viernes, 24 de abril de 2015

Mujeres Divinas

Transcurren los días en una vorágine de emociones,  ups and downs y todo tipo de inesperados.  Me embarqué en un viaje hace ya casi un mes y haciendo recuento sólo puedo agradecerle a Dios la experiencia.

Me veo en el espejo y siento que una máscara más ha caído.  Después de muchos años de práctica uno también puede ponerse la máscara de la "yogini",  esconderse con maestría detrás del asana,  ejecutar todo tipo de parafernalia espiritual para no mirarse en la llaga.  Requiere mucho valor ir más allá de los conceptos y adentrarse en la selva oscura y la noche del alma. 

Mi valor no ha venido de la nada.  He estado rodeada por guerreras durante los últimos veinticinco días.  El efecto de tener semejantes mujeronas de talla mítica tan cerca me ha permitido comprender que mi fuerza está presente y que puedo confiar en ella.  La fuerza que una vez sentía que la vida me negaba por estar en un cuerpo de mujer.  

He podido sentir la fuerza de las lágrimas,  el poder del dolor bien canalizado y la bendición diaria de la compasión y el compañerismo.  Dentro de cada momento he encontrado camaradería,  amistad y conexión.  Los momentos grises han sucedido, por supuesto,  como en cualquier aventura espiritual.  Pero todas hemos podido entregarnos y creo que esa es la marca de una mujer:  la entrega y la creación de espacios nuevos.

Todas somos mástiles de barcos familiares y profesionales y cada una de nosotras influye profundamente en su entorno.  Si estamos abajo,  todo se cae.  Si nos mantenemos ecuánimes,  todo fluye.  Al menos por el día.  A veces no.  Pero sin embargo,  continuamos creyendo,   practicando,  anhelando.  Compartimos una pasión y una visión y el efecto sólo puede ser expansión.

La vida pulsa en contracciones y expansiones continuas.  Personalmente estoy viviendo una contracción mayor.  Pero sé que sólo Amor me espera a la vuelta de la esquina.   Por más intenso y difícil que se sienta el momento presente.  La compañía de estas mujeres lobas,  todas llenas de la más inmensa ternura y al mismo tiempo conectadas a sus llagas con valentía y realidad me han hecho un espejo poderoso.  

Será que yo también puedo ser tan valiente y real?  

Será que puedo atravesar cualquier miedo?  

Será que la vida es ese intercambio sublime entre el dolor y el éxtasis permeado de esperanza sin garantías?  

Puedo sostenerme en el limbo de no saber y aún así,  abrazar?

Termino la semana agotada físicamente pero con el corazón radiante.  A pesar de los sinsabores,  a pesar de la dualidad.  Creo que cada uno de nosotros es un emisario del Amor en la tierra y cada experiencia de tristeza nos recuerda que somos lo opuesto.  Cada ser que nos hiere es un mensajero que nos recuerda que podemos siempre escoger entre la oscuridad o la Luz.

A cada una de estas mujeres las llevaré impresas en mi alma por el resto de mi vida.  Cada una ha soltado sus máscaras,  ha tenido la inmensa valentía de sostenerse y no abandonar el barco.  Soy una testigo viva de que existen guerreras,  diosas,  dulces como niñas e implacables como Kali.  Con la Gracia de Lakshmi y la sapiencia de Saraswati.  Mujeres que viajan en tigres de Bengala con espadas en la mano listas para darle la estocada final al Samsara Hala hala.

Y mientras haya gente así,  sólo puedo agradecer mi trabajo.  

Mientras el miedo se cruce con el valor en esa intersección llamada corazón,  ahí estaré en nombre de lo que más amo.

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