperamos mucho mucho.
You dispelled the darkness of ignorance,  like Patanjali.

Aquí la batalla,  en el campo,  en la familia.  Pero tengo el yoga por suerte,  la práctica diaria realmente me ha sostenido y guiado muchísimo.

Krisna me acompaña.

He aprendido muchísimo en las últimas semanas,  sobre todo que nosotros no tenemos problemas. Los problemas verdaderos son los que enfrenta esta gente que pierde todo:  familia, casa,  hijos, dignidad,  trabajo..

Pero también he aprendido,  gracias a la práctica diaria y a todos los aprendizajes del intensivo, que tantas personas (y me incluyo) pasamos la vida detrás de lo que no deberiamos.  Todo su tiempo,  sus pensamientos y actividades.  Cosas que no cuentan.

Qué increíble esa enseñanza y esa realización.   
Es un verdadero despertar.  Esto para mí ha sido invaluable..

Qué bueno que vienes en Julio.  
Vamos a pescar nuevas almas..."

.
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Sí,  muchas muchas almas.  Muchas están sedientas de verdad.  Muchas ya están hartas de la separación y la sensación de superioridad de sus líderes falsos.  Muchas ya no creen en palabras dulces con sonrisas seguidas de acciones traicioneras y bajas.  Muchas ya se sofocan ante vidas insulsas que sólo prometen dinero.  Muchas,  muchas almas allá afuera...muchos seres sensibles y amorosos,   listos para despertar.  Listos para ser quién realmente son.

Y al final de la tarde,  para rematar,  escucho un mensaje hablado de una yogini panameña con quién compartí todo el fin de semana.  Nos habla de milagros,  de creer,  de confiar en que sí  nos están escuchando.  Miedos o quijotadas,  utopías o sueños:  cada pensamiento crea una onda que manifiesta todo lo que somos y tenemos en este momento en nuestra vida.  Y si hay algo más que hace falta,   sólo tenemos que pedirlo.

Aunque parezca loco,  absurdo e imposible.

Y sí,  algunos de nosotros somos pescadores de almas. No que tengamos que pregonar nada.  Ser uno mismo,  auténticamente,  con fuerza y determinación,  sin depender de las opiniones ajenas es una forma contundente de darle a otros el permiso de hacer lo mismo.







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