viernes, 1 de mayo de 2015

Ciclos: Vida y Muerte

Decanto de un mes de vida en el más profundo sentido de la palabra:  un viaje de los más hermosos que he vivido,  con sus altos y bajos como cualquier experiencia en este plano...pero que arribó a buen puerto.  Cuando hablo de llegada,  de arribo,  de puerto,  me refiero a que mis compañeras de viaje dieron todos su mejor esfuerzo para que el barquito en que navegábamos no sucumbiera a las tormentas,  aguas oscuras e incertidumbre del trayecto.

Aprendí tanto en este viaje que necesito escribirlo para no olvidarlo.  Aprendí de camaradería entre mujeres: algo que no nos han enseñado.  Al contrario,  nos han programado para desconfiar de nuestras propias hermanas,  a pelar el diente y por detrás dar la puñalada.  Aprendí de lealtad y amistad en momentos difíciles,  de fuerza y resiliencia en medio de lo desconocido.  Supe que estaba rodeada de guerreras cuando sentí ayer todo el Amor desplegándose en todas las direcciones:  el único cierre que vale la pena en esta vida para cualquier aventura.

La aceptación de los ciclos:  una de las enseñanzas más valiosas para mí en este mes que pasó.  Comprendí que hay que poseer una sabiduría profunda para comprender que la Vida nos trae y nos quita por igual y que aceptar esta muerte diaria de lo conocido implica necesariamente un renacimiento.  Resistirse es inútil. En mi vida he renacido en todos los sentidos después de muchas muertes,  pero hasta ahora estoy aprendiendo a entender que salgo más fuerte de cada final,  más confiada y empoderada.  Sé que los adioses son crudos pero no por eso menos gozosos.  Decir adiós nos devuelve la libertad de sentirnos guiados por la mano de Dios,  más allá de nuestros planes personales.  Mis planes personales han quedado en último lugar últimamente y estoy viviendo el éxtasis de no saber qué va a pasar mañana.

Antes creía que podía controlar mi vida:  hoy sé que lo único que puedo hacer es agradecerla.  Al igual que la dulce compañía que aparece en cada momento.

Me retiré tres días del mundanal ruido a escucharme.  La montaña me recibe amorosamente con sus plantaciones de café, volcanes cubiertos de nubes,  flores,  pájaros y primeros abejones de mayo.  La luna casi llena me habló anoche de verdad e ilusión.  De realidad y falsedad.  Estoy entendiendo que cada ser que invito a mi mesa es un espejo poderoso de todo aquello que no he podido todavía comprender en mí misma.  Aprendo la lección,  dura y difícil pero necesaria.  Y con mucha emoción anhelo el próximo espejo, lista para verme con la certeza que no hay vuelta atrás.

Asimilo la idea de Muerte en estos días:  muerte de relaciones pasadas,  muerte de hábitos nefastos, muerte de ciclos que cierran a veces con sabor amargo y otros que inician con una fragancia exótica y serena.  La montaña me enseña de conexión con la tierra,  silencio y magia.  La magia que antes temía hoy se muestra en los pequeños detalles,  criaturas,  oxígeno,  verde y pies descalzos.

Ayer me escribieron algo muy hermoso:  me desearon que pueda brillar desde la energía del sol y la luz de la luna.  Creo que quién me lo escribió no sabe cuán directo al corazón me llegó esta instrucción.  Me alumbraron mi camino: el camino del balance interno,  del equilibrio y la ecuanimidad.  Vuelvo la vista atrás a los momentos en que la perdí,  me desesperé,  culpé,  acusé.   Los veo lejanos como un sueño pasado.  Hoy sólo anhelo la alegría de estar en este momento presente que sé que es mi mejor maestro.

Vienen muchos viajes,  externos e internos.  Cada paso más conectada con quién estoy aprendiendo a ser.  Reflejada en seres a mi alrededor que admiro y respeto.  Conocí a un maestro lleno de paz,  alguien que refleja el camino recorrido dentro de sí guiado por la mano sabia de su propio maestro.  Me está enseñando sobre el efecto de la confianza de años en un guía,  el saber que sólo alguien que nos quiere puede transformarnos.  Y sólo dando nuestra confianza absoluta es que podemos ser transformados.

El día transcurre en un silencio apacible que me susurra de nuevos horizontes:  me pide que sea determinada y me sostenga en mi verdad.  Me pide también que suavemente suelte sin resentimientos.  Todo lo que no vaya con esta verdad interna se disipa y desdibuja y sólo queda un rastro de Amor,  aceptación total de lo que ha sido y de lo que vendrá.

Muerte de lo que no me nutre,  vida a aquello que me haga florecer.  

Confiada.
Tan agradecida.

Anticipando Amor,  mucho Amor.


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