miércoles, 25 de mayo de 2016

Evacúen!

Nos levantamos muy temprano para empezar nuestro peregrinaje al Norte.

En India,  los peregrinajes son muy importantes:  en mis viajes,  siempre he topado peregrinos en camino a lugares sagrados.  El Ganges,  los Himalayas,  Tiruvanamalai,  Haridwar,  la Kumbhamela....India tiene una tradición milenaria en viajes dedicados a la búsqueda interior y la purificación del alma.

Y hoy,  Ariel y yo empezamos uno más.

El paisaje al llegar a LAX son highways de ocho carriles y puentes elevados,  rascacielos y mucho tráfico mientras atardece a las 7 pm.  No hay cantos ni mantras,  no hay templos ni lingams.   Hay sólo dos corazones enfocados que saben muy bien a lo que vienen.

Pero ya aquí,  en casa de mi amiga,  sentada en su shala y con una foto de Guruji hermosa a mis espaldas (una de mis preferidas),  siento que es aquí donde tengo que estar,  una vez más en esta ciudad de Ángeles.  Viví un mes aquí hace unos años y fue un mes de mucho crecimiento y hermosas realizaciones.  Volver a ver a mis amigos y colegas es un regalo:  a Jodi la conozco desde hace más de 10 años y hemos visto nuestras vidas transformadas por esta práctica y  hemos logrado atravesar  toda clase de picos y valles.  Aquí sentada en su casa,  Ariel todavía desempacando,  en la fría noche californiana y en medio de un silencio perfecto que sólo interrumpe alguno que otro carro en este barrio de Silverlake:  aquí confirmo una vez más que mi camino me trae gente querida,   buena compañía y el gran privilegio de hacer lo que más amo en esta vida,   este yoga milagroso.

Ocurrió un suceso inesperado en el viaje de hoy:  cuando estábamos a punto de entrar en seguridad en el aeropuerto de Dallas,  de pronto empezaron alarmas por todo lado,  policías por doquier y nos sacaron a todos del edificio.  Miles de pasajeros,  muchos de ellos en medias porque dejaron sus zapatos en las máquinas que escanean.  Un altoparlante nos decía que había una emergencia y que teníamos que evacuar.  Todo transcurrió relativamente tranquilo y la salida no fue por mucho rato. Sin embargo, perdimos el vuelo y las valijas  y me quedé pensando qué sucedió para todo este abrupto y caótico movimiento de pasajeros.

A veces la vida nos dice:  "Evacúe".  Son esos momentos en que nos damos cuenta de que todo lo que hemos construido es un castillo de papel en nuestras mentes cuyas paredes se caen con un soplido y cuyas expectativas no aguantan la estructura.  He tenido muchos momentos así,  pero no últimamente.  Ultimamente siento que estoy en un momento de atesorar algo sólido dentro mío y puedo observar con placidez cómo se está manifestando en mi entorno.  Es un momento de cosechar,  de recoger lo que con mucho amor he sembrado por años- entre estos regalos mis amados hijos floreciendo, encontrando sus caminos personales.  Mis estudiantes madurando,  el shala asentado como un espacio dedicado y abierto ya más allá de las fronteras de mi país.

Estar aquí en Los Angeles de nuevo cierra un ciclo.  Hace siete años que viví aquí,  enseñé todos los días de madrugada y hasta corrí mi primera maratón.  Hace siete años también Guruji dejó su cuerpo físico y hoy de nuevo estoy sentada a sus pies.   Siento que he sido guiada todo este tiempo a través de apegos profundos,  miedos invisibles que me aprisionaban sin ser reales y que de alguna forma soy un ser humano más libre,  menos temeroso,  más dispuesta a permitir que la Vida se manifieste sin tanta resistencia.  Yo también en algún momento quise "evacuar" mi vida de entonces,  escapar lo más lejos posible y jamás pensé en reinventarme toda.

Y si ha sido posible para mí,  lo es para cualquiera que anhele un cambio profundo a tal punto que esté dispuesto a perder todo a cambio.  Algunos padecemos de una sed de verdad que difícilmente se sacia con lugares comunes.

Y la verdad es que uno no pierde nada: al contrario.
Gana todo.


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