miércoles, 13 de mayo de 2015

De tigres y dragones

No fue posible explicar con su mente lo que sintió cuando dio el primer jab.

Fue una sensación de estar rompiendo paredes,  bloques sólidos internos que la rodeaban.  Sintió una liberación,  una salida,  un escape.  La intensidad de los golpes al aire, la torsión del tronco,  la fuerza que salía de su hara....todas memorias de un tiempo atrás cuando el kimono negro se sentía cómodo y la agilidad de su cuerpo era un arma mortal.

El Sifu explicaba con su voz serena y pausada:
" Y ahora péguenme aquí- dijo señalándose el plexo solar.  

Cada uno fue pasando, neófitos en el arte de usar brazos y manos pero con la intención clara de aprender y una eficiencia casi científica en ciernes.  Sentir el cuerpo del maestro  era como sentir una roca:  firme y sólida,  pero al mismo tiempo llena de paz.

A su memoria y de la nada,  vinieron imágenes de techos en A,  ojos rasgados y un olor a zacate húmedo.  Desfilaron por su mente la memoria del dolor de los nudillos,  hoy todavía demasiado débiles para golpear.  Intentó una  lagartija sobre ellos y su mente dijo el primer imposible.  Pero recordó que los imposibles sólo existían en el universo de las mentes débiles.

Recordó que había hecho esto antes.

El saludo invocaba la fuerza del alma y el escudo del espíritu.  Palabras y símbolos que llevaba por dentro desde hace muchos años.  La culminación de una etapa abría espacio a otra que a su vez complementaba la primera:  un círculo eterno donde los movimientos y formas se interconectaban porque venían todos del mismo origen.   Venían todos desde el espacio misterioso y lleno de magia cultivado por muchos maestros,  seres sabios,  guerreros dragones,  tigres valientes.  Todos con la idea de justicia y equidad grabadas en sus puños y la consigna de no atacar:  sólo defenderse.

Empezaron a patear.  Cada patada,  cada gota de sudor la acercaba un poco más a ese lugar recordado pero todavía un poco difuso.  Cuando él se puso frente a ella y le pidió pegarle,  algo le detonó por dentro.  El sonido de los golpes en sus manos,  la mirada fija y al mismo tiempo confiada;  la estabilidad interna buscando un lugar de libertad en medio de tantos pensamientos,  tantos ataques externos:  tanta dualidad dio paso a un oasis de silencio donde todo tenía sentido.  Donde la situación actual no era amenazante:  al contrario,  había sido creada por su propia mente para hacerla sentir el descontrol del que siempre había huido,  el descontrol que sólo en su mente creía manejar.

El caos dio paso a un potencial desconocido adentro suyo que encontró el canal perfecto a través de un uniforme negro con un tigre y un dragón bordados.

Un traje que decía MACHO.

Sabía que iniciaba un camino de paciencia,  dolor físico y confrontación.  Sabía que todas y cada una eran las lecciones que más temía en esta vida.  Entusiasmada y aterrorizada al mismo tiempo,  se dispuso a reencontrar la fortaleza escondida que radicaba en el equilibrio y que su maestro demostraba con cada paso, cada mirada,   cada palabra.  El conocimiento capturado en un cuerpo,  la esperanza en dos ojos y el respeto milenario por un camino que,  al igual que el suyo,  venía de mucho tiempo atrás.

Terminó temblando pero con una sonrisa de oreja a oreja.  Guardó su kimono con respeto y reverencia,  honrando a todos aquellos guerreros dragones que habían dejado en el dojo sus miedos y habían avanzado a pesar de su debilidad inicial y mente distraída.  Olvidó por un rato sus dolores internos, prisionera ahora de nuevos dolores físicos fascinantes que se transmutaron,  a medida que la noche avanzaba,  en sueños dulces y melodías amorosas.

                 El camino trazado se cruzaba con otro y ella sólo se sentía inmensamente feliz.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.